domingo, 31 de marzo de 2024

¿Por qué los huevos para celebrar la resurrección de Cristo? Existen varias explicaciones y se remontan casi a los orígenes de la civilización. En Egipto, el huevo era sinónimo de vida. Se cuenta que Osiris y Tifón lucharon y encerraron todos los bienes y males del mundo en un huevo, en un paralelo con la caja de Pandora. Durante la antigua Germania, incluso, celebraban a la diosa Estre porque traía fertilidad, y los conejos representaban la abundancia. Los cristianos primitivos, por su parte, se abstuvieron de comer carne y huevos durante la Cuaresma, por lo que, al llegar el día de la Pascua de resurrección, festejaban y salían a repartir huevos decorados entre los suyos. Si vamos más allá en la simbología, el huevo en sí mismo tiene una relación metafórica con el sentido de "vida nueva" que Cristo representaba al vencer a la muerte y despertar glorioso. Me permito citar en este punto un clásico fragmento de la novela Demian de Herman Hesse que, si se aguza la mirada crítica, guarda una analogía curiosa: "El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios es Abraxas".

sábado, 30 de marzo de 2024

Con la polola hicimos un ejercicio de definir al otro, en una sola frase. Ella dijo de mí: "Un hombre culto que le gusta disfrutar de la vida". El prisma con que definimos a los otros depende mucho de cómo cada quien se define a sí mismo. Al definir al otro definimos muy bien nuestra propia idea. Nuestras palabras, nuestros dichos, hablan muy fuerte de lo que somos, a menos que desconfiemos demasiado del lenguaje y su capacidad interpretativa.
Mi madre ha dicho que, con sus penas a cuestas, ha comenzado a extrañar a Dios. Conmovido por sus palabras. Tristes pero bellas en su reflexión. Los existencialistas como Jean Paul Sartre y Albert Camus también renegaron de Dios en su momento, pero luego tuvieron una "conversión", aceptaron que no es posible renegar del todo de la dimensión religiosa, sin antes quedar un poco vacío, un poco huérfano, ante el absurdo de un mundo sin sentido trascendente, con pura inmanencia. En Camus, esto queda en evidencia tras las conversaciones que mantuvo con Howard Mumma durante sus últimos años. Aceptó su incapacidad para entenderlo todo sin considerar la religiosidad. Por su lado, en Sartre fue decisivo un diálogo que mantuvo con un marxista, pocos días antes de su muerte, diálogo recogido por Le Nouvel Observateur. En ese diálogo, el filósofo afirmó que no se percibía "como producto del azar, ni como una mota de polvo en el universo, sino como alguien que ha sido esperado, preparado, prefigurado. En resumen, como un ser que solo un Creador pudo colocar aquí". El escepticismo no tiene por qué estar reñido con el sentido de una trascendencia allende la física o una profundidad espiritual más allá de la materia. Al zozobrar la carne, al sentir la oscilación de la vida, suele ocurrir, en los espíritus sensibles y en las mentes reflexivas, un episodio que confronta los propios conflictos internos con la inmensidad de un absoluto inabarcable. Es allí donde inicia la posibilidad de Dios, o la posibilidad de plantearse su existencia, a través de la experiencia sensible de la vivencia humana. Hay todo un misticismo en esa "duda final", en ese umbral que conecta el sufrimiento terrenal con la creencia en un orden superior. 
Un sticker de San Pancracio cayó al suelo tras despegarse del ramo que mi polola colgó sobre el espejo. Si uno piensa en la causa lógica y científica, solo se agotó el adhesivo del sticker. Sin embargo, una lectura más poética y rica en simbolismo podría asociar la caída de la imagen del santo desde el espejo con el día en que Jesucristo permanece muerto, día de luto, de silencio y de espera vigilante. Día en que lo santo desciende al mundo de los muertos para luego ascender glorioso. La lectura mítica religiosa de este simple hecho cotidiano es tal que el espejo mismo podría significar algo trascendente: la proyección de la eternidad en la materia, de lo que se repite en el tiempo para luego volver a su verdadera identidad: “Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.” (1 Cor. 13, 12).

viernes, 29 de marzo de 2024

Viernes santo de reflexión. Cargo todavía con un dolor de cabeza producto de la caña de anoche, ese será mi viacrucis. La polola ya emigró con su familia. Mientras tanto, medito en la soledad de la pieza con un té de hierba, sobrio y penitente.

INRI

La inscripción INRI que fue colocada encima de la cruz de Cristo se traduce como "Jesús el Nazareno, rey de los judíos". Según el Evangelio de Juan, el acrónimo habría sido escrito por orden de Poncio Pilato para definir el motivo de la crucifixión de Jesús. Mucho tiempo después, se usaría la expresión en español "para más inri" con el mismo sentido de "por si fuera poco", es decir, para referir una situación que ya ha superado algún límite de absurdo, dramatismo o tragedia. En pocas palabras, "para más inri" equivaldría a una crucifixión metafórica, en virtud de un infortunio.

Ahora bien, hay otro significado de INRI que ha quedado relegado al plano esotérico. Aparte de su alusión a Jesús, las iniciales del acrónimo podrían significar lo siguiente, traducido del latín al español: “Por el fuego se renueva la Naturaleza”. Esta posible acepción me habla de un sentido más profundo. Puede ser el principio purificador del fuego, su ciclo de disolución y regeneración (cual Cristo crucificado y resucitado) y también puede ser el principio creador, la Palabra al comienzo, pronunciada por el Altísimo. De hecho, INRI puede tener otras combinaciones, alusivas al Reino Interior o al Nombre inefable al inicio de todas las cosas.

La cuestión es que el INRI me ha perseguido durante este último tiempo, a raíz de sus diferentes y potenciales significaciones. Bien podría entenderse que, "para más inri" hemos tocado fondo y no haya aparente salida, pero también podría ser que la fórmula "Inri" sirva para invocar el fuego que renueva, y la palabra para pronunciar las cuestiones elementales.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Valparaíso se proyecta como el destino más visitado para Semana Santa, según dicen, aunque no se precisa si es con el propósito de una reflexión penitente o con miras al viacrucis. Lo cierto es que muchas familias y muchos amigos se enguatarán de chocolate y otros de pescado, y los más malulos, de carne roja.

lunes, 25 de marzo de 2024

Compré Diario de Valparaíso de Alfonso Calderón. Auténtico hallazgo. Referente ineludible para quienes perseveramos en la anotación rápida y en la crónica urbana. Se podría decir que Calderón fue una gran influencia. Incluso, a más de setenta años, hay cosas que él escribió que resuenan con el presente y me identifican plenamente. Rinconada tenía también la lógica del diario de Calderón y los textos estaban perfectamente señalados con fecha, en su nombre:

Valparaíso, 4 de febrero de 1950

¿Me falsifico a mí mismo en este Diario? ¿O solo se trata de un proceso de distancia entre mi yo y la realidad oscura? Sin embargo, no ignoro que jamás me dejo llevar por mi propia exaltación, con el fin de "hacer" el héroe (en la clase de Gramática, Rosales dice que dejemos de emplear este verbo "comodín"). Cuento lo que me pasa, medito sobre mi propia nulidad, y a veces no paso por listo relatando con pormenores mis fracasos".

domingo, 24 de marzo de 2024

La verdad es que nunca me lo propuse, pero al escribir crónicas sobre Valpo y desde Valpo se arma una verdadera "cartografía existencial". Hay algo en la crónica que la hace magnética, algo al paso que deja huella. Sé que las circunstancias no son las mejores, pero es como la escritura situada de Carlos León, que volvía cada vez que podía a los viejos lugares, hecho tal vez la sombra de sí mismo.

Crónica sobre Domingo de Ramos en Valparaíso: La "Jerusalén perdida".

Frente a la Iglesia de los Sagrados Corazones, había unas señoras que vendían ramos. Algunas cortaban grandes ramas que se esparcían en la vereda y otras ya tenían listos los ramos bien amarrados con imágenes de religiosos y santidades. Al lado de las señoras, también había cabros que vendían los ramos a viva voz, y se las ofrecían incluso a los vehículos que iban pasando por ahí. “A luca”, gritaban, mismo precio que el de los ramos al pie de la calle.

Pasé y no me decidí a comprar ninguna mata en especial, hasta que llegué al frontis de la iglesia. Estaba cerrada pero toda la reja de la entrada estaba cubierta por ramas, como quien pretende evocar la entrada a Jerusalén. Una señora me ofreció de las ramas que estaba vendiendo. Le pregunté si acaso iba a realizarse una misa. Dijo no tener idea. Otra señora que estaba cerca se metió en la conversación y afirmó que se realizaría una en la tarde, que se suponía en la mañana no se había realizado por un retraso del cura.

Ante la expectativa, ambas señoras comenzaron a discutir la remota posibilidad de la misa, aunque todo indicaba que no se haría, porque no había nadie esperando ni afuera de la reja ni dentro de la gruta. De esa manera, el Domingo de Ramos fue inaugurado, sin una ceremonia oficial que lo consagrara. Al menos, no una que fuera anunciada para todos. Las ramas simbolizaban el comienzo de la Semana Santa, aunque también representaban la victoria para los romanos. Jesús llegaba, según cuentan, en son de paz, pues el silencio que reinaba alrededor de la Iglesia de los Padres Franceses era la antesala de un vacío sublime, el vacío que dejó el posible ingreso inadvertido del Señor.

Cuando ya todos guardaban las cosas para irse, la señora de las ramas insistía en venderme una antes de marchar. Eché un vistazo a algunas hasta que elegí la de San Pancracio. “San Expedito”, repetía la señora. “No se preocupe, están bendecidas”, agregó, al darse cuenta que observé la iglesia cerrada. Creyó que mi intención era ir a aquella improbable misa a bendecir las ramas. Pero no. Solo quería llevarme una a la casa, recordando quizá aquella época en que era chico y todos en la familia se reunían para llevarse su matita. Se vuelve a aquella infancia como quien vuelve a una Jerusalén perdida en el tiempo. El reino de la nostalgia era tierra santa, aquella en que todos estábamos unidos.

"Izquierda no es woke", Susan Neiman

Para quienes aún no saben a qué nos referimos con "lo woke" en lo político y en lo cultural, la autora Susan Neiman nos lo explica en su nuevo libro, muy necesario para aclarar estos conceptos tan en boga:

"Susan Neiman se pasó buena parte del 2023 recorriendo Europa para promover su último libro, escrito con la sensación de que “no podía esperar, era demasiado urgente y necesario”, según dijo en una entrevista con la revista Quillette. Neiman, judía y estadounidense, es una de las más destacadas especialistas en filosofía moral y hoy vive y enseña en Alemania. Su texto “demasiado urgente” fue traducido al español y acaba de llegar a Chile con el título Izquierda no es woke (Debate, 2023). Su finalidad es demostrar que muchos elementos de la moda woke no son de izquierda, y algunos de ellos son más bien profundamente reaccionarios, aunque sus promotores ni se den cuenta.

No es fácil definir lo woke, en parte porque no es un movimiento, sino muchos, y porque algunas de sus ideas arrancan de desarrollos filosóficos o seudocientíficos muy oscuros. Es más fácil reconocer lo woke por sus métodos: la cultura de la cancelación (la funa), la intolerancia a los matices, el rechazo de la negociación, la inclinación por el juicio lapidario.

En general, lo woke identifica a un reclamo en defensa de minorías discriminadas, lo que coincide con el impulso general de la izquierda a favor de los oprimidos. La diferencia es que el wokismo convierte en esenciales esos elementos, como si ellos definieran toda la experiencia humana. Por lo tanto, a una forma de tribalismo -Neiman prefiere esa palabra a “identidades”- que encierra a las personas en pequeñas esferas autoalimentadas. En particular, las de “los dos aspectos de la identidad sobre los cuales tenemos menos control, y que mejor pueden servirte como víctima”: el género y la etnia. (Para los excesos en estos ámbitos resulta complementario el libro de la psicoanalista francesa Élisabeth Roudinesco El yo soberano [Debate, 2023]).

Neiman cita al historiador Benjamin Zachariah: “Hubo un tiempo en que esencializar a las personas se consideraba algo ofensivo, un poco estúpido, antiliberal y antiprogresista, pero en la actualidad sólo es así cuando lo hacen los demás. Autoesencializarse y autoestereotiparse no sólo está permitido, sino que te empodera”.

Neiman recuerda que el término woke (stay woke = mantente despierto) apareció en un tema del cantante de blues Leadbelly en 1938, en protesta contra la condena a muerte de nueve jóvenes negros. Su actualización, sin embargo, sólo se remonta a la década pasada: “Fueron los niños desengañados de la era Obama los que encendieron el movimiento woke en los campus de las universidades estadounidenses”, escribe. Y ha mantenido su llama precisamente en las universidades, refugio y laboratorio de las demandas (con sus respectivas teorías) de género, raciales, ambientales, psicológicas, lingüísticas e históricas, para enumerar sólo las principales. Muchos de estos grupos nacen de derivas de otros y de alianzas de ocasión. La filósofa se declara espantada por las expresiones de apoyo a los ataques de Hamás del 7 de octubre, celebrados por muchos de esos jóvenes como “actos de liberación”. En puntos como este, dice, la confusión entre woke e izquierda “desacredita a la izquierda”.

Como habían notado antes el filósofo Richard Rorty y el historiador Mark Lilla, Neiman ve el curioso puente, tendido por grupos académicos, entre el filósofo francés Michel Foucault, supuestamente de izquierda, y el jurista nazi Carl Schmitt. Ambos compartían “el rechazo a las ideas de humanidad universal, a la distinción entre poder y justicia, así como un profundo escepticismo respecto de cualquier idea de progreso”. También rechazaban el racionalismo de la Ilustración, que a Foucault le parecía un fraude destinado a encubrir nuevas formas de poder. Schmitt, como Heidegger, cargó hasta el final de sus días con un antisemitismo pertinaz, que veía “a los judíos como emblemas de todo lo que odiaba del mundo moderno”. La idea de “humanidad”, para Schmitt, era una invención judía, que es lo mismo que alguna vez dijo Adolf Eichmann.

Schmitt se negaba a distinguir entre poder y justicia y Foucault rechazaba que fuese posible una distinción moral entre inocencia y culpa. Después de un célebre debate en 1971, Noam Chomsky dijo que Foucault era “el hombre más amoral que haya conocido”. ¡Chomsky!

Inspirados en parte por ellos -y por pensadores que los han seguido, como Giorgio Agamben, Judith Butler, Chantal Mouffe-, la cultura woke se encapsula en sus causas tribalistas, alimentando un pesimismo derrotista con el implícito de que poco y nada se puede cambiar. La vehemencia de sus argumentos, dice Neiman, “sobre la importancia de los pronombres es la expresión de personas que temen poseer escaso poder para cambiar cualquier otra cosa”.

El argumento central de Izquierda no es woke es que debido a estas tendencias se han ido abandonando los “tres principios esenciales para la izquierda: el compromiso con el universalismo, una distinción clara entre la justicia y el poder y la posibilidad del progreso”. Una conversación con el activista indio Harsh Mander, cuenta Niman, la hizo agregar un cuarto principio: el compromiso con la duda. Mander le dijo que no sería comunista porque no podría apoyar a ningún movimiento que le impidiera cuestionar las cosas. Eso incluye la idea de que ni siquiera el progreso es inevitable, dado que la historia muestra muchos momentos de retroceso. “Nada resulta más absurdo, en este momento de la historia, que el hecho de que un progresista descarte las ideas de otro por diferencias sobre lo que se considera o no discriminación”.

viernes, 22 de marzo de 2024

Emile Dubois, alcalde de Valparaíso

En calle Salvador Donoso me encontré un afiche, pegado cerca de un mural de Roberto Bolaño. Era un afiche sobre Emile Dubois y decía: “Emile Dubois, alcalde de Valparaíso”. ¿Quién habrá planteado la idea de su póstuma candidatura? Averigué y era un artista francés llamado Jim Délemont, quien presentó su muestra «Evasión hacia un futuro olvidado» en la Ex Cárcel, basado en la historia del popular ladrón y asesino en serie del puerto.

La leyenda cuenta que el francés Dubois arribó a Chile y contaba con una lista de posibles víctimas. Se trataba de médicos, abogados, contadores, corredores y comerciantes que Dubois consideraba “usureros”, de modo que sus crímenes tenían un plan y una motivación. El primer asesinato de Dubois fue en Santiago, pero los ataques que lo volvieron conocido ocurrieron en Valparaíso.

Primero mató a Ernesto Lafontaine, que tenía un local en el centro. Luego de eso, se llevó su plata y un reloj de oro. Después, se inclinó contra el comerciante Reinaldo Tillmanns y más tarde contra el empresario Gustavo Titius. Asesinó también al comerciante Isidoro Challe, a modo de venganza por una deshonra en contra suya. Antes del terremoto de 1906, quiso asesinar al dentista Charles Davies. Sin embargo, este logró defenderse y alertar a un guardia municipal para capturar a nuestro oscuro “Robin Hood”. Ese sería el fin.

Fue llevado a juicio y, frente al juez, se declaró inocente de todos los cargos. La justicia lo declaró culpable y lo sentenció a pena de muerte por fusilamiento. Dubois, quien mantuvo su inocencia hasta el final, declaró fuerte y claro: ¡Disparen directo al corazón”!.

Tras la muerte de Dubois, su tumba se convirtió, con el tiempo, en una verdadera “animita milagrosa”. Todavía hay porteños que se encomiendan a San Dubois, a quien llamé alguna vez “Santo ladrón de los deseos” luego de una muestra sobre su figura hecha en el Salón El Farol de la Universidad de Valparaíso.

Hoy por hoy, Dubois se ha convertido en un santo popular por ese carácter de “justiciero criminal”. El corazón de Dubois fue abierto a plomo y, a su vez, fue abierta la Caja de Pandora de la injusticia, porque el porteño pudo reconocer que no siempre lo legal equivale a lo justo.

Hay quienes cuestionan que un asesino en serie de la talla del francés sea considerado motivo de culto y de reivindicación, y hay quienes le profesan una fe íntima y otros que indagan en su carácter de mito, mediante el poder evocador del arte y la narrativa.

Emile Dubois fue una figura histórica que asoló el puerto con su legado de sangre. El aparato judicial de su época lo condenó, con justa razón, acorde a la ley, pero su personaje y su leyenda le sobreviven, a toda prueba.

Cuando vi el afiche que postulaba a la alcaldía a Dubois, me embargó la emoción, esa emoción porteña, tan entrañable y ajena a consideraciones morales. Tras la propuesta de Délemont, sería una locura ver en Dubois una posible figura política ¿Por qué no? Sería interesante saber de su ideología y de sus propuestas para la ciudad. Habría que preguntarle a los porteños si es que estarían dispuestos a votar por Dubois en una imaginaria candidatura. ¿Ganaría?

La obra de nuestro “Robin Hood” de las sombras continuará chorreando tinta sanguinolenta en los estudios y en los relatos que broten de él. En lo particular, recomiendo la lectura de Abraham Hirmas, “Emile Dubois, un genio del crimen” y “Todas esas muertes” de Carlos Droguett.

Rinconada. Crónicas del adentro y del afuera, 2024. Ediciones Universitarias de Valparaíso.

Edición de mi libro "Rinconada. Crónicas del adentro y del afuera" propuesta por Ediciones Universitarias de Valparaíso y postulada al Fondo del libro. No quedó elegida pero igual quedó decente, aunque el concepto de la portada es distinto. Se trata de un espejo en una escalera. La original era una puerta entreabierta, basada en una obra de Marcel Duchamp ¿Qué habrán querido significar con el espejo atascado en la escalera?

jueves, 21 de marzo de 2024

Después de todo, la poesía sobrevive a sus poetas. Pueden ellos machacarse a golpes y arrancarse el corazón, pero sus líneas versificarán el acta funeraria.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Contra historia (poema)

Querida ¿Qué es el mal? ¿Qué es el amor?

¿Cuál es la fuerza que nos posee?

¿Dónde quedó la belleza? ¿Dónde la verdad?

¿Dónde la fuerza que vela por ti, por mí?

¿Qué es lo que nos hace avergonzarnos

de haber mentido y de haber roto los espejos?

¿De hacer vista gorda a la inclemencia del fuego?


Y mientras el mundo continúa su orgía incesante

¿Qué es lo que convierte las palabras que arrojamos

en fichas carentes de símbolo y valor?

¿Por qué es que cualquier cosa en esta tierra

que nosotros no entendemos

nos impele a estar arrodillados

y a abdicar del antiguo orden?


Las reglas de las instituciones no se cumplen

las reglas de los hombres se sabotean

pero las reglas de nuestro lenguaje presumen la sombra

por eso aún andamos a gachas

tanteando una historia desconocida

que no nos pertenece y que creemos única.


Algo nos ha dicho: despierta, no hay nada que buscar

y el deseo, invicto, reclama su porción de espíritu

su carne esotérica.

Todo lo que siempre quisimos

está aquí, en la punta de la lengua

y en la punta del lápiz, a punto de invocar

su propia marcha fúnebre

una condena anticipada, una palabra de despecho

un mundo derrumbado

ante la farsa del vidente.

"-¿Profe, usted conoce este libro?-", preguntó un alumno durante la última clase. Pensé que me mostraría alguna novela que estaba leyendo. Esperaba encontrar algo novedoso, pero luego me mostró una portada en su celular: ¡Era la portada de mi libro! "A destiempo. Reminiscencias e instantáneas!. "¿Y cómo dio con el libro?", le pregunté al cabro, todavía intrigado con el hallazgo. "No sé, simplemente busqué su nombre y me salió". 

Él quería tener una copia. Le dije que podía comprarlo en la página, pero se tardaría un poco, que estaba haciendo todo lo posible por mover ejemplares físicos para poder venderlos. El cabro me dijo que no pensara mal, que solo me había googleado y que por casualidad había aparecido ahí. Le resultó increíble ver el nombre de su profesor en la portada de ese misterioso libro. Incluso me propuso que lo diera a leer como plan lector. Sin embargo, trata cuestiones demasiado personales en clave literaria, y francamente no sé si UTP lo podría admitir. Pese al entusiasmo del cabro, tampoco creo que sea conveniente plantearlo siquiera como posibilidad de lectura curricular, aunque no deja de ser llamativa la idea de que tus propios alumnos sugieran la lectura de tu obra. 

Esta sería la tercera vez que estudiantes saben de mi libro, desconocido todavía para el medio editorial, solo que esta vez ellos hicieron la pega y lo buscaron por su cuenta en las inmediaciones de la red, todavía no asequible a bibliotecas y librerías. Es posible que aún descansen algunos ejemplares por ahí, escondidos en la oficina de algún taller, apilados entre impresiones viejas. Y estoy siendo muy optimista. Impulsado por el descubrimiento de los cabros, puede que a futuro, si es que se reedita, el libro encuentre un mejor destino, en el CRA de algún colegio en forma de donación o en las manos de algún otro alumno lector, cuya historia desconoce.

martes, 19 de marzo de 2024

"La gente ahora no piensa con la mente, piensa con el deseo", frase escuchada recién a un vecino.

Izquierda woke, Andreu Jaume

"Desde hace bastante tiempo, sostengo que es casi un imperativo ético e intelectual evitar definirse ideológicamente. Afirmar con rotundidad que uno es de izquierdas o de derechas no es más que una ilusión entretenida por todos aquellos que aún viven de la nostalgia de una era desaparecida. Somos hijos de un siglo a la vez cruel y maravilloso que nos dejó la obligación moral de repensar y asumir su legado político, como hizo el añorado Tony Judt en aquel libro fundamental que se tituló, justamente, Sobre el olvidado siglo XX. Solo ese olvido puede hacer creer a alguien todavía en el comunismo o en el fascismo, esas dos caras de un mismo y único nihilismo que reduce la organización política a una abstracción totalitaria." 


"Desde hace tiempo sostengo que la gran conquista de la democracia, que es el vacío común no vinculado a contenidos naturales –eso es la ciudadanía, eso es la igualdad ante la ley– se ha vuelto para muchos insufrible porque el resto se ha abandonado a la ley del mercado. El gran triunfo de la modernidad se ha convertido asíen la principal causa del malestar. El vacío común se ve ahora como un abismo amenazante que hay que llenar a toda costa con el contenido natural de la identidad."

lunes, 18 de marzo de 2024

Tras el fallo, se adjuntó la nómina de obras y proyectos no elegibles y no seleccionados. En otra, los que quedaron fuera de convocatoria. Una verdadera "lista negra". De inmediato, recordé un breve cuento que había escrito para un futuro hipotético libro que estoy preparando, llamado "Onirómano". En el cuento se habla de un sueño sobre un libro que recopila aquellas obras rezagadas de los fondos del Estado.

Lapsus

Soñó que deambulaba por una plaza y en una feria se encontraba con un extraño libro. Era una recopilación de algunas obras literarias rezagadas por los Fondos del libro y la lectura, en el lapso de una década. Comenzó a hojearla, pero no figuraba ningún nombre del responsable de la obra. Perfectamente pudo haber sido una multitud. En la contratapa se dejaban leer las siguientes líneas de Leopoldo María Panero: "Qué es el hombre, pregunta la mano que escribe. /El Infierno pregunta de quién es la mano que escribe". Al intentar leer la obra, despertó, abrupto, sin alcanzar a consultarla, haciéndose polvo entre sus manos. Lo único que sobrevivió fue su nombre: Lapsus.
Algo increíble de la evaluación del proyecto fue que en la mayoría de los indicadores, sobre todo en los de criterio editorial y financiación, sí cumplía con los objetivos, pero era imprecisa su bajada y debía mejorar algunos aspectos. Terrible, considerando que la fundamentación completa prácticamente se la dejé a Ediciones Universitarias de Valparaíso, quienes se comprometieron a postular la obra por considerarla "meritoria". En la parte del curriculum mencionaron algo que me da mucha risa. "El autor cuenta con un currículum en el ámbito de la poesía, previo a esta obra en prosa. Si bien no presenta una gran experiencia como cronista, la editorial cuenta con un catálogo de obras que podrían apoyarlo." Casi se podría armar un relato satírico únicamente basado en estas jugosas derrotas.
Entre los textos que he trabajado con mayor desarrollo están la crónica, el cuento, el relato, la frase, el prólogo, la reseña crítica, el artículo de opinión, la columna, la anécdota, la reflexión y el poema. He escrito ensayos pero no los suficientes, ni con la soltura precisa. En cuanto al género dramático, nunca lo he abordado. Tal vez podría. Alguien recuerdo que también me recomendó escribir guiones de cine. Otra veta pendiente. La novela, por su parte, me parece un terreno aún por explorar. Me propongo trabajar en una, que temo que algún día vea la luz.

domingo, 17 de marzo de 2024

Frente al abismo, dijo la maestra, solo caben dos posibilidades: arrojarse en él o retroceder y romper la muralla.

Reseña de poesía: "La república ardiente" (2021) de Rodrigo Suárez Pemjean

La palabra arde, chamuscada la boca que la pronuncia. Mucho arder, mucho fuego enciende el decir. Arde el significado así como arde el país entero. Escribir sobre La república ardiente (2021) de Rodrigo Suárez Pemjean se vuelve un desafío precisamente por todo lo que implica, en un contexto donde el fuego se ha vuelto herramienta política, señal de oscuros atentados y símbolo de tiempos convulsos.

El hablante en el poemario habla de una historia distante -exilio mediante- pero que se sabe íntima en la medida que quema en la memoria. Los paisajes descritos son llamas que evocan recuerdos. Los parajes y sus vivencias pueden leerse como chispas que pueden hacer brotar una intuición o una impresión instantánea.

Quien experimenta un habitar trágico no puede menos que oler la densidad del aire de su patria. Así se atestigua en las páginas chamuscadas de La república ardiente. "Los olvidados permanecen en un lugar que no es la memoria" reza el hablante en uno de los primeros poemas, porque el olvido de aquellos que no están implica un desarraigo, y el sujeto desarraigado deja de estar sujeto, se vuelve disperso, aunque consciente de su dispersión, al volver sobre un decir probable.

"La oscuridad determina el cauce de los hechos", y ese parece ser, en realidad, el cauce de las vivencias y experiencias que cobran cuerpo en los versos alusivos al Golpe y también al presente mismo, un presente marcado por las consecuencias de un conflicto geopolítico y de una crisis institucional sin precedentes.

Bajo La república ardiente, la poiesis implica una fuga que luego vuelve sobre la zona cero para renombrar el desastre. Así, entonces, el hablante insiste en la espera que no se resuelve, en el olvido y en la decepción como temples de ánimo. Se referencia la traición, (¿la traición política?) marcada de manera simbólica en un contexto neroniano, donde continúan los conflictos al sur de Chile y también al centro, como esquirlas de un reciente "estallido".

El fuego vuelve a retrotraer al lector a una realidad incendiaria e incendiada por su exceso de antítesis y carencia absoluta de síntesis. Antagonismos, radicalismos y maximalismos. La república ardiente arde porque arden sus conciudadanos en pugna y sus historias irresolutas.

"Somos el cadáver adánico. La última provincia sostenida para el olvido", reza un verso, y aquí es donde cobra relevancia la provincia en cuanto estado espiritual, más allá del mero territorio geográfico. La provincia se vuelve el escenario en donde se lleva a cabo el ritual del incendio como manifestación de la muerte y como telón de fondo de un orden vacilante. Las fronteras se vuelven las fronteras de un país de mentira, en donde el fuego bota las caretas. Mapas muertos, porque el mapa nunca fue el territorio.

El tiempo detenido, que expresa el hablante, expresa la situación de calle de aquellos que perdieron el habitat y que solo moran en el tránsito. La periferia se vuelve el espacio del desarraigo absoluto -allí donde el Estado no alcanzó a llegar y no atrapó sus escombros- y el espacio donde se puede observar cómo todo arde, con una vista panorámica.

La república arde, porque, como en el antiguo refrán, "el hombre es el lobo del hombre". El humo gris del orden que zozobra es también el humo que desprenden las armas de fuego. Los resabios de una guerra civil y de una revolución frustrada constituyen la hoguera de nuestro pasado. Su incandescencia todavía se acumula en la retina de nuestra masa crítica.

Pero hay pasajes en los que el hablante parece detenerse, sencillamente para observarlo todo desde la distancia. "Lejano Chile. Cartagena te mira, un Imperio derrotado. Guerra florida entre el mar y la costra". La alusión al litoral en cuanto paraje de la contemplación y el recogimiento, un habitat posible donde huir del acabóse o al menos ganar tiempo para la reflexión y la mirada lúcida.

Pese a que el país se cae, y su esencia republicana se hace cenizas, el hablante se da el espacio de recrear sus puntos neurálgicos y sus zonas clave, aunque sea para expresar en ellos una mirada crítica. Las alturas del cobre rememora uno de los recursos que son "piedra viva" y que pueden ser la materia prima para un orden nuevo y una reconfiguración de la patria.

Sin embargo, falta la voluntad, falta el arrojo, la visión...

Chile, ante la mirada trashumante, ígnea y fúnebre del hablante, se vuelve un mausoleo, o tal vez solo sea la lectura sobre una frontera como punto falaz del horizonte. Allí donde se pierde el equilibrio y se vive a contraluz. "Ya no respira/el sol neutraliza su impulso de llorar/El país se hunde a sus pies".

Está claro que el país evocado en los poemas ya no es el mismo al que solía ser. Se percibe ese dejo de nostalgia y de decepción. "Alguna vez Santiago fue hermosa/Alguna vez la ciudad fue". Pero ya no es, ni siquiera es su país. Hay una pérdida del arraigo que destila extravío.

Pese a todo, el hablante se empeña en nombrar y recordar como una manera de representar el hambre, como forma de hacer justicia póstuma o siquiera sublimar aquello que perdió o que no logró reconocer del todo, tal como el pan chileno, que estaba entre los mejores del mundo.

La visión del país va en picada, y así sus cenizas parecen caer del cielo para poblar los suelos. De esa forma, en este viaje funerario e inflamable, se hace recurrente la alusión al tiempo pasado, el fin de la infancia en Craneografía, el espectáculo de la matanza. También recurre el simbolismo del ocaso en el atardecer, en Estación terminal, donde "escrito en las paredes está el tiempo humano".

El hablante se pasea entre las imágenes de un espacio que se tambalea por la saturación de su propia energía. Ante esto, se presenta el abandono, la itinerancia, el destierro en carne viva, y también se hace el esfuerzo por configurar escondites, atajos y lugares secretos, con tal de concretar una tregua temporal. "Cómo inscribir a un país en el camino", reza el hablante en Madriguera, una madriguera humana.

La misma tónica se aprecia en Yugo distante. "No hay tierra que no quiera perder de vista" reza un verso y, en una cita a Borges, "los senderos no se bifurcan al menos que se demuestre coraje". Porque hay que tener coraje para transitar senderos perdidos o para abandonar las zonas seguras, en vías de un escape inexorable. El fuego ahuyenta y también aviva a quien lo rehuye. Podría decirse que las cenizas ofrecen un camino alternativo. "Otro mar, costa desconocida, donde los puertos no duerman".

Hacia el fin, los poemas en inglés y transcritos al español conectan el sentido de la lengua con su arraigo originario. El idioma del testimonio evidencia el lazo íntimo con los lugares del hablante, porque la poesía misma enuncia un habitar posible en medio de lo indecible. "Una ciudad a merced de los cerros veleidosos" como reza en Espectro.

En Veranda, por último, se hace patente la voluntad del ejercicio de la memoria para resignificar el tiempo desde donde se escribe, la época que envuelve el espectáculo mismo del sacrificio nacional. "Recuerdo cómo ardió el parlamento, dejó un resplandor que perdura hasta hoy como paisaje". Porque, en efecto, el fuego se avizora como motor fundador de la civilización, pero también como indicio de su destrucción completa.

Aun así, el fuego puede tener un efecto vivificador. "Por el fuego se renueva la Naturaleza", era la interpretación esotérica para INRI, inscripción colocada sobre la cruz de Cristo. La posibilidad de que el fuego también purifique, renueve, habla de una poiesis creadora en la palabra.

Puede entonces que La república ardiente siga ardiendo en la memoria de sus desterrados y de sus muertos, pero puede también configurar un fuego prometeico en las manos indicadas, un fuego que ilumine el trayecto y que, con su luz, vuelva consciente la oscuridad de los hechos y su recuerdo.

sábado, 16 de marzo de 2024

"Disfruta el silencio" sobre las Torres Gemelas

No hace mucho descubrí un video alternativo de Enjoy the silence grabado sobre las extintas Torres Gemelas de Nueva York. Su significado se vuelve aún más potente y sombrío si se considera el trágico atentado del 2001. El video original, -el del rey coronado en medio de la soledad y la inmensidad de la naturaleza- tenía un sentido más poético y existencialista, pero este tiene un alcance profético y hasta apocalíptico, diría yo. Se puede leer como una premonición. Solo vean el video, escuchen la letra y luego repasen el atentado. Disfruten el silencio después del desastre, como si se tratara de una secuencia improvisada a base de fuego e historia, porque. "Las palabras, como la violencia, rompen el silencio, llegan chocándose, contra mi pequeño mundo".

Una amiga de mi polola preguntó ayer cuál autor era mi favorito. Tenía que ser literario. Le dije que había muchos, que dependía del género. Aclaró que fuera uno solo. -No elijas a Rimbaud, es mío-, comentó la polola, desafiante. -Tampoco a Kafka-, agregó. Qué loco que justo haya elegidos a dos de los mejores en poesía y narrativa, respectivamente. Había muchos otros autores, pero su elección era tal vez la más reñida ¿Será que Rimbaud y Kafka compartía un canon secreto del que no estuve enterado?

viernes, 15 de marzo de 2024

Muchas veces cuando escribo una crónica lo hago movido por las circunstancias puntuales. En esos casos, nunca sabré bien de qué va a tratar el próximo escrito. Y en eso radica la fuerza. Otras veces, en cambio, hay un tópico o un hecho que ronda mi mente, y me propongo darle una forma en el texto. No hago distinción alguna entre esas dos posibilidades. Ambas conforman mi metodología de trabajo, todavía no sometida al profesionalismo, siempre de acuerdo a la pulsión del interés y no a un motivo extrínseco, ajeno a mi voluntad.

jueves, 14 de marzo de 2024

Antes de comenzar la clase de la mañana, un cabro se me acercó. "Profe, necesito hablar con usted", me dijo. Se le veía adormilado. -¿De qué se trata?-, le pregunté. -Era para avisarle que no me retara si me quedo dormido en su clase-, respondió. -Lo que pasa es que perdí todo anoche en el incendio de Cordillera, y madrugué ayudando a mis tíos a levantar escombros. Dormí solo un par de horas-. Quedé conmovido al enterarme que había perdido todo, y que, aún así, había venido a clases. -Cuánto lo siento, estimado ¿Y por qué no se quedó a descansar?-, le volví a preguntar, preocupado por su situación. -Es que acá en la escuela me evado-, contestó.- En lo que duro la clase, el cabro no durmió sobre la mesa, como hubiera creído. Solo permaneció quieto, bien callado, frente a la pizarra, con su cuaderno abierto y en blanco, en posición reflexiva. Casi no hablo con nadie más. Apenas anotó un par de cosas y luego se fue. Aquella hoja en blanco sin materia parecía su oración silenciosa, el secreto de sus recuerdos chamuscados.

martes, 12 de marzo de 2024

Con algunos cabros de Cuarto alcanzamos a discutir sobre el concepto de tesis y base, y la diferencia entre la crítica de la realidad y la mera opinión. Planteé como tema el incendio de Viña ocurrido en Febrero. La cosa era argumentar si fue o no intencional. La gran mayoría coincidió en que los incendios fueron provocados, a la luz de la evidencia abrumadora y la más pura lógica. El gran desafío sería, sin embargo, argumentar por qué. En eso consistiría la base de su argumento, y en ese ejercicio radicaría la diferencia con la sarta de opiniones que podían encontrar en redes sociales. Porque les tocaría a los estudiantes esforzarse un poquito más para justificar su punto de vista, y siempre resulta incómodo darse cuenta que se sabe menos de lo que se creía sobre la contingencia y sobre los asuntos más cotidianos que pasan frente a nuestros ojos, ocultando su verdadera trama de significaciones tras una cortina de humo. Demás está decir que el calor a la hora que fue la clase era inmenso, pero aún así, en el resto de hora que quedaba, los cabros se mostraron entusiastas, incluso algunos lanzaban sus propias teorías rocambolescas y más de uno estuvo a punto de perderlo todo. A todos en esa sala, incluyéndome, muertos de calor, les había afectado el siniestro, de una u otra forma. Por lo tanto, la clase se había convertido en un hervidero de experiencias límite y de interpretaciones sobre los terribles hechos consumados. Volvía el Oficial de guardia y algunos cabros, los de las teorías, se aprontaron a mostrarme sus argumentos en el cuaderno para su revisión. Nos debatimos dialécticamente en torno al incendio como si con eso hubiésemos podido evitarlo. Hace mucho tiempo que no me sentía tan a gusto en clases.

lunes, 11 de marzo de 2024

Otra crónica rápida, para quienes seguían mi estilo. Se trata sobre los rieles de los antiguos tranvías de Valparaíso. Lea y opine, caro lector:

Al cruzar por la Avenida Francia esquina Victoria, había excavaciones para remodelar las calles. Nada fuera de lo común: rejas impedían el paso y uno que otro pinganilla las atravesaba para cruzar. Sin embargo, había algo distinto. Se trataba de unos viejos rieles de tranvía, oxidados pero aún bien firmes. Iban en dirección hacia el Peatonal, puesto que antes ese sector era una extensión de la calle Victoria que conectaba con el Parque Italia y Pedro Montt. Aquellos rieles son tal vez los únicos vestigios de aquellos míticos tranvías que inauguraron el transporte público del puerto y que fueron concesionados por allá por el siglo XIX, prácticamente desde los inicios de la República.

Según se cuenta, primero circularon "carros de sangre", tranvías a tracción de a caballo; luego, fueron inaugurados los tranvías eléctricos que surcaron las calles del puerto hasta muy avanzado el siglo XX. Los rieles que sobresalían por debajo del cemento deteriorado eran la evidencia de su circulación a lo largo de casi todo el plan de la ciudad. Cuando los trabajadores seguían excavando por ahí cerca parecía que hubieran desenterrado el armazón de una criatura ya fosilizada en el tiempo. Los rieles aún persistían y se negaban a desaparecer, pero todo tiene su hora.

Al otro día, pasé por donde mismo estaban aquellos rieles cercanos a la calle Victoria, y los habían tapado con una estructura hecha de concreto y ladrillos, seguramente para volver a pavimentar encima. Lo que en su momento fue la vanguardia de la modernización urbana en Valparaíso, ahora yacía oculto, esta vez para siempre, en sus últimos estertores ante el avance furibundo de las máquinas a pulso.

La ciudad puerto se volvió a modernizar, a costa de su historia, y en esa fuerza arrolladora que empuja hacia adelante, sin misericordia alguna, se dejan atrás, en forma de remanente secreto, algunas joyas de una arquitectura perdida. Primero, fueron esos tranvías de un Valparaíso extinto. Luego, los vehículos que aún conservan su vigencia pese a las curvas y las subidas "paradas". Y a futuro, puede que ya ni siquiera resten las mismas arterias y la ciudad vuelva a enterrar sus restos, vuelva a reciclarse para dar forma a algo que ni siquiera los propios porteños, con su trashumancia furiosa, alcancen a imaginar ni a transitar.

Crítica de la razón literaria, Jesús G. Maestro (fragmentos)

"Porque la literatura no es objeto de verdad, sino de realidad: no se trata de saber si lo que la literatura dice es verdadero o falso ―o posible, como pretendía Aristóteles―, sino de si es y está o no, es decir, de si tiene o no presencia ―y realidad― óntica. Dicho de otro modo: la literatura no es objeto de una gnoseología, sino de una ontología. La literatura no verifica nada gnoseológicamente, sino que lo construye ontológicamente. La literatura no confirma ni contiene ninguna «verdad». Ni trascendente, ni inmanente, ni categorial, ni filosófica, ni de ningún tipo. Ninguna obra literaria es un libro sagrado. Sólo las ciencias categoriales construyen verdades o errores, y sólo ellas resultan ser en consecuencia objeto de una gnoseología materialista, pero la literatura no, porque no es una ciencia, y porque se concibe y autoconcibe como una figura poética (mythos o fábula), no como una figura gnoseológica (verdad o falsedad). La literatura es una construcción ontológica, no un discurso gnoseológico.

(...)

Siempre es un error pretender un análisis gnoseológico de la literatura en términos de verdad o falsedad, porque la literatura es una construcción literaria que no instituye criterios de veridicción, sino que expone fenomenológicamente hechos, acciones, personajes, descripciones, etc., que pueden ser analógicos o sinalógicos, dialécticos o idénticos, afines o distantes respecto a referentes contenidos en otras obras literarias o artísticas, pero que serán siempre inmanentes, estructurales, formales, es decir, carentes de existencia operatoria en el mundo trascendental a la obra literaria, mundo en el que los seres humanos desarrollamos nuestra propia existencia operatoria, y en el cual la verdad de la literatura es una ficción. Esta es la razón por la que los moralistas de todos los tiempos, desde Platón hasta los progresistas posmodernos, pasando por los santos padres de la Iglesia, se han caracterizado por identificar la ficción de la literatura y de los personajes literarios con la verdad de la realidad extraliteraria y la existencia operatoria de los seres humanos. No hay moralista que no se tome en serio el juego de la literatura, es decir, que no haga trampa a la hora de interpretarla. Pretender que la literatura sea una verificación del mundo, y que, cual ciencia categorial o libro sagrado, sea posible exigir o extraer de ella el contenido o la revelación de una verdad, moral, ideológica, teológica o de cualquier otro tipo, es una falacia gnoseológica que sólo puede conducir al dogmatismo más irracional o a la ilusión más trascendente y absoluta."

Jesús G Maestro, Crítica de la razón literaria
Premios Oscar 2024: Oppenheimer aplastó a El Conde en nominación a Mejor fotografía. Y Pobres Criaturas de Lanthimos superó a Barbie. Ganó Emma Stone en el papel de Bella Baxter. Premios más que merecidos. Perdió la parodia política caricaturesca ante el drama científico y bélico de proporciones épicas. Perdió el feminismo rosa ante un mucho más inteligente y problemático feminismo "ambiguo" en que la liberada reivindica su locura y, a la vez, se reconcilia con sus patriarcas.

domingo, 10 de marzo de 2024

Me van a disculpar, pero, continuando con el tópico del momento: Tras su muerte, fue convocado un homenaje a Akira Toriyama en la Plaza Baquedano. Durante el transcurso de la tarde, se podía apreciar a una multitud de fanáticos de Dragon Ball alzando los brazos con las manos bien abiertas. En el lugar que pertenecía al General Baquedano, un sujeto levantó un cuadro gigante de Gokú haciendo una Genkidama. Debajo del pilar, otro hombre, vestido de Vegeta, flameaba de manera enérgica la bandera chilena. No se veían banderas negras. Dato no menor. Entre los asistentes, uno propuso, de forma inaudita, que la Plaza fuera renombrada "Plaza Toriyama". El vacío que dejó el centro neurálgico de las movilizaciones ahora se había repletado de un ki abrumador, una performance en sintonía con el tenor de los tiempos, unos tiempos saturados de caos e historia, desencantados por su propia fuerza centrífuga, necesitados de liderazgos fuertes. ¿Será que un personaje de ficción hiper popular y transversal se volvió, finalmente, un símbolo de la unión? ¿Será que ese personaje ficcional consiguió lo que no consiguió ni la izquierda ni la derecha unidas: una improvisada pero tentativa unidad nacional?
Siguiendo el tópico del momento: Al ver Dragon Ball Z, mi padre recuerdo que dijo que Gokú le parecía "la respuesta oriental" a Superman. Según su lectura con tintes políticos, Gokú sería la contraparte del superhéroe norteamericano. Esta interpretación podría tener sentido si nos centramos en algunas cosas puntuales: tanto Gokú como Superman son extraterrestres, ambos llegaron a la Tierra luego de la destrucción de su planeta y de su raza, ambos acaban siendo salvadores de la humanidad. Sin embargo, la comparación llega hasta aquí, únicamente aludiendo, tal vez, a la saga Saiyajin (¿el equivalente a los kriptonianos?). La verdad es que Akira Toriyama nunca se refirió de manera explícita a Superman como inspiración, es más, lo niega diciendo que "Gokú no tiene un estilo de vida similar a Superman. Literalmente ni siquiera cercano.". Si nos remontamos a la verdadera inspiración, que sí es oficial, hay que aludir a la leyenda china del Rey Mono, en la que su personaje principal era Sun Wukong. La historia primera de Dragon Ball, aquella en que Gokú es un niño y vive aventuras en busca de las siete esferas, guarda una reminiscencia con la leyenda, más en la línea de la fantasía épica (en concreto, la novela épica y de carácter mitológico Viaje al Oeste) que en la posterior historia shonen centrada casi exclusivamente en la batalla contra enemigos cada vez más poderosos. Podría afirmarse, sin lugar a dudas, que la primera entrega de Dragon Ball sí dio una importancia gravitante al guion y la trama por esta misma razón, por ser eminentemente una historia épica de aventuras.

sábado, 9 de marzo de 2024

Dragon Ball y el legado de un mangaka legendario.

Me enteré tarde de la partida de Akira Toriyama, una semana después, el 8 de marzo, en ocasión de que había muerto el 1. A todos les pasó lo mismo: nadie se había dado por enterado hasta ese fatídico día. Había partido la mente creadora detrás de la serie que configuró gran parte del imaginario de nuestra infancia: Dragon Ball. Me trasladé de inmediato a 1998, una época en la que la animación japonesa estaba en su pleno apogeo en territorio latino. Nosotros, la generación de treinteañeros, fuimos los privilegiados que, durante aquellos entonces, tuvimos la fortuna de ver la serie doblada al español mexicano en televisión abierta, por eso es inevitable asociar la voz y el carácter de los personajes principales al dotado por aquellos míticos traductores, tales como Mario Castañeda o René García.

Durante aquellas tardes infinitas de los noventa, recuerdo haber corrido del colegio a la casa para no perderme, por ejemplo, la lucha de los “cinco minutos” en Namekusei. En ese momento, daban Dragon Ball en el Mega. Con un amigo ex compañero de la Universidad también recordamos que la serie se transmitía después de Zoolo Tv, animado por el “Kiwi”. El amigo dijo que aparecían unos cabros chicos vestidos de Gokú en Super Saiyajin cantando la clásico intro de Dragon Ball Z en japonés. En cierta manera, afirmó, Dragon Ball nos “televisó”, y, a su vez, la televisión abierta había sido “revolucionada” por un mangaka. Incluso más allá: Dragon Ball inició en el anime a cierta audiencia latina a un nivel de fenómeno de masas, y de paso, nos inició a nosotros, hijos de la Generación X.

Si bien hubo otras series que lograron cierto éxito en nuestras tierras, tales como Mazinger Z, el Vengador, Robotech, etc. fue Dragon Ball la que sentó un precedente en el shonen (género de combate) con un guion sencillo, siguiendo la estructura del viaje de héroe a lo Campbell, aunque con un destacado diseño y desarrollo de luchas y un despliegue de personajes carismáticos y memorables. La influencia fue tal que la cultura del arte marcial se volvió el nuevo pop en la mente de los niños de ese entonces. Yo mismo me vi en un momento tratando de lanzarle un Kame Hame Ha al cabro matón del curso, o tratando de hacer un Kaio Ken cada vez que me sentía triste. El aporte al psiquismo de nuestra tierna generación fue inconmensurable, a tal punto que nos tiene, ya muy entrados los treinta, disfrutando como a los trece los nuevos arcos argumentales de la serie, a cargo de la Toei Animation.

La serie la veíamos en los canales nacionales, después salieron otros productos al mercado. Si bien nunca me motivé jugando algún videojuego de la franquicia, comencé a coleccionar los álbumes de Salo. Más tarde salieron revistas de animé en donde se hablaba de algunas novedades, tales como la nueva temporada posterior a la saga Z (se refería a Dragon Ball GT), así como otras cosas relacionadas con el diseño creativo de Toriyama, quien además era responsable de la creación de personajes de Dragon Quest y Chrono Trigger, clásicos juegos de RPG. El primero, de hecho, tuvo luego una adaptación al animé llamada “Las aventuras de Fly”, transmitida por CHV allá por el año 2000, la cual no tuvo popularidad pero sí logró enganchar a los amantes de la animación japonesa de ese entonces, con sus reminiscencias a la propia obra de Toriyama, en clave de espadas y caballeros.

Algunos de los primeros VHS de animación que vi fueron justamente los de algunas películas de Dragon Ball y Dragon Ball Z. En ese tiempo mi padre era socio en el Videoclub Magia de Valparaíso y le pedía que arrendara algunas películas de la serie. Puedo decir que gracias a eso, pude ver algunas películas antes de su aparición en la televisión. Estas eran El poder invencible y El hombre más fuerte del mundo. Más tarde, arrendé incluso algunos capítulos de la nueva saga mientras seguía viendo las repeticiones de la serie que ya había terminado. 

Efectivamente, como lo había dicho el amigo, Toriyama nos había “televisado” y había “animado” nuestro nicho de imaginación, repleto, a su vez, de los universos de Nintendo y de Sega. Sin exagerar, concordamos con el amigo en que Toriyama es fundacional, ya que había logrado lo que ni siquiera Miyazaki en el cine: que cientos o miles de jóvenes amáramos ver la televisión, a tal punto que, ya caído el imperio de Dragon Ball en las pantallas y, por extensión, el del anime por nuestras latitudes, nunca la sección animada volvió a ser la misma, porque ninguna otra animación occidental consiguió ocupar el lugar que Dragon Ball ocupaba en nuestra mente y nuestros corazones.

Los nacidos en los ochenta tuvimos la oportunidad de disfrutar de una infancia todavía analógica, en donde los estrenos animados en la televisión eran concebidos como una gran primicia. Una era sin internet y sin redes sociales. Esta es una de las causas que explica el por qué de nuestro fanatismo por la serie: hay un componente generacional, unido a un espíritu análogico, previa transición al mundo de lo digital, en donde ya no existe esa mística de la espera por el episodio nuevo, es cosa de googlearlo o piratearlo. Dragon Ball nos hablaba de un tiempo que estaba a punto de morir y transformarse. Por eso las series sucesoras del género shonen, excluyendo a algunas como Naruto o One Piece, (muy posteriores a los años 2000) son hijas del reino digital, porque sus estrenos no alcanzaron a ser televisados, ganando en alcance e inmediatez, pero perdiendo en misticismo y emoción.

Hay veces en que todavía veo cosas relacionadas con Dragon Ball, sobre todo los nuevos arcos solo disponibles en manga, la ampliación de los poderes hasta el infinito, que llega a ser redundante si no fuera porque la serie nos marcó de manera categórica. Incluso al día de hoy vuelvo sobre la serie Dragon Quest, luego de su remake del año 2020. Toriyama fue a presentarse con Enma Daiosama para conocer su destino, pero su amplio legado a la cultura del manga y el animé continúa aquí en la Tierra.

No podemos reconocernos como luchadores extraterrestres venidos de un planeta lejano, aunque sentimos, a ratos, en nuestras venas, algo de sangre guerrera. Hemos dejado de creer en nuestros líderes políticos, pero le confiamos a Gokú el destino de la humanidad. Nos cuesta levantarnos por la mañana para hacer rodar la rueda burocrática del trabajo, pero aún guardamos en nuestro interior la esperanza de una transformación rimbombante, que nos aumente de golpe la fuerza, la resistencia y el coraje.

No fuimos ángeles, como decía aquel clásico ending, pero sí nos sentimos heroicos al momento de gritar de rabia o de desesperación. Queríamos romper barrera porque el enemigo siempre era peor que el anterior, siempre era invencible y exigía de nosotros un cambio de esquema. No pudimos entender la serie en su sentido más profundo hasta muy viejos, cuando comprendimos que el campo de batalla no era otro que el de nuestra mente, tratando de conjugar los instintos con nuestra necesidad de lo divino. Como dijo el amigo Pablo Rumel en su texto sobre Akira Toriyama, “el Cervantes japonés”: Dragon Ball es un mundo sagrado.

Dragon Ball sobrevivió a los censores, cual saiyajin defendiendo su orgullo. Nunca se dejó amedrentar por las absurdas acusaciones de satanismo y de machismo en su contra. Sus enemigos, el fundamentalismo religioso y el progresismo posmoderno, no pudieron derribar en su combate ideológico a una obra hecha de pura magia creativa y ki elevado. Las grandes obras de la imaginación trascienden los dogmatismos de la sociedad.

El dragón que surcó el universo 7 también se llevó al sensei Akira Toriyama en busca de un plano más sutil, y lo hizo justamente durante “el año del dragón”, un final simbólico equivalente a aquel recordado final de GT, que no era canon pero que, de todas formas, quedó impreso en nuestra retina. Miremos todos volar al maestro montado arriba de un dragón, con una promesa mesiánica. Ya no podremos sentir su ki, pero sí podremos verlo atravesar el cielo, “que resplandece a su alrededor”.

viernes, 8 de marzo de 2024

Hasta siempre, Akira Toriyama

El impacto de la obra de Akira Toriyama es tal que he pillado a mis propios alumnos con tapas de Dragon Ball en sus cuadernos, tanto en el anterior colegio como en el que trabajo ahora. Y así es posible que uno de esos cabros estudie para profesor y a futuro tenga también alumnos que lleven a Gokú o a Vegeta en sus recuerdos. Dragon Ball no se limita a la generación millenial. Nosotros, los treintañeros, tuvimos la fortuna de ver la serie en televisión abierta, recién doblada al latino, pero las nuevas generaciones parecen disfrutarla por igual. Muchos, de hecho, se la saben al dedillo. Esa es la magia de una franquicia que sentó un precedente insuperable en la historia de la animación.

jueves, 7 de marzo de 2024

Librería Alpasio

Entré a la librería Alpasio, antigua librería en calle San Ignacio. Le pregunté a don Mario Reyes, quien atiende, cuánto llevaba ahí la librería. "Casi treinta años" , respondió. "Ha aguantado mucho", le dije. "Hasta la Crisis se fue". Don Mario comentó que hace tiempo no iba a la Crisis , y que ya las librerías "no mueven como antes". Aun así, permanece abierta. 

Al fondo investigué la sección de poesía chilena y me encontré con una sorpresa, solo atribuible a una broma literaria del Universo. Sobre un estante, habían tres antologías poéticas de Valpo: una, de Felipe Ugalde y Arturo Rojas; otra, más antigua, de la SECH de los noventa, de nombre "Libertad"; y, al medio, la mítica "Carta de ajuste", de Antonio Rioseco y Juan Eduardo Díaz, donde salgo publicado junto a otros poetas conocidos -en ese tiempo inéditos -, de la Región. 

En cierta manera, haber entrado a la librería era jugar a las probabilidades. Solo un recóndito sector de resistencia libresca como la Alpasio podía albergar semejante coincidencia sarcástica. Contra todo pronóstico, no compré los libros y preferí dejarlos ahí, juntos, polvorientos y sagrados en su interjección. Me llevé, en cambio, Poemas dogmáticos de José Miguel Ibáñez Langlois y La señora sobreviviente de A. Bresky. Auténticas joyas poéticas. 

Salí de la Alpasio. Prometí volver por más. Don Mario cerró el boliche, detrás mío, como quien cierra el sótano escondido de su casona, su refugio del mundo.

Megáfono taurino (2024)

Poema de hace quince años exactos, dedicado a de Rokha, con una imagen ad hoc:

a de Rokha


La maquinaria feliz de las ciudades se hizo escombro

cuando saltaste de tu fúnebre cuna

y escupiste tu canto choro a forma de metralla.

Los demonios de la vida cotidiana,

por tu paladar fueron bautizados,

y ensimismados exigieron su sangre

única y exquisita

tal como los grises vegetales

del último de los edenes.




El amor fue la roca con la que puliste el filo de tu soberbia.

Tu cabeza y tu bolsillo vastos de compromiso,

Tus cuernos militantes,

tu Chile densamente ebrio,

redescubierto como amante.

Con el puño férreo, desde el país de los grises, pareces decirme:

“Te invito a reconocerte en mi mundo.

Para cuando tengas mi edad sabrás callar tu paz y sublimar tu guerra”.




Te imagino ante las enaguas florales del caos,

escondiendo la belleza en tus ojos rubicundos.

A ti se te aparece la hipocresía como matador,

y juras socavarla en arrojo de cuernos pulcros

como implorando a la pangea y al amor de tu palabra.

Sí, tu palabra vasta de raíces, de donde reverberan

las vocales y consonantes de poemas futuros.

Sí, y así dices, cabrio macho:

"Para universos en blanco y negro,

espíritus claroscuros".




Fiel a todo lo que te sabe a choreza,

tu imagen por siempre moneda,

redimida de precio.

Así, grítale al mutante capitalista,

el gusano de la discordia ha perdido su manzana

pero ha encontrado en ti la tinta

para inmortalizar su arrastrarse por la tierra

Pero no creas que está santificado,

hasta su baba podría ser agua bendita.




En un hondo aliento me sujetas a tu país de funerales

y ciudades con tentáculos,

me llevas al Chile de todos los días

con sus blancos de Nada,

sus azules de Resaca,

y sus rojos de Furia o Lascivia.

Todos esos no son epítetos suficientes

para las entelequias constantes

de una larga y angosta faja de tierra,

a forma de espermatozoide exiliado

dentro del óvulo viudo, virginal 

Y menstruante que es América.




Mira a la equidistancia de nuestro mundo,

su doblemente ambigua dualidad.

Con tu alquimia de carbonada,

condimentas pensamientos y corazones,

y dejas al desnudo la pueril complacencia de todas las cosas.




Como por barrios rurales te me apareces

en los compartimientos de la conciencia

e invitas a recorrer los idilios baratos del fin del mundo

con pies tempestuosos, llenos de ternura y choreza.

Titán, haces que mire mi hogar con ojos abismales

y que reconozca en mi comodidad el abismo

sobre el cual me he arrojado durante años

y no quisiera regresar ya para imitarte.




Gritarle a la muerte: ¡puta de ocasión!

Gritarle a la vida: ¡puta cara! pero sola, pero una,

todo eso me legas entre pliegues de luto,

y tu verdadera forma el decibel primero,

salvaje y filosófico de una torrencial música

con un nombre tremebundo.




Tú, solo megáfono, confiésalo:

de un golpe y sin pensarlo,

te bebiste un concho de angustia

y te hartaste de todos, y te jubilaste de todo

y te empachaste de todos

y compusiste, más allá de aureolas y cachos,

tu ópera prima: el Absoluto.

Apuntes adolescentes de un antiguo libro de actas (2003-2004)

Encontré un antiguo libro de actas. Contiene una serie de apuntes que escribí de adolescente (2003-2004). Mis tempranos pasos en la escritura. Rescato lo mejorcito. Algunas cosas iluminan bastante el presente. Otras, fueron simples arranques del momento:


Odio cuando dicen que el mundo actual no es el mismo de antes. Pareciera como si en casa todos tuvieran mi destino escrito en un libro.




No te sientas discriminado por lo que haces. Que no seas cliché no significa que te besen el trasero.




¿Cómo es posible que la gente se identifique con un tipo de sujetos demasiado idolatrados, como si fueran los reyes de la ignorancia?




No quiero identificarme con nadie que no sea yo. Demasiada empatía produce alienación.




En realidad yo nunca quise utilizar la poesía para enjuiciar a nadie ni a ninguna cosa, solo quiero desahogar lo que tengo dentro de mí sin un mayor principio.




No sé si será por los cambios de rutina, pero yo ya estoy un poco cabreado de repetir lo mismo: calentar comida, comer, salir, disimular, murmurar, salir de nuevo, cargar, calentar otro poco de comida y plasmar todo lo que veo en escribir.




Elegí la estética alternativa, esencialmente lírica como mi especialidad, ya que es la única que implica libertad absoluta. Nadie te señala qué es lo que debes expresar dentro de la poesía.




Cuando pienso en renunciar a mi condición, me inspiro.




No tiene nada de malo actuar sin culpas, solo te acusarían de todo lo que has aprendido.




Me siento agradecido de haber nacido en un país con tanto progreso histórico. Me tranquiliza el hecho de saber que la sangre de la gente que buscaba nuevos horizontes no fue derramada en vano, pero respecto del tipo de cultura que quieren transmitir los medios de comunicación a las personas, es una verdadera humillación. A nadie le importaría si acaban de una vez por todas con la clase media.




Odio el mundo del espectáculo porque pareciera que todos los parafernálicos te estuvieran ofreciendo el trasero para que tú se los beses con miedo y orgullo a la vez.




Siempre he admirado la privación de las cosas, del culto independiente pero accesible, especialmente en la música y la literatura. Nunca me llevé bien con esos intelectuales demasiado escrupulosos y exigentes.




Actualmente pareciera que la integridad humana ya estuviera pasada de moda. El sistema resalta demasiado el exitismo como excusa para la superación personal. La gente parece como si hubiera perdido la cabeza identificándose con tipos que solo han llegado a la cima de la muchedumbre por unos cuantos pesos. ¿Qué les hará falta? ¿Qué están esperando realmente? ¿Que venga Dios a resucitar sus vidas cuantas veces pueda hasta que logren ocupar su lugar en el mundo?




A veces la intención de un mensaje es más importante que el mensaje mismo.




El tiempo también tiene corazón.




Muchas veces no vale tanto el contenido de un mensaje, sino la forma de interpretarlo.




Siempre he querido desordenar la significación de un asunto para que se vea desarrollado como por arte de magia. Me gusta que todo se represente de forma espontánea, sin mayor preciosismo, como cuando estás en plena discusión de debate y sale, de repente, una voz de tus entrañas hacia afuera que dice: “Te odio”. Esas cosas simples son las que amplían el mundo poético dentro de un texto cualquiera.




Ya nada convence.




Yo no concibo la idea de creer en un mesías que nos salvará a todos de las manos de la corrupción, ni en cualquier otro amuleto semejante. Creo que es poco convincente. Si se quieren cambiar las cosas, se debe salir de la burbuja interior y actuar ahora ya.




Todo lo que se transforma en moda termina degenerándose.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Entre progresismo y globalismo, nos olvidamos de la poesía.
Para quienes extrañan mi antiguo estilo de crónicas rápidas, aquí va una con temática escolar:

Al volver al colegio para entregar mi carta de renuncia voluntaria, me reencontré con una alumna, "la poeta", que le digo. Se sorprendió gratamente de saludarme. Lo primero que preguntó fue si acaso seguiría este año. Le respondí que ya no, que emigré. "¿Y por qué se fue?", volvió a preguntar "Porque donde quedé está más cerca y tengo más horas", le contesté, escueto. "Si es así, no hay por dónde perderse. Se le extrañará harto", dijo la alumna. "También pues", le dije de inmediato "Sobre todo sus poemas".

Ella me había confiado sus creaciones para poder revisarlas. Eran textos con un gran potencial, diamantes en bruto, un augurio de una gran poeta. Quería saber si ella había escrito algo nuevo para volver a sus textos, pero sabíamos que mi partida haría más difícil la situación, así que me limité a preguntarle si había escrito algo nuevo desde el último poema que me había enviado. Dijo que sí, que de hecho tenía guardado un proyecto de libro de más de sesenta páginas que esperaba sacar cuando saliera de Cuarto Medio.

Asombrado, la felicité por su esmero en su propio oficio, le repetí que quedaba poco y que se atreviera a dar el paso de la publicación. "Quizá no, profe", comentó ella. "Quizá lo deje para después. Primero quiero salir del colegio", agregó la alumna poeta, decidida. Orgulloso, no pude evitar aconsejarla, que creyera en su trabajo, que era sensato demorarse, que no comiera ansias y que saliera por la puerta ancha. Ella dijo que eso era lo que iba a hacer.

Más allá del aula, del pesado curriculum, en ese reencuentro detrás de la renuncia al colegio, había trascendido entonces una confianza basada en la creación poética. En calidad de autora, la alumna me había confiado sus textos para realizar un trabajo de edición que excedía el trabajo mismo de las guías y de las pruebas que le hice en su momento. Este último trabajo la ayudaría a pasar de curso, pero el primero la ayudaría a consolidar su obra. Al rato de hablar en la salida, nos despedimos. Quién sabe que le deparará una vez termine la escuela. Si seguirá escribiendo, si de verdad le espera una carrera meteórica en la poesía. Eso espero de corazón. De lo contrario, jamás me lo perdonaría.

domingo, 3 de marzo de 2024

Sobre el alcance real de nuestros escritores locales, en realidad, estamos rodeados de nombres que apenas resuenan en cámaras de eco. Lo que es mucho decir, o poco, dependiendo de la reverberación.
Mañana es Super Lunes, pero hoy no es Super Domingo.

Desde la oscuridad (poema)

Las palabras que florecen de mis labios dejan atrás la raíz de su luz.

Las emociones que, confusas, se pierden en el aire

figuran descarriadas del impulso de la inspiración.


Quise hacer poesía,

pero en su lugar escribí un obituario.

Traicioné una pasión,

profané una belleza oculta

desde la oscuridad.


Nada pido, el cielo me ha expulsado,

la tierra me ha perdido,

la nada me alienta a la renuncia.


Tras el engaño de la vida, el deceso.


Lancémonos de una vez

Arrojémonos, que no hay camino

Sumerjámonos, que no hay fondo

Explotemos por los aires

Libres de todo significado

Que ya no hay mundo.


Solo el reloj sin tiempo

Y el nombre, atomizado, sin rostro.

Recuerdo que Claudio Faúndez, en la dedicatoria de un ejemplar de su libro 'Variaciones sobre la vida de Norman Bates", escribió algo así como: "Palomo, el "poeta fantasma". Años después, sus dichos se esforzaron por volverse reales y cobraron vigor, porque, a estas alturas, "me volví invisible" para determinados círculos, pero aún sigo penando, buscando el lugar de las apariciones.

sábado, 2 de marzo de 2024

El puente imposible (poema)

Poema inédito de hace más de quince años, con imagen creada por Inteligencia Artificial. 


El puente imposible


 I


Arqueado espejismo

el que vislumbran los peregrinos.

El aire de tierra que cae hecho fuga,

baranda imperfecta que nos invita a la caída. 


Lo que late es la medida del tiempo

ahora, en este avanzar y extinguir.


Pensar nada,

ensimismarse en el abismo,

solamente ver, subir y estar

sin calzado ni nada 

que te haga revelar

las nubes desnudas

que amarras a los dedos,

que no caen y no tienen fondo.

            

Parece simple,

la convergencia de los bordes,

unos que entran y otros que salen,

y algunos que finalmente se atraviesan 

para resolver la inminencia de su cuadratura.


Desglosan las flechas que alimentan de paz 

a su laberinto,

repleto en estares,

intrincado de ceso y genio.


(Un matiz de horas rectángulas, 

aplazadas en el luto geométrico del tiempo).


La vida, aquí suspirada

como vaho naciente de entre las tablas 

de un puente imposible:

                                    un puente de nadas

                                    un puente de formas

                                    un puente de puentes

sumiso de pasos que desconocen 

                                                 su planta, su suelo, su pie

                                    y fusionados vuelven a su recóndita gimnasia.


En vivo y en pausa,

contemplando vitrinas geográficas,

afloran tierras y no tierras, valles y ríos sin montaña,

y la baranda aglutinada,

                                     avara, copiosa

siente a los dedos

que han de anticipar la inminencia del limbo 

en la fosa del viento


(inserta ya en lo retráctil de tablas y baldosas

empeñosas en hacer de mí un peregrino,

heredando todos sus regresos) 


Y huérfano de metas,

se horizontaliza y fracciona

para imitar la diligente alegría

de lo espiral

de lo inocentemente arqueado

de lo que nunca vuelve a la matriz

de la vista y el andar.


II


Capturar la onomatopeya exprimida en el vértigo,

capturar cada esbozo de la adrenalina,

la dosis justa, en la arquitectura indeleble del temor.

             Los callos con vocación de cemento

             a moldear todo en curvas y horror eólico

¿Y dónde quedó el puente que necesita del hipertenso júbilo de su medianía?

¿Dónde quedó el puente que sin ser puente aún no resuelve detener su fuero interno?

¿Dónde quedó la luz verde que haría de esta obra

la magnífica alegoría de quien con sus pies bautiza los suelos?


Parece simple,

concebir la existencia de un puente que mira hacia tu patio

y de un balcón que mira hacia tu vacío

mas ¿cuál límite existe entre: 

la mediocridad de los cordones atados a la baranda, 

y el espacio que te separa de la primera a la próxima tabla?

                       

Ve y observa cómo te conviertes 

                                                                           en la próxima estrella de cemento.

                       Enseguida, armando la silueta confundida

                                                                           entre callejones aéreos.

                       No temas así del indolente material de lo áureo,

                       los azulados por contagio o por regocijo 

                                                                           de su marítimo pecado

                       Y ES LA VIDA LA QUE NO TE SUELTA LA MANO.


III


Tremor de extremidades remotas

las huellas que se deslizan entre tu piel

oscilan en la cavidad del olvido.


Desiertos pasos que se exilian a la suerte de los momentos.


Escape a los embalses mentales

acaecidos en la hambruna del seguir, 

del pasar, del pisar 

sentir la lucidez desgarrada del camino


AQUÍ FALTAN LOS ERRANTES, AQUÍ FALTAN LOS DESCALZOS,

aquí faltan quienes beban de su tierno sudor

y apuesten por los luceros indefinidos.


IV


Oh, puente

¡Qué bien has hecho en dejarte tapizar de sombras y decepciones!

Puente ¡Qué bien has hecho en enclavarte como el monolito de un cielo boca arriba!

            donde se descosen alas con el fin de abrazarte 

                       y bucear al anfibio vacío

                                     que se esconde a tus espaldas.


¿Y cuándo será que encalles tus cruentos tapices de par en par

y te dispongas a trotar sobre las plantas sin pies ni ley?

Tú, miríada para saltos suicidas,

cómo enervan tu galería de pasajes para la fuga.


Entre cielos y épocas

volatilizan tu perpendicular fe, tu fe en el aire y en la tierra,

mas no tierra en su mineral y placenta,

        sino tierra de Ulises,

                tierra que sea el sudor sólido de unos pies…


PARA CAMINARTE 

                                  SIN LLEGAR A TI.


V


Eventos sin ceder

                           a la Inteligencia

                           la foránea plenitud que no cruza ni piensa

                           la complexa figura de un pródigo arquitectónico,

                           el negro monolito

                                                       que descoloca la estructura

                                                       y erige una nueva siembra

                                                       llena de barras y metales en ciernes. 


La cordura magnificada de cortes

                                                      diagonales

                                                      bellos en su número,

la completa gama de intensidades

se congregan en la terraza,                                                                     

y abandonan la azotea

gracias a los pies que inauguran en si

el antro de la materia

y lo imposible de su morada.


VI


La marea alta no carcome su invisible resistencia,

descarga en medio de dos latitudes,

indirectas en el proscenio de los riscos posteriores.

                        

La musa de la tectónica complacerá

                                         esta gran obra

                                         y calmará sus males 

¡A la mar que detesta lo limboide!

              

 Así como la esencia del puente

                     surge de un cordel

                                                  tendido a sí mismo

                     sin atisbos de entrega ni voluntad

¡Cómo elucubro ahora, altar regado,

sobre su diligente y silencioso cristal!


Hago la prueba de hallarme

                          desde el otro lado

                                                más veces en ti

                                                                  que ya habiéndote cruzado,

y esa no es aún tu alternativa ni fórmula.


Como pájaros de estadio en tus barandas pulcras,

que ahorran designios

                                  para pasos y cuerdas siguientes

                                  para volúmenes flotantes,

desde tu balcón

o desde tu cimiente

incólume de tumor gravital,

                                 recobrando los años redimidos por huella

descontados a grano de sedimento en el roble

    

Y NO TERMINA DE BAJAR A SUBIDA

Y NO TERMINA DE SUBIR A BAJADA.


VII


Por la planicie litúrgica de los siglos,

por la economía infidente de los años,

por la vorágine interior de los meses,

por la penitencia indefinida de las semanas,

por la costumbre entramada de los días

y el merodeo inexplicable de horas, minutos, segundos,

barre con todo estar y pasar venido a menos,

para continuar con la sana orgía 

entre el espacio y el tiempo.