martes, 18 de agosto de 2020

Dos procesos de naturaleza judicial corren en paralelo. Por un lado, se realiza la formalización del imputado Hernán Calderón hijo por parricidio frustrado o delito de lesiones en contexto de violencia intrafamiliar en contra de su padre, Hernán Calderón. Por otro lado, se debate en el plano político respecto a la huelga de hambre del condenado Celestino Córdova, la cual pasaría a ser huelga de hambre seca con motivo de su protesta para ser excarcelado y cumplir su pena en una comunidad mapuche. Esto mantiene en suspenso el proceso penal mediante la deliberación de las negociaciones entre el Ministerio de Justicia y la vocería del machi. ¿Qué relación puede existir entre estos dos procesos judiciales tan disímiles? Pues, que dejan entrever los vericuetos legales y las implicancias culturales y políticas de nuestra jurisdicción. Del caso Calderón –aún en etapa investigativa- se puede afirmar que la presión mediática –como ha señalado un abogado y un ex fiscal involucrado en el caso- es capaz de influir directamente en los fallos de la justicia, siendo su carácter de connotación pública un factor de peso que incline decididamente la balanza hacia un lado u otro. Esto genera la sensación de que, en efecto, el acceso a la justicia no es igual para todos, independiente de que así esté escrito, y que la condición mediática y económica de los implicados sí hace la diferencia a la hora de su procesamiento, lo cual, ante el rostro imparcial de la ley, no debería ser. Del caso del machi condenado por el crimen contra la familia Luchsinger Mackay se puede señalar que influyen otras aristas, como es el tema de la causa mapuche en el territorio de la Araucanía, a la cual se suma la participación de grupos considerados “terroristas” por el gobierno de turno, situación que a su vez influyó en el fallo judicial, presionando para que el crimen imputado fuese calificado precisamente de terrorista y sentara un precedente para todas las sublevaciones de ese tenor en la zona sur del país. Por eso mismo, se avivan las tensiones entre el Estado chileno y ciertos bandos militantes asociados a la causa mapuche, a propósito del caso del machi, para generar un conflicto tal que empuje a una de las partes a ceder ante los términos de la otra. En definitiva: ¿será condenado finalmente Hernán Calderón hijo por lesiones o parricidio? ¿Seguirá adelante su padre con la denuncia, pese a las ulteriores consecuencias? ¿Celestino Córdova radicalizará su huelga en aras de la libertad? ¿El gobierno pondrá mano dura, mantendrá su oferta o se verá obligado a ceder, con tal de no recrudecer la situación en la Araucanía? De la justicia deviene un mantra de poder, y Chile hoy por hoy se ha vuelto el escenario y al mismo tiempo el espectador que atestigua ese devenir.