jueves, 18 de abril de 2024

Yo tengo un método al momento de enseñar materia de Literatura. No llego y dicto de manera expositiva los conceptos. Primero los formulo en forma de pregunta con tal de realizar un ejercicio dialéctico. Así, por ejemplo, no defino qué tipos de viaje hay en la literatura, les pregunto: ¿han viajado al extranjero? ¿han mochileado? y, a partir de las respuestas, les doy algún tipo de relatos que hayan abordado la temática. Hoy les hablé sobre literatura contemporánea y la diferencia fundamental entre utopía y distopía. Claro está que no definí ninguna de ellas. Antes bien, les pregunté a los cabros: ¿creen que vivimos en el peor o el mejor de los mundos posibles? Una pregunta que podría estar sacada del dilema entre la filosofía de Leibniz y de Voltaire, me sirvió para interpelar directamente a los cabros sobre el estado de cosas en la realidad.
Casi de manera unánime, dijeron que había muchas cuestiones que inclinaban la balanza hacia lo peor, pero unas cuantas por las que valía la pena rescatar el mundo, todavía. "¿Y cuáles serían esas cosas buenas?", pregunté a los cabros, buscando que fueran un poquito más allá. "Fumarse un porro en la playita, por ejemplo", afirmó uno de ellos. Unos compañeros suyos le aplaudieron, apañando la moción. "Muy hippie. Prefiero ir a lo bandido por valpo. Salir de noche", dijo otro. Entero aperrado, le comentaron sus compañeros.
Cada quien tenía su propia idea utópica y su deseo de hacerla real. Su plácido y rabioso deseo. La utopía estaba a la orilla del mar y a la vuelta de la esquina, pero es sabido que a ella le sigue de cerca la distopía. Ella era la pérdida de la casa de un alumno producto del incendio. Eran las balaceras y asaltos a plena luz del día en el plan, o bien los descuidados adoquines de una plaza a maltraer, mismos sitios en donde los cabros se juntan al salir de la escuela. A cada paso, ellos intuían el costo de volver tarde o definitivamente no volver, para fondearse a cualquier lugar, antes de volver a la casa a repetir la misma marcha. No era posible separar la utopía de la distopía sin antes rechazar la realidad completa. Valparaíso se volvía esa leyenda urbana que se dejaba leer en un espacio indeterminado, por puro amor a las historias.

martes, 16 de abril de 2024

El blog cumple 17 años y continúa vigente. La escritura blogger se ha vuelto un nicho íntimo de resistencia y una guarida de obsesión literaria. Entre si gusta. No hay garantía de salida.

lunes, 15 de abril de 2024

La caída del último teléfono fijo de Valparaíso

Perdonen pero no puedo permanecer indiferente a este hecho: cayó el último teléfono fijo de Valparaíso. Estaba ubicado en calle Bellavista en la intersección con Salvador Donoso. El fin de semana, según cuentan, fue encontrado en el suelo, como si lo hubieran chocado. “Ha caído el último representante de la telefonía fija callejera”, dijo un tal Boris en las redes, citado por Alerta Noticias. Sin embargo, hay quienes le rebaten diciendo que no era el último, que aún queda uno en Errázuriz o Avenida Brasil, o en la calle Uruguay, tal vez negándose a la realidad. La obsolescencia de las cosas reflejada en ese teléfono fijo destruido. Hasta hace poco todavía estaba allí, firme, incólume, aunque algo rayado, cual reliquia de un puerto analógico, conectado mediante antiguos cables que comunicaban a los porteños en sus momentos de apuro. Quién no se vio en la necesidad de colocar algunas chauchas de cien pesos antiguas en esa ranura vieja para llamar a alguien de urgencia. Yo mismo recuerdo haber hecho muchas llamadas en el plan, no precisamente en ese teléfono fijo de Bellavista, pero sí en otros que, por aquellos años, proliferaban a sus anchas. Recuerdo haber llamado a una ex, contando las chauchas que me quedaban en un bolsillo, sin garantía de agarrar el tono de llamada y sin esperanza de respuesta. Recuerdo también haber llamado, en más de una ocasión, a algún número para buscar trabajos esporádicos. Todas esas llamadas y todas esas voces quedarán sepultadas con el último sonido del tono marcado por dicho teléfono, y el tono decaerá lentamente cual corazón a punto de detenerse. Tal parece ser el tono del puerto, un tono de aparato agónico, y sus voces pasadas, desvanecidas por el ruido insolente de la historia.

Egregor (poema)

Poema de hace más de cinco años, perteneciente al hablante lírico "Gragko", un alter ego, una entidad omnipresente y caótica que versa sobre los aspectos oscuros y absurdos de la existencia, una "volada" mía creada en mis tiempos de adolescente que evolucionó con el tiempo, hasta volverse parte integral de ciertos poemas y de ciertos textos narrativos. Aparece de repente, como una sombra que acecha.

Egregor

Piensas como quiere que pienses
A través del vacío de lo que celosamente amas
Y de lo que obtusamente conoces.
Aloja en la noche de las mentes
Evitando que una luz conspire en su intersticio.
Entonces sueñas con el sueño de la razón
Pero no hay monstruo allí que configure tu imaginación
Porque no hay un afuera de su pensamiento.
A medida que la calle se hace huella, y sus pasos delinean tu sombra
Se va abriendo una abertura, una abertura insondable
Por la cual conjura las maldiciones de lo desconocido.
Piensas como quiere que pienses
Así lee en tus ojos el nicho, la hondonada
En donde resbalan los espejismos de su propia visión
No puedes separarlo sin separarte a ti misma
Pero en cambio me invocas, creyendo así abstraerte
Y sublimar la totalidad del mundo que te rodea
Cuando no soy sino un remedo de tu propio deseo
Que es el deseo de lo que él mismo engendra
Indescifrable, ignoto hasta decir basta
Hasta decir la palabra y el silencio que nos regresará nuevamente
A la grieta del espejo de la cual venimos
Y de la cual germinó este prisma apasionante
Que no es otra cosa que la verdad quebrada
Ante sus ojos sin dirección.
Piensas como quiere que pienses
A través del vacío de lo que celosamente amas
Y de lo que obtusamente conoces.
Aloja en la noche de las mentes
Evitando que una luz conspire en su intersticio.
Entonces sueñas con el sueño de la razón
Pero no hay monstruo allí que configure tu imaginación
Porque no hay un afuera de este pensamiento
Y no hay ya totalidad que sueñe
Con el ocaso de su propia nada.


En la escuela hicieron una efeméride por el Día del Carabinero. Aproveché de hacerle a algunos cabros de Cuarto Medio un trabajo con punto extra basado en el crimen del teniente Emmanuel Sánchez. Les pedí que escribieran una breve crónica relatando los hechos más importantes del caso, para luego plantear un punto de vista respecto a la delincuencia y la seguridad. Algunos cabros se interesaron más por el punto extra que por la suerte del teniente, cuya muerte no les conmovió demasiado. Pero al percatarse de la sonrisa burlona de Yolvi González, uno de los imputados venezolanos, esos mismos cabros mostraron indignación. "Basura, lacra" fue lo más suave que le dijeron. Los estaba paseando, y eso no lo podían permitir. "Si se pasea por mi barrio lo acribillan al perkin", comentaron algunos. Choreza pura. Incluso señalaron que solo ellos tenían el derecho de enfrentar a Carabineros, no esos delincuentes extranjeros. La indignación contra el imputado burlón continuó y volvió la actividad un rotundo éxito, por este mismo motivo. La risa del criminal que no siente ningún remordimiento por su crimen, del que busca la provocación como una forma de engrandecer su miserable ego, fue lo que les "pateó" a los cabros. En cierta forma, la burla les llegó de cerca, porque no solo iba dirigida a las fuerzas del orden: iba dirigida a todo Chile, ¡a ellos mismos!

domingo, 14 de abril de 2024

Ayudé a mi polola a escribir un ensayo para la U. Tenía que abordar algún problema relacionado con la subjetividad y lo social. No se nos ocurría nada, hasta que, una noche, pedimos un uber para volver a casa. Entonces salió a flote el tema de la inseguridad, porque resultaba inaudito que tuviéramos que volver luego por miedo a la calle. Era el tema preciso: cómo ha aumentado la percepción de inseguridad en la gente y su relación con la realidad de los hechos. Al terminar el ensayo, confieso que me sentí nuevamente como en la U. En efecto, estaba escribiendo por puro amor al arte un texto académico con todo el rigor exigido por la pauta del profesor. Lo hice por cariño, aunque, a medida que avanzaba el ensayo, le agarré entusiasmo. Escribí y edité el texto aun sabiendo que la nota no me pertenecería. Hice mío el tema, entonces, el estilo fluyó como nunca. Había escrito un texto académico para un ramo que no estaba cursando. Sin embargo, lo más importante era el estilo, la recreación de un estilo académico libre de la presión curricular. Ensayar por ensayar, en su más pura acepción.

El instituto Tavistock, Daniel Estulin (fragmento)

La localidad de Tavistock, en el condado de Sussex, Inglaterra, es el centro mundial del lavado de cerebros en masa y de la ingeniería social. Después de haber tenido un comienzo un tanto difícil en Wellington House, allí creció una compleja organización que habría de dar forma al destino del planeta entero, al tiempo que cambiaría el paradigma de la sociedad moderna.

En este revolucionario trabajo, que sin duda tendrá el efecto de una explosión nuclear de quinientos kilotones, descubrimos tanto la red de Tavistock como los métodos de lavado de cerebro y guerra psicológica que se están adaptando, en este preciso momento, con la intención de aplicarlos a proyectos de ingeniería social a gran escala.

Se trata de la «Conspiración de Acuario», nombre que se dan a sí mismos los lavacerebros y que hace referencia a un estudio supersecreto llevado a cabo en 1974 en el Instituto de Investigación de Stanford, titulado «Cambiar las imágenes del hombre». Se puede considerar el presente libro, esencialmente, un manual para combatir el lavado de cerebros. El lavado de cerebros depende de la ignorancia de las víctimas. Está en todas partes. Todos percibimos la desintegración de nuestras naciones en el día a día, en las experiencias personales. Sin embargo, no se trata de una coincidencia. Ni de un accidente. Lo que estamos presenciando es la desintegración de la economía mundial, planificada por las personas más poderosas del mundo. En este libro, que habla del Instituto Tavistock, se intenta demostrar que dicha conspiración es real, revelar quién forma parte de ella, cuáles son sus objetivos a largo plazo y cómo podemos evitar que nos manden a todos al infierno.

Aparte de sentir indignación y rabia, usted, lector, llegará a la conclusión de que se trata del declive moral, material, cultural e intelectual que todos los días presenciamos en el mundo entero; sumidos en la impotencia, no accidental. No es Dios quien nos castiga por lo que hacemos mal en la Tierra, sino una crisis social inducida expresamente.

Repito que esto no es una prueba. Esto es real, y lo que está en juego es el futuro de nuestro planeta. Toda clase de degeneración musical es un producto fabricado por orden de un laboratorio, todo ecologista a quien no hayan lavado el cerebro ha logrado huir de un laboratorio de ingeniería social. Todo drogadicto es un producto secundario de una política gubernamental de futuro, cuyo objetivo final es la destrucción del espíritu humano y la degradación del hombre. Todos los defensores a ultranza del yoga, de la meditación trascendental, de la telekinesia, del radicalismo de izquierda y de derecha, de la educación de la sensibilidad bahái y de la percepción extrasensorial, de la conciencia cósmica, de la aberración que supone la Nueva Era o New Age, de las chemtrails, todos los seguidores de las experiencias cósmicas y quienes creen en la «concienciación» forman parte de una conspiración única, centralizada y coherente, surgida de algún proyecto patrocinado por un gobierno y financiado por una fundación. ¡Bienvenidos! ¡Pónganse cómodos! ¡Todos los pirados del mundo, juntos en el aquelarre más impresionante que se ha visto jamás!

En el mundo del humo y de los espejos no hay casualidades, coincidencias ni accidentes. Esto lo demostramos más allá de toda duda razonable, tal como haríamos si estuviéramos dirimiendo este caso ante un tribunal de justicia. Para nuestro objetivo tan sólo servirá el más elevado estándar de excelencia y de verificación. Es mucho lo que hay en juego, y tenemos demasiadas posibilidades en contra. Lo que está en la balanza es el futuro del planeta, la inmortalidad de la raza humana y la supervivencia de nuestra especie. Lograremos imponernos. Lograremos el éxito, cueste lo que cueste. No hay segundas oportunidades, terceras opciones ni cuartas vías. Esto es así, y con el presente trabajo, que resistirá el paso del tiempo, he trazado una raya en la arena. ¡No pasarán! No nos rendiremos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Tavistock fue el cuartel general de la Oficina de Guerra Psicológica del Ejército británico, que, por medio de lo que disponía la Ejecutiva de Operaciones Especiales, también dictaba la política que habían de seguir las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en lo referente a la guerra psicológica.

¡Mire a su alrededor! A consecuencia de un ataque frontal a nuestro futuro, perpetrado por los más destacados sociólogos e ingenieros conductuales de todo el mundo, se rompieron las anclas que sujetaban la intención moral de las naciones. Nosotros, el pueblo, hemos sucumbido a una irracional indiferencia hacia lo moral. No se confunda, todo lo que ha habido desde la Nueva Izquierda hasta el Watergate, Vietnam, los Papeles del Pentágono, el sucio, asqueroso e inmoral movimiento hippie, el movimiento contra la guerra y la contracultura de las drogas y el rock, han sido asimismo proyectos de ingeniería social planificados de antemano.

Repito, lo que se ataca no son solamente nuestros derechos individuales, sino más bien la institución misma de la república «estado-nación», partiendo del mastodóntico programa de ingeniería social ideado por los oligarcas y llevado a la práctica a través del Instituto de Relaciones Humanas de Tavistock y de otra red, mucho más grande, integrada por centros de psicología social aplicada y de ingeniería social que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Dichos grupos nos ven y ven los principios de los estados-nación como claros enemigos filosóficos.

Esta monstruosa maquinaria del mal está compuesta por algunos de los centros más prestigiosos del mundo, dedicados a la investigación y al estudio, como por ejemplo el Stanford Research Centre de la Universidad de Stanford, la Rand Corporation, el MIT/Sloane, el Advanced Centre of Behavioural Sciencies de Palo Alto, el Institute of Social Research de la Universidad de Michigan, la Wharton School of Business de la Universidad de Pensilvania, la Harvard Business School, la London School of Economics de Londres, los National Training Laboratories, el Hudson Institute, el Esalen Institute, el National Institute of Mental Health, el National Institute of Drug Abuse, la Office of Naval Research. Hay otros, como la International Foundation for Development Alternatives y el Executive Conference Centre, ambos con sede en Ginebra, la primera escuela para graduados a jornada completa de la Era de Acuario, para ejecutivos de alto nivel de las quinientas empresas que figuran en la revista Fortune, donde se enseña cómo modificar la conducta. Zombis humanos en puestos de alta dirección que nos conducirán a la Nueva Edad Media de la conciencia trascendental. Dos son los objetivos. El primero, alcanzar los cambios necesarios en Estados Unidos; y el segundo, el orden mundial.

En los últimos cincuenta años, el Gobierno de Estados Unidos, con la ayuda secreta de centros de estudios y fundaciones que siguen la pauta de Tavistock, ha destinado decenas de miles de millones de dólares a financiar la labor de dichos grupos.

Todos los aspectos de la vida psicológica y mental de la población mundial fueron definidos, registrados y archivados en sistemas informáticos.

"Cancelado. El nuevo macartismo" de Carmen Domingo

Cada vez son más las voces críticas que despiertan y cuestionan el progresismo woke. Aquí la escritora Carmen Domingo y su ensayo "Cancelado. El nuevo macartismo".

"El progresismo se ha vuelto un nuevo adanismo".

P. Otro asunto gordo es la batalla woke contra los clásicos de la literatura, desde “Lolita” hasta Agatha Christie. ¿Cuál cree que es la mejor manera de defenderlos?
R.Esta es otra de las tontunas con las que debemos lidiar a diario, incluso a costa de que los haters decidan cebarse con una en redes. Una no puede juzgar las obras literarias con ojos censores, sino con ojos literarios. Es que, además, la buena literatura parte de la libertad de creación del escritor y si no existe esa libertad, desaparece la literatura. Volvemos al pensamiento único, que parece que es a dónde nos quieren llevar. Lo que pasa es que, de nuevo, el dinero manda. ¿Qué hacer si quieres publicar una novela y sabes que las editoriales lo que buscan es lo políticamente correcto? ¿Cómo elegir el tema de un ensayo si sabes que la mayoría de las editoriales te van a cancelar?
P. Denuncia que la izquierda ya no enseña a George Orwell porque le resultan incómodas sus posiciones anticensoras. Además, su ensayo nos recuerda que Orwell predijo que sufriríamos una neolengua similar a la de “1984” a la altura de 2050. ¿Qué diría que es lo que más choca entre el autor británico y la izquierda actual?
R.Lo que claramente sorprende más es que Orwell, que no era precisamente de izquierda radical, se ha quedado situado a la izquierda de la izquierda líquida que tenemos en este país. Lo que no sé es cómo no se plantean, desde esa izquierda líquida de la que te hablo, qué está pasando para que les moleste alguien como Orwell.

sábado, 13 de abril de 2024

La desventura del joven mandatario (mini ficción)

Hubo una vez un joven presidente que pretendía cambiar el rumbo de su país. Para eso, intentó con la poesía, aquella poesía que leyó en su época más combatiente y revolucionaria. Obviamente, aquellos versos repletos de materialismo dialéctico surtían efecto en sus años mozos, aunque no lo harían tanto, en su calidad de jefe de Estado. Como ya formaba parte del gobierno y, por extensión, de la República, aquella misma República que expulsó a los poetas por "falsificadores del mundo ideal", el joven presidente tuvo una idea mejor: ir a la contra del viejo platonismo y volverse el primer presidente poeta en cantarle unos versos a los empresarios de su país. No encontró mejor ocasión que un discurso en el Encuentro Nacional de la Empresa para demostrarles, en su calidad de mandatario, que la poesía sí tenía lugar en los asuntos políticos y ejecutivos del país y que unos lúcidos versos de Enrique Lihn sí podían hacer la diferencia en el lenguaje abigarrado de sus mentes calculadoras. Tras el aclamado recital, sin embargo, no contaba con que los empresarios hacían caso omiso a la jerga lírica del mandatario, con una atención impostada y protocolar. Apenas unos aplausos de cortesía para concluir la ocasión, unos aplausos fríos que apenas resonaron entre el brío de los asistentes y en la expectación de sus comensales y camaradas. No hubo comprensión ni compenetración con lo que allí se decía, y esto es lo peor: no hubo, de parte del propio presidente, una comprensión de la poética póstuma de Lihn, aquella que decía, muy en el fondo, que "la realidad no es verbal", que, definitivamente, "no puede haber nombres en un país mudo". "Somos las víctimas de una falsa ciencia/los practicantes de una superstición:/la palabra: este río a cuya orilla/como el famoso camarón nos dormimos/virtualmente ahogados en la nada torrencial". En su intento poético pero no menos iluso de conciliar las tareas del gobierno y el espíritu republicano con el imaginario de la poesía y la belleza terrible de las palabras, el joven presidente prolongó sus días en el mandato, callando el sentido profundo de sus versos y las consecuencias, luego, se volvieron irremediables. La ciudadanía de la cual era deudo comenzó a rebasar sus intenciones, fueron exigidas las promesas incumplidas, porque las palabras y las intenciones no eran suficientes, porque lo verbal es lo verbal y nada tenía que ver la revolución con la revolución ni Chile con Chile, porque las palabras que había pronunciado con tanto ímpetu chocaron contra una muralla impenetrable, la muralla de aquello que excedía lo verbal: la realidad país.

jueves, 11 de abril de 2024

Vuelven las añoradas crónicas escolares. Esta vez se trata de una crónica sobre una clase de literatura y la leyenda de Bartolo Lara, "el roto que engañó al Diablo":

Durante la clase, a los cabros les enseñé que una historia memorable podía germinar de algún relato cotidiano, al punto de volverse leyenda. Cité el ejemplo de Emile Dubois y de Martin Busca en Valparaíso, quienes se han vuelto personajes de literatura y de tradición. Uno de los chicos, que estaba atento a la clase, levantó la mano y aportó lo suyo. “-¿Usted conoce la historia de Bartolo Lara?”-, me preguntó. Nadie la ubicaba, tampoco yo, en ese momento. Entonces el chico contó la historia del “roto que engañó al diablo”. “Se trata de un huaso del sur que, para hacerse rico, se le ocurrió hacer un pacto con el Diablo, así que lo invocó para hacer negocios con él”, relató el cabro, muy compenetrado con la leyenda. “El huaso le pidió cien mil pesos a cambio de su alma”, agregó. “¿Tan poco?”, se preguntó un compañero suyo. “Eran cien mil de esa época, hueón. Era caleta de plata”, explicó el cabro del relato. “Así que el Diablo le propuso un pacto al huaso. Le vendería su alma ese mismo día, a lo que el Diablo dijo que era muy pronto, por lo que acordaron al día siguiente. Entonces quedó firmado que a Bartolo Lara no se lo llevarían hoy, se lo llevarían mañana”.

La leyenda había sorprendido a todos: finalmente, el roto siempre volvía a citarse con el Diablo, y este siempre leía que “no lo llevaría hoy, sino que mañana”, por lo que se produjo una contradicción temporal en el pacto que le impedía al Diablo llevarse al huaso de manera indefinida, hasta el final de los tiempos, sencillamente porque el mañana nunca llega. La leyenda contada por el cabro era tan buena que acabé incluyéndola como actividad de lectura narrativa junto a las historias de Dubois y de Busca, solo que el cabro había sugerido otra cosa en su lugar: “¿Y qué tal si ahora hacemos un pacto, profesor?”, propuso, desafiante. Intuía de qué se trataba, pero quería escucharlo de boca del propio cabro. “El pacto será que hoy día no siga escribiendo, sino que mañana, y mañana sí completaremos la materia”. Dicho esto, los compañeros del cabro aplaudieron, como apoyando la moción y apañando a este legítimo heredero de Bartolo Lara, en su versión de estudiante de literatura. Confieso que, en su momento, lo encontré demasiado ingenioso, aunque el alcance metafórico de su talla vendría después, cuando efectivamente los vea el día de mañana y vuelvan con el mismo chiste y me vuelva la versión docente del “colaeflecha”. Acaso el profesor se convierte en un Diablo para sus alumnos, cada vez que intentan pactar con él. Acaso la leyenda chilena revive en el alma joven del estudiante que reproduce su narrativa.