domingo, 10 de enero de 2016

Sudamerican rockers

En la serie Sudamerican rockers, un joven Jorge Gonzalez le insiste a su amigo Miguel Tapia que el album Sgt Pepper Lonely Hearts Club Band que tiene en su poder es de los Bee Gees. Tapia le recalca que ese album es original de los Beatles, grupo del cual al parecer Gonzalez no sabía mucho. Se retrata a Tapia como el melómano del grupo, y Gonzalez vendría siendo el chico con la actitud, la rabia y la visión. Ninguno de los dos sabía tocar. A Gonzalez no le gustaban los Kiss (Narea los escuchaba) pero después de Sandro y Camilo Sesto acabó escuchando a los Clash. Tapia hacía las veces de líder del grupo, y le decía a Gonzalez que cantarle serenatas a las chicas era de marica. La primera canción de Gonzalez "Orgullo" la escribió en la pieza para su vecina después de un consejo de su padre. "No hagas caso. Expresa lo que sientes. Escribe lo que sientes. Te lloverán las minas". Un Gonzalez entusiasta le iba a entregar la canción a su vecina pero la familia de la chica fue detenida por los milicos. Se puede decir que está por un lado el Gonzalez romántico, fanático de Sandro, y el Gonzalez rabioso, influido por el punk británico. Mientras Gonzalez le cantaba a su vecina, casi en la misma época los Sex Pistols cantaban Dios salve a la reina. Narea solo fue admitido en el grupo después de que aprendió a tocar con ayuda de una hermosa chica evangélica en una Iglesia de San Miguel. Narea, por supuesto, no les cuenta la verdad sobre cómo aprendió a tocar. Se supone que eran un grupo de rock. Se supone que estaban en contra de todo, que querían expresar la rabia y el descontento que había a su alrededor, viniese de donde viniese. Cuando un chico con ideas comunistas llega al colegio, el que en un principio reemplazaría a Narea en el grupo, les dice que no le gusta el rock, y comienza a tocar un tema folclórico. El chico nuevo les habla de leer El capital y el manifiesto comunista. Gonzalez simplemente pregunta si tiene El Principito, libro que quiere leer para la nueva chica que le gusta. Gonzalez al parecer no era de esa onda. Solo la música le ofrecía una salida. En el fondo, como grupo, no hacían otra cosa que patear piedras, mientras jugaban a ser estrellas de rock. Para ellos, el camino al éxito estaba lleno de notas desafinadas. También lleno de libros y vinilos echados a la calle. Para ellos, en realidad, la historia del rock, su propia historia, también era en parte la historia de Chile. Lo único que cambiaba eran los decibeles. Lo que más tarde Gonzalez, profético, en una de sus líricas, reza: "Solo ruido".

El mundo como supermercado

En El mundo como supermercado, Houellebecq declara profético: "Sin embargo, cada individuo es capaz de producir en sí mismo una especie de revolución fría, situándose por un instante fuera del flujo informativo-publicitario. Es muy fácil de hacer; de hecho, nunca ha sido tan fácil como ahora situarse en una posición estética con relación al mundo: basta con dar un paso a un lado. Y, en última instancia, incluso este paso es inútil. Basta con hacer una pausa; apagar la radio, desenchufar el televisor; no comprar nada, no desear nada, no desear compar. Basta con dejar de participar, dejar de saber; suspender temporalmente cualquier activiad mental. Basta, literalmente, con quedarse inmóvil unos segundos". Frase premonitoria en relación al llamado de no ir a comprar a los supermercados por un día producto de la colusión. Cuestión que en resumidas cuentas resulta más bien una especie de acto poético, algo simbólico, una victoria pírrica, más que algo verdaderamente efectivo, en contra del monopolio comercial.