martes, 27 de septiembre de 2016

Recuerdo de Viernes: La misma alumna que decía no gustarle la clase de lenguaje (y, por extensión, ninguna clase en particular) ese día en la mañana se contenta con el siete que se sacó en la prueba recuperativa. No hay nada personal en ello. Que se saque un siete y que se contente con ello no demuestra que ella guste del ramo. Tampoco eso es relevante del todo. Lo relevante sin embargo es lo siguiente. En el momento que ella acusa recibo de la prueba, dice: "Déjeme tenerlo, profesor, para colgar la prueba en la puerta del refrigerador". Sin saberlo, la chica expresó con entusiasmo, con espontaneidad primaveral, una verdad profunda: Que todos los pequeños éxitos cotidianos que podamos conseguir no son sino bonitas pruebas que colgamos en la puerta de nuestro refrigerador personal, para satisfacción propia y como garantía de que otro que no sea uno mismo también lo verá al tratar de saciar el hambre con un producto envasado. El ego es eso: un refrigerador buscando ser llenado, y ojala con un bonito motivo de entrada.