Poemas de un buen amigo poeta.
Dualidad
He decido silenciar las voces del pasado,
Ya no estoy dispuesto a que ennegrezcan más mi alma,
He acorralado mis recuerdos, los he mirado fijamente a los ojos
¡Y he mordido ferozmente el cuello de sus blasfemias!
Para así acallar de una vez por todas,
Los ecos que resonaban en mi mente.
Surgí desde un abismo después de largos inviernos de miseria,
Obnubilado, por la amarga ponzoña de la tristeza y la desesperanza,
Pero al fin, gracias al Altísimo, pude erguir mi cuerpo
Y ahogar en lagos de fuego a casi todos mis demonios,
Para intentar algún día alcanzar el equilibrio entre mi luz y mi sombra.
Mar del olvido
Gélida brisa marina, abre mis sentidos al horizonte,
El gris escenario de la lluvia, como cristal se rompió en el techo del cielo,
Avanza la vida de las humildes personas de la costa,
En ella se alberga la incertidumbre del día de mañana.
Sus ojos pueden traspasar las olas,
profundizar en los abismos marinos
Y visualizar el futuro inminente de la terminal destrucción
En donde descomunales industrias,
Como grises moles, transforman la energía de la naturaleza para crear poder.
Entre ensordecedores estruendos,
Frutos tóxicos son el legado de vuestro sometimiento
Mientras el rojo del fuego forja el acero,
el blanco del hielo enchueca sus huesos,
El viento salino envejece los rostros,
Y así se olvida la vida, en la penuria de la lluvia
Sobre un mar de lágrimas de sal.
Proyección de mi muerte
Como un viaje onírico sin retorno a través de esta oscura noche eterna
Surge la muerte entre el viento y la torrencial lluvia
Entre el frío y el cielo tronador, lloran los perros cual seniles plañideras.
Al final de este arduo y escarpado camino,
Ha llegado el momento en que el ánima se disocia de la carne.
Atrás ha quedado toda una vida, perdida en una fugaz retrospectiva
Con rostro de niño sollozando
Bajo blancas nubes de otros cielos.
Miles de momentos, miles de minutos,
A veces intensos, a veces paralizantemente monótonos,
Se extinguen en la fugacidad del ciclo vital.
Los amigos ya no están, se encuentran extraviados
En los furiosos océanos del recuerdo.
Desde lo alto, yace el cuerpo tendido en su lecho de muerte,
Gélido, en estado rigor mortis.
La energía vital inicia su explosión cósmica
En búsqueda de lo divino, se desdobla,
Fluye en equilibrio y armonía con el infinito universo
Para no volver jamás.