jueves, 12 de mayo de 2022

"Profe, ¿Usted conoce la Tusi?", me preguntó el mismo chico que el otro día bromeó con haber estado en la cana. Le dije que no, que no conocía ninguna Tusi. Ya había leído sobre ella, pero preferí no decirle nada, así que el cabro dijo que me acercara a él. "¿Quiere un poco?", me volvió a preguntar, alzando el brazo derecho con el puño cerrado, en señal de estar ofreciendo algo que mantenía oculto. Caminé hasta ponerme junto al cabro. "A ver, muéstreme lo que tiene ahí", le dije, pidiéndole que abriera su puño. El cabro rio y abrió lentamente la palma de la mano, que no tenía nada. "Igual quería, profe", comentó, ante la mirada traviesa de los compañeros que le seguían la corriente.
Si el lenguaje es la casa del ser, yo habito entre el ruido y el silencio.