viernes, 23 de febrero de 2018

Europe, Viña 2018

Contaba un loco (el “Glam americano”) que lo que la llevaba en los ochenta era el heavy metal y, en particular, el glam. No así el thrash que era una volada más under. El heavy era lo comercial y el símbolo de los cassettes que vendían en las disquerías del Parque Arauco era una espada. Dentro de esta categoría se ubican los Europe, glam metal desde Suecia, junto a otros grupos de la onda de Motley Crue, Quiet Riot, Ratt, etc. Para marcar la diferencia con el heavy metal tradicional se estilaba la estética producida, el maquillaje, los peinados, las vestimentas, de ahí la etiqueta de Hair metal para hablar de una serie de bandas que, tocando en clave heavy, adoptaban la parada y la extravagancia de las bandas de glam rock de los setenta, entre ellas, Alice Cooper, T Rex, Sweet, Roxy Music. Inclusive los propios Kiss. Pero habrían sido los finlandeses de Hanoi Rocks los verdaderos pioneros, los primeros en asumir el concepto de glam metal con todas sus letras. A la forma también se suma el fondo: los excesos, el desenfreno, como el de los propios Europe en sus años mozos, luego de presentarse en Viña en el año 90, tras el lanzamiento de su ya clásico The final countdown. Según dicen en aquella época la banda protagonizó un numerito en la disco César de Reñaca. Habrían llegado borrachos y se habrían enojado con unos camarógrafos, para luego intentar ligar con unas chicas en la pista de baile, solo para ser expulsados en el acto por los guardias de seguridad debido al jugo constante. Aquella noche habría sido desastrosa pero digna de espíritu rocanrolero. Un periodista le preguntaba a Joey Tempest, el vocalista, durante la conferencia de prensa de ayer, por qué ese rock de los ochenta, con todo su estilo y su actitud, no mantuvo su influencia en el tiempo. Tempest le respondía que era porque la industria musical simplemente había cambiado. Ya en los noventa, el Grunge había opacado el reinado del heavy y del glam. Pero se trataba, según Tempest, de mantener viva la esencia del rock mediante el talento y la calidad musical, a pesar de perder aquella mística de la juventud. El conteo final comienza. Los chicos ya han dejado atrás el disfraz glamoroso, ya han olvidado aquella antigua locura de sus mejores años, pero siguen vibrando ante el sonido de las guitarras, la elegancia de los teclados y ante el apetito de un Monstruo que esperan que ruja como nunca, hambriento de nostalgia.
Anti máxima del humorista: todo, absolutamente todo es susceptible de hueveo.