lunes, 18 de noviembre de 2019

El sábado en la tarde, Ripley abrió. Una pura reja permitía el acceso de los pocos que por allí se asomaban tímidamente, por entre los extintos vidrios del retail que ahora figura prácticamente un bunker comercial. Al pasar por ahí, alcancé a cachar una larga fila de motivos navideños dejados en vitrina. En ellos, extrañamente, no figuraba Papá Noel. Pensar que a estas alturas del año la Plaza ya estaría llena de puestos verdes para la venta de todo tipo de artículos de Navidad, pero ahora con suerte se asoma el negocio minorista con papeletas advirtiendo "no robar acá" o bien con uno que otro grabado contra la policía, el gobierno o a favor del estallido. Recordé de pronto el titular de noticia que había salido el otro día: "Consumidores han dejado de comprar productos que no son de primera necesidad". Justo en el momento del recuerdo, una señora salió a través de la reja con un regalo entre las manos. Por la forma del envoltorio parecía un arbolito o un artefacto desconocido. Era la única persona en toda la cuadra con un regalo de esas proporciones.