martes, 1 de agosto de 2023

Mini cuento crónica sobre una noche de pasión y locura el fin de semana ¿Realismo sucio? Juzgue usted:

"¿Y quién dijo que ibas a salir vivo de mi casa?", me dijo la chica que conocí en el Pajarito en junio. Lo dijo cuando acabábamos de tirar en la mañana y conversábamos sobre su carrera de psicología y la serie Dahmer. "¿Me harás pedazos?", le contesté, mirándola a los ojos. "Enterito", contestó, bien pícara. ¿En qué película habré visto una escena parecida? ¿En qué novela la habré leído? De pronto, me vi conversando con ella en clave sarcástica, influido por tanta acción.
Para el taller de literatura, estamos realizando una antología de textos literarios de diversos géneros. Estamos en el microcuento. Una alumna escribió uno que me gustó. Lo comparto con ustedes, a ver qué dicen:

La compra imposible

Un hombre sacó su tarjeta para pagarle las compras a la cajera del supermercado. Sin embargo, no pudo. “Tarjeta inválida”, decía la máquina de Transbank.
Con toda la fila atrás, avergonzado, intentó buscar algo de dinero entre sus bolsillos. No tenía nada. Así que le dijo a la cajera que iría en busca de efectivo, pero nunca regresó.
Lo mismo ocurrió con la siguiente persona en espera, hasta que la fila entera acabó sin concretar su compra.
Al otro día, misteriosamente, la cuenta de todos figuraba en saldo cero.
Nunca se trató de pensamiento crítico, siempre se trató de pensamiento único.
Recuerdo de hace diez años.

Me asalta la frase del profesor Misseroni respecto a la Ilíada: "La guerra de Troya fue un lío de faldas". Y de inmediato doy con el alcance en forma de metáfora: La relación épica entre la guerra, el amor y el Estado. He aquí que los límites entre ellos se tornan difusos, hasta el punto de la confusión.

"(...) los griegos aparecen ante nosotros, ya a priori, precisamente por la grandeza de su arte, como los hombres políticos por excelencia; y en verdad, la historia no nos presenta un segundo ejemplo de tan prodigioso desarrollo de los instintos políticos, de tal subordinación de todos los demás intereses al interés del Estado, si no es acaso, y por analogía de razones, el que dieron los hombres del Renacimiento en Italia. Tan excesivo era en los griegos dicho instinto, que continuamente se vuelve contra ellos mismos y clava sus dientes en su propia carne. Ese celo sangriento que vemos extenderse de ciudad en ciudad, de partido en partido; esta ansia homicida de aquellas pequeñas contiendas; la expresión triunfal de tigres que mostraban ante el cadáver del enemigo; en suma, la incesante renovación de aquellas escenas de la guerra de Troya, en cuya contemplación se embriagaba Homero como puro heleno, ¿qué significa toda esta barbarie del Estado griego, de dónde saca su disculpa ante el tribunal de la eterna justicia? Ante él aparece altivo y tranquilo el Estado y de su mano conduce a la mujer radiante de belleza, a la sociedad griega. Por esa Helena se hizo aquella guerra, ¿qué juez venerable y sensato la condenaría?" Nietzsche, Cinco prefacios para cinco libros no escritos.