miércoles, 23 de enero de 2019

Cuando Maduro viajó al futuro y volvió, cambió esta línea de tiempo. Ahora quedó la cagá en el presente, con "dos Presidentes" y los yanquis metiendo la cola. La disrupción del orden temporal tiene sus consecuencias. Eso cualquier mandatario debería saberlo.
Después de conocer las irregularidades del municipio de Viña, en lo que sería llamado como “Cotygate”, un sujeto NN en la radio Ritoque opinó que la ciudad jardín se está “valparizando”, y aludió a un meme viral que está circulando en el que la Reginato aparece sacándose el maquillaje para luego ser sustituido su rostro por el del guatón Pinto, también criticado en su tiempo por algo similar, traducido en un importante déficit financiero con negocios y acciones truchas. En el fondo, y esto ninguno de los de allá quiere confesarlo, Viña siempre ha escondido detrás de su fachada la otra cara, la de la ignominia. Es cosa de subir a las tomas. Es cosa de cachar el desfalco. Valpo también tiene su lado b pero no pretende ocultarlo. He de ahí tal vez el calificativo “valparizar”. El despelote ya casi se ha vuelto santo y seña de la identidad porteña. En todo caso, su contraparte vendría siendo esa Viña que el Cotygate está comenzando a empañar. Valparaíso y Viña, unidos como por una insolencia del diseño urbano, costas insufribles en su contigüidad. Cada cual se cree el casero y ve en el otro el vecino incómodo. Un contrajuego de espejos. Una tensión entre hermanos gemelos unidos por una membrana geográfica, pero algo así como aquellos hermanos de la película de Cronenberg, Dead Ringers: una relación de encubrimiento y desvelamiento, acaso sin otra resolución que la vergüenza ajena.
El fallecimiento de la niña Paula Díaz sin la eutanasia que le imploró a los gobiernos de Bachelet y Piñera, representa la derrota de un laicismo prácticamente inexistente, y el triunfo de la hipocresía religiosa, a la vez que encarna la indolencia de una axiología que se jacta de la sacralidad de la vida, siempre y cuando el viviente (incluso agonizante) no la cuestione y no suplique por su legítima muerte. Tu vida, para el dogmático, no te pertenece, menos tu muerte. Debes respetar la Vida, ese cuerpo que tienes de paso, aun cuando sufras, porque cualquier atentado de tu parte en su contra se vuelve un acto antinatural, y entonces no habrá allí ley terrenal que pueda redimirte. En suma, nace, sal del vientre de tu madre, haz lo posible por vivir la vida, y ni se te ocurra matarte si no puedes vivirla, porque solo tu Creador estará en condiciones de llevarte para el patio de los callados y juzgarte en el más allá.