miércoles, 8 de febrero de 2023

Para poder interpretar de manera ficticia la dinámica del poder en la geopolítica mundial, hay que empezar a analogarla ya no con Star Wars, sino que con Juego de Tronos. Es decir, no una trama épica entre bandos antagónicos enfrentados, sino que una batalla sin fin entre diferentes polos que se disputan la hegemonía, con intervalos de tregua, negociación y lucha encarnizada.

La Gran Conspiración (ejercicio poético)

Y si te dijera que todo por lo cual luchamos alguna vez fue otra falsa bandera del sistema para perpetuarse a sí mismo, ¿Qué me dirías?

¿Qué pasaría si te dijera que todo lo que deseábamos cambiar, todos esos bríos entusiastas, todas las pancartas que tan ansiosamente seguíamos y animábamos, no fueron sino la sutil ingeniería social de unas cuantas redes de influencia incomprensibles a nuestro entendimiento?

¿Qué pasaría si te dijera que todo, absolutamente todo, estuvo pensado y calculado desde un comienzo para precipitar este pesadillesco estado de cosas, con el fin de empujar, a toda costa, un cambio de paradigma a partir del orden en el caos?

¿Qué pasaría si te dijera que aún vivimos sin sublimar nuestra sombra y en cualquier momento volvemos a desconocernos el uno al otro, en esta grotesca e infinita batalla de espejos?

¿Qué pasaría si te dijera que todo lo que alguna vez nos dijimos, incluso lo que llegamos a pensar del otro, ya fue registrado y repetido hasta el hartazgo, para formar parte de un palimpsesto que está condenado a recrear, una y otra vez, quizá en otra vida, tanto los instantes luminosos como tormentosos de nuestra ínfima pero intensa temporada en el acabóse?

¿Qué pasaría si te dijera que nuestras verdades más arraigadas son solo un remedo de aquellas ideas que andan circulando impunemente, sin el suficiente contraste, en una cámara de eco que ensordece, de manera insospechada, nuestra capacidad de intelección?

¿Qué pasaría si te dijera que la desintegración de nuestros lazos fue directamente proporcional a la desintegración del mundo y sus instituciones? ¿Que toda la pasión que nos profesamos en su minuto fue tejiendo una trama oscura con resonancia en el contexto político, acaso sin posibilidad de redención ni de rendición?

¿Qué pasaría si te dijera que todas aquellas personas que, en su momento, creímos de confianza, mudaron de pronto sus intenciones o dejaron entrever sus auténticos móviles sin mediar aviso, únicamente basados en causas de moda, impulsados por el avasallante devenir de los acontecimientos del mundo, propiciando una verdadera ”tormenta perfecta"?

¿Y si te dijera que lo nuestro siempre fue un espectáculo, nada más que un espectáculo montado para la vitrina y para el vulgo, una ventana abierta en una casa de cristal?

¿Y si tanto las rabias como los júbilos, incluyendo los procesos y sus consecuencias, siempre fueron un simulacro, una escenificación grotesca y trasnochada de los espejos del otro? ¿Y la verdad, sombra impostora, nunca estuvo allí donde creímos que estaba?

¿Qué pasaría si te dijera que hace falta más que una mirada aguda para ver a través de nuestros más enraizados relatos? ¿Que todo aquello que una vez observamos con la más nítida promesa de futuro, ahora nos acorrala y nos vigila sin siquiera advertirlo, velando por mantenernos a la vista, más acá del velo?

¿Qué pasaría si te dijera que toda aparente disidencia al sistema no es más que otra cabeza de la gran Hidra que nos somete? ¿Otra maniobra cuidadosamente calculada para hacernos caer una y otra vez en las infaustas redes de la Bestia, enrevesadas e incomprensibles para el ojo de la ideología?

¿Qué pasaría si te dijera que nunca hubo solidez a la cual arrimarnos y siempre navegamos, evanescentes, hacia el naufragio, en el mar de la disolución, sobre todo, cuando las palabras amor, democracia y política perdieron sus contornos y su semántica originaria?

¿Qué pasaría si te dijera que detrás de toda proyección al otro, subyace la propia sombra y el miedo a su reconocimiento? ¿Será por eso que insisten en diluirnos bajo categorías estancas, deshumanizarnos al punto de destruirnos entre nosotros mismos, manipulando nuestra cuota de oscuridad, sin poder integrarla?

¿Qué pasaría si te dijera que todo fue una pura mascarada y que hay mucha más opacidad tras el tejido de los sueños?

¿Que detrás de los ideales que seguimos con tanta insistencia, estaban los mismos que financiaron el sistema que combatimos?

¿Que aquellos rebeldes que creímos incorruptibles, escondían su propia agenda secreta y servían a intereses todavía ocultos al profano?

¿Que detrás de cada supuesto despertar se sobrepuso otra ilusión que procuraba mantenernos en un estado de sonambulismo, divorciados de la propia consciencia?

Ven, querida, y desmontemos juntos nuestras narrativas y relatos más intrincados.

Abandonemos, de una vez por todas, la lógica del divide et impera

Destruyamos la vil carcasa de la ideologización.

Ven, y cuestionemos el dogma que nos mantenía escindidos de por vida.

A menos que aún creas en el fondo de la Madriguera del Conejo

O en la Gran Conspiración detrás del teatro del mundo.