sábado, 15 de noviembre de 2025

En la rebelión de Gragko, solo el caos, la locura, la imaginación y el delirio prevalecerán.

Se cumplen cien años de la película "El fantasma de la ópera". La escena donde Christine se arma de valor y le quita la máscara al fantasma de la ópera causó pánico en los cines de ese entonces. También se cumplen ochenta años de la creación de Juan Marino: El Siniestro Doctor Mortis, el icónico personaje de terror chileno, genio, entidad todopoderosa y maligna. El terror nunca pasa de moda, solo cambia de escenario y de actores. El terror está vivo y habita en cada uno de nosotros.
Un tío mío comentó que cuando estaba estudiando en el pedagógico de Playa Ancha, durante el año 69, apareció Pablo Neruda junto con el poeta peruano Antonio Cisneros, y realizó una especie de conferencia en donde recitó algunos poemas. Días después, el PC lo proclamó candidato presidencial. El resto es historia conocida. Se acordó, a propósito de las próximas elecciones. Dijo además que nuestra familia fue “picada por el bicho del arte”. Comentó que su abuelo paterno era un español que llegó a Chile junto a otro hermano y un grupo de artistas que se presentaba en la colonia española. Su abuelo tocaba la mandolina con ese grupo y ese instrumento lo vio en la casa de quienes terminaron criando a su padre (mi abuelo) que quedó solo. La madre de su padre (su abuela) murió cuando él tenía tres años y el “coño” se habría arrancado a Buenos Aires después de estar juntos durante más de dos años. El otro hermano de su abuelo paterno se quedó en Chile, según cuenta, y un hijo de él sería el caricaturista José Palomo, muy conocido en México, en donde finalmente se radicó. Su veta, agregó, era el tema político. Dicho todo esto, mi tío preguntó si sabía de estas cosas. Le pregunté que no tenía idea; que, de hecho, podría reunir todas esas anécdotas para poder editarlas y eventualmente publicarlas. Él dijo que siempre tuvo problemas de socialización y que con la escritura podía suplir esas carencias. Al confesarlo, comenzó a recordar su infancia en Puerto Montt y después en Valparaíso, luego que su padre (mi abuelo), marino de guerra, fuera derivado hacia la costa central. El viaje en tren desde ese lejano lugar tenía como destino llegar a Santiago. Una imagen que siempre estaba presente en su memoria era la de un lugar con muy poca luz, enormes sombras a contraluz y un olor intenso. Mi tío tenía menos de un año. Ese recuerdo se lo contó a su madre (mi abuela) cuando era adolescente y ella le había dicho que se vinieron en tren. En esos años, según cuenta, se usaba el carbón coke como combustible, de ahí el olor que nunca habría olvidado. Ese es su recuerdo más antiguo. ¿Qué otras memorias habrán quedado sin su correspondiente voz, y sin su necesaria ventilación? Hay en estas anécdotas una crónica que atraviesa mi propio árbol genealógico, una rueda de tiempo que cruza la conciencia de la familia, algo más profundo que las circunstancias inmediatas, de las cuales se derivan otros relatos en potencia, todavía enterrados en estricto anonimato.
Hace exactamente cien años (1925), Vicente Huidobro se lanzó a candidato presidencial. Hace exactamente cien años, los poetas podían llegar a ser presidentes y no solo hinchas del candidato de turno.