martes, 28 de abril de 2020

Estoy (casi) convencido de que la libertad y la libertad de conciencia deberían ser los sistemas inmunes de la civilización….
Dos personajes ilustres de la izquierda y la derecha murieron víctimas del coronavirus, respectivamente: Luis Sepúlveda, el célebre escritor nacional, quien fuera activista por el gobierno de Salvador Allende; y Sergio Onofre Jarpa, ex ministro del interior durante la dictadura de Pinochet y uno de los fundadores de Renovación Nacional (RN). Ambos caídos fueron recordados con pesar desde uno y otro bando. A Sepúlveda se le rememora, junto con Roberto Bolaño, como uno de los “huérfanos de la aventura de la izquierda latinoamericana”. A Onofre Jarpa, por su parte, y en palabras de Andrés Allamand, se le reconoce su “importancia histórica en la transición a la democracia". En esto, y en lo que atañe a la contingencia chilena, el virus ha demostrado ser implacable e imparcial, porque no reconoce idearios ni colores ideológicos a la hora de acabar con la vida de ciertas figuras históricas en un contexto particularmente sensible. La polarización política en estos casos no se da producto del virus, sino que su influencia pandémica cala hondo en las heridas preexistentes, exponiendo así un órgano social aún susceptible. La rivalidad profunda de la izquierda y la derecha solo se ve agudizada en tiempos de crisis sanitaria. Un llamado a la conciliación en aras de una vaga noción de unidad, a propósito de dicha crisis, aquí no tiene cabida alguna (sobre todo cuando está en juego una nueva Constitución) y toma a estas dos renombradas víctimas del virus como mártires necesarios de un sector o de otro. Quién sabe cuál será la siguiente figura sacrificada. Lo único cierto es que el virus continuará haciendo estragos, y tanto el oficialismo como la oposición se juegan sus cartas en esta contienda que se viene arrastrando desde mucho antes del 18/10, pero que ahora adquiere ribetes apocalípticos, con un “arma biológica” de fondo. Una contienda que, en el fondo, se irá desplegando a pesar del virus, y no a raíz de éste, su oscuro telón de fondo.