domingo, 31 de marzo de 2019

A 20 años de Matrix: Cuando Neo le pregunta a Morfeo que si él llegase a morir en el mundo de la Matrix podría acaso sobrevivir en el mundo real invadido por las máquinas, Morfeo le responde: "El cuerpo no podrá vivir sin la mente". Si uno llevara esa afirmación al plano de la virtualidad, ¿podría acaso declararse oficialmente muerto para la Red y, por otro lado, permanecer vivo, despierto, fuera de allí, digamos, en el mundo "real"? Leibniz reflexionaba sobre la responsabilidad moral de conocer la realidad ¿será tan trascendente, al fin y al cabo, saber distinguir entre la pastilla roja y la azul? ¿Qué es aquello tan urgente que nos lleva a discriminar entre una u otra opción? ¿El destino, el espíritu, alguna clase de esencialidad de nombre rimbombante? El punto es que algo permanece entre los dos mundos provocando que la decisión sea irreversible e irrevocable. En el hipotético caso que muera para la red, para el plano virtual, no puedo seguir siendo el mismo en el mundo que concebí como real. En cambio, si muero por fuera, es decir, "realmente", la Red no advertirá el suceso al menos que acuse falta de actividad. No es sino una inmortalidad simulada, puesto que continúa siendo un montón de datos en constante programación. Ese es el vicio y la virtud de la decisión: siempre se pierde algo, siempre se deja atrás una posibilidad, pero así como la mujer de Lot, no se puede mirar atrás sin antes quedar petrificado para los tuyos en esa encrucijada. Se muere para la Matrix, una gran metáfora de la caverna y de la Red, y se pierde la aventura de la simulación y la ficción; se muere realmente y no hay vuelta atrás, no hay garantía de que todo vuelva a ser lo que era ni que llegue a ser lo que podría llegar a ser...

Y tú ¿te has cuestionado alguna vez la naturaleza de tu realidad?

Tenía incrustada la imagen de un helicóptero yéndose a pique desde el Lunes. La imagen pegó fuerte a raíz del helicóptero que cayó en Colliguay y que provocó la muerte de seis trabajadores tripulantes del proyecto de la carretera eléctrica Cardones Polpaico. En la noche del Lunes, soñé justamente con un helicóptero haciéndose añicos. Caía cerca de la costa, a vista y paciencia de todos los porteños en un sector idéntico al molo. Conforme descendía girando estrepitosamente, se iba confundiendo con el mar. No sé quién me acompañaba en ese sueño, pero todo indicaba que se trataba de un espectáculo que salió trágicamente mal, y no de un simulacro o una operación de rescate. Cuatro días después del accidente, y de su sueño, la NASA daba a conocer el nuevo helicóptero que estaría listo para explorar la superficie del planeta rojo: el helicóptero Mars. Un sonido de hélices continúa sobrevolando el cielo de la sugestión. Unas se elevan para surcar el espacio, otras simplemente bajan para precipitar el desastre.

viernes, 29 de marzo de 2019

El primer acto de irreverencia de parte de un borrachín, en Valpo. Hace exactos 150 años, según fuente del Mercurio, un individuo presuntamente bebido habría entrado al templo de San Francisco y se habría acercado a un sacerdote para hacerle una consulta que se esperaba tuviera que ver con algo religioso. Sin embargo, el individuo le preguntó si le podía ofrecer un vaso de chicha, luego de haberlo visto levantando un cáliz de vino. Al saber esto, el individuo habría sido denunciado por un vigilante y llevado al cuartel por falta a la moral y las buenas costumbres. “Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión”, decía Baudelaire en El spleen de París. Aquí tenemos nuestra versión local.

jueves, 28 de marzo de 2019

Existe una cerveza American IPA elaborada por Toccalmato, procedente de Fidenza, Italia, llamada Skizoid.
En la corte del rey chelero, para los borrachos del siglo XXI.


Un cabro del Pre me dijo que estaba estudiando para meterse a la PDI. "¿Usted sabe qué letra debe seguirle a la serie?", decía, mostrándome en su celu uno de esos test de razonamiento lógico secuencial. En el ítem se repetían dos letras y luego se retrocedía una para avanzar otra, y así hasta la última casilla. La letra del final era la W, pero presioné por error la Y, en un intento por explicarle el orden que debería seguir ese ejercicio en particular. "No importa, profe. Se capta la idea". Dicho eso, el cabro guardó su celu, agregando que en otra ocasión completaría el test. "De algo parecido se trata la PSU", le expliqué en el momento que se sentaba y volvía sobre el ejercicio de conectores. Los indicios saltaban a la vista. La vida de aquí en adelante estaría plagada de pruebas, de desafíos formales que otros planearon para nosotros (con no se sabe qué fin encubierto).

martes, 26 de marzo de 2019

Cerré ayer la clase de introducción a la PSU con una breve alusión al libro Fascímil de Alejandro Zambra. Les hice saber que el libro usaba la estructura de la prueba para desarrollar un ejercicio literario a ratos lúdico, a ratos catártico, rondando la desilusión o la referencia paródica. Se les mostró una breve parte que tenía relación con el "manejo de conectores" o, como en el libro se menciona, el"uso de ilativos": _____ las mil reformas que le han hecho, la Constitución de 1980 es una mierda. Las alternativas eran: a) Con b) Debido a c) A pesar de d) Gracias a e) No obstante. La idea era que comprendieran el formato PSU como un artefacto, una formalidad maleable, susceptible de intervención. Una cabra se extrañó sobre el lenguaje usado en el ítem del libro, y dijo "sha qué ordinario". Otra cabra un tanto más tranquila sostuvo que, por el mismo hecho de ser una novela, las alternativas planteadas no daban a lugar y únicamente estaban ahí para confundir al lector, en forma de joda. Otros tantos al medio se reían en grupo por la salida inesperada. Solo un chico de más adelante, casi bajo una escalera de la sala, planteó, no exento al contexto del hueveo, que el ítem, de hecho, y pese a su condición, sí tenía una alternativa correcta, siguiendo los lineamientos exigidos para la prueba convencional. "¿Y cuál vendría siendo esa respuesta?" le pregunté en el acto. El cabro se paró y dijo que la respuesta, en este caso, el ilativo restante, era "A pesar de". Explicó que era el más cohesivo y el más cercano al sentido del enunciado, puesto que la idea del autor era dejarle al lector la venia de la respuesta; sin embargo, el propio enunciado dejaba implícita la crítica a la Constitución, la cual, mientras siga existiendo, no dejará de ser lo que es. "La Constitución existe a pesar de nosotros", concluyó el cabro. Luego de eso, se sentó, miró a ambos lados, algo sonriente, y fue aplaudido de manera unánime, tanto así que no me quedó otra que seguirles la corriente. "Tamo dao pal éxito", le decía de mofa un compañero al cabro. "Puntaje nacional al toque", le replicaba otro, en el momento que salían de la sala, moviendo las sillas rápidamente, intuyendo que la prueba misma no era otra cosa que un artificio, y que el propio hecho de que el profe haya puesto ese libro como un intento de dinámica, lo comprobaba.

domingo, 24 de marzo de 2019

Definición del chileno medio por Tomás Cox en entrevista con Ossandón: el chileno "de a pie".
A la casa llegó un pequeño gato negro. Apareció de entre la sombra por debajo de la mesa del living. Solo se dejó observar cuando su dulce maullido prendió la luz de la ampolleta led con sensor de sonido. Durante el lapso de unos segundos, nos quedamos mirando fijamente; el gato a la defensiva, y yo en señal de sorpresa. Al rato, la ampolleta se volvió a apagar y, auxiliado por el silencio, el felino se escabulló entre las sombras del depa desde donde probablemente vino. En el instante que desaparecía sin dejar rastro, abría la puerta de entrada el arrendador. Se refirió a la nueva mascota que moraría por la casa de hoy en adelante, precisamente aquel gato escurridizo mimetizándose con la penumbra doméstica. Explicó que el felino estaría ahí como guardián de la casa, para espantar a las ratas que ya estaban comenzando a aparecer por las noches, metiéndose por entre las cañerías y merodeando entre el baño y la cocina con total impunidad. Al parecer todos en el depa, exceptuando su servidor, ya las habían visto, en más de una ocasión, invadir a diestra y siniestra los estrechos espacios comunes. Curioso cómo no supe de la existencia de estas ratas hipotéticas, esta verdadera plaga, esta conspiración de roedores puertas adentro, hasta la constatación de la existencia de su nemésis, el gato que ahora, merced a su naturaleza sigilosa, había pasado inadvertido incluso para los humanos, haciendo gala de sus cualidades misteriosas. El felino en un puro movimiento de desaparición había hecho de las suyas. Había demostrado su silencioso poderío. Le creemos una mascota al servicio de los huéspedes y al acecho de las ratas, pero la realidad es otra: solo está esperando el instante en que ninguno de ellos esté presente, para hacer de la ausencia su dominio invisible.

jueves, 21 de marzo de 2019

Las autoridades del Colegio Jahve Nisi de la Región del Biobío atribuyeron a una manifestación del "Espíritu Santo" el hecho de que un grupo de casi diez alumnos se desmayaran en el primer recreo de la mañana. No se trataba del ayuno, ni de la deshidratación ni del exceso de actividad física. Era solamente el santo espíritu manifiesto en estas jóvenes almas cristianas. La sostenedora, Natalie Fernández, afirmó que los chicos, luego de una oración grupal, se arrojaban al suelo emitiendo sonidos extraños y palabras emitidas "en otro idioma". Fernández aseguró que eran cosas que pasaban a menudo en los cultos evangélicos y que se trataba de un verdadero milagro. Fue tanta la dicha de la sostenedora que el lunes emitió un comunicado a la comunidad educativa, en el cual decía que lo ocurrido fue “una bendición”, permitiendo a los apoderados ir a ver a sus alumnos y ser testigos de este evento tan espiritual, inclusive pensando en trabajar en un protocolo escolar en caso de futuras apariciones. Los de la Seremi de Educación dijeron estar "en shock". Fernando Peña, el seremi de Bío Bío, señaló que al ser un colegio confesional, las familias adscriben a éste y profesan una religión en la cual estas circunstancias son parte de su fe. No deja de ser inaudito, en todo caso, el hecho de que bajo el manto de una determinada religión, cualquier suceso o extravagancia considerada como sagrada pueda justificarse de acuerdo a la política interna del establecimiento, eso, suponiendo que el Estado reconoce todavía libertad de culto, no necesariamente católico. De ser así, hasta se podría alegar que los problemas disciplinares dentro de determinada institución corresponden a posesiones demoníacas y haya que llevar a un exorcista para poner el debido orden pedagógico en nombre del Señor.
Los últimos comentarios a Don Omar Ernesto Vega tenían que ver con un par de publicaciones suyas relacionadas con la física moderna y el cyberpunk. En la primera Don Vega discutía, -parafraseando sus propias palabras-, que desde que los orates de la mecánica cuántica y la relatividad cambiaron los paradigmas a principios del siglo XX, la física clásica se había perdido en sus matemáticas, conclusión a la que pudo llegar a través de su lectura de un libro llamado "Perdidos en las matemáticas" de Sabine Hossenfelder. Ante mi completa ignorancia en materia de física, le dije que, pese a conocer únicamente lo básico, el trasfondo filosófico del asunto científico me fascinaba sobremanera. En la segunda publicación, el mentado escritor e ingeniero sostenía la idea de que el cyberpunk corría el riesgo de desaparecer si no actualizaba sus elementos "ochentosos", idea que compartía plenamente, señalando en un comentario que la Blade runner 2049 de Villeneuve se proponía como un intento por actualizar aquel imaginario ochentero un tanto caduco, agregando elementos más ad hoc a nuestra época, como lo era la creación de compañeras virtuales para el agente K. Quedé con ganas de mencionar a Black Mirror como un referente de la nueva distopía virtual, no sé si tan cyberpunk, pero al menos servía para contextualizar dicho nuevo escenario. Estos dos comentarios ilustran de forma muy somera el calibre de las publicaciones de Don Omar Ernesto Vega, siempre orbitando en torno a la vanguardia científica y tecnológica, a la ciencia ficción más dura y a puntos de vista contrarios al progresismo imperante, puntos de vista no necesariamente reaccionarios, como le hacían ver sus detractores, en alguna de las tantas polémicas a las que asistía no tanto por un ánimo bélico como por una férrea convicción en sus postulados. Le seguía de cerca, buscando aprender un poco sobre aquel ámbito de la ciencia que yo investigaba con un impulso meramente diletante. Con un amigo conversábamos por interno sobre tan lamentable pérdida, un amigo que también lo seguía de cerca. Había quedado con ganas de leer un libro suyo, algo sobre los Mensajes ocultos en el cine fantástico de la editorial Bajo los hielos. Leerle a posteriori sería, en cierta manera, una forma solapada de reconocimiento.

miércoles, 20 de marzo de 2019



¿Vagabundos pernoctando en alguna calle de Santiago? No, apoderados del colegio Francisco Andrés Olea, madrugando afuera con tal de asegurar un cupo para sus hijos de kinder. La imagen es del año pasado, pero no deja de ser dura. Y no sé por qué al subirla pensé de inmediato en Valpo, por ahí por Uruguay a la altura de la Plaza O Higgins. Por acá no hay apoderados que duerman en las afueras de los colegios, pero sí una que otra gente que se amanece con el primer bocinazo de micro. (Tenemos internalizada la intemperie, a eso me refiero).

domingo, 17 de marzo de 2019

Un conscripto protagonizó una balacera en la Escuela de Caballería Blindada del Ejército en Iquique, matando a un sargento segundo y a un cabo, para luego quitarse la vida. Todo se habría gatillado al ser castigado sin salir a la calle por presentarse tarde y al ser mandado a hacer una guardia que no le correspondía. El hermano del conscripto señaló que "lo pillaron 'pasando bala' pues estaba con psicólogo y psiquiatra", y tenía antecedentes por depresión. El castigo suministrado al conscripto habría sido, según esto, el detonante de una reacción que ya se estaba gestando en forma de angustia e impotencia. Cachando este caso pensé de inmediato en la clásica película Full metal jacket. El protagonista del tiroteo consiguió identificarse con aquel malogrado recluta Gomer Pyle, quien en la película se vuelve el centro del matonaje por parte del instructor Hartman. Después de ser el chivo expiatorio del recinto y de ser atacado por sus propios compañeros a modo de represalia, Pyle decidía tomar su rifle para encañonar al instructor y suicidarse después. Las palabras de Pyle antes de morir podría haberlas dicho el propio conscripto: "Ya estoy en un mundo de mierda". Será que Kubrick fue profético en su lectura cinematográfica del entrenamiento militar, o la realidad de nuestro Ejército está adquiriendo los elementos más crudos de "Nacido para matar".

viernes, 15 de marzo de 2019

Un periodista llamado Peter Kafka se refirió a los dichos de Mark Zuckerberg sobre facebook, luego de que este se pronunciara tras el atentado de un terrorista en Nueva Zelanda que transmitió su masacre en vivo vía streaming. Dijo que lo que supuestamente propone la página es ofrecer un cierto marco de libertad a través del cual cualquiera puede publicar sin un permiso previo. Pero he ahí, en ese acotado margen de libertad, en ese sueño de la libre expresión digital, la paradoja infranqueable. Por un lado, la red social te garantiza la posibilidad de publicar cualquier cosa, sin límite; y, por otro, no puede prever la naturaleza de ese contenido, por lo que se ve obligada a la censura arbitraria y, en el caso de la masacre en Nueva Zelanda, al emplazamiento moral respecto al uso de una herramienta que puede desatar por igual la promoción del odio y la violencia. En efecto, la tecnología de la página, al no revisar el contenido potencial, y basándose únicamente en unas reglas de comunidad que nadie lee, tiene que luego filtrar y, en última instancia, eliminar aquello que esté generando "ruido", aunque sobre la base de los hechos consumados. De ese modo, la página se plantea como una gran distribuidora de contenido, pero por eso mismo se excusa ante las implicancias y consecuencias de lo que en ella se publica, achacándole toda la responsabilidad a sus fieles usuarios. Una maniobra legal que asegura la perpetuidad de la empresa, pero a su vez un movimiento riesgoso, que conlleva a la falta de control sobre las acciones de sus clientes. Tratando de evitar parecer el Gran Hermano orwelliano, al descartar el bloqueo de los contenidos antes que se publiquen y vean la luz, la compañía de Zuckerbeg cayó en cambio en la necesidad de la persecución y el bloqueo posterior, al permitir abrir la caja de pandora de las publicaciones, desatando con ello un universo de discursos pero también un latente pandemonio de violencia e irracionalidad. No es casual, a todo esto, que el periodista que cuestiona a Zuckerberg se apellide Kafka: "Es difícil imaginar qué consecuencias puede imponer Facebook a una persona que mató a docenas de personas hoy. Y es difícil imaginar que esto no vuelva a suceder".
Todos, dentro de nuestro reducto vital, nos creemos la muerte.
Cuando me pegué el pique desde el Molo de Abrigo fui advirtiendo que casi todas las playas del sector Altamirano hacia Playa Ancha estaban cerradas. La primera, la San Mateo, donde en la época universitaria hacían fogones, desierta y bloqueada por una gran reja por la cual apenas alcanzaban a pasar un par de cabros y un perro de la calle. Al llegar trotando hasta la antigua Playa Carvallo, la desolación fue mayor. Allí donde antes estaba el clásico Pato Peñaloza y comprábamos churros en esos veranos de los noventas, solo había ruinas, y por entre la escalera que daba hacia la playa, solamente unos roqueríos maltrechos producto del oleaje y las mareas que pareciera que hubiesen ganado terreno junto con el cambio de siglo. Claro que lo que era playa familiar ahora servía para toda clase de excursiones clandestinas, su pitito mirando al horizonte o sus chelas frías con gusto a agua marina. No me detuve demasiado en estas cavilaciones, pese a su urgencia, y seguí adelante, ya quemando los dos kilómetros, hacia la primera mitad del camino en Las Torpederas. Ahí el panorama era distinto. Seguía abierta y concurrida como en aquellas tardes de infancia, solo que con un dejo a temprano abandono, a juzgar por el deterioro de los bordes del balneario y por causa de las propias mareas que van estrechando cada vez más el espacio de la playa, precipitándolo todo hacia el cerro. Al parar un rato a descansar en las máquinas, un loquito de jockey se puso a encender un pito observando fijamente el contorno al fondo del océano. Yo por mientras abría la cachantún, y en eso una familia guardaba unas toallas y unos quitasoles para virarse en el momento que el niño menor no paraba de llorar. Volvían hacia la calle, cuando me estaba preparando para el trote de regreso, y se fueron en la primera micro que pararon. Por otra parte, el loquito fumeta ya se había ido, quedando así la playa completamente vacía. Con ese trasfondo de soledad, borde costero y endorfina en el cuerpo, retomé la caravana de vuelta, hacia la San Mateo, con tal de conseguir el objetivo del día y quemar los cuatro kilómetros totales. En ese recorrido se consiguió una marca similar o superior a la marca de Barón a Portales, pero algo también se desbloqueó: una marca interna, la marca del tiempo pasado, volviendo la memoria una playa inhóspita, sin orillas.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Rape Day

Hace poco se canceló el lanzamiento de un juego llamado "Rape day" en el cual el jugador, un asesino y violador en serie, acosa, mata y viola mujeres durante un apocalipsis zombie. Era lógico que lo sacaran de circulación en el contexto de la lucha feminista. Tal juego tenía prácticamente sus días contados. Pese a la presión por retirarlo, el creador se justificó aduciendo que el juego estaba pensado para ese 4% que era sociópata, y que además planeaba lanzarlo en otra plataforma distinta a la Stream, argumentando que "la mayoría de la gente puede separar sin problemas la ficción de la realidad, y los que no pueden no deberían estar jugando videojuegos". Según su perspectiva, siempre habrá un público adecuado para cierto contenido, aun cuando ese contenido traspase ciertos límites morales. 

Hay algo en esto que causa curiosidad. Primero, el hecho de que antes de este juego, haya salido otro llamado Hatred que consistía en un sujeto, un lobo solitario que, alimentado por un odio irracional a la humanidad, mataba a cuanta persona se atravesase en su camino sin contemplación. El objetivo del juego era precisamente ese: matarlos a todos sin otro motivo que el odio. El juego se lanzó igualmente para Microsoft Windows pero no estuvo exento de polémicas, siendo catalogado con la categoría Solo para adultos por su extrema violencia. Entonces, cierto tipo de violencia, digamos, focalizada en el género es denunciada inmediatamente, no así la violencia transversal, la violencia contra el género humano en su totalidad. ¿Será simplemente porque el sentimiento de misantropía que se desprende del juego no particulariza ningún grupo humano, y dentro de su despliegue de violencia, los nivela a todos por igual, bajo un sarcástico sentido del equilibrio? 

Hay un segundo hecho que tiene que ver con la naturaleza de la obra en cuestión, y su repercusión en el actual estado de cosas. Pienso en el caso de la película Irreversible de Gaspar Noé, la escena en donde se filma una violación durante más de cinco minutos. La escena fue de lo más controvertida en su momento, pero la película salió igualmente, entendiendo que dicha escena se enmarcaba dentro de una trama de ficción pese a su crudeza visceral. De pronto ciertas escenas del cine logran tal aversión que se rompe el hilo de la diegesis, su delgada línea ética. No pasó así, como se puede ver, con el caso del videojuego. En este, al constituir el acto de violar uno de los principales desafíos y leitmotiv de la acción, no dio lugar a la diferencia diegética y fue presionado para ser eliminado al identificarse esta violencia en el juego con la violencia real. De ese modo, no es lo mismo representar una escena violenta de forma cinematográfica, aun cuando esta sea lo más políticamente incorrecta, que cederle al propio espectador la posibilidad de volverse el avatar de un violador y matar y violar dentro del videojuego. Aunque ambos sean ficción, el simple hecho de elegir ese avatar y jugar deliberadamente al malo te vuelven una especie de cómplice simbólico de la violencia real contra la mujer. 

Al divagar sobre esto se me vino a la memoria el Bandersnatch de Black mirror, en donde el espectador podía elegir cambiar la historia de los personajes, incluso en una el protagonista tenía que sí o sí matar al padre. Ahora me pregunto: si Bandersnatch hubiera tenido una escena en donde se eligiera violar ¿también hubiese sido denunciada y eliminada? Aquí la pregunta se podría responder claramente por un tema estratégico y comercial. A los creadores de Black Mirror impulsados por Netflix no les convendría tal despropósito, y no estaría dentro de su línea creativa. En cambio, para el malogrado juego Rape Day, tenemos que los diseñadores sí se propusieron una gama de juegos pensados justamente desde la óptica de la provocación, (de hecho, uno de los juegos de la serie Steam consistía en la simulación de un tiroteo escolar, replicando lo que sucede en yanquilandia con las matanzas masivas en colegios). 

La pregunta que vuelve a surgir tras esta polémica es la clásica. ¿Será siempre viable identificar a la obra con el autor, cuando la obra "se pasa un poco de la raya"? ¿La obra siempre será juzgada en la medida que tenga implicancias sensibles con la realidad? El cedazo por el que pasa la ficción (artística) es el cedazo de la representatividad, que incluye inexcusablemente al tejido de la sociedad. Pero con la tecnología virtual aquel límite entre lo ficticio y lo real corre el riesgo de traspasarse definitivamente. Es cosa de imaginar en el futuro la posibilidad tecnológica no solo de un juego sino que de una simulación absoluta. ¿Cuántos impulsos violentos o deseos irracionales podrían expresarse, allí donde no habría otro límite que el virtual o el cibernético? Un escenario tipo Westworld (los que cacharon la serie entenderán la referencia). Según esto, el conjunto de la cultura sería neurótico, y la creación estaría ahí en esencia para desatar al lobo del hombre.

martes, 12 de marzo de 2019

Hoy se cumplen 30 años de la creación de la Red Mundial (WWW), y todo gracias a un tal Tim Berners-Lee, científico británico. Pero, ojo, que no es lo mismo que la Internet, la cual, según las propias palabras de Berners-Lee, se remontaría a los tiempos de la Guerra Fría como un incipiente proyecto de investigación en el ámbito militar. Durante los años 60, habría aparecido un tal Joseph Licklider que sería el responsable de desarrollar la tecnología necesaria para establecer la conexión a distancia entre computadoras. El compadre habría llamado a esta idea "Red galáctica", un conjunto de computadoras globalmente interconectadas para acceder rápidamente a un banco determinado de programas y datos. Así que, en estricto rigor, la internet (el medio de transmisión que hace posible el acceso a la Red) tendría un origen tecnológico bélico para luego ser incorporado el concepto cibernético, al cual debemos todas nuestras conexiones, nuestras rupturas, nuestra sed de información, pero también nuestras horas infinitas de despropósito, dispersión y diletancia en todos los sentidos. Hay una cita de William Gibson, extraída de su clásico Neuromante, del año 1984, que funciona como una visión particularmente profética: "El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos. Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz dispuestas en el no-espacio de la mente, agrupaciones y constelaciones de datos. El propio terreno de lo virtual, donde todos los medios se juntan (fluyen) y nos rodean".

lunes, 11 de marzo de 2019

Eternal Employment

Proyecto artístico en Suecia llamado “Eternal Employment” propone un trabajo por el que pagarán más de US$2.300 por no hacer nada o, mejor aún, hacer lo que te plazca. "Lo que el empleado elija hacer constituye el trabajo", señala la convocatoria. El experimento social busca mostrar cómo un ser humano puede convertirse en alguien apático e indolente con un trabajo “sin mayor sentido”. Pero he ahí el punto: el trabajo no tiene otro sentido que su definición etimológica. Y, a sabiendas, la gente apática e indolente abunda sobre todo en los llamados trabajos de suma importancia. El “Empleo eterno” se plantea representar el absurdo de un trabajo remunerado rutinario y automatizado, pero su implicancia podría ir mucho más allá, aduciendo que todo trabajo remunerado por esencia cae en este círculo vicioso. Así que atentos, bartlebianos del mundo, aquí tienen la pega soñada. La pega del prefiero no hacerlo. La pega del no-hacer-nada, del prefiero-hacer-cualquier-cosa.
Noticia del momento: La reina Isabel de Inglaterra debuta en Instagram, publicando la foto de una carta decimonónica del precursor de la informática moderna, Charles Babbage, a su tatarabuelo, el príncipe Alberto, durante una visita al Museo de Ciencia de Londres. Algunas fuentes cercanas aseveran que en realidad fueron los encargados de redes sociales del palacio quienes compartieron la foto, pero la Reina habría sido la que pulsó el botón, en nombre de la era digital y de la monarquía, por partes iguales.
He ido cachando que últimamente existe un trailer para casi todo. Convengo que ya exista lo que se llama book trailer, avances audiovisuales para novelas en la onda saga, como es el caso de República Nazi de Chile de Carlos Basso, de modo que, antes de leerlo, uno puede "ver" el libro, amasar su sinopsis con paladar cinematográfico. Pero hace poco di con un "album trailer", un adelanto para un album de música, cosa que me sorprendió gratamente. Se trataba de un album trailer para la nueva cantante pop, "Marina". El trailer era de su disco "Love + Fear". Como hoy por hoy prácticamente para cada single hay un video, la mina decidió sacar un avance de la historia que cuentan esos singles, o bien, una intro evocadora (en completa libertad de acción y estética). Aunque la cuestión ha ido un poquito más allá, con el lanzamiento de una película basada en un album entero de Alice in Chains: Black Antenna, representando una historia propia a raíz de los videos de su último LP, Rainier Fog. (Black Antenna, por supuesto, tiene su propio trailer). El formato cine ha cobrado tanta preponderancia que incluso se puede "ver un libro" y hasta "ver un album" antes siquiera de leerlo y escucharlo, respectivamente. La plataforma digital permite tanto que el trailer de cada obra se vuelve un sub producto vicario, necesario, hasta diría que autónomo. Por ello, el carácter publicitario del mercado y la cultura apremian. Asimismo, el carácter económico del tiempo. Imagino en un futuro una historia completa basada puramente en el poder anticipador de sus trailers.

jueves, 7 de marzo de 2019

"El neón combina los gráficos del electrocardiograma con la frase "Estar en el mundo", que sugiere el problema de estar "presente" o "consciente" en la existencia. El cerebro representado a escala humana, en tanto, combina materias primas propias de la naturaleza, y de esa manera el "brillo del oro" adquiere un valor simbólico relacionado con la conciencia". Constanza Ragal. 
Brígido pero cuando me dio por trotar de Portales a Caleta Abarca, tratando de mantener el ritmo, la velocidad y la distancia que había demostrado en más de cuatro ocasiones durante el verano (una media de 7 a 9 kilómetros por hora en una distancia de tres a cuatro kilómetros), la aplicación de Runtastic en marcha comenzó a actualizarse sola, a la par con la playlist musical dispuesta para la carrera. Junto a esa actualización, venía una mecánica voz femenina que regulaba cada kilómetro recorrido, la elevación alcanzada y las calorías quemadas en ese kilómetro. No había prestado la suficiente atención a esos detalles, demasiado esmerado en la intensidad del trote, pero llegaba un momento en que, cruzando el Club de yates, todo andaba casi por inercia, ese momento que Murakami en su libro “De qué hablo cuando hablo de correr” señaló como el momento en que se deja de pensar en el movimiento y en la dirección para poner la máquina en piloto automático. Murakami decía que cada vez que le venía la molesta idea de desistir se repetía a sí mismo como un mantra, durante la carrera: "No soy un humano. Soy una pura máquina", y como tal, no tenía que sentir nada, simplemente avanzar. Algo de esa personalísima intuición alcancé a vislumbrar en esa curva peligrosa del Club de yates, impulsado por la acción del viento vespertino y la brisa costera, pero a la vez, con cierto vértigo ante los vehículos que no paraban de subir y bajar en hora punta a través de la carretera. 

Acordándome de este loco y su libro no paraba de escribir en mi mente la próxima experiencia. El resto de los corredores pasaban a mi lado, demasiado imbuidos en su propio trote. Solo hubo una pareja maratónica que practicaba algo así como un paso de resistencia. Su trote era un poco más lento pero constante. A puro pulso fui aprendiendo que esa era la tónica para poder ganar distancia y duración. No tanto empecinarse con la adictiva sensación adrenalínica de la velocidad, sino que con el goce en la constancia del trote, probándose a sí mismo al menos hasta que tu cuerpo consiga lo necesario para aumentar la elevación con tal de pasar al siguiente nivel. Lo satisfactorio es que ese nivel no tiene un sentido demasiado impersonal, sino que uno profundamente arraigado en el alcance que se le da a la propia experiencia del trote. 

El bueno de Murakami hablaba también de aquella sensación en la que sientes que puedes dar todavía más pero te detienes para cumplir tu objetivo inicial. Durante el último pique me pasó que recorrí desde el Muelle Barón hasta Portales, ida y vuelta, y ya alcanzados los cuatro kilómetros, sentía que todavía podía recorrer otro kilómetro adicional. Aumentaba de un tirón la distancia recorrida, pero si en su lugar aumentaba el ritmo, acortaba el tiempo de la carrera. Así que hice lo que el propio Murakami recomendaba para estos casos: asimilar la emoción y conservar la marca hasta el próximo trote, y así ir aumentando la intensidad progresivamente. Una cosa similar pasa al momento de escribir: no te das cuenta cuánto texto puedes redactar hasta que la respiración de tus ideas y el pulso de tu pluma te exigen un alto. Entonces, contenido por ese ímpetu espontáneo, se entra en la disyuntiva entre alargar el texto indefinidamente o bien rematar de una para luego darle otro vuelco. Ahí uno capta que el correr y el escribir son una cuestión de conciencia sobre la propia respiración interior. Así, por ejemplo, a Murakami, maratonista esporádico, le daba por detener el proceso en el mejor momento, para luego retomarlo con una intensidad similar y, lo que es más importante, con nuevos aires y un pulso lo más idéntico posible a la última vez. Yo, en cambio, me he dado cuenta que voy para los trotes cortos, no para las voladas de largo aliento, aunque de trote en trote me siento capaz de ir ganando resistencia y distancia, no tanto velocidad. Iba reflexionando sobre estos alcances, tratando de darle alguna deriva textual, hasta que, cachando el tramo recorrido, se me vino a la cabeza el famoso proyecto del tren de Valparaíso a Santiago. Hay ahí una obsesión en la infraestructura por acortar el tiempo de viaje mediante un aumento eficiente en la velocidad de la máquina, prácticamente lo contrario a lo que he venido haciendo con el "running", y a lo que creo que el resto de los corredores, todos tan solitarios en su proceso como el que suscribe, también apuntan, esto es, aumentar el tiempo de la carrera acortando la velocidad y perseverando en el ritmo. 

No he cavilado suficiente en los motivos que me han llevado a trotar de manera periódica, (cosa que me parece, por ahora, innecesaria) pero sí en los resultados y en sus anecdóticas conclusiones. Como cuando volvía a paso firme hacia el paseo Wheelwright, y caché que ya puesto el sol la gente que ahí entrenaba con las máquinas y con rutinas misceláneas de ejercicios se retiraba lentamente, quizá motivada por un trasfondo similar a la acción de la mente sobre el cuerpo: sustraerse a sí mismo, simplemente probar un poco de ese cambio hormonal y abandonarse, o insuflar algo de autodisciplina a un organismo sometido a su propia zona de confort. A medida que iba volviendo por el paseo, la soledad del recorrido se iba haciendo mayor, conforme oscurecía. Un par de perros tirando entre las escaleras de la caleta servía de contrapunto cómico para la jornada, y para los cabros chicos y las familias que los miraban entusiastas mientras comenzaban a arreglar sus cuestiones playeras para virarse de ahí. Era tal la frecuencia con la que esos perros culiaban que me sirvió de aliciente para retomar el ritmo y emprender nuevamente un trote corto hasta llegar a Barón. Llegaba junto con la noche la fatiga, aunque con la voluntad de la caminata y la frescura del mar el cuerpo como que alcanzaba un estado de distensión espontáneo. Con esa sensación, y casi arribando a la altura del VTP, me percaté que un loco seguía en ese lado tocando la guitarra. Lo estaba haciendo desde antes que pasase por ahí para emprender la caminata rumbo a Portales y proseguir con el pique a Caleta Abarca. Permanecía totalmente imbuido en su rasgueo solitario en el instante que otros corredores se animaban a avanzar a través de la estación Barón rumbo a la vereda de Errázuriz. Los miraba como quien mira a los espectadores transitorios de su música diletante al paso. En cierta manera, cada quien iba escuchando el sonido de su propia acción sorda. Demasiado inmersos en lo que estaban haciendo, no había diálogo ni palabras al voleo que allí fuesen articular alguna clase de comunicación. Discurría sobre esta imagen hasta salir finalmente de la estación Barón hacia Brasil. Ya se había puesto oscuro, muchos de los locos que allí andaban ya emprendían rumbo a quién sabe qué parte, y, por supuesto, algunos de los corredores también harían lo suyo. El tramo de regreso era en línea recta desde Brasil hasta Edwards, y el trayecto asemejaba paso a paso la forma de una maratón improvisada, sin otro adversario que el miedo a perder la emoción y acaso sin otro compañero que el bienestar, el bienestar solitario de la endorfina como ahora la plácida languidez de la escritura, sola frente al texto como un camino sin huellas.

miércoles, 6 de marzo de 2019

(Sobre la noticia de los medidores inteligentes) El discurso del presidente por fin se ha sincerado y superado a sí mismo, aplicando la navaja de Ockham con tal de llegar a una sentencia irreductible: El usuario paga todo. Perturbación económica, pero tranquilidad metodológica.

martes, 5 de marzo de 2019

El Ministro Valente afirmó no ser cuico porque recién conoció Europa a los 30 años. Además agregó que cuando tenía 15 tomaba una micro por Vicuña Mackenna a Otto Kraus para conseguir juguetes para vender en la Feria de Navidad del Santa Lucía. (Punto aparte, a estos locos les encanta imaginarse un pasado de esfuerzo con tal de sustentar su presente liberal). Yo, por mi parte, tengo 30, hacia los 31, y adhiero a la máxima de Lihn en A partir de Manhattan: "Nunca salí del horroroso Chile". No me declaro ni de aquí ni de allá, ni flaite ni mucho menos cuico, y con cuea me conseguían figuritas de acción en el extinto Persa Barón, no para vender sino que solo para jugar y coleccionar. Por otro lado, Valente señaló que tampoco leía novelas porque le quitaban tiempo para aprender algo, (quién sabe qué), que prefería escuchar audiolibros mientras trotaba o conducía, ya que "la vida es muy corta". Algo parecido decía el escritor Josep Pla ante una grabadora: "Considero que un hombre que después de los 40 años aún lee novelas es un puro cretino". Claro que la máxima formulada por Pla no puede ser tomada al pie de la letra. Cualquier cosa que salga de su pluma solo puede ser considerada una ingeniosa ironía. Lamentablemente, no es el caso de nuestro ministro de economía en cuestión.

lunes, 4 de marzo de 2019

El debate del siglo

La segunda pelea más reñida después de la de Lad Cobra y Huevito Rey. El debate entre Jordan Peterson y Slavoj Zizek. El tema a debatir será "Felicidad: Capitalismo vs Marxismo". ¿Cuál es su favorito? Hagan sus apuestas.
Super Lunes se llama a aquel primer lunes de Marzo en que la afluencia de gente y la congestión de vehículos se vuelven la vanguardia del momento. Cabe señalar que aquellos que contribuyen al Super Lunes son los estudiantes y los trabajadores regulares, independiente de su status, o, en su defecto, aquellos que se lanzan al caos urbano precisamente en busca de trabajo para sobrevivir, poder funcionar y sumarse a la sensación generalizada. El Super Lunes viene a simbolizar ese gran Leviatán ante el cual todos los vasallos del sistema se confunden, dentro de un movimiento homogéneo, movimiento que no desconoce a nadie operando dentro de sus entrañas. Pero bastan solo unas horas para que las autoridades hagan un balance positivo y el curso de la sociedad se decante hacia su normalidad habitual, por no decir, hacia su divergencia regular. El Super Lunes es febril, dinámico, enajenante, implacable. Todo esto lo escribo posterior al instante en que me levanto, me ducho, desayuno y me disfrazo para seguir buscando pega, impulsado por el ruido sordo de la necesidad, que no es otra cosa que el murmullo del super día rugiendo en mi cabeza. Lo describió bien Neruda, un funcionario ejemplar: Por eso el día lunes arde como el petróleo/cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,/y aúlla en su transcurso como una rueda herida.

domingo, 3 de marzo de 2019

Apoteósico funeral del Cangri, digno de tragedia griega. En San Bernardo lo recibieron con pancartas, llantos, vitoreos (olé, olé, olé, olé, Cangri, Cangri), hasta balazos al aire, cual héroe de guerra o mártir televisivo. Nadie quiso ahondar en su peregrinaje final al desierto boliviano. Todos lo recordarán por su figura altruista y su mensaje para la posteridad.

sábado, 2 de marzo de 2019

La algarabía de Marzo arriba en forma de niebla, un día sábado. Y con ella regresan los pendejos de uniforme en las calles, las fotos del primer día afuera de las escuelas. Y, por si fuera poco, el gentío que viene a buscar a sus cabros chicos y que sonríe de manera solapada dándole la bienvenida a otro año académico, sabiendo que lo suyo se repetirá indefinidamente, en un ciclo que seguirá avanzando, de aquí a la próxima guardería.