sábado, 11 de abril de 2015



Hoy cerca de Francia, en la intersección de Chacabuco, un accidente donde un Renault Blanco resultó completamente averiado por el impacto provocado por un colectivo local. En la escena periodistas, gente que auxiliaba al conductor del Renault, paramédicos, el conductor del colectivo urgido llamando por teléfono, la gente impávida, lo habitual. Recordé a Camus con su legendaria frase de que no hay nada más absurdo que morir en un accidente vehicular, mucho antes de que él mismo muriera en esas condiciones. Nietzsche decía que no hay hechos objetivos, sino que meras interpretaciones de los hechos. Yo mismo como transeunte impertérrito, cruzando el paso de cebra mientras a la mitad de la cuadra presencio el hecho, soy una mera interpretación ambulante. Evito hablar desde el yo. Se intenta cruzar la línea entre el hecho y el mero espectáculo público pero se teme chocar en el intento. Tomar nota, observar, moverse no resuelve nada: cada quien cree tener un pedazo de la verdad que acabó de chocar contra el tráfico a toda velocidad y contra la lógica más rápido que la velocidad del absurdo.