miércoles, 16 de diciembre de 2009




Allí donde él estiró su dedo
el vino se convirtió en agua
¡el real hombre bomba de tiempo!
sin jueces ni rebaño ni cronómetro ni tela-arañas.
El real martillo con patas,
con bigotes y con seso, mucho seso.

Disfrazado de Super Man
mucho antes de ser de Mario BROS ancestro,
le hizo la vuelta invertida
a las tortugas de la metafísica
y con ellas se hizo lumbrero de sí mismo
y de nadie más que de sí mismo.

Él, insecticida histórico
cauterizando a las moscas
que chupan del estigma de la cruz.

Con el martillo que filosofa,
se cagó en el abismo fantasmagórico
y en la eterna pregunta incontestable
de filósofos y sacerdotes.

En el lustre de sus frentes, el signo peso,
y allí vino él a hipotecarles la mente.

Allí donde él estiró su dedo,
el vino se convirtió en agua.

¡El real hombre bomba de tiempo!
El real martillo con patas,
con bigotes y con seso, mucho seso.

martes, 8 de diciembre de 2009

SÁBADO GIGANTE



Manos, herramientas y cabezas abajo,
piedras algebraicas, al ocaso de leyes azules.
Abren los telones, otra noche de sábado internacional.
Auroras, sombras, totales y pequeñas muertes,
los telones se cerrarán

Les asegura que esto será maravilloso:
0s a la izquierda en el muro de la sinagoga.

Informes rastros de pan,
como informes pesos de alcancía,
¡alcancias! ¡pesos!
todo actuado, todo actuado.

¡Manténgase en sus asientos!
y ya les presenta las condiciones para participar.
Conservando una noche de fiebre
entre noches de fiebre consecutivas,
entonces será "Sábado Gigante",
cuando escapen de sus sueños,
y cuando escapen de sus sueños jamás.

Muy bien ¡pongan atención! todos los de su raza.
La Mano Superior no brindará "salud", si se ausentan.

Ahora, que presione el botón de pánico
quien sea supersticioso.
Veo que encontré al afortunado,
párese y pase adelante.
Así es por qué las estrellas ya no tienen figura que trazar.
Los telones ya se cierran
¡todo actuado, todo actuado!

Su constelación,
su constelación traza claramente
a las ovejas minusválidas
contra la bilis del público, 
¡manténganse en sus asientos!
Y no cambien de canal, esto es digno de ver.
Cuando suba el rating de sus solidaridades,
él ya las invierte, en el próximo sketch de la función.

Pero hoy ya no subirá el rating.
A propósito, porque hay luna llena,
pesos menguantes y celebridad creciente.
Trasero sabático,
deforme y total
carismático, millonario, judío.


2006

jueves, 5 de noviembre de 2009

Umbría y Solana



Las hermanas de la noche y el día,
ensañadas, ellas mismas, en sales mesiánicas,
incautan ya sus calibraciones,
su perenne dualidad en palabras:

Solana: Heme aquí esparciendo la troposfera.
Sin prescindir del tropo,
he de cuajar los cabellos del verbo articulado.
He de lubricar mis milenarias pubis
con las virtudes cardinales,
y sellarlas en alucinaciones.

Umbría: Heme entonces aquí.
De mí tu magnificencia no puede prescindir
Bien sabes que con tu exuberancia
sólo acaricias el humor
de una temporada austera y maquinal.
Con mi activa mundanal
tu gracia no acaba por pulverizarme.
Heme en momentos de transición
y transgresora en vitalidades árticas,
pulsando las 4 estaciones ,
heme siendo el aceite de tu sentido y malogrado verbo

Solana: De ti no he de prescindir tal vez,
pero tu energía hipertensa,
no avasallaría si no fuera por mi gloria dilatante,
por la realeza de cada uno de mis miembros
mis titánicas uñas son tu proyecto
mediano pero fructífero.
Entre tus miles de sombras contingentes,
eres la real majadería que permite
una de mis cuantas retóricas.

Umbría: En tal caso, colibrí de métricas,
mi caos intrínseco es la única matriz
de aquellas retóricas.
Tu falacia de equilibrio lucérico
es solo dibujo no fidedigno de lo total.
Tu todo vaga contenido en mi nada
y nada sobre su jalea de transparencias.

Solana: He aquí, entes poiéticos, a la doncella de lo nulo,
la nulidad absoluta la propicia como a su cruce,
una oleada de electrones es su libido y utopía,
sombría terca como vocifera tu estampa de nombre
déjate caer entre los sustratos
y tendrás un futuro primitivo
que rectificará tus malezas.

Pronto tus embustes se verán corroídos
por las forestas danzantes del mundo de las ideas,
y por mi ratio supremo que todo lo ennoblece.

Umbría: Tu altanería produce veneno y estanque,
tu simetría es una síntesis de horros cobardes y preciosistas.
Mi flexibilidad de bambú te cautivará,
y tu ságoma vacilante e infinito
remembrará su seudónimo.
Tu tamaño de fogatas técnicas
secularizará, os aseguro.
Su arte de embellecer el azar
es ultimátum para la supremacía de los impulsos.
Una tempestad de plomo dispersará
su belleza halitosa, caprichosa,
y será corruptible a la recreación misma del caos primigenio.
Sumid, hermana Solana,
y callad tu dogma versal,
intransigente, de inframundo

Solana: ¡Cuánta profanación junta he contemplado
despabilada ante el alba de nuestro padre!
Si vos más que nadie has de saber
que de mi rectitud se hace pública tu procreación.

Callad tu deglutir sanguíneo
y fragmenta la vena que he de regalarte
más por pena que por estética,
y regocíjate ante aquel poder superlativo
que ha de descender sobre ti
¡Como rosas bélicas! Quítate de mí ahora
Mancha impávida, y ni el verbo te resignificará.

Umbría: Despechada y circular,
tus pecados, tus almenaras trágicas
que apabullas sobre mis entes,
no son sino la máscara de un estilo insurrecto.
No eres más que una pangea flemática, que cobija y desarma
hoy nuestro drama efímero y tu proverbial existir.
Has de perecer junto con tu trauma de ságomas,
bosquejados de lascivia y respaldados de ambición,
y junto con la misma pangea te disolverás
de toda desgracia disonante
que tu reino de gestiones recelosas engendra.
Tu fin contenido en mi no tiempo, Solana.
Bruja de los estupefacientes morales.

Solana: ¡Este es el colmo de los colmos!
Has violado la más resguardada prudencia,
¡He de regularte! ¡He de abarcarte! ¡He de contenerte!
No fallará mi ratio y te volverás
hueste conceptual administrada entre imágenes
¡He de regularte! ¡He de tapizarte!

(Solana se despliega en un maremoto de reflejos conexos,
Mas umbría permanece fiel a la tierra de donde germina su maternal caos).

Las hermanas retroceden,
terminan colados sus respectivos dones
simplificados en la aventura
de su imaginaria dualidad.

Así sus voces disímiles en caos acaban,
expirando la perturbación
De su propia asimetría, al final de la jornada.




2007

miércoles, 7 de octubre de 2009

Impresiones sobre lo fantástico en la novela "Ayer" de Juan Emar

En el mundo esbozado en la novela “Ayer”, observo, en primera instancia, la instalación de un espacio geográfico planteado como verosímil en el contexto de un Chile potencialmente posible, en términos territoriales, el cual se constituye como una entidad susceptible de configuración en manos de un lector ávido de ejercicios lúdicos entre dimensiones, en este caso, la textual y la extra textual. Dicho espacio es llamado “San Agustín de Tango”. 

Esta primera impresión no deja de ser reveladora, puesto que el hecho de plantearse esa especie de diálogo entre el Chile de “Ayer” y el Chile que un potencial lector coterráneo sostiene o mantiene tras de sí, habla del carácter plástico de la materialidad y la espacialidad. Una aproximación a partir de lo anterior puede llevar a considerar dicha plasticidad como una causa de lo fantástico, entendido, en este caso, como curvatura espacio temporal en la lógica humana. 

El diálogo interdimensional que se mantiene a través del medio textual se plantea como una comunicación entre dos posibilidades manifiestas de un mismo sistema. A mi entender, dicho sistema (consistente en la unidad de lo conocido como realidad) puede expresarse en la instauración de mundos posibles o en la abrupta aparición de un mundo uniformemente concebido como único. Sin embargo, no se trata de una disyunción entre ambas expresiones. Lo que subyace a la novela “Ayer” es justamente la oportunidad de conciliarlas en la diégesis de la obra en cuestión. Es justamente la simbiosis del mundo y el espacio representado en la ciudad “San Agustín de Tango” del país Chile.

Ahora bien, al hablar de susodicha ciudad y la primera impresión sobre su intrínseco carácter material-espacial, es oportuno aventurar un análisis de lo fantástico, en términos de los seres que entran en relación dentro de este mundo, y las acciones que se desprenden de dicha relación. A mi entender, la narración desenvuelve de tal manera el transcurso de la trama que acaba por otorgarle a la atmósfera de la diégesis en la obra y al sentido y lógica de los seres en la ciudad un carácter de fugacidad, expreso concretamente en el paseo llevado a cabo por la pareja protagonista de los sucesos, quienes acceden a distintos puntos de la ciudad: la plaza pública, el zoológico, el restorán, etc. Cada uno de estos puntos funciona como un foco de experimentación de parte de los protagonistas. Son justamente estos focos donde aflora lo fantástico, ahora entendido como instancia para enfrentar a la alteridad.

En el escenario de la plaza pública, Rudecindo Malleco protagoniza una sentencia en su contra, la cual no presenta mayores argumentos aparte de aquellos sostenidos por los “inquisidores” religiosos, consistentes en el adulterio y la lujuria. Este evento es realizado a modo de un verdadero “espectáculo” de parte de la gente de la ciudad, y así contemplado también por la pareja protagonista (incluso, el narrador protagonista invita a algunos conocidos y se consigue las “entradas” para presenciar el show de la mutilación). 

Más tarde, y posterior a la ejecución, la cabeza decapitada de Rudecindo Malleco es arrojada, pero su cuerpo se incorpora y logra recuperarla para colocarla en su lugar. Este desafía a su ejecutor a una lucha cuerpo a cuerpo, hasta que finalmente desfallece y muere. Es a raíz del hartazgo del protagonista que rehúyen dicho espectáculo de muerte para así acceder prontamente a otro punto de su paseo por la ciudad.

Si bien Rudecindo Malleco recupera su cabeza para luego morir definitivamente, esta situación no rompe una lógica interna del mundo de acuerdo a la perspectiva de los personajes. A mi modo de ver, entiendo la resurrección de Rudecindo decapitado como un suceso “extraño”, desconocido, pero potencial y posible de manifestarse. La reacción de hartazgo de parte del protagonista no pasa de ser, para mí, justamente una sensación particular de abatimiento o, en última instancia, de asco ante la sangre derramada por el difunto Malleco. 

Pero este evento nunca constituye un quiebre, una irrupción violenta a dicha realidad representada, dentro de las leyes lógicas naturales en San Agustín de Tango, y en las lógicas internas de cada ser partícipe de esta realidad. Aquí la irrupción se suscita cuando se desarrolla ese diálogo ínter-dimensional del cual hablé en un principio, sólo que, en esta ocasión, el asalto a lo real viene de parte de la diégesis en el texto, y tiene como objeto de transgresión la realidad que el lector acarrea tras de sí.

Otro espacio de transgresión se ve plasmado en el “Zoo de San Andrés”. El encuentro de los protagonistas con diversos grupos de animales produce en ellos experiencias que se traducen en sensaciones que mezclan el horror con el asco. Quizá, incluso, la primera sea, en este caso, causa de la segunda. Esto sucede porque, a mi parecer, los protagonistas se hallan en una especie de estado hiper-susceptible que les permite abrir, por así decirlo, el umbral de la extrañeza subyacente en eventos y situaciones aparentemente tan consuetudinarias como trivialmente lógicas. Por ende, ellos adoptan una postura alterna que les posibilita este enfrentamiento, este cara a cara con la terrible novedad representada en la dimensión del zoológico.

En el caso del encuentro con las leonas, dicho fenómeno se desenvuelve en el juego de las miradas: “Entonces, bruscamente, volvieron sus cabezas hacia nosotros y nos miraron con total, con petrificante fijeza (…) pudieron los veintiocho rayos de esos ojos atravesarnos el cuerpo entero con tanta facilidad y agudeza que sentimos de arriba abajo, cada uno de nosotros, catorce dolorcillos finos, estridentes, que nos perforaban (…)”. (Ayer; pág. 27).

Luego, el encuentro con los monos se constituye como una invasión en masa, donde los protagonistas se ven atrapados dentro de una suerte de orgía (en el sentido del apilamiento de cuerpos) que acaba por hastiar a los protagonistas, casi como por una sobrecarga de extrañamiento: “Muchos monos orinaron. Algunos se batieron. Una pareja se acopló. Otros devoraron puñados de maní. -¡Vamos!- le dije a mi mujer-, ¡vamos! ¡Basta ya de cinocéfalos!”. (Ayer; pág. 31).

Finalmente, el evento cumbre y célebre del zoológico consiste en el encuentro con el avestruz y la leona. En este punto, los protagonistas, si bien mantienen su posición alterna, acceden más bien con curiosidad. Dicho evento consiste en el ataque de la leona al avestruz, la cual termina desapareciendo misteriosamente dentro del pico de este último, para luego debatirse en el interior del cuerpo. 

Los protagonistas observan todo el proceso de expulsión de la leona desde el cuerpo del avestruz, atendiéndole con tal persistencia cual si se tratara de otro espectáculo más, al igual que el ocurrido con la muerte de Mellaco: “(…) Y sacó una mano, luego la otra, como quien sacara una mano húmeda de un guante felpudo, o más bien –si fuese visto por dentro del ave- como quien presionara la cáscara abierta de una banana madura (…) De este modo salió su tronco todo, de este modo, sus miembros traseros (…) Hasta que, por fin, y sin más, echó a correr como una loca (…) Entonces (..) trajimos (…) nuestras miradas hasta el traste del magnífico avestruz”. (Ayer; pág. 43).

Sin contar, en fin, con otros episodios, como los del taller de un tal pintor Rubén de Loa, que manifiesta de una manera excéntrica su talento para la plástica, todos ellos, con su sentido de transgresión expuesto más arriba, desembocan en la especie de viaje interior que realiza el protagonista al arribar a la casa de su familia en la calle de los Sagrados Corazones. 

Pero, previo a este viaje, sucede otro hecho igualmente digno de considerar. Este consiste en una gran broma de mal gusto realizada por la familia del protagonista, en específico, su hermano, su padre y un cónsul de Uruguay. En este punto, el protagonista tendrá que atisbar qué es lo que hay detrás de un sofá arrinconado en una parte del salón en el que se encuentran. Todo el proceso de esta mini aventura planteada por la familia, envuelve al protagonista, otra vez, en un extrañamiento. Sin embargo, esta vez, se trata de un extrañamiento producido a partir de una experiencia absurdamente cotidiana, y no hiperbolizada: “La estupefacción me rebalsó ¿Eso era todo? ¿Para tal insignificancia tamañas risas, tamañas apuestas? ¿Para mirar tras un sofá esquinado? ¿O me estarían tomando el pelo?” (Ayer; pág. 99). 

Esta experiencia repercute en una alteración aún mayor que en los episodios anteriores, puesto que el espacio de transgresión, en este caso, confunde el terror (sentido por el protagonista) con el humor (experimentado por la familia del protagonista), llevando al enfrentamiento cara a cara con una tragicómica novedad, desde la cual ya es posible entender el humor y el terror como las dos caras de una misma moneda. Esto último puede entenderse como una interpretación de algunos síntomas de lo fantástico a la luz de una visión kafkiana del mundo, tan fuertemente evidentes en este desarrollo de la trama. La experiencia del absurdo cotidiano llega a tal extremo, que entra en contacto con una contrapuesta experiencia de lo terriblemente novedoso: “Era evidente que algo había tras el sofá esquinado (…) Opté por imaginarme algo de una repugnancia ilimitada”. (Ayer; pág. 100).

Por otro lado, el protagonista realiza una especie de monólogo interno a través del proceso de esta mini-aventura hacia el sofá esquinado, a través de la cual el protagonista busca analogar elementos pasados (como una experiencia en el cementerio) con la situación presente, para poder buscar algún soporte de razón o lógica. Finalmente llega a una reveladora conclusión que sintetiza todo su ensimismamiento: “¿Comprenden ustedes ahora, les repito, por qué no hay que fiarse mucho ante una simple silla o ante un simple sombrero?”. (Ayer; pág. 116). Esta suerte de revelación lleva a profundos pensamientos respecto a la percepción de las cosas. 

El cuestionamiento que subyace deja entrever que la alteridad está presente prácticamente en todas las cosas; tal cual puedo desprender de la clásica sentencia del conde Lautreamont acerca de la belleza del encuentro fortuito entre una máquina de coser con un paraguas sobre una mesa de disección, puesto que la belleza, en este caso, consiste en la irrupción del azar (justamente, el factor fantástico) necesaria para que la realidad aflore y produzca nuevas asociaciones y sentidos. Por ello, sólo hace falta despertar la susceptibilidad humana para situarlo en posiciones alternas que posibiliten el encuentro con la diferencia, y así dar pie para realizar el quiebre de lo fantástico a modo de corte que inaugura un diálogo y comunicación entre lo concreto y lo potencial, entre lo real y lo irreal.

En fin, el juego en el cual se encuentra implicado el protagonista redunda así en su negativa de ir a ver lo que hay detrás del susodicho sofá esquinado, a raíz de todo el monólogo interno. Por ende, su padre y el cónsul de Uruguay pierden su apuesta inicial y todo termina, nuevamente, en un hartazgo de parte del protagonista, que decide marcharse con su mujer a explorar otros espacios y fenómenos dentro de este paralelo universo San Agustín de Tango.

Me remitiré a desarrollar el viaje interior del protagonista, el cual señalé en un principio. El episodio donde se contextualiza es el de la salida del protagonista de la casa de su familia junto con su hermano y padre en dirección a la llamada Taberna de los Descalzos. En este punto, él despliega su inconsciente ante su experiencia en un urinario, consistente, a grandes rasgos, en el movimiento de las manecillas del reloj en enfrentamiento con el posar y volar de una mosca en la taza de baño. Es a partir de este divagar que se concretiza una especie de revelación fantástica, una epifanía de las cosas y las acciones cotidianas a partir de un extrañamiento humano hipersensible (y, hasta cierto punto, hiperconsciente).

Como consecuencia, tenemos que el protagonista termina por llegar al desdoblamiento de su yo, su sentir en carne propia la presencia de la diferencia; lo terriblemente novedoso toma forma en su dualidad yo-otro. “(…) al representarme esta imagen, es inherente a ella esta otra: todas mis ideas, mis recuerdos, mis experiencias, mi vida entera, el total existente en mi cabeza, consciente y subconsciente, en fin, todo, al ser yo suspendido, no lo es simultáneamente (…) Entonces, por un instante, veo, contemplo, considero, allí abajo, desparramado, pero, sin embargo, unido y simultáneo, mi total pasado”. (Ayer; 125).

Es el enfrentamiento, esta vez, cara a cara con su tiempo, desorganizado del orden cronológico, el que desata en su inconveniente el afloramiento violentamente creativo de lo fantástico: “En ese segundo triturado hasta su mínima duración, simultáneos, compenetrados, pero sin la más leve confusión, aparecieron todos los hechos del día, aislados y nítidos, y sin ninguna sucesión cronológica. Y (…) vi, sentí, supe, por fin, la vida, la verdad despojada de cuanto engañoso, de sensacional, digamos mejor, de cuanto la limita dentro de un suceder inexistente”. (Ayer; pág. 127).

Dicho momento de auto clarividencia se traduce entonces en una iluminación que acarrea consigo para luego proyectarla hacia su vida mental y material y compartirla con su familia, tal si fuera una analogía con “Prometeo”, robando el fuego del inconsciente para iluminar el mal llamado mundo real: “- ¿No crees tú que, en vista de tal revelación, no debemos permanecer más tiempo aquí? Nuestro hogar nos aguarda. ¡Nuestro lecho! Media luz… Sí, mujer mía, basta de tilos y tabernas. ¡Vamos a la revelación, vamos!”. (Ayer; pág. 128). Y, de esta forma, conjugarlo todo dentro de un proceso unitario, donde la realidad aparece resuelta en sus posibilidades de manifestación, y no escindida mediante el corte racional.

A pesar de ello, más tarde, el protagonista conversa con su mujer sobre lo ocurrido, y le propone revelarle este secreto, para lo cual repite todo el procedimiento realizado en los urinarios de la taberna. Esta vez el protagonista fracasa en el retorno a su iluminación anterior, (creo esto debido al carácter único e irrepetible de lo fantástico), pero, en cambio, realiza una especie de vaciamiento cerebral: “¿A qué dudar que el cerebro se me ha vaciado como vaso comunicante hasta el nivel de la realidad?” (Ayer; pág. 132), que conlleva a un análisis de su proceso mental, haciendo un recuento de todas sus experiencias en San Agustín de Tango, desde la muerte de Mellaco hasta la visita al zoológico y el encuentro con Rubén de Loa y etcétera. 

En este punto, el protagonista siente que para llegar al tiempo y espacio actuales debe pasar otra vez por todos los momentos analizados en su mente. Esto permite vislumbrar no sólo un viaje interior, sino que un verdadero viaje circular en el tiempo, el cual, al generar un vacío mental en el protagonista, debe, sin vuelta atrás, retomar el hilo. Se aprecia entonces una lucha por recobrar ese momento iluminado, y no caer así en la eterna sucesión, en la circularidad donde el protagonista se ve cautivo. Él además complementa dicho círculo con desviaciones, tales como la del viaje a España y las vivencias del año 1920. 

Todo el resto de la trama gira en torno a esta lucha del protagonista por salir del círculo del inconsciente y volver al punto cero de la realidad, para asentarse y volver con su antigua iluminación. Por ejemplo, en la página 149, el protagonista logra divisar el círculo desde afuera, en su proceso de desdoblamiento, logrando cierta libertad momentánea.

En definitiva, el esfuerzo final lo consigue el protagonista cuando se dirige a su mujer para que ella dibuje su cuerpo. Sólo entonces logra el desprendimiento del continuum y la fragmentación de su yo y su memoria vuelve a ese presunto “punto cero” desde el cual la corriente de la realidad debiese fluir nuevamente de forma lineal. Es aquí donde se conjuga la materialidad del yo físico con la integridad del espacio-tiempo manifestado en la memoria.

A raíz del análisis y las reflexiones anteriores es como puedo evidenciar, en suma, el carácter plástico de la materialidad y la espacialidad en la novela “Ayer” representado, a partir de lo último, como un fenómeno de la conciencia humana y, en general, como una manifestación de lo fantástico en su desenvolvimiento.

Para concluir, no me queda más que reafirmar el poder revelador y poiético de lo fantástico como una constante en la novela “Ayer” y en el discurso emariano sobre el juego de la significación de las cosas en el mundo. Quisiera, también, aprovechar esta instancia para revalorar la representatividad de lo literario como fenómeno del lenguaje de parte del pensamiento emariano. Es decir, el universo de la ficción como universo del lenguaje, y viceversa, entendiendo entonces lo literario como un constante juego entre el plano de la realidad y el plano de lo posible, ambos igualmente simbólicos.

Por ello, me remito a lo expuesto en un principio sobre el diálogo ínter-dimensional entre la realidad textual y la realidad extra textual (representada por un lector posible). De este modo, se cumplen entonces las nociones sobre la conciliación entre lo real (lo concebido uniformemente como realidad) y lo fantástico (correspondiente, en este caso, al universo literario), conciliación que pasa a difuminar los límites entre ambos para dar lugar a la gran materia gris, a partir de la cual se abre una paradoja de proporciones inmensas. 

¿Desde dónde entonces es posible entender los límites entre lo real y lo ficcional? ¿Existe un punto cero o todo es arenas movedizas? Más aún ¿Cuáles son los límites entre lo humano y lo no-humano? ¿Lo artificial y lo natural? Estas interrogantes son las que posibilitan un suspenso indefinido, a la luz de estos cuestionamientos derivados del pensamiento kafkiano acerca del “Mundo Artificial”. ¿Será, en fin, lo fantástico el “residuo” de lo humano en la Naturaleza, o en lo extra humano.


BIBLIOGRAFÍA

-Emar, Juan. (1985) “Ayer”. Editorial Zig-Zag. Santiago de Chile.


San Agustín de Tango

viernes, 25 de septiembre de 2009

La pequeña muerte de Chile

A pesar de la falsa modestia de cierto tipo de gente (que no me atrevería a mencionar, frente a un saludo público ni en un buen refrigerio, ni siquiera en tradicionales noches de paz en donde el vino parece inflamar las paredes estomacales), me aproximé castrado de temperamento hacia aquel mediático semblante, cuando pasaron un par de horas desde que ella se desvelaba con tec cerrado en la falda de la escalera; puesto que la gravedad no es algo con lo que se juega sino se desafía. Encontré razón a una de esas actrices del fetichismo en el momento en que sintonicé el programa y su local de reparto a unas cuadras de la plaza central.

A pesar de la audiencia despavorida allí en el estudio (esa muchedumbre pomposa que olía a la sustancia etílica que defeco cada mañana de locura), me colé importunadamente, cubierto de faz y manos, únicas señales de sumisión. Los amplificadores asimilaban martillazos eróticos, o al menos eso era lo que me proclamaban en subtexto sus corruptas mentes.

De repente llegué a una, unas, unas seis salas, alineadas todas en vertical espacio. Había unos cuantos fudres decorando sutilmente el contexto, nada inusual entre cráneos y bocas echadas en tanta flacidez conjunta. Finalmente llegué a la sexta sala, hacia la puerta contigua, flemático ante el unísono, considerando consejos reprimidos en la infancia: no temas, no seas como ellos, no temas como ellos, nunca como ellos. Mis manos grasosas hacían aún más absurdo mi acondicionamiento ante tal panorama de excesos. En momentos como esos se me hacía más coherente transpirar que gesticular algo. Rasgos fingían misterio.

Unos cuantos metros y antes de respirar la salida del salón de pandora, una pequeña mujer en flor (no debe haber tenido más de 12 años) me salió al encuentro, vistiendo un sostén, ligas y un corsé raro para su edad, aunque se me hacía oportuna la idea de preguntarle por alguien (no imaginé lo que ustedes creerían que imaginara). Era un contacto práctico, un apunte discreto acerca de la ubicación espacial del motel, apuntando ciertos asuntos de interés.

Omnipresente siempre, llegué puntual a la reunión con aquella colorida actriz. En estallidos plásticos, entre pláticas post nocturnas, efusivo di otro paso exhausto en este portal. Con un corcovo debajo de la chaqueta, representando el bulto de cierto objeto inconcluso para mi genealogía y rol dentro de este juego, hablé con la actriz. Ella me ignoraba, con una postura lógicamente material, considerando la diferencia de edades. Yo por dentro, cada vez más afiebrado, hipertenso, venoso, ya no por efectos de la cloaca incidental, sino que por la cloaca dentro de mi cuerpo. Intenté todo para poder hacer a esa experimentada dama entretenida por un instante: Látigos, terciopelo, cámaras de hule, sillas pronunciadas, vibradores, manchas amarillas y demases, pero todo el testimonio fue completamente inútil. Ella se resistió a quitar sus dedos de mi garganta. Intenté todo para calmarla, llegando incluso a arrancar de lugar su maquillaje hasta reducirla nadando en vómitos.

Realmente no llegó a nada puntual, solo recuerdo que se activó un botón, sonó una alarma de pánico, temía que lo utilizase para sus malévolas creaciones. Por el portón exterior del estudio las cámaras apuntaban a mis ojos. Ciego, estaba exaltado. Seres de hule entero me sostuvieron. Hice todo lo posible. Mi boca ya no articulaba, solo era el tubo de escape de esa inaudita y viscosa materia, para jugar al maldito juego del niño rico, del rebelde con pensamiento florido, del pendejo que juega a tener el mundo entre sus manos.



2006

jueves, 6 de agosto de 2009

La mente es un estupefaciente

En esta noche más atómica que el planeta
las pantallas de la tv expulsan
profusamente siniestros, accidentes y bestias
en hemoglobina excesivos
de mente placer vacíos.

Salen disparados de una caja negra, de una radio constelación
De una onda clandestina como el país.

Y son sus voces una catarsis
en lingüísticas proxenetas
que para plutócratas se traducen en industrias
y para cerebros en fantasmas y revelaciones.

La caja es mágica, su medida anti mágica, sólo caos
que se sirve de tres dimensiones para ser físico
para conspirar entre los incrédulos.

La corporación de los sentidos,
otra oveja negra de la mente,
a la vez oveja negra de un planeta
con petróleo y corazón funcionando.

Cosmos hipodérmico bombea tu cpu interno,
más bien espíritu o capital
hecho de poemas y otros espurios
henchidos de sangre y materia neoliberal.

Vade retro a quienes comercien trascendencia
donde solo hay basura cósmica.

Y mi felicidad satisfecha, mi nada lleno,
mi grafía paulatina de etiqueta,
mi máscara hipócrita.

La regla de miles de galaxias,
el cáncer universal como amor en días rojos.
La dieta estatal para amantes del arte enrevesado
o sea, sanguinario, vidrio, arteria.

Y nunca nada es nunca y el futuro es siempre
porque produce infinitas histerias y despropósitos.

Mi revolver la tinta;
mi brazo, engranaje;
mi lengua, motor.

Un miembro infinito para la galaxia 
ramera del infra mundo.

El semen como producto sabático,
para la industria de lo siniestro,
para el aceite de los siglos.

Mis ojos son tv;
mi lengua, motor;
mi noche, atómica.

No puedo desear lo mismo al menos que posea lo opuesto,
y lo otro, y lo quiero ya,
pero la esperanza es suicidio,
mi control remoto
mi impaciencia de membrana
un banco inexistente
un motín de almas.

Y ya hipnotizan, y ya masacran
y burocratizan hasta el vuelo de ángeles y cuervos
que degustan mejor el dólar que la levedad.

El invernadero del poder,
el telón de la mnemotecnia,
el sexo de dos mil años,
la música del taladro,
la megalomanía incipiente,
la permeabilidad del vacío,
la inmortalidad del cangrejo,
la marca de la bomba nuclear,
la marca de la bomba nupcial
¡Un siglo XXI de dinosaurios!
¡Un Edén de dinosaurios!
¡Una humanidad de dinosaurios!
Dinosaurios, dinosaurios
los llamados señores del petróleo,
los llamados señores con propiedad lunática,
y la crisis los utiliza,
les desmonta el vaivén de sus puertas.

Pausa en vivo, pausa mundial,
y las damas ya no sirven, ya no preñan,
para promoción de ficciones divinas.

La filia un signo, el eros un índice,
El espacio exterior, lo gratuito de la pangea oscura
rebasa de totalidad y de créditos y de manías.

Los estúpidos que venden el espíritu virtual
Por unos cuantos sellos sin cara,
los estúpidos que prostituyen
el estado de gracia, la vigilia desnuda,
la delicia de la mente.

La palingenesia,
el suicidio del pensamiento.

Desear por sobre la materia…
felicidad…
eternidad…
¡Hipoteca!

Así es como el corazón, exhausto de esta dantesca industria,
seguirá modulando vital, inocente, su contorsión primigenia,
que acabará con la pesadilla técnica,
revolviendo por sinapsis
el estupefaciente de la mente.

jueves, 23 de julio de 2009

Revista Mecánica Popular: Poema imagen 2

La mujer en estado de ensueño pareciera en secreto aprovecharse de una iluminación inconciente. Suponiendo que el observador lámpara fulgure por sobre la espalda, el calor en aquella cama es inmensamente híbrido. Y una fusión más que anestesiante conforman una imagen de una posible escena, ahora, entre los pechos de la mujer y el colchón. El desliz tenue de la sábana denota una cierta viveza (o al menos sutileza) tanto de parte del foco de luz como de la hibridez en la proyección del calor.

viernes, 10 de julio de 2009

"Sangrías" (fragmentos)


Semilla del mal

Interminable,
disidente,
es su espuria misión
en este cúmulo de gases y luces.

Interminable,
la fotofobia, el cohibido fervor.
Disidente, la capa azul,
que encubre sus tareas.

Una mecánica tácita,
como los dientes del niño en el pezón.

De ahí extrae la droga infrarreal,
el placer camuflado de neuronas.

Y lo maléfico se hizo escuela,
el alumnado se hizo jauría,
la selva se hizo pizarrón,
el pizarrón se hizo selva...

Índigo es el fin.



POLTERGEIST

Carnaval de electrodomésticos feroces
es la metáfora del triunfo de la materia.

Movimientos, trances, arrebato de muebles.
Sofás desde el caos de espumas
que comienza como un despliegue
para los inertes espíritus de la casa.

Luces y ampolletas regresan
a la impotencia de industriales caderas,
como esplendores de proyecto tangencial.

Cada actor de este tragicómico zafarrancho de elementos,
elemental ruidismo para elemental discontinuidad.

Carreras a propulsión, flotantes cacerolas,
decenas de sartenes vengativas,
un carro alegórico de platos en la ponzoña.

Festival al aire libre de veloces cucharas.
Los vivos tenedores arremeten con cólera.

Las ollas brincan maduras de alimento,
grises, parcas, por un ritual de salvajes servicios.

La mansión de bienes y víveres mora,
como collage de sí misma.

Electricidad absurda y anatomías falsas
generan desconcierto entre el aula madre
de los seres pragmáticos,
los actores del llamado "espectro habitual".

Cena maliciosa han de predisponer
las cucharas y tenedores,
revolviendo con ímpetu la indumentaria
para los autómatas seres, recortes de ellos,
tal como una estela de errores.

El desnivel del piso respecto del techo
producto de la disonancia egoísta de lo concreto,
conforma una colección de genuinas piezas,
promoción de los desertores del aluminio de la noche:
La familia del tenedor,
la familia de la cuchara,
la familia del cuchillo,
la familia de la sartén,
la familia de la olla,
la familia de la silla,
la familia de la mesa,
la familia del plato,
la familia del horno,
las formas de la copiosidad,
las energías maternas de todo hogar,
la metáfora del triunfo de la materia.



Lunes en la casa

Noche globular, surcando el vector de las estrellas.
El monstruo cotidiano, un intruso que incinera,
ya viene sigiloso para hacer víspera,
de lo que puede desalentar sin oxígeno,
claro, sin membranas automáticas
para la transmisión de un pulcro obsequio
en días de visión fotofóbica.

Entes de porcelana, furia concentrada
la mesa ya está lista, la vela ya está puesta.

Tómate todo antes que enfríe,
tómate todo antes que enfríe.

Hoy, reprimido, cámara de Locus Amoenus,
cada plato no fue roto,
cada espacio no fue digerido.

Me abastezco de agujas dolorosas
y así me permito paliar el karma de la rutina.

Entonces cargo plenamente con
los utensilios de la sutura doméstica,
el origen consuetudinario de mi manía.

Noche globular, la avidez artificial,
los poros sometidos, traviesos y febriles.
Evitas que tu azul y deliciosa aura
se envuelva hacia mi envoltorio de lociones,
y rehúsas mascullando la orgía a tu alrededor.

¡Despierta! a tu lado, un glorioso plato de sopa,
mientras imploras incolora de jugo y pistilos.
Ahora báñate en tenebroso polen estival.
Haz de ti un haz de alergia sustancial, abundante, potente.
Que no se vea, por favor, el gas histérico de tu trivialidad,
que no se vea como te estoy aprovechando,
el gas extinto después que pases a ser
nada más que maravilla dérmica.
Apenas degustando los restos,
y la casa como una ígnea flor abierta,
hecha la cuna del Sol negro.

El vector de las estrellas,
en espera de lo que sería
la soberbia dilatación de tus horizontes
y también cuentan para el menú,
las auras flemáticas, dietéticas
como tú, ahora, en esta globular noche.

Recuerda:
Tómate todo antes que enfríe,
tómate todo antes que enfríe.



Escatología, el luto de la última estación

Te turba el sonido de las serpentinas seculares
festejando el prematuro aborto de un mundo.

La última de las fiestas se espera que sea divertida,
y la virtud es el veneno de los incautos
que solo saben agradecer
aquello que procuran para sí mismos.

A ti te avasallan vates,
a ti te inoculan luces
¡lo sabía! se nota en esas tempranas arrugas,
En el tiempo que apenas consigues robar durante la noche.

A ti te asaltan de mañanas perdidos,
desayunos perdidos, que creímos cancelar
con una taza de café cargada de rabia,
un fútil abrazo o un puñal por la espalda, antes de irse
a cazar promesas como mercenarios,
sin ebriedad, sin aciago, sin ojos del corazón.

"Todo lo que te vuelve loco te vuelve vivo"
Era lo que decía mi progenitora, profética como nunca
Así veía cómo mi realidad pasaba a ser el filtro
de una lucidez inexorable y misteriosa

Sí, y así me sentía como un bastardo
ante un montón de estrellas tercas,
tercas como la madre de las madres:
de dolores de vejiga que aún no tienen nombre,
de historias que no trascurren por miedo a tener sentido,
y que garantizarían la épica insolencia
del estar siendo, del volverse, del querer volver,
nada más que a la concha de otro sombrío caracol
que vive contradicho bajo la luz de un nuevo Sol,
que alumbra tanto como hunde,
y que alumbra tanto como huye.

Te turba el sonido de las serpentinas seculares,
invocando el prematuro aborto de un mundo,
entonces repites: Todo lo que te vuelve loco te vuelve vivo
y todo lo que está vivo conocerá algún día la noche.

¡HÁGASE EL POLVO!
¡HÁGASE EL CAOS!
¡HÁGANSE LOS SIGLOS!


2006-2008

jueves, 18 de junio de 2009

"Axis"

CONFUSIÓN

Retorcimiento de los intestinos,
endurecimiento de las arterias,
el calor corporal un horno progresivo de último modelo.
¿Volverá tu cuerpo a sudar?
¿Volverán tus glóbulos a mutar?

Exceso de miedos, procesado en el dorso,
produce convulsión de los gástricos ácidos,
que entran cuando se abre la boca, así, así,
demasiado ancha para contener la baba.

Puños cerrados, golpea los quistes de tu abdomen,
deja fluir las venéreas entidades.

Revuelve tu frente interna, intensa, como caldo.
La cefalea pesa, como dos balanzas de granito magmático,
intenso, sin encontrar el factor de la erupción narcótica.

Regurgitando hilos de estrés, en lugar de gránulos
de vitaminas C, D, A.
Cada ocho horas, degustando los excipientes
-desmaterializar el error materializado-.
Cada ocho horas, minutos, días, meses
vuelve a ser lactante al depender del fármaco.

Escóndelo, y estira su brazo auto dependiente,
llega a flagelar las memorias,
a acondicionar tu cómoda psíquica,
con hélices adeneicas, para las malas plagas,
que tendrás ahí, seduciéndote simultáneamente.
¡No hables! es mejor que descanses,
los dedos me llaman a acariciar tu frente,
frondosa en deseos, sarcomas torcidos.

El síndrome endémico del nicho,
aunque sea tridimensional, puedo tenerlo así,
como arena entre los dedos, tan microscópico,
pero tan rebelde, que no muta libre como creería,
sino se aferra a uno como lapa, babosa ciega,
salada en su prole, genética, existencia.
No sabe para qué se aferra, no sabe para qué fue hecha,
por eso congenia con nosotros.
Preferiría no poseerlo, pero congenia,
no sería digno si lo castrara de raíz,
de la salina solución.

Auto desolación social,
reciprocidad biológica,
quisiera esparcir tierra de hoja en tu corteza,
pero la sequía del reflejo,
los choques eléctricos, no tocan la goma,
las pulsaciones no envían respuesta
a la fisonomía anti-cutánea de tu reptil ser.

Sería mejor, si hiciera una intervención quirúrgica,
una intervención respecto de tu biótico potencial:
abrir desde las sienes la caja cerebral,
y plantar la semilla de la somnífera armonía,
y aquí otra maceta de rosas para el jardín,
y ya empiezo a depender de la noche
para la terapia intensiva, el fármaco,
vuelve a ser lactante al depender del fármaco.

Endurecimiento de las arterias,
retorcimiento de las neuronas,
colapso hepatítico,
cosmovisión meningítica.

Las articulaciones alcanzan longitud de bacilos,
desde tu perspectiva de paciente.

La camilla blanca, un colchón de clavos,
acupuntura de calamidad que afloja,
el ser hipocondríaco de la confusión.

En tal caso, la vida entera es la bandeja X del refrigerador
escáner tac, morgue,
eterno, hospital, confuso,
vuelve a ser lactante al depender del fármaco,
el ser hipocondríaco de la confusión
... el fármaco.



COMA

Sobre el ser convaleciente,
un tejido de cuerpos inertes
retarda el infinito cardio.

Es el terror de ser paciente
Es el vacío diástole/sístole
Es el ser y su apagón drástico.



COITO 1

La jaqueca de la vida
reaparece con vigor.

A través de un ducto secreto,
la lombriz busca aquello

que obstruye el afloramiento

DE UN OSCURO SOL.    



COITO 2

Conjunto vasto de las diacronías del gen,
Ése es coito,

Es lenguaje,

Es virus. 




2007

miércoles, 29 de abril de 2009

"El show de la Kronikodelia"

Valsunami

Cierta historia que contaban los más viejos
sobre el retorno de las corrientes
hacia el acantilado de yeso.

Bajo el faro del patrimonio, con el maná de Leviatán,
acecha un rango de energía mágica.

Asaltarán los más enfermos tesoros de la joya del Pacífico.

Escuadrones de ponzoña roja y corales nefastos.
Una empresa de riesgos de la linfa.

Huesos de tritones erosionan
en afluentes que solían ser peatonales.

A través de las fugas, el emporio de rubíes encubierto.
Las ratas de las cloacas se inmiscuyen,
en los más telúricos secretos.

El cabeza-sacerdote,
las predicas del gallo de oro en la catedral,
una conspiración eólica, esculpiendo sus pesadillas.

En el peñasco más alto del cerro de la cruz,
todo un sediento cielo, espejo de la oxidación,
calabozo de lo hidrófito, y si das vuelta tu cabeza,
atrás, los civiles pejerreyes
¡Ellos le pondrán un buen precio a tus pulmones!

Preparado para arrojar su golpe frío,
burlan las ciencias navales y marítimas,
heredando un legado de proteico barro
sobre las millas de la hidrosfera,
como si fuera un archipiélago de marea negra
entre medio del nuevo mundo,
¡Una mancha voraz en tu desagüe!

Atrévete a unirte al tinte tóxico,
atrévete a unirte al tinte ocre que pintan
en tus oculares globos.

Experimenta y cede al espejo de la presión
que para el hombre es divisible en cólera de anfibios,
la cólera de la llave, abriendo tu ducha,
toca tus dedos con esa misma cólera.
Vuelve a descomponerte,
en el barro del cual te esculpiste,
y recibe en tu cuerpo la armadura de escamas,
el envase del señor de los vertebrados.

Viene hacia aquí, su despliegue por los canales
que interconectan tu ciudad
con los abisales cementerios
de embarcaciones y submarinos.
Ahora el reino de los peces humanos,
reemplazará una tradición constituida
de tierra, años, siglos.

Poseidón, oh Poseidón, barre con el cámbrico desperdicio
de la evolución darwiniana, y deja resurgir a Piscis,
aquí, sobre la costa porteña.
Deja remojar las tres cuartas partes del planeta,
como un nicho absorbente
que otorgue el despertar a Neptuno.

Y en aquel tiempo,
ya las fuerzas marítimas, aéreas y terrestres,
solo asumen que sus despertares implosionan,
sumisas como mascotas ciegas,
lamebotas, o más bien "lame aletas",
ante el Gran y Todo Poderoso Pejerrey legislador,
y dando la espalda, miran sus piernas orinadas del miedo.

¿Hay algo que se pueda hacer?
Técnicamente, nada,
solo que lo que se puede hacer, es algo molesto:
Tirar de la manilla del retrete supremo
que rige las ruinas de ese arcaico mundo
y esperar invertido a que vuelva por ti la próxima ola,
y te lleve, para que cumpla el papel
que ahora la hizo presente.



La misa del gallo

La campana está sonando, las 12,
y no pueden evitar apagar las luces.

Cientos de parejas en vela:
esa es la gala de sangre promiscua.
esa es la orgiástica epifanía.

Úntala de fuego y píntala en tus manos.
Con ases bajo la manga, el cura,
la chica a flor de piel,
inicia la ceremonia tanto afuera
como dentro de sus ropas.

Y jura por la figura erecta y el cáliz de Venus,
madre, hijo y Espíritu Santo.
Y abre las llaves de un mundo fugitivo del cuero,
y si no calza, caerán las fugitivas del cuero,
y las fantasías voyeristas te confiesan:
Entra, entra, entra (en la paz del Señor).

Como bien lo oíste, la campana suena y suena
Y la sal arde, arde, en el seno de tu vida.

En confianza te proponen
resucitar en el sexo opuesto,
-con coqueta fe y con fiebre divina-
Y ven en la virtud su propio pecado,
con vino añejo, mientras brindan.

¡Señoritas viudas negras!
ya no hay palabra subliminal
quedada tan impía en sus espaldas.
¡Prematura dama! recibe en tu espalda,
la mano de la verdad, toqueteándote lenta y lenta.

No escaparás, pequeña costilla.

¡OPUS DEI! ¡KRAUS! ¡CRISTO!
Plasmen lo que el ciego amor expone en la misa del gallo.

Y jura por la figura erecta y el cáliz de Venus,
madre, hijo y Espíritu Santo.
Y abre las llaves de un mundo fugitivo del cuero,
y si no calza, caerán las fugitivas del cuero,
y las fantasías voyeristas te confiesan:
Entra, entra, entra…

Un mundo erecto para ti,
un mundo abierto para mí,
un mundo eterno para Jesucristo.
Mata tu sexo y resucita para mí,
para cuando ya sea un ídolo.


2006

sábado, 4 de abril de 2009

Revista Mecánica Popular: Poema imagen

 
Es posible que la silla haya sido alumbrada desde un lapso de tiempo relativamente corto. O está la posibilidad de que la lámpara haya sido prendida para la iluminación de alguien que olvidó apagarla y ya se vuelve el fantasma de una presencia que es el indicio de la luz misma. Puede que en este caso la sola ausencia sea la razón de ser de la luz, o la lámpara un observador ferviente del objeto de la ausencia: la silla o el fantasma. En todo caso, la luz permanece subyugada a su espasmo delator tendido entre observador (no usted) y objeto de ausencia. Ese es su fiel crimen y gracia.

viernes, 6 de marzo de 2009

Megáfono taurino

  

A De Rokha



La maquinaria feliz de las ciudades se hizo escombro
cuando saltaste de tu fúnebre cuna
y escupiste tu canto choro a forma de metralla.
Los demonios de la vida cotidiana,
por tu paladar fueron bautizados,
y ensimismados exigieron su sangre
única y exquisita
tal como los grises vegetales
del último de los edenes.

El amor fue la roca con la que puliste el filo de tu soberbia.
Tu cabeza y tu bolsillo vastos de compromiso,
Tus cuernos militantes,
tu Chile densamente ebrio,
redescubierto como amante.
Con el puño férreo, desde el país de los grises, pareces decirme:
“Te invito a reconocerte en mi mundo.
Para cuando tengas mi edad sabrás callar tu paz y sublimar tu guerra”.


Te imagino ante las enaguas florales del caos,
escondiendo la belleza en tus ojos rubicundos.
A ti se te aparece la hipocresía como matador,
y juras socavarla en arrojo de cuernos pulcros
como implorando a la pangea y al amor de tu palabra.
Sí, tu palabra vasta de raíces, de donde reverberan
las vocales y consonantes de poemas futuros.
Sí, y así dices, cabrio macho:
"Para universos en blanco y negro,
espíritus claroscuros".


Fiel a todo lo que te sabe a choreza,
tu imagen por siempre moneda,
redimida de precio.
Así, grítale al mutante capitalista,
el gusano de la discordia ha perdido su manzana
pero ha encontrado en ti la tinta
para inmortalizar su arrastrarse por la tierra.
Pero no creas que está santificado,
hasta su baba podría ser agua bendita.

En un hondo aliento me sujetas a tu país de funerales
y ciudades con tentáculos,
me llevas al Chile de todos los días
con sus blancos de Nada,
sus azules de Resaca,
y sus rojos de Furia, o Lascivia.
Todos esos no son epítetos suficientes
para las entelequias constantes
de una larga y angosta faja de tierra,
a forma de espermatozoide exiliado
dentro del óvulo viudo, virginal y menstruante que es América.

Mira a la equidistancia de nuestro mundo,
su doblemente ambigua dualidad.
Con tu alquimia de carbonada,
condimentas pensamientos y corazones,
y dejas al desnudo la pueril complacencia de todas las cosas.

Como por barrios rurales te me apareces
en los compartimientos de la conciencia
e invitas a recorrer los idilios baratos del fin del mundo
con pies tempestuosos, llenos de ternura y choreza.
Titán, haces que mire mi hogar con ojos abismales
y que reconozca en mi comodidad el abismo
sobre el cual me he arrojado durante años
y no quisiera regresar ya para imitarte.

Gritarle a la muerte: ¡puta de ocasión!
Gritarle a la vida: ¡puta cara! pero sola, pero una 
todo eso me legas entre pliegues de luto,
y tu verdadera forma el decibel primero,
salvaje y filosófico de una torrencial música
con un nombre tremebundo.

Tú, solo megáfono, confiésalo:
de un golpe y sin pensarlo, 
te bebiste un concho de angustia
y te hartaste de todos, y te jubilaste de todo
y te empachaste de todos
y compusiste, más allá de aureolas y cachos,
tu ópera prima: el Absoluto.