domingo, 21 de abril de 2024

Huellas de dolor, León Degrelle

No hay, en verdad, ningún corazón que no esté manchado de villanías, de cálculos sórdidos, de faltas inconfesables, de todo eso que deja en la mirada resplandores equívocos.

Incluso los corazones purificados, de vuelta de las aguas turbias, conservan, para siempre, un regusto amargo, de imperfección y de cenizas.

Podremos recomponer la porcelana rara que se ha caído, pero el que sabe que estuvo rota conocerá las huellas de la fractura, por muy disimuladas que estén. Nunca más la pieza que se quebró recobrará la unidad invisible de lo que es perfecto, la unidad que ni la muerte puede hacer desaparecer.

Cuanto más avanzamos por la vida, más se ahondan en nuestro corazón las huellas del dolor, imperceptibles para los que no nos conocían, pero desgarradoras porque está hechas de cosas delicadas que se deshicieron, como la seda sutil de un tejido que se desgarra.

Bienaventurados los que se purifican con sufrimientos invisibles y se mantienen en pie a la hora del declinar.

Pero, ¿hay ojos que sean capaces de mirar y de no temblar? 

¿Hay algunos que no escondan algo?

¿Quién es el que no se ha envilecido algun día?

¿Quién es el que no tiene que callar palabras,

gestos, deseos, abdicaciones inconfesables?

¡Cuánto lodo tras lo convencional, tras la sonrisa!

¡Cuántos hombres, cuántas mujeres tienen que esconder el fracaso de su sensibilidad, de sus juramentos, de su cuerpo!

La caída es solo el final de muchas traiciones previas.

La carne no se abate más que cuando las fibras innumeras del corazón se han roto secretamente, una tras otra, entre subterfugios, pretextos y abandonos envueltos en sonrisas.

Una vez comenzado el descenso, lo demás viene solo.

La bajeza está en el pensamiento antes que el barro lo advierta.

El cuerpo no cede más que cuando el alma ha abandonado a la corriente los remos que debieran trazar caminos rectos sobre el agua inmaculada.

León Degrelle, Almas ardiendo

La cancelación es real: "En todo el país, las impugnaciones y prohibiciones de libros han alcanzado los niveles más altos de las últimas décadas. Las bibliotecas públicas y escolares se han visto inundadas de quejas de miembros de la comunidad y de organizaciones conservadoras como Moms for Liberty. Cada vez más, los legisladores se plantean nuevos castigos –demandas paralizantes, multas elevadas e incluso penas de prisión– por distribuir libros que algunos consideran inapropiados."