miércoles, 5 de febrero de 2014

Llegando de un bajón donde el compañero yuri, un par de pendejas que venían de plazuela ecuador pidieron un guerrillero (churrasco solo). Sorprendido ante semejante pedido, no pude sino cooperar con la política del hambre de la calle. Pedí un proletario sin otra opción (completo italiano). El compañero, orgulloso de su apetitosa parrilla de la revolución, me pregunta sobre la orden señalando cómo la quería, y yo, con toda la carga histórica en la guata, le respondí: ¡bien asalariado!. Inmediatamente pensé en la historia como un gran carro de comida rápida, donde se aprecia el surtido menú de clases: Las pendejas, aún con entusiasmo, (pagadas por sus papis), optaron por una revolución llena de condimento. Yo en cambio, solitario, dentro de la masa pero lejos de su fiesta, a esas alturas de la noche, preferí la pura reforma, con aliño suficiente para reformar el estómago y el vacío que dejó el último fin de mes.