miércoles, 21 de agosto de 2013

Digresiones sobre la normalidad y la anormalidad en Ricardo Caponni

Los conceptos de normalidad y anormalidad así como los de salud y enfermedad se hallan inscritos en un panorama diverso y heterogéneo durante la época contemporánea. El estudio desde la visión psicoanalítica ha permitido que estos conceptos, lejos de entenderse como categorías binarias, se desarrollen dentro de un continuum con diferentes grados y variables. Desde la antropología cultural, los conceptos mencionados son abordados desde los distintos sistemas culturales. Lo normal y lo anormal varían de acuerdo a las distintas visiones. Ante un panorama de este tipo, el estudio de la psicología ha considerado como inestables los valores y preceptos en los que se desarrolla. Para el alcance científico de la disciplina, esto resulta un conflicto, como consecuencia de una crisis a nivel macro que caracteriza la dinámica histórica y las concepciones del mundo durante el siglo XX. Por lo mismo, frente a esta crisis, los científicos del estudio psicológico han tenido que volver a la reflexión sobre los principios, las bases que asientan el estudio y el desarrollo de su quehacer, la “filosofía” de su disciplina.

Ricardo Caponni esboza una breve definición de términos. Se refiere al concepto de normalidad como aquello que da cuenta de una norma y su cumplimiento, para el cual ofrece significados distintos: la norma ideal, que tiene relación con un modelo creado por el hombre o extraído de la naturaleza, al cual se debe aspirar. De la primera se deriva la norma ideal prescriptiva, que remite al deber ser en consonancia con un funcionamiento, organización o constitución óptima del sujeto, la cual es considerada arbitraria, demasiado teórica y poco práctica. De la segunda se deriva la norma ideal natural, en relación con un orden al cual el sujeto está ligado, un orden natural de actividad y de desarrollo, la cual peca a ratos de positivista y de arbitraria en el sentido de que no se puede definir qué es y no es natural en sentido estricto. La otra es la norma estadística o modal, en el cual la diferencia entre lo normal y anormal es de orden cuantitativo, es decir, se distribuyen mediante medidas, datos duros, números de recurrencia, en relación con la frecuencia de las actitudes y comportamientos. Esta norma presenta importantes limitaciones, ya que lo normal no necesariamente es lo más frecuente, y olvida el factor histórico-cultural: lo que pudo ser normal en otra época o contexto, no lo será en otro.

Dado lo anterior, entonces la norma sobre lo que es normal y patológico resulta relativa y difusa. La American Psychiatric Association (DSM Il) durante el siglo xx ha buscado establecer parámetros al respecto en relación con el desarrollo científico de esta disciplina. En su DSM III se dejó de considerar a la homosexualidad como conducta patológica. Este y otros ejemplos permiten dilucidar que esta asociación refleja el curso que ha tomado la institucionalidad psiquiátrica en relación con los cambios sociales y culturales vertiginosos que afectan su campo de acción, ante lo cual ha tenido que actualizarse de acuerdo a estas dinámicas, por lo tanto, el establecimiento de categorías de normalidad y patología varía de acuerdo a las necesidades y dinámicas sociales en la cual las propias instituciones psiquiatricas se ven inmersas. De este modo, gran parte de la filosofía de siglo xix y xx se ha dedicado a cuestionar los preceptos de normalidad establecidos con el fin de una renovación valórica, así por ejemplo Nietzsche con su critica a los valores occidentales y su relectura de los conceptos vitales de la antigüedad griega, Marx con su análisis materialista histórico de la sociedad y Freud con sus teorías sobre la conciencia. 

Desde la antropología con Levi Strauss, se han considerado los términos de la normalidad de acuerdo a la relatividad étnica, es decir, cada etnia o cultura posee su propio sistema de valores que bien pueden estar unidos o relacionados, pero no significa que sus conceptos se apliquen unívocamente a los del otro. Aunque, la concepción relativista cultural de lo normal para el estudio psicológico puede tener complicaciones, puesto que cualquier fenómeno de índole psíquica o algún comportamiento de correlato psicológico puede ser visto exclusivamente desde la variable cultural, por lo cual se estaría negando los factores biológicos, genéticos, psíquicos del comportamiento y del pensamiento. Esto implicaría que las disciplinas de la sociología, antropología y psicología, sin advertir los límites que separan a esta última de las otras, y los parámetros que la definen como tal. Esta confusión en los límites puede llevar al extremo de considerar conductas patológicas psicológicamente como “normales” desde el punto de vista cultural y de utilidad social. Por ejemplo: la locura y alucinación del chamán de una tribu primitiva puede tener efecto en un ritual de su grupo, pero no quiere decir que no pueda ser estudiada como una conducta atípica desde un punto de vista psicológico, para reflexionar así con respecto a la norma psiquiátrica en este caso.

Es preciso fundamentar la normalidad de acuerdo a juicios comparados. En relación con la psiquitría, el estudio psicológico debiera abrazar una observación fenomenológica, en primer lugar, con un rigor descriptivo, para luego pasar a un momento operativo de orden cualitativo donde se da cabida a las valoraciones y principios éticos con respecto a los fenómenos. Se puede plantear que, en estricto rigor, lo anormal, entendido como patología en el hombre, depende siempre de aquel juicio subjetivo cualitativo que se hace de los fenómenos. Por ejemplo: un infarto no puede ser considerado patológico en el sentido de anormalidad, es una respuesta del organismo a cierto fenómeno sufrido por el individuo en cuestión, por lo tanto, se puede considerar como natural. Esos términos existen para la ciencia, no a nivel biológico. Caponni, citando a Canghilhem señala que: “la patologia puede ser cientifica, pero nunca podra ser objetiva". Por lo mismo, para la enfermedad o patología se aplica una explicación similar. Lo que es entendido como enfermedad desde la psicología varía de acuerdo a los parámetros de observación (el cuadro clínico) y los juicios valorativos del fenómeno (las consecuencias en el hombre y el dilema ético que provoca). Esto se aplica entonces a las llamadas enfermedades mentales. 

Caponni advierte la cautela que debe aplicarse al momento de establecer como enfermedad ciertos rasgos o cierto conjunto de rasgos de comportamiento, conducta y pensamiento de uno o varios pacientes. Por ello, se ha procurado de que el estudio de los procesos básicos en psicología contemple estas posibilidades y limitaciones. El desarrollo de la terapia psicológica se ha dedicado de este modo al diagnóstico, análisis y control de los fenómenos mentales, usando los conceptos de patologías con fines prácticos y utilitarios, ya no axiomáticos ni normativos. De esta forma, se alcanza tanto un rigor científico en el estudio de aquellos procesos como una perspectiva fenomenológica de estos, evitando condiciones esquemáticas, que deriven, a su vez, en juicios de valor categóricos.

...

El lenguaje en cuanto actividad simbólica tiene un fundamental rol en la vida psíquica del individuo. Así lo ha entendido la disciplina psicológica contemporánea, con Freud en adelante, con su célebre psicoanálisis o conocida de forma más común como “terapia psicológica por el habla”, puesto que los pacientes revelan sus secretos mediante una conversación abierta en que el terapeuta escucha y toma nota sobre los aspectos importantes que se develan en relación a sus problemas. Luego en Lacan acaba por tener un rol articulador del yo y una función simbólica. En relación a la sensación y la percepción, el lenguaje toma un vínculo estrecho, aunque los límites entre ellos resultan difusos. No se ha conseguido delimitar si el lenguaje surge a raíz de ellos, si opera paralelamente o es el factor para que estos se expresen en el organismo y , por consiguiente, en la vida psíquica. 

Capponi señala que la sensación es lo más elemental, ya que tiene que ver con los estímulos que recibe determinado órgano, los cuales son transmitidos al cerebro en forma de respuestas corporales, es decir, las sensaciones tienen relación directa con la funcionalidad y actividad de cada uno de los cinco sentidos. La percepción tiene lugar cuando se ha elaborado un conjunto de sensaciones que dan lugar a información concebida con caracteres de objeto. En esta instancia, el individuo toma conciencia del mundo exterior y su mundo interno a través de estas operaciones perceptivas. 

Caponni establece leyes de la percepción: el todo es más que la suma de las partes, estructuración, generalización, de constancia, etc. Explica que la percepción es tanto el proceso de organización de datos sensoriales como el contenido de conciencia resultante de él. Lo anterior se relaciona estrechamente con los estados emocionales y el factor afectivo, que son determinantes en la percepción, es decir, se percibe lo que se quiere, existe un proceso de selección en la percepción que al ser conciente no resulta solamente automático, y es en esta instancia donde el lenguaje en cuanto facultad ligada al pensamiento toma lugar. 

Caponni plantea que la diferencia entre la percepción y la representación mental se delimita por el grado mayor de abstracción y de nivel simbólica. La percepción presenta la frescura del nivel sensorial; son corpóreas, objetivas, constantes e independientes de la voluntad. En cambio, las representaciones no tienen conexión sensorial, son incorpóreas, subjetivas, irrepetibles y son completamente motivadas. Entonces, podemos decir que en este nivel de la representación, el lenguaje cobra un protagonismo más decisivo, a pesar de que esté influenciado por la sensación (en términos fisiológicos) y con la percepción (mediante la información sensorial), ya que mediante el lenguaje se alcanza el cariz simbólico que permite el desarrollo del pensamiento y el imaginario de la cultura, además del grado de abstracción que permite la elaboración intelectual. 

Sin embargo, no es preciso considerar estas instancias como aisladas: sensación, percepción y representación actúan prácticamente ligadas, en estrecha relación, y de forma sistemática, operando el lenguaje de modo transversal a través de ella, en conjunto con la vida psíquica sostenida por el pensamiento y el organismo. Al estar todas ligadas de acuerdo a una funcionalidad y dentro de una sistemática red de asociaciones, las alteraciones o trastornos que se sufren a nivel de una de ellas pueden afectar a las otras ya sea indirecta o directamente. Por ejemplo: una anomalía a nivel de sensación auditiva deriva de manera importante en el desarrollo del lenguaje y, a su vez, en la percepción sensorial, que el organismo compensa generalmente con la potenciación de otro sentido. La forma en cómo se percibe, inclusive, cómo el individuo responde sensorialmente afecta al nivel del lenguaje, de todas formas, y con este, a la dimensión simbólica. 

A nivel de representación, Caponni explica que los principales trastornos son de naturaleza verbal, como las pseudoalucinaciones verbales y verbomotoras. De todos modos, las implicancias y conflictos que en el lenguaje, (y en su correlato simbólico) puede tener una disfunción de las sensaciones requiere de una comprensión de la relación del lenguaje con el aspecto quinésico y biológico de la subjetividad.

...

Los tipos de ideas de los que habla Caponni, consideradas como normales en términos psiquiátricos, se configuran a partir del juicio de realidad, que es también un contenido del pensamiento.

Un ejemplo de idea mágica puede verse en la novela de Alejo Carpentier, El reino de este mundo, donde se retrata la vida de los haitianos en la época de las colonias francesas durante el siglo XVIII, desde una perspectiva que ronda lo fantástico y lo real maravilloso, como lo llama el propio autor. Una de las ideas del tirano negro que gobernó en primera instancia sobre los haitianos era la de bañar con sangre de toro su fuerte, porque creía que esa sangre le ofrecería inmortalidad a su imperio, haciéndolo prácticamente invencible. En este sentido, las tribus haitianas veían en el toro un animal viril y fuerte, idea que puede tener asidero biológico, pero que es transformada mediante la implicación mágica que asocia la sangre de toro a poderes extra humanos.

Un ejemplo de idea creencia puede verse representado en una de las seudo religiones: la cienciología. Una clase de asociación seudo religiosa que fue iniciada por Ron Hubbard, escritor de ciencia ficción, la cual está organizada de acuerdo a una serie de adeptos que mediante el proselitismo buscan sumar adherentes, ofreciendo charlas de auto ayuda en relación con problemas psíquicos y existenciales, a cambio de cuantiosas sumas de dinero. A medida que suman adeptos, estos van adquiriendo grados de iniciación hasta llegar a estadios mayores donde supuestamente tienen mayor conciencia. Uno de los grados mayores permite que conozcan la creencia de la cienciología respecto a la llegada de los humanos a la Tierra, la cual se explica brevemente como obra de un extraterrestre llamado Xenu, que luego de encerrar las almas de billones de personas en un planeta lejano y someterlas a un visionado 3d de historias respecto a dios, el diablo, el mundo, fueron implantados en los cuerpos vivos de las personas convertidas en racimos vivientes. 

De esta forma, se explica que, en el estado actual de la humanidad, cada persona está llena de estos racimos de almas, conocidos como  “el cuerpo de los thetanes”, y si nosotros quisiéramos ser un alma libre, entonces nosotros tendríamos que quitarnos este “cuerpo de los thetanes” y pagar una gran cantidad del dinero para hacerlo. Y la única razón por la que la gente cree en Dios y en Cristo sería su recuerdo de la película que vieron los thetanes hace 75 millones de años. Este tipo de idea creencia puede llegar a convertirse en una institución poderosa (como de hecho lo es en Estados Unidos), cuando recibe una gran aceptación colectiva y, sobre todo, cuando a su alrededor existen poderes, intereses e influencias más allá de nuestra comprensión.