"Exit light
Enter night
Take my hand
We're off to never-never land".
Enter Sandman, Metallica.
Hubo un apagón en España y Portugal el día lunes. Fue brusco y repentino, tal como el que ocurrió en febrero en Chile. Tampoco se saben, a ciencia cierta, las causas reales. Se han barajado teorías que apuntan a un “desequilibrio estructural” del sistema eléctrico, a una “vibración atmosférica” en las líneas de alta tensión o incluso se ha planteado la idea de un posible ciber ataque a la red de energía. El corte y el apagón provocaron el descontrol en la ciudadanía y revelaron la vulnerabilidad completa de toda la maquinaria. De pronto, la gente no podía pagar nada con débito ni crédito, y tuvo que recurrir al viejo efectivo. De pronto, la gente dejó de depender de los “espejos negros” en sus celulares y ordenadores, y tuvo que vérselas con la realidad desnuda. Se cortó la luz y cayó la noche del sistema.
En contextos de crisis geopolítica, ya han ocurrido eventos similares. La sociedad ya ha pasado por colapsos, en el último siglo, como el de la pandemia, y la respuesta de las elites siempre ha sido ambigua y sospechosa. Al tiempo se sabe que las causas establecidas como oficiales no eran las verdaderas. Cabe pensar en lo siguiente: durante el año 2021, el Foro Económico Mundial realizó un simulacro de apagón digital en todo el orbe, con el fin de afrontar con "resiliencia" futuros ataques cibernéticos. Se trata del evento llamado Cyber Polygon 2021. Klaus Schwab, fundador del Foro, quien renunció hace poco, había planteado la posibilidad de un “Gran Reseteo” o un “Gran Reinicio” del sistema económico, una renovación en pos de energías más sostenibles y de un presunto capitalismo “más ecológico” y sustentable en el tiempo. ¿Será que estos apagones “espontáneos” en diferentes países, se han desencadenado de manera estratégica como parte de un programa o de una agenda oculta a la luz pública? Ante la incertidumbre de los hechos, y en vista de la escasa claridad del asunto, ninguna hipótesis, por conspirativa que parezca, se puede descartar de plano. Es más: yo lo creo demasiado posible, teniendo en cuenta el hermético tratamiento del tema, en el que la verdad siempre parece jugar a las escondidas.
Puede que el apagón haya sido avisado con antelación o que se trate, una vez más, de otro evento de programación predictiva, como tantos otros. Es cosa de remitirnos a la ficción cinematográfica. En el último tiempo se han proyectado una seguidilla de películas que abordan, de manera directa o tangencial, el tema del corte de energía. Cabe recordar la película "Dejar el mundo atrás" de Sam Esmail, estrenada por Netflix el año 2023. En ella, se produce un apagón nacional de la tecnología que anticipa una posible catástrofe. Dos familias desconocidas se ven obligadas a lidiar la una con la otra, revelando, de esa manera, la fragilidad de los vínculos y de la condición humana en medio del caos generalizado.
Para continuar las referencias cinematográficas, hace no mucho se estrenó, también en Netflix, la serie “Día Cero”, que tiene por protagonista a Robert De Niro, en el papel de un ex presidente de Estados Unidos, George Mullen, quien preside una comisión para investigar a los presuntos responsables de un ciber ataque global. Y por si fuera poco, Netflix estrenó hoy mismo la serie basada en el legendario comic argentino El eternauta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. En la historieta se cuenta un relato distópico sobre una invasión extraterrestre que liquidó a gran parte de la humanidad, y Buenos Aires sigue siendo la única zona de resistencia. Todo comienza con un corte de luz provocado por una extraña explosión en el Océano Pacífico. Es ahí que Juan Salvo (interpretado por Ricardo Darín en la serie) sale en ayuda de su familia con ayuda de un traje aislante, para cubrirse de la nieve radiactiva.
Sin duda, las películas y series sobre apagones se han vuelto el estelar del momento y marcan la tendencia mundial. Mientras tanto, siguen ocurriendo cortes en otras partes de Europa, como en Alemania, Finlandia y Países Bajos. A medida que se corta la energía, las sombras se toman las calles e invocan el desconcierto. Nuevamente, el apagón y la posibilidad de un hackeo a escala planetaria figuran como tópicos de la ficción, y la ficción sirve, muchas veces, como catalizador de la realidad. Se va sugestionando un clima hostil y, de paso, se va induciendo una conciencia flotante sobre la población, si se quiere, un “egregor” que representa la crisis energética y la necesidad imperiosa de un cambio. Habrá que seguir aguardando la señal del destino, antes de que todo se vaya a negro.
Grandes hombres del pasado se propusieron un futuro enteramente iluminado por la luz robada a los dioses. Nikola Tesla soñó con un mundo inalámbrico. Edison perfeccionó la bombilla eléctrica que hoy enciende hogares y rincones. Se pasó de temer los rayos y los truenos a conectar una civilización entera sobre impulsos eléctricos, al punto de que todo, absolutamente todo depende de esa valiosísima energía. En suma, el Gran Apagón no tratará solo del corte de la electricidad, tratará del corte de las falsas certezas, la necesidad imperiosa de lidiar con nuestra propia conciencia, a oscuras, a solas con nosotros mismos.