martes, 5 de julio de 2016

Kafka

Lo genial de Kafka era que en su obra jamás explica ningún por qué. En la metamorfosis, por ejemplo, jamás se explica por qué cresta Gregorio Samsa amanece de un día para otro convertido en un monstruoso insecto. Y lo que es mejor aún, así acaba hasta el final de sus días y tampoco logra volver a su estado natural. Lo kafkiano trata precisamente de esa falta de explicación, y las consecuencias que acarrea, y cómo a su alrededor tienen que sobrellevar esa incomprensión y esa fatalidad. El por qué en realidad se devuelve teledirigido hacia el lector. Quizá ser un insecto no sea tan distinto de ser un humano. Quizá la respuesta al por qué no haga, después de todo, ninguna diferencia.