martes, 17 de junio de 2014

El curriculum oculto

Hay algo en el llamado curriculum oculto de Jackson, que es parecido a una red profunda o más bien a una serie de caracteres que se van repitiendo a través de la historia escolar encadenada al flujo de las personalidades. No son los conocimientos que se aprenden y no están en el currículo oficial, no es el constructivismo que solo servía para mojar de orgullo a las profesoras de la universidad, es la secreta red de relaciones del alumnado que hace que tales o cuales sean considerados dentro de tal o cual grupo según su nivel de integración o de aislamiento. Hay grupos más o menos constantes que se repiten en todos los contextos: los aplicados que supuestamente en un futuro serán adultos eficientes dada su disciplina pero incapaces para la travesura, los rebeldes que simplemente quieren funar la clase de acuerdo a un nihilismo en pañales, los populares que sobresalen en todo tipo de actividades sociales con un carisma típico de optimismo panfletario, entre otros. Sería posible dilucidar qué clase de individuos de acuerdo a esos perfiles del curriculum oculto sería más propenso al fracaso emocional, o al éxito material, o a la gran maquinaria complaciente de las expectativas educacionales… pero esa no es la obsesión científica del momento. 

El profesor impertérrito, frente a la sala de clases como deja vu de sus mejores o peores años de vida escolar, debiera pensar a cuál grupo pertenecía, con quienes se identificaba, ¿Acaso era de los aplicados que solo estudiaban mientras el resto jugaba y mantenía ligues? ¿Acaso era el rebelde que ignoraba cualquier tipo de regla pero que ahora en una especie de exorcismo o de lobotomía adopta el rol de autoridad como una especie de purga o de proyección? ¿O acaso será de nuevo el popular que con el suficiente potencial de liderazgo puede, en un acto de prestidigitación didáctica, transformar al grupo curso en luminarias o en ovejas? O quizá será que nos han mentido: nunca hubo metas ni reglas, siempre fue el curriculum de las sombras operando todo el tiempo, en el reverso del libro de clases, en el anverso de los torpedos, en esa mancha inmortal sobre la pizarra, en esos golpes y burlas que son la credencial de bienvenida al círculo social, en esas miradas indiscretas e incipientes al sexo opuesto, en esas toneladas de datos que solo leíamos para sobrellevar nuestro aburrimiento prematuro.

¿Adónde quedaron esos jóvenes? El curriculum hacía de ellos una multitud de promesas que solo las mentes adultas, talladas por la cultura y la rutina, podían forjar en forma de inocencia para ocultar el desenfado de las hormonas. Creo que ese curriculum oculto desdice los sentimientos comunitarios de los grupos escolares, tanto en relación a la esperanza fabricada como excusa de la institución, como en relación a la desesperanza manifestada por la falta de oportunidades o la indiferencia de ellas. La realidad sigue siendo en el fondo ese conflicto de poder a simple vista travieso pero que continua desplegando ese curriculum de las sombras… siempre habrán caracteres que empujen al fracasado de la clase a lidiar con ese estigma social, en los rebeldes estará presente el fetiche de la autoridad, en los populares la exigencia por encantar al resto, la igualdad es baladí, la sala de clases es un antro de excluidos e incluidos, una dialéctica entre ganadores y perdedores, esa es la novela del curriculum oculto, el resto es democracia, romanticismo.