martes, 12 de marzo de 2024

Con algunos cabros de Cuarto alcanzamos a discutir sobre el concepto de tesis y base, y la diferencia entre la crítica de la realidad y la mera opinión. Planteé como tema el incendio de Viña ocurrido en Febrero. La cosa era argumentar si fue o no intencional. La gran mayoría coincidió en que los incendios fueron provocados, a la luz de la evidencia abrumadora y la más pura lógica. El gran desafío sería, sin embargo, argumentar por qué. En eso consistiría la base de su argumento, y en ese ejercicio radicaría la diferencia con la sarta de opiniones que podían encontrar en redes sociales. Porque les tocaría a los estudiantes esforzarse un poquito más para justificar su punto de vista, y siempre resulta incómodo darse cuenta que se sabe menos de lo que se creía sobre la contingencia y sobre los asuntos más cotidianos que pasan frente a nuestros ojos, ocultando su verdadera trama de significaciones tras una cortina de humo. Demás está decir que el calor a la hora que fue la clase era inmenso, pero aún así, en el resto de hora que quedaba, los cabros se mostraron entusiastas, incluso algunos lanzaban sus propias teorías rocambolescas y más de uno estuvo a punto de perderlo todo. A todos en esa sala, incluyéndome, muertos de calor, les había afectado el siniestro, de una u otra forma. Por lo tanto, la clase se había convertido en un hervidero de experiencias límite y de interpretaciones sobre los terribles hechos consumados. Volvía el Oficial de guardia y algunos cabros, los de las teorías, se aprontaron a mostrarme sus argumentos en el cuaderno para su revisión. Nos debatimos dialécticamente en torno al incendio como si con eso hubiésemos podido evitarlo. Hace mucho tiempo que no me sentía tan a gusto en clases.