Supe lo de la profe golpeada por un chico autista. Se confirma el diagnóstico: la inclusión está mal implementada, y los profesores estamos expuestos, por no decir, "pa la patá y el combo", literalmente. Cualquier profe que haya ejercido, a estas alturas, ha sido o fue testigo de violencia en el aula o en la misma escuela. No por nada, el subdirector de mi anterior establecimiento dijo, más en serio que en broma: "hacer clases, así como están las cosas, es un trabajo de alto riesgo". Con cada golpe a un colega, con cada golpe, sin duda, doy otro paso más fuera del sistema escolar.