Realidades incómodas, políticamente incorrectas, silenciadas o torcidas por no comulgar con la ideología de turno. Rebolledo abre una brecha para la discusión sobre un fenómeno que está ahí y que no se quiere ver, por disonancia cognitiva e hipocresía:
"Existen datos —o más bien vacíos en los datos— que indican que las denuncias falsas son un fenómeno masivo. Pero más allá de las cifras, hay una pregunta inquietante: si prácticamente todos conocemos a alguien que ha vivido esto, o al menos a alguien que conoce un caso de primera mano, ¿qué es lo que no estamos viendo?
Una de las razones que explican el silencio en torno a este tema es la vergüenza. La acusación de abuso sexual contra los propios hijos es tan devastadora e irreversible en la memoria colectiva que, para estos padres, la “autofuna” y la depresión se vuelven casi inevitables. Luego, cuando se prueba su “no culpabilidad”, se encuentran sin herramientas legales para querellarse y limpiar su nombre. Ante esto, muchos optan por el único camino que les queda: si pueden, intentan revincularse en silencio con sus hijos. Si no, desaparecen en el olvido."
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