miércoles, 7 de septiembre de 2022

-Pucha profe, me siento mal-, me dijo un cabro en la mañana, después de terminada la clase. Estaba apoyado sobre la baranda, mirando hacia el patio. -¿Qué le pasó?-, le pregunté preocupado. -Me gusta una niña de otro curso, y no cacho cómo declararme-, me dijo. -¿Qué hago?-, preguntó, solicitando mi ayuda. Francamente, no sabía qué decirle. Por mi momento, pasó por mi mente la idea de "estudie mejor", pero sabía que, por muy irónico que fuese, sería anticlimático, así que opté por darle un consejo al uso. -Juéguesela-, le dije. -Vaya y converse con ella primero, a ver cómo le va-. El cabro asintió mi consejo, no demasiado convencido, aunque agradeció el gesto final. Quién sabe si ese dicho tan genérico le haya servido de algo, porque, a la larga, para él, la niña, en ese instante, era más que el solo deseo: era, tal vez, su posibilidad romántica y, por qué no, su experiencia iniciática en la turbulencia sentimental. Le tocará a él darse cuenta de aquello que está del otro lado de la mera pasión: dolor y aprendizaje.

¿Quién ganó con el Rechazo?, Nicolás Tobar

“i) el Rechazo no es un viraje conservador, sino una expresión del descontento con el sistema político en su conjunto;

ii) lo que triunfa es la anomia. Es decir, la incapacidad de la sociedad para consolidar un orden con mínimos grados de acuerdo;

iii) se configura el escenario de una sociedad fragmentada, con gobernantes determinados a no poder sintonizar con su pueblo.

(…)

El Rechazo tiene una connotación negativa: se trata del descarte de una propuesta ofrecida por los gobernantes a los gobernados. No es un apoyo a las voces disidentes de la centroizquierda ni a las de la derecha, sino una muestra de descontento ciudadano con cómo se están haciendo las cosas en el sistema político en su conjunto. Los errores de la Convención y del gobierno en estos meses —y es innegable que han sido muchos— son la punta del iceberg, pero hay algo más profundo, y que no tiene relación con el desprestigio de los constituyentes extremistas, sino de todas las autoridades políticas en su conjunto. El resultado del plebiscito viene a demostrar lo aguda que es la crisis de legitimidad que tenemos sobre nuestras instituciones políticas. Lo que favorece el voto obligatorio es que aquellos grupos de mayor desafección política, lo hagan ver con su voto.”