domingo, 6 de abril de 2025

Sobre modelos influencers y filósofos hechos por IA: hacia una nueva era tecnocrática. (columna de opinión)

Como ya sabrán algunos, la IA no solo ha generado revuelo al replicar de manera impune y de forma apócrifa el "estilo Ghibli" que es un remedo del trazo de Miyazaki, sino que ha ido mucho más allá. En lo que puede considerarse una "proeza", la IA ha llegado a crear personalidades ficticias, tales como "Aitana López", una modelo influencer creada por la agencia de modelos The Clueless. Aitana cuenta con todas las características que la harían una modelo exitosa: juvenil, hermosa, voluptuosa y de espíritu aventurero, siempre rodeada de lujos y en sintonía con las modas del presente. De hecho, hasta tiene Onlyfans. Una verdadera emprendedora, "princesa de las redes" hecha a la medida, con miles de seguidores, en su mayoría, masculinos (por obvias razones). Dirá el posmoderno Baudrillard: vivimos en la era del Simulacro, en el que el simulacro es más real que lo Real ¿Qué podría salir mal, después de todo? Ciertamente, la agencia se embolsó una exorbitante cantidad de dinero, gracias a los ingresos generados por Aitana y por el costo de las suscripciones a sus canales. Bendito poder financiero.

Podría pensarse que la IA, hasta el momento, solo es capaz de generar personalidades ficticias acordes al "mundo líquido" de los influencers, dada su capacidad para producir imágenes realistas en serie y sin mediar el proceso creativo que implicaría un trabajo a pulso. Sin embargo, nos quedamos cortos. La IA va por más, y piensa saturar y monopolizar cada dimensión de lo humano. Hace poco salió la noticia sobre un supuesto filósofo chino llamado Jianwei Xun, quien había impactado el mundo editorial europeo con un libro llamado "Hypnocracia. Trump, Musk y la arquitectura de la realidad". Según cuentan, el libro introducía la idea, ya bastante estudiada, sobre los nuevos métodos de manipulación empleados en la sociedad moderna. “Existimos en un estado de hipnosis permanente”, es la tesis que se dejaba leer en algunas de sus páginas. Fue tal el revuelo que causó el libro que fue comentado en muchos círculos académicos, y hasta fue citado en varios artículos de diferentes países, volviéndolo un fenómeno "viral". Incluso, se realizó una mesa redonda llamada "Metamorfosis de la democracia, cómo la inteligencia artificial quiebra la gobernanza digital y redefine nuestra política", la cual fue celebrada en Cannes y en la que se debatía precisamente sobre la temática de Hypnocracia y su implicancia para el futuro. ¿Qué pasó finalmente con el libro y con el autor? Pues, lo que ya pueden intuir: todo resultó ser un fraude. Nunca existió el filósofo, era una creación de la IA. Irónico. ¿Cómo se descubrió el fraude? gracias a una periodista italiana, Sabina Minardi, quien, luego de intentar contactar con el autor, sin éxito, acabó destapando las conversaciones del profesor Andrea Colamedici, que firmaba como traductor del libro, aunque, en el fondo, era el autor con el mecanismo que lo hizo posible. 

Tras la revelación, muchos han pegado el grito en el cielo y le reprochan el engaño al autor del libro, autor inexistente, por cierto, pero ¿inexistente en qué sentido? He ahí el dilema. Resulta que algunos han intentado validar la legitimidad del libro, pese a no ser escrito por un filósofo real. Sujetos como Emilio Carelli, director de L’Espresso, ha llegado a decir que "si las tesis de este libro son correctas, o al menos han logrado suscitar un intenso debate cultural, ¿qué importa que hayan sido escritas por Inteligencia Artificial? ¿O, como en este caso, fueron co-creados con IA?". Careli se pregunta si podría este modelo, de verdad, abrir camino a una nueva manera de hacer filosofía. Un verdadero filósofo "rockstar" como Byung Chul Han le rebatiría y le diría que "la Inteligencia Artificial no razona, sino que computa. Los algoritmos sustituyen a los argumentos". Por ende, un argumento computado jamás podría equivaler a la razón filosófica. Y ese es el punto de todo esto: forzar los principios de la lógica y la razón clásicas, de corte aristotélico, hasta hacerlos indistinguibes de la neológica digital y virtual, de cariz relativista, posmoderno y materialista.

Volvemos a la clásica Ventana de Overton. Están sentando precedentes que podrían impactar al principio, pero que, a la larga, se proponen como una futura norma. ¿Qué decía Joseph Overton sobre las nuevas ideas? Decía que la ventana de las ideas en sociedad se va abriendo de manera gradual y progresiva, siguiendo un continuum, hasta convertir en aceptables las ideas que, en un comienzo, se tenían por impensables y radicales, con tal de lograr una asimilación mucho más efectiva. Y el concepto de Overton podría aplicarse perfectamente para la política de la Inteligencia Artificial en materia humana: incorporar algo novedoso, atractivo y estimulante dentro del campo simbólico, cooptado por lo visual e instantáneo, para introducir de manera paulatina las ideas fuerza de la nueva tecnocracia, el tránsito hacia el paradigma de la "Cuarta Revolución Industrial", en el que la propuesta de los tecnócratas apunta, cada vez más, hacia la disolución de las fronteras entre lo físico, lo digital y lo orgánico. Ese es el horizonte, y tanto la bella Aitana como el reputado filósofo Jianwei Xun fueron algunos de los tantos pilotos para este nuevo experimento a gran escala. Afírmense, que seguiremos viendo cuestiones todavía más audaces. Vuelvan a ver Black Mirror o Blade Runner 2049 y se harán una idea remota. La cuestión es programarnos para lo que se viene, que es incalculable en su proyección y en su potencial.