jueves, 31 de diciembre de 2020

Solo hay un virus letal contra el que nunca existirá inmunidad suficiente: el virus del resentimiento.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Se viralizó una foto en la que figura una supuesta vacuna fabricada en China. Ahí se muestra un inhalador de THC, componente de cannabis, con un cartucho para ser vapeado en forma de cigarrillo electrónico. El usuario que publicó la foto en Twitter indicó que "apostaba a que todo el mundo se pondría la vacuna si viniera así". Además, el slogan que aparece en el paquete del inhalador está intervenido, y reza "makers of boner pill" (fabricantes de viagra) para referirse a la principal compañía impulsora de la vacuna contra el coronavirus, la compañía Pfizer. Su página web oficial ya emitió un comunicado en que se desmiente el contenido de la fotografía viralizada, señalando que la vacuna se desarrolló conjuntamente en Bélgica, Alemania y Estados Unidos; que no se inhala, sino que se inyecta por vía intramuscular; y que el slogan original de la compañía era “working together for a healther world” (trabajando juntos por un mundo más sano). Lo único que no han logrado desmentir, es el hecho de que la alusión irónica del slogan en la fotografía no estaba errada, porque, curiosamente, la compañía Pfizer sí impulsó la famosa “pastilla azul” a fines de los noventa. Si pudiésemos ampliar este alcance, podríamos decir que la misma compañía responsable hoy de combatir uno de los virus más letales del último tiempo, fue, a su vez, responsable involuntaria de la vida sexual de muchos hombres impotentes alrededor del mundo ¿Y si resulta que la vacuna contra el coronavirus tiene contraindicaciones similares a las del Viagra? Sería una locura. Por lo demás, un bulo muy astuto, mezclando ficción con verdad para develar el absurdo de la maquinaria prosalud.

martes, 29 de diciembre de 2020

¿Es preferible la inmunidad o la inmortalidad? Pregunta que nos hicimos con una ex, y que surgió a raíz de una conversación respecto a la esperanza de vida en pandemia. Si optáramos por una inmunidad frente a cualquier patógeno, viviríamos una vida libre de padecimientos, aunque nuestro ciclo estaría sometido exclusivamente a una caducidad natural. En cambio, si optáramos por la inmortalidad, no habría diferencia con respecto a nuestro estado, en el sentido que, de igual manera, experimentaríamos todas las enfermedades y agotamientos propios de la condición biológica, con la salvedad de que ese proceso de decadencia no tendría un fin y estaría sometido a una agonía incalculable (eso, considerando que ser inmortal solo te ahorraría la muerte física, pero no te privaría del dolor ni del ocaso del cuerpo). Entonces, definitivamente, lo más verosímil era plantear una inmunidad total, siendo más viable y óptima una vida con fecha de vencimiento, vivida al máximo sin la necesidad de preocuparse por algún agente invasor del organismo, que una vida sin límite alguno, con la cual se sufriría la temprana partida de los otros y, al mismo tiempo, se palparía, en carne propia, el declive de una existencia prolongada innecesariamente. Volvimos a la pieza, convencidos de esta elección, creyéndonos más inmunes que nunca, sin miedo al contagio, jamás inmortales, con la certeza de que desapareceríamos en algún momento, pero que, por ningún motivo, nos volveríamos a dañar el uno al otro.

lunes, 28 de diciembre de 2020

La Soledad y La Libertad, las únicas compañeras leales que estarán contigo en todo momento, y que volverán a tu lado, hasta que llegue La Muerte y haga de ti su consorte.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Mi madre llamó diciendo que se hizo el examen PCR y dio positivo. Al ir a verla la Nochebuena, figuro como sospechoso portador de Covid, por lo cual fuimos registrados ambos en el Minsal con tal de hacernos un seguimiento. Al rato, llamó una secretaria del Minsal haciéndome una serie de preguntas y estableciendo que debía permanecer en cuarentena desde hoy, por lo menos hasta que pasara el tiempo, como medida preventiva. La secretaria me dio a elegir dos opciones: ser desplazado hasta una residencia sanitaria con alimento y cuidados, o residir en la propia casa, totalmente encerrado, bajo supervisión a distancia. Le dije que optaba por la última opción. Al final, tengo que forzosamente enclaustrarme, aceptando una suerte de cautiverio domiciliario. Primera vez en todo el año que me aplican esta medida en calidad de posible agente portador. Biopolítica del cuerpo, microfísica del espacio. Afortunadamente, tengo demasiadas cosas en las cuales invertir todo ese tiempo de aislamiento y soledad. La idea de permanecer dentro por razones que me exceden, con el Estado accionando sobre mi voluntad y libertad de decidir, en pro del bien común, y con esa sensación corporal de incertidumbre respecto a mi convalecencia o potencial susceptibilidad al virus, me deja doblemente perplejo, pero no es nada comparado con lo que han vivido muchos otros, durante todo este año, en circunstancias extremas. Lo que sorprende es que esto que yo creía ajeno, lejano, demasiado público, haya invadido mi intimidad precisamente ahora, en esta coyuntura existencial. Es ahí donde realmente se toma conciencia, y su perturbación impele a obrar en pro de uno mismo y, por consiguiente, a favor de los otros, conservando la distancia. Paradójico sentimiento este de ser sospechoso portador: solo se puede palpar la existencia del virus, sintiéndola venir en uno y concibiéndola en los demás, y solo se puede desear la salud de los demás, manteniéndose distante, fuera del espacio del otro. (Te protejo de mí. Te protejo en cuanto me alejo de ti). Uno, en cuanto enfermo latente, permanece a la expectativa, aguardando estoicamente la evolución de este estado de cuarentena, acarreando consigo una batalla orgánica o solo su hipotética sugestión.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

Toda la belleza y sublimidad que hemos prestado a las cosas reales e imaginarias, quiero yo reivindicarlas como propiedad y producción del hombre: como su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como dios, como amor, como poder: ¡sobre su real magnanimidad, con la que ha obsequiado las cosas para empobrecerse y sentirse miserable! Ésta fue hasta hoy su mayor abnegación: que haya admirado y adorado y haya sabido silenciar que era él quien había creado lo que admiraba.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Se suspende el Festival de Viña. Y ahora último, se suspenden los fuegos artificiales de Valparaíso. Definitivamente, la pandemia logró lo que el estallido social no pudo conseguir. O puede ser que la pandemia haya sido un factor fuera de máquina que sencillamente remató aquello que el estallido ya había provocado. No fue el enclave insurreccional por sí solo, con todo su espíritu y su programa, fue el enclave virológico, con sus daños colaterales, el que pudo hacer colapsar el sistema y obligarlo a redefinirse.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

El morbo acerca de los finales se acrecienta día a día a raíz de la pandemia. Podríamos decir que ese propio morbo acerca del final de todo es un virus que muta con cada actitud temerosa y con cada teoría conspiranoide. Tanto así que la pandemia puede llegar a ser considerada el epílogo provisorio para una obra llamada Humanidad. Pero ¿Cuántas otras pandemias o cuántos otros posibles epílogos se han planteado? Tal vez este solo sea el remate muy amargo para el final de una nueva temporada, o puede que, en lo sucesivo, la serie nunca acabe, o lo haga abruptamente. Lo único que muta realmente sigue siendo el morbo, el morbo acerca de la inexactitud de todo, el morbo acerca del mañana. Y conforme lo hace, la Humanidad continuará en su batalla enferma.

martes, 22 de diciembre de 2020

Chica tiniebla VIP

Cuando estaba a punto de salir, apareciste de improviso. Te apoyaste en el mesón cuando la niña de la barra me miraba volver y el tipo sentado a un costado (el reclutador) te observaba fijamente. Así que me acerqué para mirarte y saber precisamente qué era lo que querías de mí. Te pregunté: ¿Y tú? ¿De dónde apareciste? Respondiste: de las tinieblas. Después, insistí en que no podía quedarme. Dijiste que te podía encontrar los días sábados. Entonces te despediste, esperando que tu nuevo cliente se animara a elegirte para una próxima ocasión. Saliste de las tinieblas y volviste a ellas, perdiéndote más allá de las luces.
Todo es literaturizable, o nada lo es. 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Cita de La conjura de los necios, John Kennedy Toole

“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él". Jonathan Swift

domingo, 20 de diciembre de 2020

Velo de esta forma: 

Si eres gamer, piensa en la vida como un videojuego RPG hiperrealista a gran escala, en el cual hay infinitas búsquedas y misiones sin un objetivo único, con la salvedad de que cuentas con solo una oportunidad antes de morir y terminar la partida sin posibilidad de recomenzar. 

Si eres lector de novelas, piensa en la vida como una gran relato coral narrado por terceros, dentro del cual no hay trama única, sino que diversas subtramas a partir de diversas acciones y acontecimientos, las que pueden llegar a concatenarse entre sí hasta dar lugar a un clímax o bien prolongarse, enredarse, desenredarse, volver a enredarse, dándole un cierre abierto o cerrado a la historia en el momento de tu muerte. 

Por supuesto, hay muchas opciones más. De ti depende perseverar en una u otra.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Al lavar se filtró agua de la llave del lavaplatos. La inundación provocó que apareciera un ciempiés escondido. Segunda visita no humana en lo que va del mes. El pequeño amigo se asustó ante el crecimiento del agua que amenazaba con arrastrarlo a medida que lavaba los platos de la cocina. Mientras continuaba en la faena, no perdía de vista al ciempiés avanzando a toda prueba contracorriente. Al terminar de lavar, cerré la llave. Sabía que con eso salvaría al amigo de un funesto fin a través del ducto del lavaplatos. Se quedó inmóvil por un momento. Luego, al acercarme para verlo de cerca, siguió su camino raudo, para escabullirse por detrás del mueble. De ahí no volvería a salir, o tal vez lo hiciese más tarde, cuando yo no estuviera, y no viera amenazada su integridad. Dentro de la casa, como es evidente, los quilópodos también sobreviven y habitan el poco espacio que tienen, a su manera.

jueves, 17 de diciembre de 2020

El único y su propiedad, de Max Stirner (extracto)

Yo soy el propietario de mi poder, y lo soy cuando me sé Único. En el Único, el poseedor vuelve a la nada creadora de la que ha salido. Todo ser superior a Mí, sea Dios o sea el Hombre, se debilita ante el sentimiento de mi unicidad, y palidece al sol de esa conciencia. Si yo baso mi causa en Mí, el Único, mi causa reposa sobre su creador efímero y perecedero que se consume a sí mismo, y Yo puedo decir:

Yo he basado mi causa en Nada.

martes, 15 de diciembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

No se encuentra en las cosas nada más que lo que uno mismo ha introducido en ellas: ¿a este juego infantil del que no deseo pensar mal se le llama ciencia? Muy al contrario, continuemos con ambas actividades; necesitamos buen coraje para ambas, ¡los unos para reencontrar, los otros-nosotros otros-para introducir! El hombre no encuentra en las cosas finalmente nada más que lo que uno mismo ha introducido en ellas: el reencontrar se llama ciencia, el introducir: arte, religión, amor, orgullo. [...]

lunes, 14 de diciembre de 2020

Narrativa psicológica

Se trata de un texto enviado por una alumna como desarrollo para una tarea de un taller de comprensión lectora. Fue titulado como "Narrativa psicológica". No desarrolló ninguno de los puntos solicitados, pero, en cambio, envió esta narración que viene a graficar, a su manera, el sentir genérico de casi todos por estas fechas. Los tópicos recurrentes, el aislamiento, la incertidumbre, la convalecencia. Ojo, que el texto fue fechado para el 19 de Diciembre del 2020, y fue escrito mucho antes, el 28 de Agosto del 2020. Curiosa anacronía.




domingo, 13 de diciembre de 2020

El código del Asesino del Zodiaco, descifrado.

51 años después fue descifrado un mensaje criptográfico del famoso y enigmático “Asesino del Zodiaco” enviado al periódico The San Francisco Chronicle en 1969. Dice más o menos así: 

“Espero que lo estéis pasando muy bien tratando de atraparme. Ese que salió en televisión no era yo. No me asusta la cámara de gas porque me enviará al paraíso lo antes posible. Ahora tengo los suficientes esclavos que trabajen para mí mientras que el resto del mundo no tiene nada. Así que les asusta la muerte. A mí no me asusta porque sé que mi nueva vida será fácil en la muerte paradisíaca”. 

¿Sea quien o quienes sean el o los responsables, se trata de dejar un mensaje de terror para la sociedad, o solo disfrutar de una broma cruel y un juego macabro?

sábado, 12 de diciembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

Ponemos la palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde no podemos ver más allá, por ejemplo: la palabra «yo», la palabra «hacer», la palabra «sufrir», éstas son quizás las líneas del horizonte de nuestro conocimiento, pero no «verdades».

viernes, 11 de diciembre de 2020

La soledad sonora, de Antonio Gala (fragmento)

“¿Desdeña el solitario a aquellos de quienes se separa? ¿Busca aquí sólo su propia explicación, su paz propia, el retorcido placer del que no arriesga nada y nada pierde? Exactamente para lo contrario ha subido hasta aquí. Para olvidarse de la parte de sí mismo que lo distrajo a menudo entre los otros”.

El cuidador de autos bajo el sol de la calle

Bebiendo una Austral en el patio afuera de la casa, del otro lado de la reja en la calle estaba el cuidador de autos que se suele poner ahí en toda la cuadra a trabajar. En un puestito que pone debajo de un árbol para protegerse del sol, estaba tomando una lata de Heineken y fumando un pucho, relajándose un poco durante una jornada calurosa. -Salud, maestro-, decía a lo lejos, empinando la lata. -Salud-, le contesté de vuelta, empinando la botella de Austral. Comenzó a hablar: -Está re caluroso. Más rato, tipo cinco, voy a la playa. No había ido hace caleta, y eso que la tengo cerca-. -Sí, hay que aprovechar, mire que se viene el verano-. -Así es-. -Harta visita, harto turista-. -Sí, y ya hay caleta de gente por estos lados-. -Demasiado-. -En Santiago sí que están cagaos. Tienen atao pa salir-. -Sí, retrocedieron parece-. -Aquí todavía no. Esperemos que no, mire que si no viene nadie, la pega baja-. -No, no creo. Va a venir más gente pal verano, yo cacho-. Así dialogábamos con el cuidador de autos. De pronto, se acercó un caballero con su familia para subirse a un vehículo estacionado. Este le dio unos billetes al cuidador. -Buen billete recibe-, le dije al cuidador de autos. -Sí, de vez en cuando se rajan-. -Qué buena-. Siguió conversando: -Yo creo que iré más tarde a la playa, maestro. Si voy ahora la arena culiá está más caliente que la conchetumadre. Hay que estar a cada rato tirándose al agua pa no quemarse las patas-. Mostró los brazos quemados, dejando la lata de cerveza a un lado. Negros por el calor. Miré por un instante los míos, también descuidados por la exposición al sol, formando un color asimétrico marcado por la ropa. -Hay que cuidarse del caregallo, está brígido-, dijo el cuidador. -Así es, está cada vez más fuerte-, le repliqué. El cuidador se levantó ante la aparición de un nuevo vehículo en un puesto reservado. Volvió a beber otro sorbo de la lata dejada en el puestito, se puso un sombrero y fue a trabajar. Al paso, saludó al caballero de los helados que iba en bicicleta. Ya se conocían. También lo llamó “maestro”. Así discurría el tiempo para el amigo cuidador de autos, entre la playa, el sol, la acera y la calle. Yo, mientras tanto, volví a entrar a la casa, con la Austral en la mano, refugiándome del calor.Tal vez sería una buena idea virar a la playa. Salir un poco del encierro. Tal vez no.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

Un alma llena y poderosa no sólo se ejercita mediante dolorosas e, incluso, terribles privaciones, carencias, expolios, desprecios; sale de tales infiernos con mayor plenitud y poder; y para decir lo más esencial, con un nuevo crecimiento en la dicha del amor. Creo que quien haya adivinado algo de las más subterráneas condiciones de todo crecimiento en el amor, comprenderá a Dante cuando escribía sobre la puerta de su infierno: «también a mí me creó el eterno amor».

martes, 8 de diciembre de 2020

El ex Markoa

Tras la ida al cementerio, fuimos con la familia a almorzar al restorán de Caleta El Membrillo. Mi madre recordó mientras subía las escaleras que ese lugar antiguamente era una discoteca, llamada Markoa. Y en realidad el espacio del restorán evocaba una perfecta disco ochentera. Sin embargo, ya no eran tiempos para pensar en bailar ni carretear como antes. Nos fuimos a sentar junto a mi hermana chica y la pareja de mi madre, a un asiento cercano al baño. Pedimos entonces el menú, para poder degustar la carta del lugar. Al minuto se acercó a nosotros una mesera de grandes ojos claros color celeste. Estos traslucían mucho más producto del uso de la mascarilla. Ella nos preguntó qué era lo que queríamos. Le pedimos reineta con agregado. El aperitivo en el ex Markoa corría por cuenta de la casa, y consistía en un pisco sour. De ese modo, bebimos esa delicia antes de consumir la entrada del menú. Fue en ese momento que la pareja de mi madre, observando a la mesera a sus espaldas, y luego mirándome a mí con una sonrisa, comenzó a imitar las crónicas que recopilé en mi primer libro. Se refería precisamente a la mesera de ojos claros que había mirado mientras nos atendía. Lógicamente, la mesera permanecía absorta en su trabajo, y yo en lo particular no guardaba mayor interés por ella ni por nadie, pero de pronto la pareja de mi madre comenzó a imaginar una posible crónica, en la cual yo escribía algo sobre esta mesera de mirada atractiva, pasándose rollo respecto a una romantización del encuentro, una idealización de su figura y, por supuesto, la posible concreción de una cita. En suma, me estaba tomando el pelo inventando al paso una crónica con el estilo de escritura de antaño, haciendo referencia a antiguos ligues o coqueteos con señoritas. Yo, entendiendo lo gracioso de la situación, únicamente le seguía el juego para tratar de pasar un buen momento. Mi madre y mi hermana chica, también lectoras del libro, cacharon la onda y también rieron. Habían comprendido el meta texto que la pareja de mi madre había construido al paso para parecer chistoso a costa de mis crónicas con fijación femenina. Lo cierto es que nada de esto, ni el meta texto ni el libro publicado hace un año, tenían ya nada que ver con lo que actualmente escribo, ni mucho menos con la mesera aludida en este nostálgico lugar, pero algo de eso había aún, un resabio tal vez. El lector, la pareja de mi madre, había hecho suyo el significado de mis textos y les había vuelto a dar forma en una situación que yo francamente pasé por alto. Sin querer, había “escrito” una crónica potencial, simulando mi estilo, sin serlo verdaderamente. Quedé con esa idea en la cabeza volando, a medida que bajaba el exquisito pisco sour y degustaba las exquisitas entradas. Las degustaba lentamente, al igual que mi lector, la pareja de mi madre, todavía persistente en su elucubración. Luego de una larga conversa, y habiendo terminado de comer el plato de fondo y de beber el bajativo, pedimos la cuenta de inmediato. De modo que le pedí el favor precisamente a la chica de ojos claros que nos atendió en un principio. Me levanté y la seguí para cancelar en caja. Mi madre, su pareja y mi hermana también hicieron lo suyo. En la caja, la chica me pasó rápidamente la cuenta. La cancelé con tarjeta débito al joven de la entrada, y fue así que nos despedimos del ex Markoa, satisfechos. Al bajar las escaleras de salida, la pareja de mi madre insistía nuevamente con el final de su meta texto, señalando que yo no había intentado nada con la mesera, ni saber su nombre ni pedirle el número. En un afán de ponerle punto final a la broma, le dije que ya pasó la vieja y que el libro publicado había cerrado esa etapa para siempre. Mi madre y mi hermana chica sonrieron. Entendían que era la culminación de la talla pero también que esas palabras repercutían en todos y cada uno de nosotros. Efectivamente, algo en este año se había cerrado con respecto al año anterior, y por eso lo simbólico de haber almorzado en el ex Markoa para reflexionar todo ese asunto allí, y justo después de haber visitado a mi primo al cementerio. El espíritu de los tiempos recurría allí donde abandonamos algo y lo recreamos para invocarlo en el presente, en forma de texto, o de memoria rota.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Juegos de poder



Viendo Juegos de poder, impecable serie chilena del año pasado, no puedo evitar pensar en el candidato a presidente Mariano Beltrán (interpretado por Alvaro Rudolphy) como una cruza entre Carlos Larraín y Sebastián Piñera, aunque más tirado para este último. La premisa de la serie toma de la realidad, teniendo como referencia el accidente vehicular con resultado de muerte protagonizado por el hijo de Larraín, del cual salió prácticamente impune, con una pena irrisoria comparada con la gravedad del hecho, dando cuenta del clima de impunidad que se vive en un país donde la justicia realmente parece dividida entre la que pueden comprar los ricos y la que padecen los pobres. 

En la serie, si bien la premisa parte inspirada en el caso Larraín, toma una deriva desde la trama que puede emparentarse mucho más con la figura de la corrupción política, en este caso, de la mano del candidato a presidente, moviendo influencias y haciendo todo lo posible por ocultar el crimen para no empañar su carrera presidencial. “Cuando esconder la verdad es la única elección”. El slogan de la serie sintetiza el modus operandi no solo de Beltrán, sino que de toda la clase política cuando ve amenazado su nicho o su interés. 

Un personaje de la serie, la madre de uno de los jóvenes fallecidos en el accidente, recuerdo que habló con el personaje de Beltrán y le dijo: “hay que ser realmente suicida para querer ser presidente, hoy por hoy, con todo lo que eso conlleva”. Por no decir, hay que ser realmente idiota o estúpido, o ciego de poder, lo que es lo mismo. Efectivamente, Beltrán lo arriesga todo, incluida su honra, la seguridad de su familia, su imagen para con los otros, con tal de mantenerse en las encuestas y persistir en el poder, aunque eso le signifique pasar por encima de las leyes y de los límites morales. Pero no hay verdad que pueda permanecer escondida demasiado tiempo, por mucho que se pretenda jugar a Dios. 

A medida que Beltrán trata de esconder aquel crimen a toda costa y trabaja paralelamente para llevar a buen puerto su candidatura, salen a flote los secretos de la familia y de todo su entorno, las verdades ocultas que van minando poco a poco su trayectoria asfaltada de mentiras. Inevitable ver en Beltrán la representación de Piñera. Todos saben de sobra la fragilidad con que ha visto expuesta su reputación política en un escenario particularmente convulso. Su fama todos la conocen, sobre todo los de su círculo. Sin embargo, solo él puede sopesar los límites de su conciencia. Hasta dónde ha podido llegar y hasta dónde puede seguir llegando para poder mantenerse a flote en el gobierno, contra todo pronóstico, antes de que se fagocite a sí mismo. 

Cabe recordar los dichos de Platón en Gorgias, en relación a la condena de su maestro, Sócrates: “Es preferible sufrir una injusticia que cometerla”. El día que Beltrán antepuso su interés a la justicia, cayó presa de su propio juego perverso. Esta misma premisa puede ser aplicada a nuestros líderes políticos, tratando de salvaguardar la poca dignidad que les resta mediante la calibración de las demandas ciudadanas. “¿Cómo calibrar el propio interés sin que eso devenga en una injusticia para el interés del prójimo?”, esa es la pregunta que posiblemente deban hacerse, con la almohada como consejera. Pese a todo, nunca habrá una respuesta definitiva, porque la vieja política, en el fondo, siempre estará secuestrada por el poder. Y el poder por sí solo no puede prometer otra cosa que su perpetuación infinita.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Primer cuadro: con 15 años escuchando Megadeth, Motley Crue, Slayer, Metallica a toda pala, tarde noche en la casa, antes de que llegara mi madre del trabajo y me pidiera por favor bajar la música. En ese tiempo uno jugaba con la adrenalina de escuchar metal a todo lo que da arriesgando ser penqueado por los vecinos. Precisamente parte del placer de la escucha recaía en el riesgo de ser penqueado por ellos y por tu madre. 

Segundo cuadro: con 32 años escuchando Megadeth, Motley Crue, Slayer, Metallica a toda pala, pasada la madrugada, esta vez en una casa que arriendo yo solo. Sueño de adolescencia desbloqueado. Continúo jugando con la adrenalina de escuchar metal a todo lo que da arriesgando ser penqueado por los vecinos, pero algo me dice que ya no es hora ni es edad para eso y pongo la música a un volumen moderado, aunque el placer de la escucha con el riesgo de ser penqueado permanece, solo que reprimido. Vacilo para mi solo, finalmente. En eso consistía madurar: reservarse un placer privado sin interferir con el mundo.

sábado, 5 de diciembre de 2020

El Calita

En el cementerio, luego de visitar a un primo, nos habló un caballero cuidador de autos llamado “El Calita", mientras buscábamos espacio para estacionar el auto. Le buscó conversa al chofer. Básicamente pedía poder custodiar el auto a cambio de unos cuantos pesos. La regateaba señalando que él trabajaba desde hace casi cincuenta años afuera del cementerio, en diversas labores, entre ellas la de cuidar los vehículos de los visitantes y la de lavarlos cuando se diera la oportunidad. Según decía, vivía prácticamente de la caridad y no tenía, por ende, un sueldo fijo. El Calita no dio mayores detalles sobre su pasado, pero profundizó en los aspectos de su vida que pudieran inspirar compasión para obtener la ganancia del día. El chofer le asentía a ratos, a medida que El Calita continuaba regateando, inspirado en la naturaleza de su propia historia.

De repente, y no recuerdo en qué instante, sale a colación una frase respecto al temor. El Calita repitió, en ese momento, enfático, que más valía temerle a los vivos que a los muertos, porque los muertos no podían defenderse. Esa frase al parecer la dijo cuando señaló que también rondaba de noche el cementerio, cuando ya no quedaba nadie y la atmósfera silenciosa y lúgubre lo inundaba todo.

A esas alturas, a pesar de lo incomprensible de sus dichos, El Calita ya se había ganado los pesos que esperaba. Entonces el chofer le dio unas monedas para poder almorzar. Luego se dirigió a mí, en el asiento trasero, y volvió a repetir la historia del temor. No tenía el suficiente sencillo, así que tuve que negarle la propina. De todas formas, El Calita se fue agradecido, aprontándose a comprar algo para comer y continuar con la laboriosa jornada bajo el sol.

Los visitantes comenzaban a poblar poco a poco el cementerio, cerrado e imperturbable durante toda la cuarentena. Al entrar, de cierto modo, estábamos perturbando la calma de los muertos descansando para siempre, aunque fuese con la mejor de las intenciones. Había que tenernos miedo a los vivos, sencillamente porque nuestros muertos no pueden defenderse de nada. Una paz incorregible, sin embargo, los protegía de la inclemencia de la vida. Eso, según se dice, El Calita ya lo sabía de sobra. Él, como un vivo más, igual que nosotros, podía dar fe respecto al temor infundado hacia los muertos. Definitivamente, los vivos, por la sencilla razón de serlo, podíamos ser capaces de todo o de nada. Teníamos todo el camino por delante, y a lo sumo, el final, esperándonos paciente.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

Profunda repugnancia a reposar de una vez por todas en cualquier visión general del mundo; hechizo de la manera de pensar contrapuesta; no dejarse robar el aliciente de lo que tiene carácter enigmático.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Esta vida de mierda resulta a veces tan arbitraria y tan injusta, de partida, por el simple hecho de no elegir nacer. Ni mucho menos con este cuerpo, esta forma, estas circunstancias. Creo que todo sería distinto si se pudiera, como en un videojuego, elegir las condiciones vitales y materiales de existencia previas en las cuales caerías al mundo sin remedio (y que se pudiese volver al punto inicial en caso de desgracia). Pero no. El azar, el instinto de perpetuación biológica y la lotería genética así lo quisieron, y son irreversibles. Quisieron que cayese en este mundo, con estas variables, con estas coordenadas, con este árbol genealógico, con este diminuto rol dentro de la maquinaria general, ciñéndote a un marco de acción demasiado acotado. Libertad, como dicen, vendría siendo, a fin de cuentas, únicamente el poder de decidir respecto de ese marco. Libertad para explorarlo, para superarlo o para abandonarlo.

martes, 1 de diciembre de 2020

Maestros de la sospecha (Paul Ricoeur) en tiempos de pandemia.

Lectura nietzscheana: El coronavirus es la señal patológica de la decadencia y el nihilismo de nuestra época. La voluntad de poder nos quiere hoy, más que nunca, fortalecidos en cuerpo, mente y espíritu. El superhombre al cual aspiramos hará de la enfermedad su fortaleza, en miras a la superación del último hombre y encarnará en sí al niño, que es puro devenir y recreación. 

Lectura marxista: El coronavirus ha sido la nueva excusa para la perpetuación del sistema capitalista y la nueva justificación de los dueños de los medios de producción para la explotación del hombre por el hombre. El proyecto revolucionario nos quiere hoy, más inmunes y sanos que nunca, dispuestos a dar la batalla para superar la lucha de clases y levantar la sociedad comunista. 

Lectura freudiana: El coronavirus ha generado mellas en la salud mental de la civilización, y ha despertado en nosotros, como una caja de pandora, miedos, inseguridades y aprensiones peligrosas que se creían escondidas en nuestro inconciente más profundo. 

Es preciso recobrar el centro de nuestra personalidad, tomando el control sobre nuestras pulsiones más enfermas y equilibrando nuestros deseos íntimos y personales con el super yo, la conciencia moral. 

¿Qué hubieran reflexionado otros autores o intelectuales en torno al coronavirus, considerando sus líneas de pensamiento? 

Desafío de fin de año covid.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

[... ] Interpretación, no explicación. No hay ningún estado de hecho, todo es fluido, inaprensible, huidizo; lo más duradero todavía son nuestras opiniones. Proyectar sentido en la mayoría de los casos: una nueva interpretación sobre una vieja interpretación devenida incomprensible, pero que ahora es tan sólo un signo. [...]

domingo, 29 de noviembre de 2020

La fotocopia de La segunda enciclopedia de Tlon

Guardaba hace rato una versión fotocopiada de La segunda enciclopedia de Tlon de Sergio Meier. Luego de conseguir la original por parte de mi editor el año pasado, me rondó la idea de deshacerme de aquella vieja versión de tiempos de la universidad para ganar espacio en mi pequeña biblioteca. No quería tirarla a la basura, porque mal que mal era un impecable libro de ciencia ficción. El solo hecho de deshacerme de la fotocopia del libro implicaba desechar el único ejemplar gracias al cual accedí a esta novela de Meier. Tenía cierto valor sentimental alimentado por el apego y la obsesión. Además, el hecho de imaginar que terminara junto a los desechos resultaría en un final demasiado indigno. Es increíble cómo la soledad crónica va dotando de mayor valor a los objetos que se creían descartados o apartados en algún lugar recóndito de tu metro cuadrado. Para no botar aquella versión fotocopiada de La segunda enciclopedia de Tlon pensé entonces en otras posibilidades más provechosas: venderla o simplemente regarla. La primera se hacía, a todas luces, improbable, por la sencilla razón de que resultaba complicado vender una fotocopia tan antigua, pese a que estuviese en perfectas condiciones y fuese parte de la obra de un connotado escritor de Quillota. De ese modo, corté por lo sano y, dado que no tenía ningún interés real en sacarle plata a esta reliquia, opté por regalarla. Pero la pregunta que surgía inmediatamente era a quién, a quién regalársela. Salí un momento de la casa para poder pensar con la mente más despejada sobre el destino de la fotocopia del libro de Meier. Tenía que tener un destino simbólico, un destino idóneo, más imaginativo, no uno marcado puramente por la miseria. La fotocopia debía pasar a mejores manos. Manos que no la reemplazaran por su original. Fue así que me apresuré hacia la calle, miré un instante hacia los tachos de basura en la esquina, pero, en cuanto observé a un par de chicas venir en sentido contrario, supe que esa era la señal. Me acerqué a ellas, con la fotocopia del libro en la zurda, confiado en que esta terminaría en manos de alguna de las dos. Una de las amigas iba caminando más atrás, por lo tanto, me dirigí a la primera. La saludé, y ella se vio un tanto sorprendida, aunque receptiva. La de atrás aguardaba paciente este encuentro extraño. Le dije a la de adelante que no quería botar la fotocopia de un libro muy valioso, y que a ella la veía con cara de leer mucho, entonces sentía que tenía que regalarle la fotocopia. Al explicarle de qué se trataba, ella me preguntó de vuelta si tenía manga. Le dije que me gustaba el manga, aunque únicamente poseía uno, un comic sobre Así habló Zaratustra de Nietzsche. Asintió admirada, y completamente descolocada por este gesto gratuito. Al minuto después se fue, agradeciendo y prometiendo leer el libro fotocopiado de Meier. Las amigas a lo lejos se miraban mutuamente, seguramente comentando tan bizarro regalo. “La buena acción del día”. Volví a la casa con perplejidad y también con cierta satisfacción de saber que la vieja fotocopia de La segunda enciclopedia de Tlon podría tener probablemente un mucho mejor destino que conmigo carcomiéndose por el polvo. Aunque nada garantizaba que la chica efectivamente la conservase y la leyese, mucho menos que realmente le gustase la lectura o, en el peor de los casos, que la regalase a otra persona, o inclusive, la desechase. De todas formas, podía descansar tranquilo, porque había roto la pretendida lógica de lo predecible, había hecho una huea rara, fuera de lo común, había creado otro escenario, un plano de realidad nuevo y desinteresado dentro de la Matrix. Son esta clase de cosas, por absurdas e inútiles que parezcan, las que en verdad reconfortan el sentido de la existencia. Por esta clase de cosas es por las que vale la pena seguir pisando este loco mundo. Por el simple hecho de saber circulando bajo la hermosa incertidumbre de las probabilidades, lejos de mi propiedad, aquella vieja fotocopia del libro de Meier. Citando la frase de Borges, citada a su vez al comienzo de la novela: “Una dispersa dinastía de solitarios ha cambiado la faz del mundo. Su tarea prosigue. Si nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlon. Entonces desaparecerá del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será Tlon”.

sábado, 28 de noviembre de 2020

Ida al cementerio para visitar la tumba de mi primo. Esta segunda visita fue acompañada de mi madre y de mi tía. La primera fue antes de la cuarentena, con un amigo, el misántropo. Aquella vez regamos las flores en la tumba y nos sentamos a recordar los tiempos de la escuela, dilucidando cuán frágil puede ser la vida y cuán miserable resulta todo, porque, a fin de cuentas, solo unos pocos quedan contigo, reviviéndote en la memoria. En esta ocasión, mi madre y mi tía se dedicaron a desmalezar la tumba que ya parecía “un bosque”. Las ayudé a echar a un lado la maleza mientras ellas la cortaban con un cuchillo. Criticaron que ese crecimiento de la maleza sobre muchas de las tumbas demostraba la falta de preocupación y la indolencia de los funcionarios municipales durante todo el período de cuarentena. Una vez despejada la tumba de mi primo, mi madre procedió a dejar flores nuevas en los maceteros. Mi tía esparció agua sobre la tumba para refrescarla. Esta agua se filtraba lentamente a través de la tierra. Cuando mi madre dejó un recordatorio con la polera del Wanderers a un costado de la cruz, comenzaron a hablar con mi tía, respecto a lo que fue o a lo que pudo haber sido el destino de mi primo. Igualmente, me tomé un tiempo para hablar en torno a cómo creía que habían sucedido las cosas en su vida. Aunque, para ellas, a fin de cuentas, eso ya no importaba, porque no había vuelta atrás, y nada ni nadie lo traería de regreso. Lo que realmente importaba, dolores y teorías aparte, era honrar su memoria. Así, al despedirlo, cada uno puso una mano sobre la cruz en la cual estaba inscrito el nombre y comenzó a desearle un buen viaje. Conforme eso pasaba, el agua que había dejado mi tía sobre la tumba no dejaba de escurrirse por el ducto hacia la tierra del cementerio, figurando el ciclo de la vida eterna. Mi madre y mi tía le deseaban un buen viaje a mi primo. Y ese viaje no era otro que el del agua humedeciendo la tierra bajo el Sol, tierra fértil a pesar de las penas y los lamentos.

viernes, 27 de noviembre de 2020

“Alguien te mira” y “Pacto de sangre”: un análisis de la construcción del psicópata como antagonista en la ficción telenovelesca chilena

"La más bella astucia del diablo es convencernos de que no existe" Charles Baudelaire

Cuando vemos una telenovela en la que el antagonista de la historia comete crímenes horrendos, sanguinarios, crueles y hace todo lo posible por salirse con la suya, inmediatamente pensamos en él como un psicópata, a pesar de que esta clasificación psicológica es irreductible al estereotipo televisivo del villano promedio. Pero ¿Qué entendemos realmente por un psicópata? ¿Alguien que hace el mal a sabiendas, no importando las consecuencias negativas que esto traiga para el resto de los personajes? ¿Alguien que transgrede la moral y las buenas costumbres a propósito con el fin de concretar sus deseos egoístas? ¿Simplemente un sujeto frío, calculador, cuyas acciones son reprochables y no merecen ninguna justificación social? Pues estas aproximaciones resultarían simplistas si se tratase de analizar la figura del psicópata en todos sus aspectos y dimensiones, específicamente de acuerdo al tratamiento en la ficción que han hecho de este tipo humano algunas telenovelas chilenas. Y qué mejores ejemplos que dos grandes producciones del último tiempo. Estamos hablando de “Alguien te mira” (2007) creada por Pablo Illanes, y “Pacto de sangre” (2018) creada por Pablo Ávila y Felipe Montero y dirigida por Cristián Masón, Roberto Rebolledo y Christian Maringer. ¿Por qué tratar estas dos telenovelas y no otras? porque en ambas los antagonistas calificados como psicópatas representan un eje importante de la trama, a través de los cuales se desarrolla una narrativa criminal y policial, rondando el género del thriller, el suspenso y el misterio. Además, porque las actuaciones de Álvaro Rudolphy como “El cazador” en “Alguien te mira”, y de Álvaro Espinoza como “El señor Rojo” en “Pacto de sangre” resultan, a mi gusto, magistrales y, en consecuencia, constituyen referentes icónicos a partir de los cuales analizar al personaje de características psicopáticas como villano dentro de la ficción telenovelesca. 

I APROXIMACIÓN TEÓRICA AL PSICÓPATA 

Para empezar con el análisis, habría que hacerse una pregunta de rigor, ya planteada en parte en aquella gran producción de David Fincher, llamada Mindhunter: ¿El psicópata nace o se hace? En la serie de Fincher, la pregunta iba en relación al asesino, pero cabe precisar que no siempre el psicópata deviene necesariamente un asesino; y este, a su vez, no es necesariamente, en todos los casos, un psicópata. Entonces ¿Cuáles son aquellos rasgos o acciones que lo definen? Hay que hacer un alcance desde la criminología. Remitámonos a la propuesta de Mindhunter. En esta serie se apostaba por un estudio de campo sobre la teoría del crimen. Los agentes Ford y Tech investigaban y entrevistaban a peligrosos criminales en sus centros de reclusión con tal de hallar pistas sobre su psicología y su modus operandi. El fin era construir un marco teórico sólido que permitiera al menos intuir o, lo que es más aventurado, prever el nacimiento de potenciales psicópatas que pudiesen cometer crímenes a futuro. El costo de este arriesgado trabajo le valió al agente Ford, el más joven de los detectives, un progresivo descenso a la locura y, en cierto grado, a la contaminación mental provocada por la proximidad con sujetos tan peligrosos. Podría decirse que la tesis de Fincher en Mindhunter es que cualquier intento por intentar “cazar la mente del criminal”, por categorizar la naturaleza humana (en su espectro más oscuro) desde el espíritu científico, siempre será insuficiente, y resultará a la larga en mayores costos que beneficios para el conjunto de la sociedad. Sin embargo, esta premisa no debiera desanimarnos en la tentativa de profundizar sobre la pregunta hecha al principio, con tal de sumergirnos en las aguas turbias de la mente psicopática construida en la ficción telenovelesca, directamente en sus orígenes y en sus fines. 

Otro referente teórico sale al paso. Se trata de John Douglas, importante criminólogo estadounidense que durante más de veinte años trabajó para el FBI y se dedicó a estudiar de manera concienzuda los perfiles criminológicos de diversos delincuentes para dar con algún patrón que los definiera, considerando, además del aspecto netamente material del crimen (sitio del suceso, pericias forenses, circunstancias de los hechos), también el aspecto del comportamiento de los victimarios, su historia de vida, las posibles causas o móviles que los condujeron a hacer lo que hicieron. En una entrevista con la periodista Andrea Kennedy del programa Outlook del Servicio Mundial de la BBC, el señor John Douglas declaró lo siguiente: "No creo que exista el mal, que estas personas nazcan con un gen de la maldad, una especie de gen asesino (…) Creo que estas personas se hacen malvadas y son llevadas a hacer estos crímenes que ciertamente son malignos". En definitiva, Douglas ha respondido a nuestro dilema, y ha sido categórico al respecto. Desde el aspecto criminal, podría afirmarse así, con cierto grado de verdad, que el psicópata delictual “se hace”. Si bien desde la psicología se ha establecido que la estructura psicopática es irreversible y responde a cierta desviación de base, se puede aseverar, de acuerdo al pensamiento de Douglas, que aquello no determinará su “grado de maldad”, en relación al daño que pueda ocasionarle a la sociedad. Hay algo más, para nuestro criminólogo. Factores ambientales, circunstancias adversas, obsesiones patológicas, factores que gatillan que el psicópata de raíz devenga asesino serial y cometa los crímenes por los cuales acaba causando tanto impacto. 

Esta idea postulada por Douglas la comparte también un psiquiatra llamado James Fallon, quien ahondó en una investigación científica sobre el “gen del guerrero” que postulaba la existencia de una enzima conocida como MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos. Fallon sostuvo que él mismo poseía un montón de genes vinculados al comportamiento psicopático, bajos en MAOA, producto de un árbol genealógico repleto de familiares con antecedentes de asesinato. Pese a ello, él no era ningún psicópata, y eso se debía, según su hipótesis, a que nunca estuvo expuesto a factores de riesgo que activasen en él esa variante del gen del guerrero. Por lo tanto, para Fallon, una persona con esos genes potencialmente psicopáticos puede “convertirse” si las condiciones y circunstancias que lo envuelven son abiertamente dañinas para su psiquis. En definitiva, y de acuerdo a esta interpretación, algo externo al individuo con aquella variante del gen y que influya negativamente en él puede crear un psicópata de manual, uno capaz de quitar la vida o de transgredir las leyes. 


II ALGUIEN TE MIRA, “EL CAZADOR” 

Ahora bien ¿Cuáles serían aquellos elementos gatillantes de nuestros psicópatas ficticios, “El cazador” y “El señor rojo”? ¿Qué es aquello que los hace volverse unos “monstruos”? En el caso de El cazador, apodo para Julián García, principal villano de Alguien te mira, tenemos a un asesino serial de mujeres de alto estrato social, a las cuales les extrae el corazón. A medida que se desarrolla la trama de la telenovela, podemos apreciar cómo Julián García, connotado oculista de una prestigiosa clínica, lleva una doble vida y se camufla perfectamente entre los suyos, burlando de manera sistemática las actuaciones policiales. Conforme el espectador ata y desata cabos, tratando de enlazar las pistas que deja el asesino y las relaciones de los personajes principales con su entorno, se va descubriendo poco a poco la horrible verdad detrás de los asesinatos de mujeres, hasta dar con la figura del perpetrador. Él mismo se revela ante la comisario Eva Zanetti como Julián García, “El cazador”, y, en un diálogo entrañable, expresa abiertamente el móvil de sus crímenes, aunque no todavía el génesis de su perturbación. Señala claramente en la escena de un capítulo: 

Eva: tú no tienes alma, Julián. Tu alma está podrida. Por eso tanta violencia, por eso tanto odio, tanta muerte. ¿Por qué elegiste las mujeres que elegiste?
Julián: Esas mujeres eran desagradablemente frágiles. Ustedes, el sexo femenino, son una raza tan especial, a veces son tan frágiles que da la sensación de que voy a romperlas con una mano, pero cuando se defienden se convierten en bestias. 

Era evidente que Julián sentía una animadversión por el género femenino, producto de algún evento traumático en su vida, pero la forma de actuar de El cazador en la serie era mucho más que pura y burda misoginia. Había algo en el ritual de sacarles el corazón y de eliminar todo rastro, que denotaba una mente fría, capaz de calcular cada detalle, con tal de lograr su objetivo, burlar a la justicia y salir impune. Rasgo característico develado: sensación de control y de poder. Julián era el epítome de estas variables, y sus víctimas fueron mujeres de la alta sociedad. Ahora, la pregunta es ¿cualquier mujer de esa esfera social podía ser su víctima, independiente de sus particularidades? ¿Las elegía porque sí, simplemente porque, según él, podía, o “por el hecho de ser mujeres”? Pues no. Y ya veremos por qué. Es cosa de seguir avanzando en la trama. En un giro propio del cine de Hitchcock, una vez que Zanetti muere a manos de El cazador, el espectador ya sabe la identidad del asesino, pero toca saber cómo irá a acabar la historia y cuál será su destino. Sin mayores preámbulos, hacia el final de la trama se manifiesta la verdadera y profunda motivación de Julián para hacer lo que hizo. Anteriormente, el periodista Mauricio Ossa y Rodrigo Quintana ya habían investigado por su cuenta a Julián siguiendo las pistas de la investigación policial, pero es en el episodio en que Julián se lleva a su amada Piedad al escondite secreto, donde se revela, esta vez, el espíritu del asesino, su causa primigenia. Un diálogo intenso entre Julián y Piedad nos muestra esta cruda realidad: 

Julián: Fue ella. Ella nunca me quiso. Nunca me respetó. Esa noche empezó con el juego. Esa noche empezó a abusar de mí. Yo tenía 12 años y empecé a odiarla y el odio fue creciendo conmigo. Cada noche, aterrado en mi cama la miraba llegar. Lo único que quería era que llegara ese momento, que pasara lo que tenía que suceder.
Piedad: ¿Y qué pasó?
Julián: La maté.
Piedad: ¿Mataste a tu mamá?
Julián: Sí y lo haría mil veces. No me arrepiento. Las mujeres que no saben respetar a sus hijos no merecen vivir. 

Piedad: Y la volviste a matar una y otra vez con todas las mujeres que mataste. 

Con esta develación se abre la caja de pandora de El cazador, y se arma el cuadro completo. Julián mató a las mujeres que mató proyectando en ellas a su propia madre de la cual él fue víctima cuando pequeño. En cierta medida, Julián, en su mente enferma, se arrogaba un derecho a ajusticiar a las malas madres, desde su particular condición de niño víctima. No existe, por supuesto, justificación moral para estos actos, pero los argumentos dados por Julián expresan claramente el móvil de un psicópata que, en cierta manera, “se volvió” un monstruo producto de ciertas circunstancias lamentables. Algo en su psiquis, después de ese hecho traumático, se desvío o, derechamente, se quebró (de vuelta a la hipótesis de James Fallon). Julián se hizo “El cazador” o, desde su visión, “su madre lo hizo”. Desde la lectura que se hace en la serie Mindhunter o, sin ir más lejos, desde la experiencia de John Douglas, entonces Julián sería un ejemplo de que la tesis del detective Ford no estaba tan errada: hay algo en la mente del asesino más que el puro deseo de cometer su crimen. Hay algo gatillante ahí, no pura violencia arbitraria, algo que puede ser revelado y conocido por todos para evitar el posible surgimiento de “otros monstruos”. Un origen del mal, mas no un gen del mal. Unas ciertas condiciones previas y unas determinaciones, mas no un determinismo. 


III PACTO DE SANGRE, “EL SEÑOR ROJO” 

En la teleserie Pacto de sangre, por otro lado, tenemos un escenario completamente distinto, por la sencilla razón de que, en la trama, los villanos son cuatro amigos de la infancia, culpables de haber participado en la desaparición y la muerte de una joven llamada Daniela Solís. Lo realmente interesante de este argumento es que todo gira en torno a evadir la responsabilidad respecto del crimen, y cómo esta evasión provoca mellas en la relación de los amigos con su entorno y entre ellos mismos, precipitando un ciclo sucesivo de violencia y autodestrucción. A pesar de la cuota de culpabilidad que tiene cada uno de los cuatro amigos, el foco de la atención, la carga argumental, a mi modo de ver, recae sobre Benjamín Vial, el médico cirujano, llamado “Sor Benja” por sus amigos, dado su carácter santurrón y conservador. Sería, en un principio, el más correcto de los cuatro amigos, y el que lleva la vida más perfecta en matrimonio con su esposa Trinidad Errázuriz. Pero es precisamente a raíz del crimen de Daniela Solís que se va revelando de manera paulatina la verdadera faceta que envuelve la vida secreta de Benjamín Vial. 

Conforme avanza la trama, los espectadores se dan cuenta que, más allá de ocultar la muerte de la joven para seguir sus vidas, también hay otros secretos sórdidos mucho más cerca de lo que imaginan. Ni siquiera los propios amigos, demasiado preocupados con su carga personal, consiguen darse cuenta sino hasta muy avanzada la trama. Y es que Benjamín Vial efectivamente es el único de los cuatro que, antes de la muerte de Daniela Solís, ya había desarrollado un lado oscuro. Mientras de cara a la galería tenía el matrimonio perfecto, tras bambalinas el médico era cliente frecuente de una red de prostitución infantil conocida como El acuario, lugar al cual acudió con el sobrenombre de El señor Rojo. De hecho, allí fue donde conoció a Daniela Solís, y debido a su relación con la joven se precipitó toda la historia posterior. Así que, en cierta medida, él es el verdadero culpable, y sus amigos serían solo victimarios incidentales, desatando su lado más bajo post crimen, envueltos en la maraña perversa que Vial ya había iniciado. 

Según cuenta la historia oficial, no se tiene mucha información respecto de la familia de Benjamín como para aventurar una interpretación por ese lado, pero sí respecto del padre, quien permanece postrado y cuidado por una señora en una casa de acogida, pagada por el propio Benjamín. Más adelante en la trama se revela que su padre habría sido un hombre maltratador y un abusador sexual. El hecho de que Benjamín haya sido abusado por su propio padre sería, en parte, aquel factor de riesgo que activó el gen del guerrero en Vial (siguiendo la lógica de los planteamientos de James Fallon). De ese modo, se puede explicar también la desviación que fue generando con el tiempo, esa doble vida que lo llevó a convertirse en un hombre ejemplar para su círculo cercano, y en un pederasta de espaldas al mundo. 

Ahora toca hablar sobre los crímenes de El señor Rojo en la línea temporal de la teleserie. Ya dijimos que Benjamín Vial es el único de los cuatro amigos que se perfila dentro de la categoría de psicópata, y es debido a las razones ya expuestas. Sin embargo, falta aclarar la parte que interesaría a John Douglas, el móvil de los crímenes, el por qué de matar. De acuerdo a la trama de Pacto de sangre, no se tienen antecedentes de que Benjamín haya matado antes de lo ocurrido con Daniela Solís, solo se sabe que tenía una doble vida en la cual desataba su perversión sexual con prostitutas menores de edad. Solo fue a raíz de la muerte de Daniela que comienza el baño de sangre. Y esto se debe precisamente a las razones que Vial tenía: ocultar a toda costa su pasado oscuro, su doble vida y mantener a flote su reputación intachable y su familia perfecta. Vial, luego, en complicidad con su propia esposa, la maquiavélica Trinidad Errázuriz, estará dispuesto a todo para lograr aquel objetivo. Cada una de las víctimas de Vial sigue el mismo patrón, todas comienzan a intuir o a descubrir algo respecto a la verdad sobre el crimen de Daniela Solís, o comienzan a intuir que Benjamín anda en malos pasos. Cualquiera de estas dos razones es suficiente para convertirse en víctima del “Rojo”. 

En un principio, el secreto sobre la muerte de la joven Daniela solo lo saben los cuatro amigos, y de ahí el nombre, Pacto de sangre. Pero más adelante se entera Trinidad, y es ahí donde entra en acción esta villana, dispuesta a ser cómplice de su marido y de renunciar a sus valores morales con tal de conservar el buen nombre de la familia. Una mafia maligna es la que urden Benjamín y Trinidad, y resulta del todo siniestro el cómo esta pareja lleva adelante su farsa hasta límites psicopáticos, haciendo uso de sus influencias y poder económico, porque, como le decía el propio Vial a Gabriel y al detective Feliciano, al ser drogado con escopolamina y capturado por el villano: “la familia es lo único importante”. Así se deja entrever en el diálogo donde finalmente se revela ante todos como El Rojo: 

Feliciano: No te vas a salir con la tuya, psicópata de mierda. 

Benjamín: Claro que me voy a salir con la mía. He tenido que sacrificar a gente mucho más importante que tú para lograrlo ¿Qué te crees? yo soy capaz de cualquier cosa por mantener a salvo a mi familia. Ellos son lo único importante. 

Gabriel: Mataste a Karina, desgraciado 

Benjamín: Karina y a todos los que se interpusieron en mi camino, lo que los incluye a ustedes dos ¿Qué se creen? ¿Qué estoy jugando? ¿crees que me provoca algún placer todo esto? ¿crees que lo disfruto? (…) era necesario. 

Aunque el extremar esta cadena de mentiras y de cinismo acaba por socavar por dentro el propio matrimonio, puesto que Trinidad se da cuenta y descubre casi hacia el final de la trama otro secreto todavía mayor respecto de su marido: él no solo era responsable de la muerte de Daniela Solís, sino que era su amante, y había liquidado a todos aquellos que conocieron su lado oscuro y desenmascararon su doble vida. Esa parte es el clímax de la obra. Caído el psicópata en sus propósitos de salvaguardar a su familia y quedar impune, termina asesinado por su propio hijo quien descubre la verdad, y traicionado por su mujer quien sale libre de toda culpa. Y es en esa parte concluyente donde la historia nos sugiere que el legado de El Rojo continuará en manos de su hijo, ahora convertido en asesino y siendo cómplice de su madre, la auténtica villana triunfadora de la historia, apareciendo frente a la prensa como la gran víctima y sobreviviente de su marido prófugo. Si esto fuese leído por John Douglas, podría interpretarse que todo se gatilló desde el abuso del padre, el villano originario, para luego heredarse en el hijo en forma de psicopatía y pederastia, y posteriormente, en el nieto, al incriminarse contra su padre a modo de venganza. El ciclo de la violencia en Pacto de Sangre, como puede apreciarse, no es gratuito, y tiene diversas variables, caminos suntuosos y reveses. Lo único cierto es que El Rojo, como le mencionó a su suegro antes de morir, es “La muerte”, la muerte personificada y camuflada con la astucia misma del diablo. 


IV “EL CAZADOR” Y “EL ROJO”: PSICÓPATAS DRAMÁTICOS 

En suma ¿Qué es lo que une a El cazador con El rojo? La activación del gen del guerrero de James Fallon, una psicología criminal gatillada por un hecho traumático, de acuerdo a John Douglas, sangre fría y falta de arrepentimiento, una doble vida llevada con encanto y manipulación, sensación de omnipotencia y deseo de poder. Ah, y el hecho de que ambos transgredieron el juramento de Hipócrates. Únicamente esas variables. Pero en lo que atañe a la raíz, como postulaba el detective Ford en Mindhunter, el origen del “monstruo”, ambos psicópatas son muy distintos y cuentan con características muy específicas. El cazador mataba por una venganza contra las mujeres introyectada por el odio hacia su propia madre. Sus crímenes eran una forma perturbada de ajusticiamiento por el abuso, pasando de víctima a victimario. Era un asesino activo que disfrutaba matar porque así se sentía satisfecho. En cambio, El Rojo mataba únicamente a aquellos que osaran descubrir su doble vida o delatar el crimen de Daniela Solís, porque se trataba de mantener a toda costa la reputación de su familia y a suya propia a salvo de sus pecados. Era un asesino reactivo que mataba por necesidad. Su plan, su programa, a diferencia de El cazador, era únicamente guardar debajo de la alfombra aquellas muertes que pusieran en peligro su buen nombre y su fachada de hombre de familia, no un odio dirigido contra cierto tipo de sujeto o de persona. 

Sus caminos, cada cual tan sangriento como el otro, llevaron a diferentes puertos, de acuerdo a sus circunstancias vitales y sus más recónditas motivaciones. El deseo de El cazador era redimirse comenzando una nueva vida familiar con Piedad, luego de hacer a un lado a Rodrigo, su ex amigo y rival, inculpándolo de todos los crímenes contra las mujeres. El deseo de El Rojo era mantener su doble vida a la vez que salvaguardar su matrimonio perfecto, haciendo a un lado a todo aquel que perturbara ese objetivo. Distintos medios abyectos para conseguir fines igual o tan macabros. El melodrama de estos psicópatas, pese a poseer colores propios, acaba con ellos dentro de cada serie, se vuelve contra ellos en forma de karma. Y también interpela a los espectadores, quienes esperan alguna clase de justicia catártica, purgando al desviado, al malo, al psicópata, al villano que llevó toda la carga de la historia, y sobre el cual recae todo el peso de las consecuencias. El público no puede evitar sentir, a la vez, una fascinación culpable por estos personajes, porque, en el fondo, despiertan ese morbo oculto ante los ojos de la sociedad, esa necesidad de crear un monstruo, un chivo expiatorio sobre el cual proyectar los propios demonios internos. Es el precio de “ser” psicópata o, mejor dicho, el precio de volverse uno en la ficción, tejido de lo real. 



jueves, 26 de noviembre de 2020

Pregunta de un integrante del taller de Nietzsche “Así habló el pueblo”.

¿Estará la iglesia maradoniana pensando en beber la cicuta para cruzar de forma colectiva el último gran arco y, junto a la mano de Dios, anotar el último gran gol?

miércoles, 25 de noviembre de 2020

“Dios” ha muerto. Y no, no se trata de la clásica afirmación nietzscheana, se trata de la partida de Diego Armando Maradona. Con su muerte, el mundo del fútbol se ve envuelto de un aire sombrío, repleto de luto. Cada vez que la sociedad despide a uno de sus ídolos, algo también muere en sus seguidores. En el último video viral de Maradona, se le veía bailando con una mujer, con pasos erráticos, rayano en lo ridículo, totalmente consumido por la coca. Para algunos, decadencia; para otros, plenitud de una vida marcada por el ascenso heroico y culminada con el ocaso. La última vez que lo vieron fue bailando. No creería en un Dios que no supiese bailar, decía Nietzsche. Y así lo hizo Maradona. Bailó con la pelota en sus tiempos mozos, y lo hizo, al final de su carrera, como en un exabrupto. El héroe combatió en la cancha, ascendió al olimpo del fútbol, para luego retirarse y volverse un auténtico sátiro. Su leyenda le perdona sus años de miseria. Su leyenda le sobrevive. Ha muerto Dios, pero “La mano de Dios” permanecerá anotando aquel gol, ese milagro sin fin.
Píldora roja del día: cada quien arma la narrativa que le conviene.

martes, 24 de noviembre de 2020

 


Bajando por el cerro luego de visitar a mi abuelo, me llamó la atención un afiche del Rechazo a un costado de la Ex Morgue. Era el único. En el afiche figuraba un ángel con cuerpo de mujer, con largas alas blancas, cortándose las cadenas. Los colores asemejaban los de la bandera chilena. A pesar de la aplastante derrota del Rechazo, el afiche seguía ahí, en esa pared de la Ex Morgue, incólume, sin señal de haber sido destruido. ¿Estoicismo o sarcasmo? El curso de la historia había querido que el simbolismo de ese afiche tardío conectara con la remembranza agónica del espacio ahí instalado. Continué mi camino rumbo al próximo paradero, rumiando sobre esa mujer ángel liberada de sus cadenas que sería el hipotético Chile de los rechacistas si hubiese ganado su opción. La política, por muy sucia que parezca, tiene mucho de eso: de eros, delirio y ensoñación.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Una mañana, ella le mandó un mensaje de whatsapp diciendo que había soñado con él. Era un sueño extraño. Él la llevaba en un Uber y se quedaban hablando de un videojuego por horas. Absorto por la extrañeza del sueño y de la situación en sí misma, le preguntó qué más pasaba. Ella dijo que no sabía. Luego agregó que, de la ventana del auto para afuera, todo se veía oscuro. No dio mayores detalles. Sin embargo, lo más inaudito de todo, vino después. Ella le señaló que, en el asiento trasero, había dos niños, los cuales, supuestamente, él tenía que ir a dejar a alguna parte. No especificó dónde. Sorprendido por la referencia a estos niños, le preguntó a ella si eran suyos. Le dijo que no, que no lo eran. Después, le preguntó cómo terminaba el sueño, qué ocurría. Le contestó que la dejaba en su parada, pero, antes de eso, le daba la clave del videojuego al cual la invitaba a jugar.

Cuando ella acabó de relatarle su sueño, él le propuso que tenían que jugar aquel juego onírico, aunque no supiera exactamente de qué clase de juego se trataba. Ella respondió que sí. Entonces, le dijo que esos niños en la parte de atrás del Uber le habían intrigado Ella le dijo que quizá se trataba de una señal, una señal de que iba a ser padre. Él le respondió que podría ser una terrible premonición. La soñadora le terminó preguntando si iba a estar en la casa aquella tarde. Le dijo de inmediato que sí, que iba a estar, con la esperanza con ella. Al rato después, no volvió a decir nada. No respondió ningún mensaje.

Él, en tanto, se quedó en su casa, imaginando las posibles relaciones de ese sueño con su historia. Sabía que ella era aficionada a los videojuegos, pero ¿la alusión a jugar una partida con ella tendría que ver con una suerte de conexión íntima? ¿El juego habrá sido una metáfora de lo que estaban haciendo, o de lo que ella proponía? Lo que le llevó al misterio de los niños en la parte de atrás del auto. Ella mencionó que no eran suyos. Sin embargo, al rato, sugirió que la presencia de esos niños en el sueño puede significar que quizá sí le conciba como un padre, o como alguien que puede llegar a serlo. Él estaba lejos de quererlo, de desear serlo, aunque el magnetismo del sueño le llevó a imaginar la idea, por lo atractiva y bizarra.

¿Por qué niños a los cuales tenía que ir a dejar? ¿A dónde? ¿A alguna guardería, con su hipotética madre o, peor aún, a un orfanato? ¿Esa era su concepción sobre su persona, la de un posible cuidador o protector? Inmediatamente después, la sugerencia a formar parte de ese juego ¿habrá sido una propuesta subliminal para invitarla a su vida, o para jugar a que era parte de ella? En suma, la sola posibilidad de que le soñaran como un posible padre le producía una suma de ternura y ansiedad; y la asociación al juego dentro del sueño, o al sueño del juego, resultaba, por lo menos, tentadora, proviniendo de su imaginación desatada, de su aparente desapego al compromiso, promovido por su aire juvenil. Tal vez ella solo haya deseado soñar que ese juego se volvía realidad, para regocijarse en la idea sin que llegara a concretarse, para comunicársela y dejar instalada, ahí, en su interior, la semilla de esa conciencia: la terrible consciencia de ser padre.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

"Impregna mis escritos que el valor del mundo reside en nuestra interpretación (que quizás en alguna parte son posibles todavía otras interpretaciones que las meramente humanas); que las interpretaciones tradicionales son apreciaciones perspectivistas, gracias a las cuales podemos mantenernos con vida, es decir con voluntad de poder, de crecimiento del poder; que toda elevación del hombre comporta la superación de interpretaciones más limitadas; que todo refuerzo conseguido, toda extensión de poder, abre nuevas perspectivas y significa creer en nuevos horizontes. El mundo que nos es un poco tolerable es falso, es decir: no es ningún hecho, sino una invención poética y el redondeo a partir de una pequeña suma de observaciones; está «en flujo», como algo en devenir, como una falsedad siempre perpetuamente removida y que nunca se acerca a la verdad, pues no hay «verdad» alguna."

viernes, 20 de noviembre de 2020

“En nuestro jardín se asomaba una roca. Era mi piedra. A menudo cuando yo estaba solo, iba a sentarme sobre esa piedra y comenzaba, entonces, un juego fantástico, más o menos de este tipo: ¿Soy yo el que está sentado sobre la piedra? O ¿yo soy la piedra, sobre la cual él se sienta? No alimentaba dudas con respecto a que la piedra tuviese alguna relación conmigo y podía estar horas fascinado por su enigma.”. Así dice exactamente la cita de un homenaje a Carl Jung (de Werner Weick) citada por mi padre el día que fue a verme a la casa. Salió a colación a propósito de una conversación en torno a la posibilidad de repensar las cosas una y otra vez, en particular, los hechos de tu vida. La alusión a Jung vio la luz, sensiblemente, cuando tocábamos el tema de la muerte de mi primo, seguida de un comentario con respecto a los roces familiares. ¿Será posible pensarse, en momentos críticos de la vida, como aquel que se sienta sobre la piedra o, en su lugar, como la piedra que siente el sentarse sobre ella? Esa posibilidad de conciencia sobre la proyección creo que nos permite poner paños fríos a la experiencia vital, a ratos demasiado apasionada, febril, y visualizarla con altura de miras, desafiando un tanto la tiranía del ego. Le hice el alcance a mi viejo sobre la vez que se separó de mi madre. Él dijo que, en sus momentos más oscuros, se vio en el peor de los escenarios, pero luego se preguntó lo siguiente: ¿realmente quiero eso para mi vida, y para la de mi hijo? Y se propuso dejar a un lado las viles y traicioneras pasiones, tragarse el orgullo y visualizarse en otro futuro posible, con más templanza, decisión gracias a la cual él puede estar hablando conmigo estos temas, de hombre a hombre. (Jung decía: hay que volver consciente nuestra oscuridad). ¿Cuál era la línea de tiempo deseable? ¿Cuál era el curso de la historia menos adverso e ignominioso para uno mismo y para los que te rodean? Aquel que nos pudiera permitir esa despersonalización, para, en algún momento, ser esa piedra impenetrable y apacible sobre la cual se sienta el devenir de las cosas. La conciencia, la conciencia sobre nuestra propia oscuridad tenía que permitirnos otra oportunidad para recomenzar o retomar un hilo perdido, quebrado en la madeja del tiempo. Recobrar un equilibrio. Mi viejo acabó concluyendo, en un mensaje enviado después por whatsapp, “nuestra psique es un magma. Es toda una vida y más”.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Se precipita el clímax político para este año vírico. En Chile, una sucesión de eventos que han ido mermando la ya alicaída credibilidad del oficialismo. Me refiero a eventos como lo del caso Pío Nono que apunta a Carabineros; luego, el lapidario triunfo del Apruebo contra el Rechazo, ante un gobierno cada vez más dividido; después, el segundo retiro del 10% de la AFP, el cual, ante su avance vertiginoso, el Ejecutivo intenta poner freno mediante una grosera letra chica; y, por último, la remoción del general director de Carabineros, Rozas, por parte de Piñera. Todo apunta a que la crisis está infectando el sistema inmune de una institucionalidad cada vez menos asertiva y más errática. En Estados Unidos, mientras tanto, ganaba Biden frente a Trump, enfrentando un año de conspiraciones y levantamientos en su contra y tras una polémica jornada marcada por un supuesto fraude electoral. ¿Qué relación existe entonces con la seguidilla de acontecimientos ocurridos en Chilito, aparte de su sincronicidad temporal? Pues que constituye el contexto idóneo de una época de convulsiones y convalecencias no solo fisiológicas, también de enfermedades ideológicas, de contagios discursivos y de panaceas apócrifas. Puede que el famoso bicho haya sido una aberración fenoménica demasiado coincidente con el devenir de nuestra historia reciente; o bien, el necesario síntoma de una sociedad que se encamina poco a poco a cambios abruptos o giros dramáticos. De camino al 2021, todo se avizora como la antesala de una función mucho mayor. Es cosa de pensar en la elección de los posibles constituyentes de la nueva hipotética Carta Magna, o en el futuro del mandato de Piñera (pronto a acabar) en paralelo al triunfo demócrata en USA. Da la sensación que con este 2020 solo finaliza un primer acto de una gran obra, para dar paso a otro. Veremos si logra hacernos sintonía en medio del caos o si nos volverá a provocar otra brutal disonancia cognitiva.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

En la Universidad un compañero de curso me hizo un comentario super extraño, no recuerdo en qué contexto, antes de entrar a una clase x: “en volá el Palomo no existe”. Era en modo talla, en todo caso. No en mala. Lo quedé mirando con cara de extrañeza. Atinó a reírse, pero no pude seguirle el hilo. ¿A qué venía esa duda sobre mi existencia? El compañero empezó a explicar su ocurrencia, señalando que “en volá eres un actor, o suplantaste al verdadero Palomo”. En ese momento no dije nada, y me fui para la sala, limitándome a sonreír. Ahora me pregunto, a casi una década de ese acontecimiento: ¿qué chucha pasó? Puede que, fuera de hueveo, lo haya dicho por algo. Lo he estado pensando seriamente ahora último. En instantes de introspección y de soledad, sobreviene esa talla metafísica de aquel compañero como un maldito mantra ¿Quién cresta soy? ¿Y si de verdad no existo? ¿Y si aquel hermano mayor no fue una mera leyenda, y efectivamente nació en mi lugar? ¿Y si nunca mis padres se separaron cuando era pequeño? ¿Y si nunca tuve esta puta necesidad de llenar un vacío? ¿Y si nunca, en consecuencia, tuve relaciones sentimentales fallidas? ¿Y si nunca me sentí apartado de todos los demás? ¿Y si todo, en cambio, deja de acabar de forma abrupta, y consigue continuidad y plenitud de una vez por todas? En volá no existo como creo existir ¿la persona que creo ser no corresponde a la persona que efectivamente es? Sería, en todo caso, mucho más deseable plantearse la posibilidad de ser el actor de reparto de una historia que otro escribió. Tu existencia sería una farsa. Tu vida toda sería un montaje, pero al menos contarías con un auspicio por participación. Aceptar la propiedad y autenticidad de tu historia, por dura o indeseable que parezca, implica, por lo tanto, aceptar que nadie la auspicia. Nadie la sostendrá por ti. Nadie más que tú. Trágate esa píldora, y sigue el rollo.

martes, 17 de noviembre de 2020

Giuliana Llamoja

Descubrí a una poeta y abogada peruana llamada Giuliana Llamoja. Se hizo conocida en los medios de su país por un horrible crimen: matar a su madre de más de 60 puñaladas el año 2005. La condenaron a 20 años en un principio. Más tarde, le rebajaron la pena a 12. Finalmente, solo cumplió un tercio de esta pena, y salió en libertad por allá en el año 2009. Dicen que tuvo mucho que ver la influencia de su padre, un juez connotado (o sea, en buen chileno, "la sacó barata"). Al salir, Llamoja se dedicó a retomar su vida literaria. Publicó el 2010 un libro llamado "El amor y la Vía Láctea". Dos años después, el proceso judicial en su contra fue retomado, emitiendo una orden de detención por incumplir requisitos de libertad condicional. Se supone que esa orden quedó finalmente sin efecto, y hasta el día de hoy lleva una vida relativamente exitosa dentro del medio literario peruano y sobre todo al recibirse de abogada. Su caso es, por decir mucho, curioso, con tintes surrealistas. ¿Cómo se entiende que una parricida confesa haya tenido ese destino tan favorable? Muchos detractores la califican como "la reina de la impunidad y la corrupción judicial peruana". De todos modos, hizo de su historia algo absolutamente novelable. La literatura en consonancia con la vida tiene eso de sarcasmo y humor negro que subvierte el orden lógico de los acontecimientos, dando lugar a historias completamente fuera de guion. A pesar de lo execrable de su crimen, (jamás podría aceptar estar con una parricida) hay algo en Llamoja que me atrae muchísimo, algo inevitable, algo de femme fatale, un instinto tanático envuelto de belleza y de poesía. Leamos un poco de sus poemas para comprender su sentir, sin moralina. Con la mirada estética, artística, libre de prejuicios y consideraciones morales. 

DeciderEs noctuRnOS 

si mi carne no entiende al espíritu 
y mi espíritu se resiste a mi carne 

SEÑOR 

No me DEJES SER YO, SINO SÉ TU Y HAZTE HOMBRE. 

Dejemos entonces de jugar a la santidad 
si puedo dejar de ser mujer 
y empezar a ser trigo... 
.... trigo y entender al ser 
que vivo. 

SEÑOR 

He roto las alas en media estación 
Grávidas pululan las golondrinas 
Han llegado a tu ventana con un horizonte enmarcado de distintos soles 
Sol blanco, sol verde
Blanco blanco verde Verde 
pero sol, al fin y al cabo 

SEÑOR 

No me dejes ser yo sino sé tú y hazte como yo. 
Confíname entonces en la pantomima de tu mirada inefable 
O échame en tus brazos 
Y hagámonos UNO 

UNO porque no sólo de pan vivirá el hombre 
y en esta viandante cena 
que me duele tanto y tanto 
el pan que me debes es el que jamás yo he de pedir.


ANIMALES NOCTURNOS 

Has abierto la puerta pero no hallaste a Aleister Crowley
Escarbaste en el lecho de las vastas galerías
El jadeo de las antiguas y cálidas flores mutiladas buscándolo
La angustia ignota de quien va solo a la batalla del contagio con todo placer
Se escondió en el follaje sin tibieza susurrando su hambre
Y el goce de las desdichas que gritan el pecado de la bestia que liquidó el lenguaje
De los cristianos que insisten en murmurar mis defectos
Y reconocer la perfección del vals
Que danzan los cuerpos con un bastón ilegible en su brutal extrañeza
Te conjuran
Tú que perseguiste el sacrificio de las águilas en el fuego de las sábanas
Mírate aterido ebrio tras los sórdidos despojos
Como el soldado que pacta con el enemigo
Entregaste mi túnica mi demencia pronunciada por
El ulular de los lirios torpe cuerpo de actitud temblorosa y
Aquí estoy en
Cada esquina como un monumento
Graznando partituras perversas en la que copa que el
Vino derrama
En las cenizas
Tras el inocente resplandor que ocultan las legiones de
Ángeles coléricos de primitivos mortales condenados
Por el salvaje instrumento de tortura que
Escarba en parentesco de los cuervos y los ídolos que
Han hecho de su ruina un sudario destinado a
Secar la sangre armoniosa que recorre
El albedrío de los ahogados en las legiones ocultas
Para atravesar el césped destruyo animales nocturnos
Fieras sacrificadas por Aleister Crowley 
Imagino tus dominios
El sendero que persigo
Hoy tomaré tus piernas las hundiré entre las raíces de cualquier árbol e Invocaré tu nombre
Bautizaré a tus hijos y los coronaré con
La baba que expulso en la orilla
Con la rabia que se inocula en la puerta que no terminas de abrir
Trataré de expresar lo que nadie sabe
Las abluciones y los remedios mágicos
Que harán de ti un hombre puro
Y serás todo claridad
Tu origen bárbaro no te traicionará ni las palabras extranjeras que
Pronunciadas por un gélido epitafio nos
Digan that is enough that is enough ya basta ya basta
Es la humedad de la desgracia el invencible relámpago sepultado en el lenguaje
Donde te hallas desnudo y con frío
¡Agitemos la hiedra de las paredes!
Los agujeros de los muros
El sermón de los curas que ahogan niñas para la ceremonia de su iniciación
Y hay una mujer que canta
Cuyo eco madura en la fuerza de cualquier garganta
Con el ruido seductor de la belleza de un trueno en pie y
Una estatua bendecida por las niñas ahogadas por los curas
Con mi dedo rozo tu cráneo Aleister Crowley
La mitra que gobierna nuestra casa devastada por
Aquellas vírgenes más puras que esta grieta
Pero yo te llamo ven a mí y yo te llevaré a todas ellas
Escanciaré vino en su sexo sinfónico
Alistaré sábanas blancas misterios gozosos
Cerraré sus ojos para siempre
No quitaré mi mano
Estaré lista para impedir que profanen el sacrificio de tu eternidad
Y no podrán con mi delirio
Porque es demasiado tarde para arrancarnos los ojos y
Desmembrar esta córnea si intentan capturar mi luz
Mañana tomaré tu cuerpo
Escribiré con tus pies mi rostro mutilado por el tiempo

Y seré más de una en la harina de tus huesos




lunes, 16 de noviembre de 2020

Y yo me pregunto: si Johnny Depp perdió el juicio civil contra la revista The Sun por difamación a raíz de la causa que le achacó su ex esposa Amber Heard, (cuestión que casi le significa el fin de su carrera) ¿Qué le deparará al resto de los mortales en materia legal?

domingo, 15 de noviembre de 2020

Friedrich Nietzsche. El nihilismo: escritos póstumos (extracto)

"Se nota en mis primeros escritos una buena voluntad de horizontes no cerrados, una cierta prudente precaución frente a las convicciones, una desconfianza ante los embrujos y los astutos engaños a la conciencia que lleva consigo toda creencia fuerte; podrá verse en ello en parte la cautela del niño escaldado, del idealista engañado — más esencial me parece el instinto epicúreo de un amigo de las incógnitas que no quiere dejarse quitar fácilmente el carácter enigmático de las cosas, y finalmente, lo más esencial de todo, una aversión estética contra las grandes palabras virtuosas y absolutas, un gusto que se defiende de todas las oposiciones cuadradas, que desea una buena porción de inseguridad en las cosas y elimina las oposiciones, como amigo de los matices, de las sombras, de las luces de la tarde y de los mares infinitos".

Volumen IV (1885-1889)
Aquello de que los callados tienen las mentes más ruidosas suele parecer cliché, pero para aquel que, como su servidor, se sienta aludido, esa frase retumbará en su interior como en el loop eterno de una discoteca imaginaria a punto de vaciarse. Como bien decía Pavese en su Oficio de vivir (referente ineludible), "lo que más secretamente tememos siempre ocurre".

sábado, 14 de noviembre de 2020

El psicópata de Meiggs

El caso del colombiano Diego Ruiz Restrepo, el llamado “Psicópata de Meiggs” se hizo mediático hace poco por la crudeza de los hechos. El tipo deambulaba impune e indocumentado por Santiago y Estación Central, siguiendo un patrón común de violencia: atacaba preferentemente a personas desposeídas. Los ataques ocurrieron de plano durante el mes de noviembre. Según las pruebas, Diego Ruiz es un caminante solitario que salía a cazar a sus víctimas en situación de calle durante la noche. Los medios se preguntan si se trata de un asesino en serie. Descartan tajantemente esa posibilidad, por la sencilla razón de que la categoría de asesino en serie debe corresponder a un individuo que mata siguiendo un intervalo de tiempo y de acuerdo a un método fríamente calculado para burlar a la justicia. Sus crímenes entrarían dentro de una especie de programa o, si se quiere, de estructura. Diego Ruiz, al actuar durante solo algunos días y de manera impulsiva, no entraría dentro de esta definición. Su carácter de psicópata le viene dado por su sangre fría y falta de arrepentimiento al momento de realizar los crímenes, aunque no por la racionalidad en su ejecución, característica que sí lo volvería un asesino de corte serial a la manera clásica. 

Carlos Pinto nos entrega una visión más ampliada respecto a este caso, dando como antecedentes a verdaderos asesinos seriales provenientes de Colombia (porque, para él, Diego Ruiz sería más bien un “asesino múltiple” de corte explosivo). Sin ir más lejos, mencionaba a Pedro Alonso, el “Monstruo de Los Andes”, considerado quizá el mayor asesino serial de la historia, con más de 100 muertes confesas, y se estima que sean muchas más. Su foco estaba puesto en niñas y adolescentes. Lo más execrable de todo es que alcanzó a ser detenido en varias ocasiones pero, por motivos extraños, desapareció del mapa y hasta el día de hoy no se sabe nada sobre su paradero. Con esto, Carlos Pinto daba a entender que en Colombia han existido psicópatas asesinos en serie conocidos por el impacto y extensión de sus crímenes. Todos, además, tenían móviles particulares y apuntaban a cierta clase específica de víctimas.

La Doctora Cordero, por su parte, nos ofrece luces respecto a las posibles motivaciones del “psicópata de Meiggs”. Ella apuntaba al entorno de violencia y de represión en que seguramente se crio el sujeto, lo que lo convertiría, más que un serial killer, en un “asesino compulsivo”, lo cual no implicaría ininmputabilidad (aplicable para locos y dementes), sino que daría cuenta, según ella, de una organicidad cerebral (sic) que impulsaría al asesino a realizar sus ataques de manera secuencial, pero en un solo tiempo. Otra explicación para su actuar viene dada respecto al clásico dilema: ¿el psicópata nace o se hace? Para la Doctora, se hace, se fabrica. Basta con referirse al entorno familiar de Diego Ruiz, un entorno fuertemente evangélico, desde el cual, según la Doctora, podría haberse generado un “tufo” de mesianismo en la idea de acabar con los pecadores, a partir de una lectura psicopática del Antiguo Testamento (libro, por lo demás, bastante cruento, y que versa sobre un Dios vengador, a todas luces, cruel, criminal; por qué no, psicópata). Entonces, Diego Ruiz podría haberse adjudicado el derecho de acabar con los indigentes, creyéndolos agentes de pecado o sujetos indignos merecedores de la muerte, como un auténtico Luzbel encarnado, imponiendo, a su manera, un orden y una justicia en la tierra, solo legítima dentro de su mente perturbada. 

De todas formas, las lecturas conjuntas sobre el caso (la de Pinto y la de la Doctora) únicamente nos permiten esclarecer el perfil del psicópata colombiano, con tal de profundizar mejor en su intrincada naturaleza. Los detalles sobre los hechos de sangre y el grado de penalidad que le correspondería a Diego Ruiz son materia de investigación policial y le corresponderá a la justicia determinar la verdad y el destino del responsable. Dejémonos de ajusticiamientos chovinistas y de sesgos xenófobos; los psicópatas pueden estar ahí, aquí, en todas partes, y existen producto de una muy reconocible anomalía social, como la prueba viviente del descalabro de la moralidad.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Madre mariposa

Te preferí de entre una serie de chicas. Rubia espectacular, audaces facciones, baja estatura, figura curvilínea, acento extranjero. Desde el momento que apareciste supe que eras la elegida. Entraste al rato para comenzar a entrar en acción. Fuiste siempre muy clara desde el principio, estableciendo las condiciones sexuales para el acto. No hubo ningún problema. Como toda una profesional, comenzaste a limpiar con toallitas húmedas las zonas erógenas de ambos. Medidas de higiene necesarias. Una vez terminado el protocolo, algo de música para encender el ambiente. Bossa Nova puesto de manera muy tenue. La cama era de esas con cortina. Sin pensarlo demasiado, nos vimos imbuidos en una amalgama de tocaciones, miradas coquetas, besos; luego, oscilaciones, penetraciones, vaivenes; y, posteriormente, frenesí, conforme el placer ascendía y alcanzaba su punto orgásmico. Siempre acababas antes, mordiéndote los labios. Lo de uno tardó un poco más, y es algo que últimamente ha ocurrido muy a menudo. 

Antes de que acabara el tiempo, exhaustos a la orilla de la cama, nos dimos el tiempo de conversar. Estabas de espaldas, pensativa con la mano entre el mentón. Me arrimé a tu lado para preguntarte algunas cosas. Decías sentirte agobiada por el encierro del local, y por el hecho de no conocer a nadie por estos lares a excepción de tus compañeras de trabajo. Además contabas algo sobre tu hija en el sur de Chile, y tu objetivo era juntar el dinero necesario para ir a verla. Yo te decía que esa historia era admirable, y que demostraba que chicas como tú son tan estoicas y determinadas como cualquier otra fuera de este rubro, a ratos tan discriminado por su contexto y sus características. “La pega es pega”, decías, con la seguridad de quien no tenía nada que perder, trabajando en esto. Mientras tanto, mirabas fijamente la luz tenue del velador, con la música brasilera no dejando de sonar. 

De repente, me puse a llorar a tu lado, al confesarte que había sufrido un golpe emocional muy fuerte en mi vida hacía poco, y que valoraba mucho que tuvieras esa perspectiva, blindada contra todo prejuicio, concentrada en lo esencial: el amor, el amor a tus hijos y a tu vida. Producto de la emoción, soltaste también algunas lágrimas. Dijiste que ningún cliente antes se había abierto con ella de esa forma, ni tampoco quebrado al confesar este tipo de cosas. En ese momento, mucho mejor que la complicidad hipócrita de un cura, y que el consejo interesado de un psicólogo, era la compañía sincera de una prostituta la que logró curar mi derruido corazón, y aliviantar en algo mi conciencia atormentada. Me ofreciste unas toallitas para las lágrimas, y te levantaste para vestirte porque ya habían tocado a la puerta y se acababa el tiempo. Agradeciste todas aquellas palabras, y te fuiste a refugiar con las otras chicas, tus compañeras, para continuar la jornada, y planear así, de a poquito aquel ansiado reencuentro con tu hija en el Sur, quien sabe por qué motivos, tan alejadas una de la otra. Le avisé al portero que abriera la puerta de salida con el símbolo de la mariposa y salir así de regreso a la intemperie, el símbolo de la mariposa que poetizaba, a su vez, la singularidad de la belleza y la transformación.