lunes, 20 de agosto de 2018

El nuevo museo de la democracia, según informan, sería un enclave del ministerio de la cultura. En una realidad paralela, el mandatario habría conjugado memoria y democracia en un solo museo, y las redes sociales lo hubiesen llamado "museo de la muerte".
El sábado se denunciaba una serie de sacrificios de perros en el sector de Reñaca a un costado del camino Internacional. Había en el sector una fogata y, entre los matorrales, una serie de cadáveres de perros descuartizados. Se trataría, según cuentan los locatarios, de alguna especie de "rito de brujería". 

Dos días después, confirman que el torso flotante en el Muelle Prat en valpo pertenecía al profesor desaparecido de Quilpué. Se prevé quizá algún "ajuste de cuentas". 

Un par de hechos, de un tenor de violencia más o menos similar, ocurridos casi de forma sincrónica, que configuran un clima de incertidumbre hostil y dolorosa. ¿Meros crímenes aislados, dentro de una larga cadena de otros crímenes baladí? ¿Solo anécdotas trágicas sin trascendencia en medio de la debacle estructural? No lo creo. Chile se resiente, pero da vuelta la página como quien aprieta una venda infectada. "Brígido, por decir lo menos. Me recuerda a las palabras del coronel Kurtz en Apocalipsis now: el horror", comentaba con un amigo vía inbox, a propósito de la noticia. Cuesta asimilar en un principio los motivos para actos tan brutales, pero la mente humana no conoce límites, y entre sus vericuetos pueden encontrarse hasta las razones más indolentes para un baño de sangre sin sentido. La serie Mindhunter, a este respecto, nos dejaba una lección: que mientras más se intenta profundizar en el origen de la pertubación criminal, más se corre el riesgo de no regresar mentalmente íntegro. La ética, en este punto, pende de un hilo. Sería el delgado hilo que une los principios y valores del investigador con la desintegración moral circundante. Hay cosas que sencillamente resultan banales o envueltas de una lógica absurda, bajo los ojos del agente patológico. No habría otro secreto ahí que aquella banalidad y que aquel absurdo.