sábado, 17 de junio de 2023

El progre poeta Boric

Muchos ya conocen al Boric presidente, al Boric político, al “revolucionario progre”, al líder estudiantil devenido líder espiritual. Muchos, de hecho, poetas y escritores de profesión, amargamente conocidos, le dedicaron poemas, esperanzados en su imagen arborícola, en su dimensión salvífica, pero pocos conocen realmente la verdadera faceta poética del joven mandatario. Años atrás, durante sus años de Diputado, 2018, para ser exactos, Boric había escrito un poema que decía lo siguiente: "Mi amor, he decidido ser poeta/El salto al vacío que esta decisión implica/es riguroso,/pero a diferencia de las leyes de la física/en la poesía no siempre se cae hacia abajo”.

Confesión literaria: el presidente siempre quiso ser poeta, aunque no contaba con que su alma revolucionaria postergaría ese sueño, para sublimarlo luego a través del ejercicio del poder. Gabrielito, sin duda, quiso dar el salto al vacío, el salto cuántico de la política, otrora ese salto de poeta, de imberbe y acomodado combatiente, y ese vacío resultó ser su propia aspiración de gobierno en la realidad política, una realidad que le había estallado en la cara tras el 18 de octubre del 2019 y que, mucho después, le volvería a estallar, solo que ahora desde el oficialismo. Las proclamas, por ende, debían moderarse y los versos debían ser más sutiles y menos afiebrados.

Pensemos, sin embargo, en la poesía, allende la administración del Estado. Boric ha tratado de dejar una impronta poética cada vez que puede. Es decir, ha recitado algunos versos en eventos clave, como para revivir al Gabriel que había decidido ser poeta, mucho antes de haber decidido ser presidente, incluso mucho antes siquiera de haber decidido ser político y pertenecer a la República que siglos antes había expulsado a los poetas por “fabuladores”. Así, en un cónclave de la Enade el año 2022, Boric recitó un poema de Lihn, llamado “Cementerio de Punta Arenas”: “Ni aún la muerte pudo igualar a estos hombres/que dan su nombre en lápidas distintas/o lo gritan al viento del sol que se los borra”. En una clara referencia al tópico de la desigualdad, Boric dejaba entrever que la poesía de Lihn le permitía leer al presente Chile bajo esos mismos términos, de modo que su agenda de gobierno tuviera también su sentido lírico y no solo esa cosa operativa, pragmática, gubernamental, tan propia de la vieja manera de hacer política, tan propia de los “treinta años”, tan propia de los propios padres concertacionistas de su coalición.

Mucho más tarde, durante un encuentro en Tailandia, volvería a arremeter el Boric poeta. En el contexto de la APEC, estuvo de paso en la Universidad Chulalongkorn de Bangkok. Allí leyó frente a estudiantes locales un extracto del Poema 12 de Neruda: “Para mi corazón basta tu pecho /para tu libertad bastan mis alas./Desde mi boca llegará hasta el cielo / lo que estaba dormido sobre tu alma./Es en ti la ilusión de cada día.(…)Acogedora como un viejo camino./Te pueblan ecos y voces nostálgicas.” Acertada elección, sin duda. Y reflejó muy bien la actitud apostrófica del poema, que puede dar lugar a muchas interpretaciones. ¿Será que el hablante se habrá referido al nuevo Chile? ¿Serán acaso esas voces nostálgicas una referencia a sus viejos referentes universitarios, una reminiscencia de sus años de lucha estudiantil, que ahora solo reverberan en su consciencia? El poeta presidente nos va dejando pistas que la ciudadanía debe poder descifrar, para argüir una duda razonable y fundada en un espíritu camusiano, rozando el absurdo, uno en el que “la duda debe seguir a la convicción como una sombra”.

Una última y memorable intervención poética, el poeta presidente la tuvo en la inauguración del Parque Nacional Desierto Florido de Atacama, a propósito del Día Internacional del Medio Ambiente. En aquella oportunidad, Boric tomó mano del poeta nortino Wilfredo Obrador, y leyó su poema Defensa del Desierto en Primavera: “Todos somos aquí, solamente, la contemplación ensimismada de la real naturaleza/(…) La naturaleza ha cobijado el mar de sufrimientos y al dolor ha convertido en sorprendentes y maravillosas maternidades./La sal de la realeza laboral yace como construyendo un nuevo tiempo”. Nuevamente, uno, como ciudadano de Chile podría leer esta cita del poeta presidente entre líneas. ¿Quiénes son aquellos que son la contemplación ensimismada? ¿Ellos, los políticos, o nosotros, la ciudadanía, mirándolos ensimismados, allende el desierto de la realidad chilena? Ese nuevo tiempo al que cita Boric en el poema de Obrador ¿Tendrá algo que ver con el nuevo tiempo para Chile? ¿Tendrá esa novedad alguna relación con el mantra de un Nuevo Orden? Todo, desde ese desierto que simboliza la ilusión del poder, se verá nuevo, florido, pese al peso de la historia, pese a la tradición a cuestas, pese a la inminente noche portaliana, en el horizonte, pese a la sombra del rechazo y al incendio del fuego amigo. 

Son muchos los desiertos que aún asolan el país. Son muchas las florituras que todavía adornan la retórica de nuestros líderes, y ese vacío, ese vacío que el joven poeta Boric pretendió saltar, sigue siendo inmenso. Ese vacío, repítase, siempre fue su propia idea de lo que era la política, de lo que era la política chilena y de lo que era Chile, finalmente. Veamos si nuestro aspirante a poeta y aspirante a presidente logra, con todos los avatares y desafíos a cuestas, no caer “demasiado” hacia abajo, como su poesía lo pretendió, en sus inicios. Si su visión política llega a caer hacia abajo, que al menos la poesía desafíe la gravedad.