jueves, 28 de agosto de 2014

La nueva mercadería del ego

Ser feliz o seguir deseando...siguen siendo las imagenes que nos creamos de cada una. Es la nueva mercadería del ego. Es el miedo a desaparecer en cada alternativa. La elección te pilla siempre desvelado, debe ser el choque de lleno contra la realidad como si fuese concreto, como si fuese otro día nuevo. Se teme perder lo que se conoce ¿Acaso los nihilistas no pensaron en eso? ¿Será que matan a sus ídolos, pero temen las consecuencias? Se desea al otro en la medida que lo olvidamos, en la medida que lo castramos de nosotros como un algo inútil pero deseable... los amores por eso, ya decía un autor, se vuelven templos de fanatismo, se pierde la elección pero permanecemos sin embargo, en nuestro propio pedazo de ficción... siempre inventamos al otro... acaso aquello que deseamos alguna vez, está siempre en otra parte, siempre un continente prohibido, inviolable, fugitivo, esperando el dedo acusador, la promesa extinta... es el precio de elevar nuestra fantasía hasta la abstracción, arrebatarle el nombre y el aliento, en base a puras palabras viejas, monedas de cambio... hacemos de lo esencial aquello que no nos atrevemos a tocar, es el negocio de los solitarios, los aburridos de solemnidad, siempre quieren lo que no les pertenece, ese es el ritmo que bailan a escondidas... sean solos, amen lo que no existe, lo que está en otra parte: el botín del arcoiris, el sueño americano, la pareja de teleserie, el amanta de pornografía, el libro lleno de nombres y autógrafos... en el fondo, es la gran cacería de las estrellas, sin otro final que la caída, y sin otro deseo que lo imposible... a eso le llaman la realidad.

miércoles, 27 de agosto de 2014

La vida está en otra parte

En cierta forma, incluso a pesar del vanguardismo, el arte sigue siendo un escapismo. El hombre moderno parece que quiere huir de todos lados, hasta de si mismo. Aunque no deja de ser acogedor el seno de la ficción, la vida continúa estando en otra parte. Quizá sea Proust el representante màs potente de esa transmigración, cuando logra proyectar toda su vida a partir de una simple hoja de té, y amasa el tiempo perdido como si fuese hecho en casa. En ese puro acto queda envuelto. Todos quieren siempre ser otra cosa. Si se hiciese el ejercicio contrario, ya no ser otros, sino dejar de ser de una vez por todas, cercenamos en nosotros la cultura y quedamos desnudos como recièn expulsados de todo paraíso y con el miedo a lo desconocido como nuestro único abrigo, solo con el hambre de la significación. Entonces, en el fondo, el hambre es una categoría del espiritu. Y en ese sentido no hay diferencia entre el cavernario de Altamira y el solitario que escribe detrás de una pantalla, tratando de evitar lo inevitable, que todo es una ilusión y que todo dejará de ser inexorablemente.

jueves, 21 de agosto de 2014

Algo sobre Javier Marías



¿Se es uno mismo pensado, se es uno mismo leído y escrito en todo momento? Tal interrogante asalta tras leer a Marías. Se otorga una solución salomónica al delegar al pensamiento un rol primordial en la experiencia de vida. Se apela a algo de orden distinto al cogito ergo sum: es intelecto aplicado a la cotidianeidad. “Pensar es para los atristos” repetía un célebre personaje del cine. Y es ese extraño sentido del pensamiento que en Marías adopta un matiz productivo y optimista. Pero si quebramos la metódica certeza cartesiana, podemos llegar a pensar incluso que nosotros mismos somos un mero producto de un pensamiento ajeno, lo cual sería ahondar en la teoría del genio maligno o en la visión de Unamuno sobre el límite difuso entre sueño y vigilia, entre ficción y meta ficción. Pero sería además entrar en un solipsismo estéril que no viene al caso, cuando se habla del pensar más bien como una actividad laboriosa, oficiosa, pragmática en todo sentido, ante lo cual se redunda (viciosamente) en las concepciones sobre el entendimiento, el mutuo acuerdo, el aprendizaje. Ahora bien, ese pensar adquiere unos dotes misteriosos, más allá de lo cotidiano, cuando muta en intelecto. Entonces el pensamiento se transforma en un gran excavador que indaga en lo más recóndito de los seres y de las cosas, no tanto por una “sed de esencia” como por una necesidad de permanencia, traducida en ciclos de aprendizaje y desconocimiento, a modo recursivo.

Marías habla de la lengua como la conductora del pensamiento. Se refiere en este sentido a que los contenidos del pensamiento son difícilmente legibles por si solos, y por ende, necesitan de una verbalización, de una lengua que los exprese satisfactoriamente. Quizá no sea conveniente aludir al clásico dilema entre el huevo y la gallina en relación con los conceptos de lenguaje y pensamiento, sino que de entender la conducción lingüística y verbal de este último, es decir, su manifestación tangible por medio de las palabras, y por lo mismo, su bienvenida al mundo de los factores comunicativos. Y en este punto el autor acierta: la lengua es forma (de acuerdo a Hjemslev) a tal punto que se transforma en un “filtro”, por lo cual decir lo que se piensa resulta de un complejo proceso de inteligencia y selección. Es más, decir lo que se piensa literalmente resulta imposible dado los contenidos obscuros, abstractos, no verbales, del pensamiento. En una analogía con el deseo, el pensamiento solo desea pensar. Evidentemente, sería el lenguaje algo así más que un simple ventrílocuo de la mente, una facultad para generar y construir signos verbales que den forma a dichos contenidos mentales que quieran tomar parte desde el pensamiento.

Luego, en una especie de panegírico a la escritura, esta toma partido como forma más acabada del intelecto, por su carácter permanente, “inequívoco”, material, frente a la caducidad, fugacidad, espontaneidad, inmediatez del lenguaje oral, del simple “decir”, sometido a los avatares del tiempo y del espacio. Platón, en tiempos clásicos, criticaba a la escritura por su pretensión de “establecer fuera del pensamiento lo que solo pertenece a él”, además de debilitar la memoria y el carácter dialógico del lenguaje oral. Por el contrario, hoy, más que nunca, podemos decir que es imperativa una evolución en la lecto-escritura, frente a la invasión de los medios audiovisuales, que coartan precisamente lo que Marías promueve y defiende: la correcta verbalización del pensamiento. Por otro lado, Marías habla del acto de escribir para pensar, “de manera que aquello resista al examen, a la crítica, a la confrontación (…)”. Se refiere a la formula “escribir para pensar” en términos de incremento, de acumulación, de acercamiento hacia la verdad desde una cierta labor y rigor de índole científica. En cierta medida, Marías exalta la condición intelectual del proceso de escritura, pero tiende a caer en una exacerbación de cierto producto textual particular, académico, puramente formal. Sin embargo, se entiende y se agradece su énfasis en el carácter oficioso del aprendizaje verbal, en este caso, de la escritura en estrecha relación con la lectura. Su enfoque pedagógico sobre la dimensión verbal –tan descuidada por estos días- es legítimo y correcto. Lógicamente un mayor enriquecimiento y sofisticación de la lectoescritura llevaría a mejores expresiones y “decires” del pensamiento. Es posible aludir a la figura de Derridá para comprender mejor el rol protagónico de la escritura en el ámbito de los saberes y el conocimiento. Frente a la visión platónica, Derridá reivindica a la escritura como proceso en el cual el lenguaje se construye incesantemente, en el cual el texto, lejos de tener una sola significación, está tan cargado de ellas como de potenciales lectores, y en el cual el autor no constituye ni el principio ni el fin de su sentido. Ello conlleva a reconsiderar el acto de escribir como fundamental para potenciar la capacidad verbal del pensamiento, y cómo puede esto resolverse en soluciones pragmáticas, en resolución de problemas de la propia vida cotidiana, que no necesariamente llevan al cultivo del intelecto en si mismo (cosa que sería estéril y auto complaciente, por lo demás).

Barthes, sobre los textos escritos, señalaba que estos son verdaderos tejidos en los cuales coexisten, se comparan y contrastan muchas otras escrituras desde diversos focos y dimensiones. Es así que se puede aventurar en el ejercicio del pensar para escribir como un acto de “costura” verbal e intelectual que requiere de constante práctica y sofisticación. Ahora bien, si llevamos esa concepción a un extremo, podemos considerarnos a nosotros mismos, en cuanto seres dotados y construidos en pensamiento, como simples “tejidos”, como creaciones de nuestra propia intelectualidad latente. Marías concluye diciendo: “No parece inteligente vivir por debajo de uno mismo”. Es precisamente porque la inteligencia y el conocimiento requieren de subjetividades erguidas, alzadas, libres en su manifestación y/o “textualización”. Si escribimos para pensar, y pensamos para vivir, vuelvo entonces a la interrogante ¿Se es uno mismo pensado, se es uno mismo leído y escrito en todo momento? Solo puedo concluir una cosa: que escribir (y pensar) no es tarea para débiles.

lunes, 18 de agosto de 2014

Nunca se sabe

Nunca se sabe a ciencia cierta lo que es una idea. Podemos analizar sus condicionamientos, constatar si tienen alguna clase de origen psíquico, social, hasta biológico, pero cuando aparecen lo hacen casi siempre de forma inenarrable, en nuestros horas de insomnio, en nuestro furtivo momento de dispersión, o en un derroche de emocionalidad. Entonces qué es precisamente una idea nueva? No cabe otra cosa que invocar al mito: o las ideas son creaciones románticas del intelecto o son un conjunto de asociaciones lógicas de elementos que ya existían mucho antes que nosotros en la memoria colectiva. En realidad, hacemos uso y abuso de las palabras sin saber realmente el origen y el significado original, de lo contrario no habría espacio para especular ni divagar libremente sobre nada… De cualquiera forma, las ideas solo pueden estar ahí una vez que han sido expulsadas de nosotros, el mundo nos invade con su ejército de formas, no nos importa el cubo rubrick por la jodida simetría de los colores, porque esa ya fue la idea de otro, sino que porque pasó por nosotros en un intento de reinventarla con nuestras manos. Creemos tener muchas ideas pero si se mantienen en la esfera del ego se limitan a ser parte de una auto complacencia inútil por etérea. Si las ideas no nos atraviesan de alguna forma las consideramos abortadas de antemano… Es esa la clásica disputa entre la musa y el genio (o mejor dicho, el obrero) que la considera su temporera privada de la creación… Da Vinci decía: “Concebir una idea es algo noble. Ejecutarla es servil”.

domingo, 17 de agosto de 2014

El robo del siglo

El robo de los "ladrones del siglo", pocos reconocen el verdadero arte que hay detrás de una gran acción criminal. No se trata tanto del valor de lo que se roba, ni de qué hacer con el botín, se trata del acto de robar por si mismo, por eso no cabe apreciarlo solamente con los ojos interesados en el dinero. Decía Bertol Brecht: "qué es robar un banco comparado con fundarlo". En definitiva el robo de aquellos sujetos, más allá de si tiene alcances morales o políticos, de si su acción fue digna de Robin Hood, es preciso concebirlo desde el gesto, incluso si se quiere, desde el estilo, puesto que semejante empresa demanda inteligencia, astucia, hasta creatividad. Es el punto en que el robo se vuelve arte, en que es una jugada maestra, un ajedrez oscuro, y se sitúa más allá de cómplices y de victimas. Apuesta por la perfección, quiere pasar desapercibido y al mismo tiempo provocarlo todo. Los dadaístas nos enseñaron que la originalidad es difusa, que hay que volver a las fuentes para constatar que solo quedan sombras. Entonces el robo se vuelve una célula marginal pero necesaria: Es el agente destructor que le permite a sus cómplices experimentar las manchas del guion.

lunes, 11 de agosto de 2014

Qué extraño se siente escribir sobre la morada...



Qué extraño se siente escribir

sobre la morada del ocio y de la muerte,

esa muerte trasnochada y ebria

celebrando la broma viviente que soy

…y es ella la que empezó la broma.



Unas cuantas luces

me llevan a soñar el aburrimiento

de escritura intermitente, de ojos rehenes.



La parsimonia mía,

que intercambia monólogos,

comunicados a la pantalla…

la gélida luz que absorbe y atrapa

la boca que come de tus constelaciones

el satélite bufón de tu astrología.



El juego y olvido de las palabras

la mitología no enseñada,

la analfabeta alegría

la alegría de atravesar puertas,

de sobornar los agujeros

de salar las equivocaciones

y jamás postergarse a si mismo.



¿Debo hacer de mi solitario heroísmo poesía?



Cuando me defino asalta la duda,

El yo se presenta cual verdugo

Como si fuese hijo del error o la vergüenza

¿Es la vergüenza la que me parte en dos?

¿Es la vergüenza la que redimirá nuestrocontacto

Entre pliegues y miradas de infinito?

¿Es la vergüenza misma ese infinito del que mehablabas,

Esas tardes en vela, de sabor amargo?

No: es solo aquello que envolvías celosamente

Para regocijo de tu espíritu caprichoso



Nuestras palabras dichas en el vacío

Ese montón de energía funeraria

¿tuvo algún sentido para nosotros?

Fue solo el juego de niños cósmicos

dentro de una fiesta de caos

Entonces ¿Para qué el sentido?

La conmoción podría ser la respuesta,

La conmoción del peso de las palabras

que se masturban en caverna

ante nuestra propia ausencia y presencia.



Así, en esta tarde de sentidos y contrasentidos

me trago el orgullo y puedo decir

que gracias a la bendita inexistencia

me declaro el héroe de nada y de nadie

y puedo acabar de derramar la tinta

el líquido sobre mujeres que no existen...

Luego me vuelvo frenético,

el signo interrogativo para amigos y enemigos.

En especial para todo y todos,

no saben separar entre figura y genio,

y ya no se puede ser uno sin el mundo

luego escribo, muero y el sentido subyace.

miércoles, 6 de agosto de 2014

“Vengo de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de las pasiones. Los hombres me han llamado loco. Lo cierto es que aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche. Diremos pues que estoy loco. Concedo por lo menos que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida que no puede discutirse y que pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda que pertenece al presente y a los recuerdos que forman la segunda era de mi existencia. Lo que pasa es que soy muy feliz en la duda y en la sombra” A. Caicedo.
Resulta una realidad que quienes promulgan dejar las posesiones sean siempre quienes precisamente las poseen. Son los privilegiados que romantizan e idealizan la pobreza como un valor en si, hacia una suerte de cinismo al uso, de vestir harapos conceptuales y teorías sobre el desprendimiento que solo corresponden a una ambición disfrazada de modestia, es el pensamiento de lobo hablando el lenguaje de las ovejas. Allí encontramos a muchos gurúes y lideres de lo "espiritual". Los necesitados autenticos no pueden darse el lujo de "desprenderse" de nada. Al contrario, quieren volver a "aprehender" la vida. Camus decía al respecto: "Es un tipo de esnobismo intelectual lo que hace a la gente pensar que pueden ser felices sin dinero". Estos son los nuevos "pobres", que ensalzan la pobreza a categoría de mito o de fenómeno pero que en el fondo no quieren serlo. Son las nuevas ratas de la inconsecuencia. El auténtico no pensará dos veces en salir y enfrentar al mundo, solo y contra todo. Quizá Aniceto Hevia, en Hijo de Ladrón, sea un retrato hablado: "Cuando fui dado de alta y puesto en libertad, salvado de la muerte y de la justicia, la ropa, arrugada y manchada de pintura, colgaba de mí como de un clavo. ¿Qué hacer? En verdad, no era mucho lo que podía hacer; a lo sumo, morir; pero no es tan fácil morir. No podía pensar en trabajar -me habría caído de la escalera- y menos podía pensar en robar -el pulmón herido me impedía respirar profundamente. Tampoco era fácil vivir. En ese estado y con esas expectativas, salí a la calle".
-Está en libertad. Sol y viento, mar y cielo. "

viernes, 1 de agosto de 2014

Se escribe al comienzo y durante como puro impulso, ánimo de seguir. Se deletrea la ficción a costa de provocar un club de fanatismo y de inquisición. El resto que se gesta a partir del famoso "oficio" (la mayor capacidad, lecturas, conocimiento) se da en el camino, entre los ripios, entre los errores. Hay una manía por "escribir bien", que deriva de una exigencia canónica o lo que llama Bloom, angustia de la influencia. “La literatura puede servir como ensayo para aprender a desleer un mundo"... pero las definiciones no importan mucho, si lo que se desarrolla en la práctica es indeterminado. La critica academicista, abogados del diablo, no debiese desalentar a los aficionados. Si tu novia te anima a seguir, el resto importaría poco, o como algo anecdotico, pero no determinante. Se arma una serie de cofradías, de pequeños santuarios o antros de lectura, ya no se aspira en el fondo a un paradigma, es preciso conocerlo, pero lo que se hace en la práctica es más bien una necesidad compulsiva, una forma de extirpar el órgano de las significaciones.

Enseñar lengua




La poesía como zeitgeist: cada época con su propio aliento, pero allí aguarda algo que lo atraviesa todo... es mutable siendo el lenguaje solo la expresión de esa ¿energía? ¿razón? ¿música?... en ese vaivén el espíritu de la lengua no ofrece tregua... por lo mismo Aristóteles hablaba de la poesía como universal, al hablar de lo que podría ser... es en el fondo el principio histórico de que la poesía atraviesa como lanza todos los corazones del tiempo, más allá del lenguaje y de la circunstancia, del llamado contexto de producción (en términos escolares).... Tiene quizá que ver con el grado de universal de cada voz poética... Vallejo hablando del dolor, Holderlin de la alegría.. son tan imperativos ahora, como en aquellos momentos... a pesar de, o precisamente, por esa diferencia vital de orígenes y ocasos. Pero reinterpretar su poesía, a partir de esa curva de tiempo, es también todo el desafío. Por lo mismo, no me cabe en la cabeza aquella didáctica antojadiza que recurre a una enseñanza cronológica de los autores, como si fuesen almas en pena que de repente se invocan en la sala de clases, y que los alumnos deben repetir como un mantra para nutrirse prácticamente de esa "sabiduría", de ese espíritu letrado que ellos, como cajas vacías, no poseen ¡se trata de despertar al Vallejo y al Holderlin en cada uno! provocando a fuerza de sangre esos sentimientos, a raíz de la lectura, de otra forma no podrán identificarse jamás. El error está en situar a la poesía como un trampolín social, como un ideal de sublimación... la poesía es ahí ahora y siempre, de lo contrario, será mejor que la eliminen definitivamente del abstracto panóptico curricular, y volver a la escuela normalista del lenguaje como producción en serie.

...

Una especie de ética incómoda aflora en la cabeza del profesor de lengua que al mismo tiempo tenga ciertas pretensiones poéticas: no puede simplemente aspirar al espectáculo social y mercantil de la poesía, o peor aún, sentirse parte del grupo de pequeños mesías jóvenes de la literatura "posmo", y ver por otra parte, el evidente déficit de lectura y la indiferencia hacia escribir que demuestran sus alumnos... país de poetas, pero para quiénes? leerán tus alumnos alguna vez esa producción, con algún gesto de identificación verdadera? ¿para quien escribes? ¿quien te lee? preguntas del millón.


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¿Cómo se supone que pueda aplicarse la enseñanza de la literatura si gran parte de los estudiantes con una mezcla entre desidia e impulsividad demuestran que ni siquiera no saben leer, si no que simplemente prefieren no hacerlo? ¿Cómo enseñarles que leer es gratificante o al menos útil para todos cuando en el fondo se está de acuerdo en que leer no es un asunto de vida y muerte, sino que es una elección personal, exclusiva, muchas veces accidental? ¿Es la literatura de verdad enseñable, cuando como mucho acaba siendo escrita y consumida? ¿Es posible inculcar esa "pasión" a todos? Todavía lo ven desde la utilidad, desde la identificación, y eso está sujeto al contexto... Que la letra entre con sangre resulta tentador, pero siempre se cree en que los estudiantes acaben cumpliendo el sueño del constructivismo: que todos somos lectores en potencia arquitectos del significado (por supuesto, soñadores que ni han pisado aulas chilenas) ¿cómo se supone que los alumnos construyan significado si no hay garantía de que mantengan siquiera la atención de la clase? como mucho leen para salir del paso, amparados por un curriculum invisible... Hay que cargar con una fe y una paciencia a priori, de lo contrario se oscila siempre entre el desencanto y la utopía.


...

En sala de profesores mientras los colegas ya hablaban sobre adonde irían a viajar para las próximas vacaciones, agarré un libro que estaba botado sobre Miguel Hernández, "El oficio de poeta"... como una suerte de broma pedagógica, el epígrafe rezaba: "En igual forma como se fajan los miembros del niño desde la cuna, es necesario también desde la primera juventud, fajarles también la voluntad".