martes, 18 de marzo de 2014

El ladrón del cerebro de Borges

Tentativa de argumento : Un lector facineroso se roba el cerebro de Borges... así como un científico se robó el cerebro de Einstein para hallar la clave de su genialidad y ponerla en manos de la nueva ciencia... claro está, que en el caso del lector no sería la búsqueda de la inteligencia ni la del prestigio académico, sino que la inmersión irremediable en el laberinto de la memoria... ¿para qué? la idea es comprobar que no haya salida a ella... con el primer cerebro quieren ametrallar al mundo con teorías, con el segundo cerebro, quieren controlar la vida misma pero paradójicamente acabarían náufragos, inundados de olvido, como en el cuento "la memoria de Shakespeare", donde al ser ofrecida esa memoria, sería como si se ofreciera el propio mar... se le revelaría a los ladrones de mentes, que simplemente "aquella cosa que son, es aquello que les permitirá vivir".

Carta al editor fantasma

Luego de salir de una especie de limbo existencial he intentado contactar vía telefónica, mas ni pizca ni migaja de respuesta (seña de humo ni eco siquiera) he recibido. (Temo que nuestro célebre editor se haya transformado en fantasma) No obstante, quería precisamente hacer factible la posibilidad de reinstalar algún vaso comunicante a través de la presente plataforma virtual (dando por supuesto que sea posible alguna clase de comunicación a través de tan intangible medio). Las preguntas que me asaltan en este minuto son las siguientes:

¿Está vivo? (pregunta ni tan retórica ni tautológica).

¿Aún anda sobre dos patas?

¿Qué tal el libro del veterano de las letras Renán Ponce?

A raíz de lo último pues sale a colación el asunto que nos convoca en calidad de escribidores ¿qué será de la poesía?

Ahora bien, en lo que respecta al trabajo oficioso tortuoso y fatídico del "libro" que aún permanece en larvario estado... quisiera proponerle una junta en algún rincón del vasto espacio tiempo para seguir con lo ya agenciado.... Espero se encuentre en óptimas condiciones para tamaña empresa. Yo por mi parte continúo haciendo girar la rueda hacia el contrasentido, esperando nada tranque, mientras la escritura se vuelve una especie de penitencia subterránea. Es preciso sacarla a flote, y echar una mano de los "entendidos en la materia" quienes milagrosamente como si se tratase de una mano amiga y divina, pongan los respectivos puntos sobre las íes, los recursos que basten y sobren, y las letras e ideas en los lectores de turno (especies en vías de extinción hoy por hoy).

En vista y considerando que semejante texto sea digno de ser leído no ofrece garantía alguna de réplica. Sin embargo he ahí la gracia y maravilla de todo esto creo yo... el absurdo como punto de partida... ya que nada te asegura que seamos leídos más allá de nuestras propias narices .. En fin, sigue siendo un placer contar con tu iniciativa... Yo por mi parte, persisto invisible, única condición quizá de quienes pululan a ratos furtiva y porfiadamente en estas veredas y en estas palabras, balbuceos, frágiles, efímeros, tercos, que zozobran con el gas de la risa (la carcajada sardónica de quien conoce el "fin").

Fin del comunicado.

PD: el abismo pareciese a ratos una especie de pantalla.

Horas y horas de nada, y recibe como respuesta el siguiente mensaje:

Querido, tu mail está increíble, me he reído, como estoy viviendo lejos del mundanal y pecaminoso Valparaíso he quedado sin teléfono por opción propia, pero necesito que me envie su número para llamarlo de inmediato y agenciar, como dicen los ingenieros comerciales, una reunión y además, como dice el viejito pascuero, entregarle algunos libros de regalo, gratis, eso es lo increíble, y sobre su libro, este saldrá primero que el de Renán, así que envíe su número ya que necesitamos hablar... un abrazo.

Claro está, que la idea de publicar en última instancia, nunca fue una necesidad gravitante, pero se decidió apostar, probar suerte con algún sujeto que más o menos fuera entendido. Sin mayor resultado que la expectativa, y que la "agencia" llevada al paroxismo tal, en que esa misma instancia se vuelve lo único tangible, al margen del proyecto libro que solo existe como como hipótesis, como cheque sin fondo, como fenómeno espectral.

Por lo mismo, el mundo editorial, desde esa experiencia estrecha y desconociendo aún otros esquemas, se me ha hecho solo otro correlato engañoso. Es preciso rumiarlo muy bien, antes de confiar un proyecto "libro" a modo de objeto o de producto, sin aún haberse "demorado" como hubiera dicho Gonzalo Rojas, sin haberse sentado ni caído lo suficiente para madurar en el ejercicio oscuro, clandestino, del oficio personal.

El libro se valida, pero resulta ya inviable como producto, porque se prostituye la obra, que es independiente del formato. Existe internet, existe la gran nube digital, y pagar por un libro vuelve la obra un sucedáneo económico.

Conviene separar la relación escritura/negocio. No son mente y cuerpo. Hay que aprender a desaparecer. Nunca se escribirá bien si se le teme a la muerte, decía Hemingway. El escribir debiera ser una lucha interna con el mundo, para sobrevivir existen otros oficios. En última instancia, esos podrían ser los verbos que le saquen el jugo a la experiencia. "Demorarse", incluso "nunca llegar" pero porfiar, sin compromiso, esa la consigna.