sábado, 14 de mayo de 2016

Mundos literarios

Sobre el contenido de los mundos literarios en primer ciclo, suele haber una clasificación que no me convence para nada, (los colegas de mi área entenderán): la del mundo representado y la del efecto perseguido. Se supone que según esa clasificación habría seis mundos principales, de los cuales los tres primeros (cotidiano, onírico, mítico-legendario) tienen directa relación con los otros tres (realista, fantástico, maravilloso). Sin embargo, esa clasificación no considera otra clase de mundos existentes en la literatura como el utópico y el distópico, planteado por Tomás Moro y visualizado por Huxley, respectivamente. Tampoco se refiere a la ciencia ficción como mundo autónomo, relegándola solo a una clase de mundo realista con avances científicos-tecnológicos y mirada hacia el futuro. Una caracterización pueril y deshonrosa, por decir lo menos. De hecho, el realismo mágico y el surrealismo no son considerados en la clasificación. Para efectos prácticos, corté por lo sano y les enseñé nueve mundos: el realista, el fantástico, el maravilloso, el onírico, el mítico o legendario, el utópico o distópico, el de ciencia ficción, el realista mágico o real maravilloso y el surrealista. Durante la clase de ayer y antes de empezar con la aplicación un alumno preguntaba insistente sobre el paraíso y el infierno. Qué tipo de mundos representaban. Por supuesto que el mítico, al ser mundos que explican un orden moral desde la cultura judeocristiana. Otro alumno preguntó algo todavía mejor. Sobre lo legendario ejemplificado en Chiloé, por ejemplo. Preguntó si acaso las creencias de la gente llegan a tener algún ápice de realidad, si primero fue la realidad o la leyenda puede volverse realidad o tocarla en algún punto. Se le explicó que ambas posibilidades pueden coexistir perfectamente. El alumno para mi sorpresa se refería a lo sucedido en el Sur por las salmoneras. Creía –muy grosso modo- que de acuerdo a ese hecho real las personas afectadas podían recurrir a la leyenda para reafirmar su realidad, o que, por el contrario, sus leyendas partían de una realidad para luego convertirse en un imaginario local. La ficción, ya no importa su existencia, sino que su sentido. La clasificación inicial queda corta. Porque a fin de cuentas la realidad es otro tipo de mundo literario.