miércoles, 9 de agosto de 2017

Me despierto a las 7 y media, pero solo para ir al baño, botar los pañuelos usados y volver a la cama. Era la hora en que debía salir de la casa para trabajar. Pero no. Olvidaba que tenía la mañana libre. Duermo otro tanto y despierto a mediodía. Sueños raros de por medio. Húmedos. Pasados a película. El día nublado. El vecino del depa pregunta si acaso va a llover. Nadie le contesta. En eso tomo un poco de la limonada dejada sobre el velador. De fondo comienza a sonar una ópera, una ópera traviata. Viene del colegio del frente. Alguna suerte de acto o algo por el estilo. Unos perros comienzan a ladrar. Al terminar, suena el timbre. Todos adentro. Abro la ventana creyendo que con eso los bichos se irán volando. Y con ellos, los restos de la noche. Entonces, de nuevo, el silencio.