domingo, 23 de febrero de 2025

Básicamente, el fundamento de toda ideología política moderna, de un tiempo a esta parte:

"Me vengaré de mis sufrimientos; si no puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo; y especialmente a ti, mi supremo enemigo, por ser mi creador, te juro odio eterno. Ten cuidado: me dedicaré por entero a la labor de destruirte, y no cejaré hasta que te seque el corazón, y maldigas la hora en que naciste". Mary W. Shelley, Frankenstein.
Hay en los borradores manuscritos un arte subterráneo. Hay en el hecho de escribir a mano tus propios textos un oficio orgánico reservado solo al autor, con su entera disposición y voluntad.

En el acto de garabatear textos se tantea una escritura emergente y se honra la tachadura, el borrón, incluso la degradación continua de la página. El resultado es siempre la materia informe de la cual pueden brotar unas palabras legibles o una potencial lírica o narrativa, así como sus respectivas digresiones. Incluso el borrador despliega una representación gráfica del proceso mismo del tortuoso escribir.

Busqué hace un tiempo los borradores de grandes escritores y fueron conservados en carácter de rareza y de testimonio vivo de su trabajo. Así, Los endemoniados de Dostoievski incluían retratos a pulso de los personajes, en la misma página de los textos. Por su parte, el manuscrito de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll estaba escrito en forma de espiral. Por último, la corrección de prueba del clásico Ulysses de Joyce tenía una multitud de apuntes tal que parecía una verdadera red amenazando con subvertir la tipografía y la estructura narrativa construida encima de una página antigua, derruida por el tiempo.

Hay toda una forma y un fondo en el manuscrito y en el borrador, solo reservado a los escribientes de carne y hueso, a los que involucran su anatomía completa en el asunto, algo que ninguna IA, por lo pronto, puede siquiera replicar con eficiencia, algo que se escapa a su calculada y aséptica pulcritud.

¿Será quizá el borrador a mano la resistencia ante una escritura automatizada, no a la manera surrealista, mental, sino que a la manera transhumana, artificial?

Que viva la tachadura. Que viva el error ilegible, el borrón, la página sucia, evidencia del humano batallando contra su propia expresión en el plano físico.