martes, 11 de mayo de 2021

Revolución molecular

El concepto de la Revolución molecular ha salido a la palestra luego de que Álvaro Uribe lo mencionara para describir el “estallido social” ocurrido en Colombia. Inmediatamente, gracias a la prensa y las redes, aquel concepto fue asociado al espectro de la ultra derecha, ya que Uribe lo tomó prestado de Alexis López Tapia, un intelectual chileno considerado “neonazi”.

Lo que no se advirtió, en primer término, fue que lo de la Revolución molecular tiene su verdadero origen en los planteamientos teóricos de Felix Guattari, quien, de hecho, tenía un libro con ese mismo nombre. En este libro, Guattari explicaba específicamente que “los cambios sociales en el futuro serán absolutamente inseparables de una multitud de revoluciones moleculares”.

En definitiva, estaba previendo que la forma de la lucha política ya no iba a ser “molar”, a la manera de la revolución comunista clásica, con una masa unificada y un proyecto centralizado a gran escala, sino que iba a ser “molecular”, es decir, con una gama de distintas causas accionando desde diversos frentes, sin un aparente orden y relación, pero que acaban articulándose en medio del caos, para constituirse en un cúmulo de fuerzas revolucionarias ("No hay tiempo para la espera o para el temor, hay que buscar nuevas armas"). Si hubiese que establecer un parangón, la Revolución molar sería algo así como la llamarada de una hoguera, con una dirección ascendente, y la molecular, un cortocircuito con múltiples chispas que no paran de estallar hacia todas partes.

Como queda en evidencia, lo que Guattari describió en su libro fue usado sagazmente por el oficialismo colombiano, para poder comprender y digerir el fenómeno de los “estallidos” ocurridos en diferentes latitudes. Así, por ejemplo, se equipara lo de Colombia con la rebelión de Ecuador, con el movimiento Black Lives Matter en USA y, sin ir más lejos, con el 18/10 chileno. Todas estas luchas progresistas formarían parte de una Revolución molecular surgida de manera programática, para “desestabilizar las instituciones y tomar el poder, con la excusa de un nuevo orden de cosas”, a decir del propio Uribe, interpretación que, en todo caso, contradice los propios términos de Guattari, al dotar de un propósito unitario a algo que parece no tenerlo y cuya espontaneidad conformaría su carácter. Sin duda, podemos decir que Guattari fue realmente profético en su visión sobre las luchas del presente, a tal punto que hasta la propia derecha tuvo que hurgar en su marco teórico para no sentirse sobrepasada, totalmente inerme, en el marco de la batalla cultural.

Sobre la cancelación a Richard Dawkins

Si bien Dawkins peca de soberbia con su ateísmo militante y su tesis positivista respecto al carácter de las religiones, el hecho de que haya sido castigado por un dicho de twitter resulta doblemente soberbio, un tweet en el cual Dawkins se limita a afirmar un disenso con respecto al tema de la condición trans, y en el que incluso concluye invitando a discutir dicho tema, cuestión que al parecer ya no se admite en las redes sociales, muy acostumbradas a reaccionar con el sistema límbico o el algoritmo panóptico. ¿Hay acaso incitación al odio en el simple disenso?

Dos consideraciones sobre este punto:

1.- Por un lado, retirar un premio de manera retroactiva, haciendo un juicio sumario sobre un conjunto de declaraciones sin posibilidad de réplica, es francamente orwelliano.

2.- Por otro lado, retractarse sobre sus dichos, señalando que tampoco era su intención aliarse de ninguna manera con los fanáticos republicanos en Estados Unidos, acabó siendo una actitud poco congruente con su propio espíritu escéptico, además de hipócrita, desviando el asunto al plano político. Al parecer, para Dawkins, solo existen fundamentalistas cuando se trata de religión.