lunes, 29 de junio de 2015

Dos pruebas al hilo sobre Altazor y sobre Poemas y antipoemas. Dos poetas sobre la antipoesía, dos contrapuntos para acabar el semestre. Sobre la prueba del Altazor todos dijeron haber entendido nada. Uno de los alumnos dijo que lo único que rescataba del Altazor era que pareciera que lo escribió pitiado (sic) y en caída libre. De hecho Bolaño decía algo similar respecto a la poesía creacionista: que prefería las caídas libres, sin paracaídas. Un efecto más o menos similar al vértigo que producen ciertas sustancias. La sinestesia de cierta dosis de "paraguas". Sin haberlo leído, entendió algo fundamental: la puesta en abismo del libro, pasar por alto el código poético encontrando un sentido inesperado (no importando si estuviese volado o derechamente fuera de lugar). En la prueba sobre el libro de Parra, uno de los alumnos recordó el artefacto sobre el llamado a la casa de la cultura al que se responde con un "sí, conchetumadre". Nada mal. Sabiendo que el límite se ha hecho casi difuso, entre lo escatológico y lo poético, a causa de algunos parritas. Fue el fin de la jornada. Lo que se levantó fue la antipoesía, lo que se levantó fue la clase, fuera esta una voladura elitista o un exabrupto de fin de semana. Simplemente, las ganas de hacerlo todo a la manera que salga, las ganas de porfiar hasta que todo llegue al límite...