martes, 22 de octubre de 2019

Teorías sobre el corte de luz. El compadre de acá sostiene que cortaron la luz del perímetro cercano a Eleuterio Ramírez para poder intervenir en el incendio provocado en un local cercano, o bien como "método disuasivo" ante la emergencia. Yo le digo que me llegó un audio, avisando que el corte fue orquestado por Chilquinta como medida preventiva ante la situación en el plan de Valpo. Se reanudaría una vez los sistemas retomaran cierta "normalidad". Interpretación contra interpretación. Visión de la incertidumbre. La verdad de los hechos es un punto ciego entre penumbras.
El compadre de acá en la casa teme seriamente que pueda quemarse el edificio donde vivimos. -"¿Por qué crees que salgo a cada rato al balcón? ¿Por morbo? No, para estar atento-. Agrega que ya quemaron la Cruz Verde y el Vitrola en Edwards, consumiendo gran parte del inmueble, por lo que puede pasar perfectamente acá. De hecho, teme que los mismos locos que ayer saquearon la botillería Caroca, jactándose con copete en mano, puedan saquear la botillería de al lado de la entrada al edificio, dejando la cagá. Lo he estado acompañando también a sapear el estado de cosas alrededor del perímetro de Huito con Condell. Cuando nos volvimos a asomar, ya estaban haciendo barricadas. Justo en el momento saquearon Family Shop. Al rato, llegó el guanaco a espantar a los saqueadores. Luego, por Aldunate, doblaron los bomberos que intentaban pasar para aplacar el incendio de calle Eleuterio Ramírez. No pudieron debido a los disturbios. Faltó que la cosa se calmara un poco para que instalaran las mangueras y llevaran el agua hacia el siniestro. Una mezcla de monóxido de carbono y lagrimógena se elevaba sobre las calles, llegando hasta la residencia. Un humo denso y opaco hacía difícil una vista panorámica, pero algunos manifestantes abrían paso para los bomberos, y algunos pacos se ponían a reducir los últimos vestigios de la barricada de la esquina. Regresando hacia la pieza, se cortó la luz. Se escucharon afuera balazos, o alguna especie de cañonazos sin origen ni dirección aparente. De pronto, volviendo a mirar hacia el exterior, todo se volvía una pura mancha negra.
Con un loco de la casa fuimos a cachar al plan. Montonera de vehículos a un costado de Huito. Se bajaron una serie de flaites a desvalijar una tienda de ropa justo arriba de la escalera mecánica. Luego, asomándose al sector de Pudeto, todo parecía indicar que Corona era el principal centro de acopio. Iban y venían cargados de ropa, corriendo a toda pala. Al rato, llegó el camión de la yuta y persiguió a los locos que tomaron el desvío hacia la escalera Pasteur. El sector de la antigua casa derrumbada ahora era el sector que les servía de guarida. Después, otro par de flaites agarró a patadas otra tienda de ropa en toda la esquina, a un lado del Teatro Condell. Los pequeños comerciantes de la calle no se hicieron esperar, y los espantaron, agarrándolos a chuchadas: "Vayan a robar a las grandes tiendas, perkines culiaos", "Se les hace ir al Congreso, rechuchasumadres". La necesidad, la necedad y la desesperación vital, todo in situ. El lumpen sin razón cívica, confrontándose con la propia gente de a pie. Posteriormente, los pacos dieron la vuelta por Aldunate y volvieron a perseguir a los pocos flaites que quedaban saqueando. Aplauso unánime de los pequeños comerciantes, con palos y a viva voz, parándose frente a los pequeños ladrones. Fue brígido presenciar de cerca tal nivel de desconcierto. Un panorama desolador.