sábado, 1 de diciembre de 2018

A las afueras del Banco Chile de Condell, a un costado de la entrada repleta de gente, un loquito con una prótesis en la pierna pidiendo monedas. Le dicen "El Macha". Siempre se le ve por el plan de Valpo. Lo que la gente no cacha es que el compadre luego se levanta y camina apenas, arrastrando tras de sí una gran bolsa con cachivaches. Uno que otro desprevenido le arroja unas gambas al paso, al tiempo que se apresta para hacer la fila hacia la caja. El gesto de los transeúntes al arrojarle monedas era mecánico, casi tanto como el gesto de agradecimiento del Macha. Un poco más allá, a un par de cuadras del banco, una señora en silla de ruedas, ya de edad, ofrece unos parche curitas ante la gente que se apremia en recorrer la vereda para llegar y donar la plata acorde al movimiento y sentimiento del día. Una sola niña se detuvo y le compró a la pasada un parche con el molido entregado por su mamá, mientras esta, apurada, abría la cartera rápidamente y revisaba una chequera. El Macha, a la hora en que esto ocurría, seguía ahí donde mismo. Poniéndose al lado de la fila del Banco Chile, sabía que la haría de oro. Hay que saber ser un buen lazarillo, hay que saber aprovechar el espacio generoso de la solidaridad.