martes, 9 de marzo de 2010

Maremotos

Hay un gran horizonte enfrente,
todo está en curso:
El viento, el rocío en los techos de las casas,
la humedad en las plantas, las golondrinas volando al sur.
Todo: en los zooplancton buscando cada presencia vegetal,
el ruido en las avenidas, el tráfico, el tránsito.
Todo contempla hacia ese horizonte,
relieve de una ciudad expuesta, abierta hacia imposibles,
acantilados de imaginación.
Cada una de ellas de verdad puede ser expuesta,
cada pedazo de tierra parece arrastrarse sigiloso
hacia una especie de funesto estanque.

Siento extrañeza,
respecto del triángulo de las bermudas.

Nada importa cuando el horizonte revela un buen augurio.
Se puede sentir en cada espuma reducida en la arena,
y en el movimiento de las rocas, debatiendo cierto aire hostil.
Ahora este aire podría ayudar a explicar
la situación del horizonte en este momento.
De alguna forma, el Estado debería sentir responsabilidad
por cada extraño suceso perceptible
en el húmedo ambiente costero.
Las rocas podrían colisionar contra el puerto,
dejando visible un gran tabú;
Cada gota de sal vertida hostilmente,
valdría el equivalente al dinero invertido
en buques, molos, cañerías, vías de desecho.
¿Puede ser ésta una respuesta,
a toda esta forma de costoso desahogo?

Siento extrañeza respecto a los límites con Arica.

La única causa de la extraña fijación del horizonte,
finalmente son las aguas, el mar...
Ahora, la ruptura da cuenta de la hostilidad.
Lo puedo sentir claramente:
En cada desembocadura artificial que pueda
arrebatar una pequeña cantidad de esa esencia marina;
En cada animal viviendo la desintegración
de su interactuar con el ambiente vigente;
En cada cosa que signifique aumentar el desgaste humano
en oposición al mismo mar;
En cada privatización de recursos fuera del alcance de la gente silvestre,
de parte del interés de un micro grupo establecido
en pseudo instituciones.
Una vez más este surco de oscura pureza,
delimita los horizontes de la ciudad.
Cada limitación que conlleve a quebrar
la pasividad de las olas, las mareas de colores;
cada limitación que conlleve a producir
la orgullosa extracción de esta sombra celestial,
será posible.

En cualquier momento un gran movimiento,
se dejará fluir desde lo profundo.
De más cerca, comprende tu vertiginosa realidad, 
dejándote hundir, hundir, en el Pacífico,
entre esos Estados vecinos,
sofocados como en una gran mentira.
(Estaba previsto en el horizonte, las mareas, las mareas)
Precipítate a encarar, esas barricadas puras,
sofocado, como en una gran mentira. 


2006