sábado, 24 de abril de 2021

Año 3000

Hace unos días, el cuidador de autos me preguntó si acaso sabía cuántas letras debía contener un párrafo. Le respondí que eso dependía de la idea principal y su posterior desarrollo. El cuidador asintió levemente. Me explicó que tenía pensado escribir un texto. “¿Sobre qué?”, le pregunté. “Sobre el año 3000”, respondió él, con un gesto de convencimiento.

-¿Cómo así?-.

- Pues, verá, quiero escribir sobre ese año

-¿Algo así como ciencia ficción?

-No, algo real. Escribiré sobre cómo será el mundo en ese año

Inmediatamente, me di cuenta que el cuidador de autos tenía la ambición de un escritor cualquiera, solo que lo negaba, replicando que se trataría de una obra realista.

-Bastante ambicioso usted-, le dije-.

-¿Cómo que ambicioso? No pueh, será algo necesario.

-¿Usted cree?

-Así es, por eso le pido, como usted es profe, que me ayude.

-Me entretuvo la idea, lo ayudaré, pero primero tiene que escribir.

-Claro, eso es lo que haré….

-¿Y por qué quiere escribir sobre el 3000? Una fecha un tanto lejana.

-Sí, lo que pasa es que no sé si usted se ha fijado, pero como que el mundo se ha estancado, nos tienen a todos encerrados, a pesar de todos los avances en tecnología, yo he visto cosas increíbles, incluso demás que hay cuestiones que no nos quieren mostrar-.

-En eso estoy de acuerdo.

-Mire, acérquese.

Me acerqué al cuidador y me mostró un video con su celular. En este se veía un auto eléctrico estacionado justo al frente de la casa. Un Tesla modelo S. Un auto que no se veía todos los días.

-¿Y de quién es?

-De un dueño de por acá… ¿no ve? Puro corte, y yo ahí cuidándolo, echándole una manito.

-Sí, está pulento el carro.

-Siiii pueh… entonces como le decía, el mundo ha cambiado para bien, hay plata, hay tecnología, hay cabeza pa estas cosas, y de repente viene un virus, y nos dejan la cagá ¿no le parece raro?

Y ahora no podemos ni salir, si yo cacho que ya hay viajes al espacio.

-Efectivamente, ¿ubica a Elon Musk?

-No ¿quién es?

-Él lanzó hace poco un proyecto para viajar a Marte.

-¿No ve? Eso es lo que le digo… En el año 3000, eso será realidad. Le apuesto que en ese tiempo no será necesario quedarse acá en este planeta. Se podrá viajar y trabajar en el espacio.

-Ahora que lo dice, es muy posible. Si somos optimistas, y la humanidad sigue existiendo…

-Sí pues, profe, por supuesto, si está todo cocinado… para ese año le digo, todo esto que a usted le parece ciencia ficción, será realidad, la legal… Por eso le pido ayuda con lo que quiero escribir.

-No hay problema, en cuanto empiece le doy una mano.

-Sí, pero primero tengo que escribir un índice.

En ese momento, pensé dentro de mí que el cuidador, lejos de tomárselo en broma, se estaba tomando muy en serio su bizarro proyecto de escritura. Era cosa de notar su seriedad al expresarse y palpar la convicción sobre lo que haría.

-¿Cómo un índice?- le pregunté.

-Un índice, para indicar lo que voy a escribir.

-Ah, como una especie de introducción…

-Claro pueh, esa es la idea. En el índice dejaré en claro lo que busco.

-Oiga, pero déjeme decirle que esa idea suya da para libro.

-Para libro, sí, pero quiero ir de a poco… primero quiero hacer el índice, profe.

-Es harta pega, aunque con su entusiasmo demás la hace.

-Sí pueh, yo soy consciente de que esto va a tomar caleta de tiempo, y que voy a necesitar ayuda, por eso recurro a usted.

-Pues para eso estamos, anímese a escribir no más, hay que arrojarse.

-Eso haré… y otra cosa ¿usted puede patentar la idea?

-¿Cómo así?

-Usted sabe, derechos de autor y esas cuestiones.

-Primero tiene que escribir el libro y de ahí, si quiere publicarlo, aplica.

-Ah, lo que pasa es que esta idea estoy seguro me la pueden robar, así que prefiero patentarla. Usted sabe cómo hacerlo, usted puede mover los hilos.

En otra ocasión, el cuidador me había solicitado hablar directamente con la RAE para corregir la redundancia de las expresiones “subir pa arriba” y “bajar pa abajo”. Por supuesto, desconociendo que uno apenas tiene autoridad en la sala de clases virtuales. El cuidador, con todo candor, creía que yo tenía el poder para influir en la RAE y creyó que yo podía ayudarle a patentar un texto no escrito. Al parecer, para el cuidador, uno como profe cuenta con muchas más atribuciones de las que realmente tiene. Sin embargo, era precisamente eso lo que me hacía seguir hablando con este agradable sujeto.

-Entonces, quedamos en eso ¿no?, preguntó el cuidador, convencido de que yo iba a ayudarlo con la escritura de su texto.

-Claro que sí, estimado, solo dígame cuándo y yo le aplico-.

-Mire, deme dos meses ¿usted va a estar acá todavía?

-Sí-

-Genial, entonces en dos meses más le voy a escribir el índice del texto pa que vea.

-Me parece.

-Entonces ahí verá lo del año 3000… hasta podríamos ser socios ¿no cree?

-¿Una cooperativa, dice usted?

-Sí pueh, si usted me va a ayudar.

-No hay problema, espero ese escrito.

-Estamos trabajando entonces.

Nos dimos la mano y luego le hice un guiño con el ojo en señal de afirmación, antes de abrir la reja y volver a la casa. En dos meses más, el cuidador prometería volver con el índice del libro sobre su futuro hipotético.

Al consultar algunos textos, di con el Harrison Bergeron de Kurt Vonnegut. Se trata de un rebelde soñador en el año 2081, contexto distópico en el que todas las personas son iguales por decreto político. Quién sabe. Tal vez, nuestro cuidador de autos sea una especie de Bergeron anónimo, sin siquiera saberlo, y el futuro que él asegura escribirá en su libro sea muy parecido al descrito por Vonnegut. O puede que sea un completo desastre, y haya que volver al pasado y reeditar la historia completa.