sábado, 18 de marzo de 2017

Chuck Berry

Bob Dylan llamó a Chuck Berry en su momento "el Shakespeare del rock and roll". Leonard Cohen declaró también: "Todos somos notas al pie de las palabras de Chuck Berry". Eso lo dijeron en el contexto de una premiación en el 2012, cuando Chuck había recibido un premio de parte de una organización de escritores de Nueva Inglaterra, un premio extrañamente no por su música sino que por el sentido narrativo de sus letras. Con un amigo señalamos, a propósito de su partida, que Chuck era en realidad el "padre de todo". Que el arquetipo de las futuras agrupaciones de rock le debía mucho a su estilo y su puesta en escena. Que la historia que contaba Chuck a lo largo de sus canciones no era otra cosa que la historia ferviente de la América de los barrios bajos, de los autos descapotables y de las sinfonolas musicales sonando de noche. Quizá Elvis era el Rey, el gran catalizador de la explosión rocanrolera. Quizá Los Beatles fueron la primera "gran" banda fenómeno, pero Chuck fue el mito originario. Un mito, sin embargo, demasiado controvertido para su tiempo. La sociedad americana no le perdonó sus problemas con la ley. Tampoco sus raíces negras. La sociedad no podía perdonarle que su genio proviniese de la ascendencia de la esclavitud. Aceptar el éxito de Chuck era enrostrarle a Norteamérica su propia moralidad solapada. Era aceptar que Norteamérica se estaba volviendo rocanrolera muy a pesar de su moralidad. Se podría decir entonces con justicia que todo partió desde St Louis al mundo. En su manifiesto sobre el Rock and Roll, Chuck acababa declarando, como en una intuición rítmica del futuro: "La gente bailando estaba temblando de la emoción".


Rock and Roll Music