sábado, 21 de junio de 2025

Digresiones de un invierno nuclear


Tras la escalada del conflicto bélico entre Irán e Israel, los poetas y escritores de Chile -todos juntos, consagrados y emergentes- se pronunciaron y tomaron posición, tomados de la mano, con muy buena retórica, batiendo sus poemas al cielo, mientras el napalm caía sobre sus cabezas. 

II

Los rumores nucleares vuelven a resonar en las conciencias, amplificados por la perversión del aparataje mediático. Los poderes fácticos impulsan la maquinaria del fin de los tiempos. El potencial de la guerra vuelve cual mito radiactivo en la historia.


III


"Nos espera una muerte lenta.
El ataque tendrá un solo efecto.
Condenados a la pena capital.
Por la espada nuclear de Damocles."
Sodom, Invierno nuclear

viernes, 20 de junio de 2025

Acorde letal

Conjunto de poemas que conforman una reimaginación del imaginario gragkiano


Acorde letal



Ocaso de metal

El encanto malvado de la lechuza

Reacción en cadena

La Gran Discordia

Cazador de la memoria

Spectrum

Abbadón

Llave para el cosmos incierto

Super rayo final

Por siempre cero







Ocaso de metal



Las palabras apuntan al final de finales

Hierven mentes y corazones

El desastre se vuelve la norma

Hombres y bestias azuzan el fuego

Descalabro de la razón

Traición de la luz

Se cierne la noche sobre el páramo

Se hunden las naciones

Se demuelen las obras

Las hienas del poder muerden la carne

La materia se resiente

El mal se vuelve metálico

Y los profanos pagan su deuda

El diablo renueva temporada

La Tierra precipita la agonía

Tras su rostro, reflota el horror

El vacío nihilista, hambriento de furia

Falso Dios de este mundo

Carcelero de ilusiones

disemina la mentira, cual peste

sobre su imaginario oxidado

Ya no hay misión, ya no hay sentido

Los bastardos acometen su crimen

Ecos sin voz se estrellan contra el muro

Sombras sin sustancia

Revelan lo real

La sangre ardiente y el alma desnuda

Se cierne la noche sobre el páramo

Se destruyen los proyectos

Se asfixian las gargantas

Los buitres de la discordia rapiñan la carne

La materia se retuerce y se revuelve

El caos se vuelve ácido

Y los blasfemos (de toda laya)

Montan su teatro

El absurdo renueva temporada

El cielo se precipita a su agonía

Tras la máscara, reflota el horror

El vacío absoluto

De lo que no tiene nombre

Ocaso de metal, cae el conjuro

Sobre los enemigos de espíritu

Ocaso de metal, cae el hechizo

Sobre los parásitos de la conciencia.



































El encanto malvado de la lechuza



El congelamiento de la edad de las luces

es el encanto de la nueva maldición

que se hará sobre todos ustedes,

los de la raza humana.

Háganse presentes, y cultiven la maldad

con retorcidos pensamientos

de caos, tragedia y aversión.

Consúmanse ustedes mismos

en los brotes herméticos

de la vida y sus avatares.

Los secretos de la buena nueva

ningún ángel de la guarda

estará ahí para ayudarles.

Una batalla psíquica oficial

Contra los agentes de la razón

Contra las mascotas de la muerte.

Háganse insectos, o serán capullo eterno.

Ese es el encanto, la nueva maldición

Que se hará sobre todos ustedes

Los de la raza humana

¡Vamos! Cultiven la maldad

con retorcidos pensamientos

de caos, tragedia y aversión.

Ultraje del amor mutante,

ultraje de quien falló en el amor,

y sólo así caerá sobre ustedes

el congelamiento de la edad de las luces

el encanto malvado de la lechuza.

























Reacción en cadena



Todos los hipócritas parados en línea,

Y ya estamos listos para hacer el jaque

Y jugar con sus vidas miserables.



Y si llegaras a creer

que la adrenalina de sus cuerpos no hizo combustión alguna,

piensa en el dedo que encendió la fiesta.

Las noches se han vuelto llamaradas suicidas

¡Aquí! en el planeta Tierra.



Todos los hipócritas parados en línea

Y ya estamos listos para hacer el jaque

Y jugar con sus vidas miserables.



Porque este mundo explotará

Hasta provocar una reacción en cadena

Y entonces será el momento de decir:

¡Hasta nunca!




La Gran Discordia



Aquí viene la virulencia

Que caerá sobre cada huella humana.

Será la entropía higiénica

que acabará con los conceptos eternos

de la moral y la ética.



La agricultura del pensar

marginará a su ovejero,

así, la lana del caos será trasquilada,

para tejer el velo de Maya

que cautivará a parásitos y filósofos.



Se expondrán las vísceras del tiempo

y la carne de la galaxia

traerá las almas en pena,

que vagan en el espacio

sobre vibraciones intempestivas

y la Tierra será el epitafio de todo paraíso.



Aquí viene la virulencia

La invencible virulencia

liquida ya la necedad

de tapizar el cielo de quimeras,

cuando bajo el radio de Dionisio

se implora la potencia de la carne,

por sobre los verbos,

por sobre la paja de los templos,

por sobre el yo y la ilusión del más allá.



Aquí viene el corazón del tiempo,

poniendo en marcha su incesante caos.

Su fracción de todo y de ente

será el agente que revele toda máscara.



¿Quién te hizo verdad, para decir: descubriré tu rostro?



Entre ellos, su falacia hermenéutica

Y la tiniebla de la incógnita

hay solo un lamento de siglos.

Es la lírica de los malditos

Los cautivos del velo de maya,

Atados a la magnánima Discordia.



La Gran Discordia, que prescinde de toda

pureza del espíritu

está ya aquí en cada rincón del universo

y en cada reducto cerebral

cumpliendo su obra perenne

escrita con el fluido de un vicio

llamado historia.



Aquí viene la virulencia

Que caerá sobre cada huella humana

Será la entropía higiénica…

Nada, para siempre,

Discordia para todos

y la Tierra será el epitafio de todo paraíso.









Cazador de la memoria



El que expele la noche,

el que captura los recuerdos

en una botella encantada.

El que mata pensamientos como mata moscas,

dominará expandiendo su sombra

a todos los moradores del pensar.



Mueran los grandes sabios,

mueran sus cabezas parlantes

y linchen sus palacios erigidos sobre letras huecas.

Quemen sus libros y manifiestos.

Que así se difumine, que así se cante.



Él morará en umbral de cuentos de hadas,

mientras rapta a las magnánimas musas.

Beberá de su licor y explotará su embriaguez,

La ingente matriz será suya propia.



Y su renacimiento,

Será otra vez como las palabras

O como el vómito de sus bocas.









Spectrum



Disonante agonía

tras las puertas,

sin equilibrio

sin vértigo

sin cerradura

sin llave.



Una opción tardía

Un abismo,

Sin espacio

Sin tiempo,

Entre clausura

y escape.













Abbadón



Y cuando llegue el último día

volverá como el ángel exterminador

tras el signo de la Gran Ramera

esparciendo la cólera en la letrina de los traidores.












Llave para el cosmos incierto



Todo quieto, cuando la logia sube a la cima.

Las estrellas en forma de pentagrama

indican las cinco direcciones

que toma la discordancia de los sonidos.



No te dejan salir…



Cierran las puertas,

Y no sabes lo que harás



Todo quieto, cuando el temor no pertenece a nadie

El misterio en la antesala indica que esto

es una completa jungla,

que existe más de esa influencia ultrasónica

Desmembrante.



No se quieren callar…



Abren sus bocas,

Y no sabes lo que harás.



Todo quieto, cuando recortas las sílabas y vocales de tu nombre

Para tratar de sortear tu hueco en la fila de interrogados.

¿Cuántos años te tomará saberlo?

¿Darte cuenta que todo este tiempo

Han intentado robar la llave para el cosmos incierto?



Ahora no te dejarán salir

Ahora no se querrán callar

Prepárate para lo peor.













Súper rayo final



En carga está su cabeza de bomba

capaz de apagar al Día y su reinado falaz

Se arrastra así entre los peldaños de las sombras

que se crían en su cólera

y llega flagrante al existir en un portal.



La brecha entre el Sol y la Luna

calor y frío, misericordia y coraje

Su obra maestra está a puertas del menguante

En la torre suprema del cielo eléctrico

Se alimenta de frío

Se alimenta de la Luna

Se alimenta de lo salvaje.



Y no tiene dimensión porque es tabú

es el mal, es la energía, es la mácula

es la epidemia de la razón.



Sobre sus mundos objetivos y mentales

caerá el súper rayo final

de energía, de oscuridad, de hielo, de muerte,

arrasando sistemas, instituciones, entidades.



Y llega más rápido que la luz a destruir

¡No hay razón ni locura que se le compare!















Por siempre cero



Lo que los vivos añoran como vela al viento

desaparece en cuanto lo nombran,

y no decanta pero quiere ser poseído.



Las sombras lo vigilan todo,

desde el oasis de aguas negras,

y cuando estés en el desierto de los desiertos

te darás cuenta de que vives

siendo sólo arena y olvido.



Lo opuesto, la cara inversa, prohibida, misteriosa.

Tus fuerzas consumidas,

tú consumido, vives siendo

un conjunto entre dos paréntesis,

y crees ser tú mismo ángel y demonio

cuando tu nombre apenas se distingue

entre los tantos ecos de la caverna.



La lluvia cae y cae en el espacio,

Los soles lloran su promesa inmaterial,

haciendo de la luz un fugitivo que retorna a la concha.

Envilecida la piedra, inflamado el abismo,

El cielo se precipita hacia su descenso.



Las aristas van de aquí para allá,

y crees armarte en medio de la oscuridad,

siendo que tú eres el miedo en persona,

todo lo que temiste, temes y temerás eres tú,

y buscas alguna salida de emergencia,

y caes sin presente, y lames el eje de las luces,

y es producto de tu imaginación,

que todo lo puede al ser pervertida,

al ser tocada en su punto de carne, su punto vital.



Y ya que esa, tu vida, no es más que un círculo,

hoy suspiras y aspiras el polvillo de pensamientos ajenos.

Todo cae como daga, deberías saberlo,

todo queda en cero.


jueves, 19 de junio de 2025

Adaptación a formato diario del relato “El viaje sentimental” de Edgardo Cozarinsky

La noche anterior traté de buscar una radiografía que perdí entre tantos papeles desordenados. Después de media hora, no pude encontrarla, pero descubrí un pasaje de avión demasiado antiguo. Me costó reconocerlo. Era el pasaje con el que había viajado hasta acá. La última página aún marcaba el recorrido de regreso, desde París hasta Buenos Aires.

Ha pasado más de un año desde que compré ese pasaje. Me negué a la idea de volver. Pensé en que quizá podía sacarle algo de guita, por lo que fui a la oficina de la compañía aérea a ver si podía recuperar mi dinero o canjear la última página por el equivalente a otro destino. Sin embargo, el empleado me explicó que no se podía, por la devaluación de la moneda argentina que obligaba a una política estricta de no conversión.

Pronto, me di cuenta que no iba a poder recuperar lo invertido, y que la suma que me darían sería irrisoria. Pensé en enmarcar la última página del pasaje, movido por mis reflejos de archivista de museo, pero finalmente, decidí quemarla. Fui al inodoro, le prendí fuego al cuadernillo y observé, con atención, cómo caían las cenizas.

domingo, 15 de junio de 2025

Rubicón (poema)

Frente a ti, una puerta cerrada

En el sótano, una llave

No puedes entrar ni tampoco salir

No sabes lo que aguarda afuera

Y temes lo que haya dentro

Un reguero de bombas

Inunda tu pantalla

Un cruce de plomo

Delinea un contorno invisible

Los ojos avizoran un fuego original

Dicen que la respuesta está en tus manos

Tus manos llagadas, indescifrables

No hay lugar donde no te alcance la bruma

Las llamas te acompañan por las noches

Abrigan tu ciudad interior

En un chamuscado retorno

Caminas otra vez para espantar el pasado

Caminas porque en la errancia

Ejercitas el consuelo y el rigor

Los perros rodean el lugar, silenciosos

Quieres huir, pero la llave no aparece

Fuerzas la salida y el tiempo te recibe visceral

Los rostros que creías reconocer

Son solo los reflejos de tu espejo enterrado

Quieres confiar en tus pasos

Y tu sombra delata a los necios

Persistes en la página ensangrentada

Aguantas la trama del instinto con todos sus ripios

Rehúsas mirarla a la cara

Y te avergüenzas de todas tus palabras

Porque temes borrar el relieve de su rostro

Su rostro pálido, su baile oscuro

Al ritmo del vértigo

la pasión engendra la historia

impregnada de tu máscara

la historia sin labios y sin secreto profundo

ningún otro misterio en su pecho

podrá ayudarte a sortear el laberinto

allí donde creíste vivir un mito

solo restó aquel golpe y la poesía

derramada contra el pavimento

Al fin huiste con el dolor a cuestas

Porque todo gritaba huida

Cruzaste, temerario, su río de veneno

Te endureciste ante la infamia

Cruzaste, huiste

Y el rostro fue arrancado de cuajo

El odio se volvió una pira salvaje

Al punto de la incineración

Y pronto el olvido alumbró el camino

De regreso a tu centro

te inclinaste ante la cruz del ocaso

y abrazaste, con orgullo, la sombra de la duda.
Versos de William B. Yeats que resuenan con el vigente estado de cosas: "Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente no puede ya el halcón oír al Halconero; todo se desmorona. El centro cede, la anarquía se abate sobre el mundo, se suelta la marea de la sangre, y por doquier se anega el ritual de la inocencia; los mejores no tienen convicción y los peores rebosan de febril intensidad". Yeats, "El segundo advenimiento". Llame anarquía al desconcierto generalizado de un mundo que resiente rumores de guerra.

sábado, 14 de junio de 2025

Sorber el olvido

Ejercicio narrativo de Escritura Creativa

Esa noche, compró un café distinto al que solían tomar a la hora de once. “-Traje Eco ¿quieres una taza?”, preguntó. “No, prefiero el café en grano, hijo. El otro no tiene la suficiente cafeína como para hacer soportable la vida”, respondió su madre, desde la terraza, mientras terminaba de colgar la ropa recién lavada, después de la lluvia. “Hacer soportable la vida” no había reparado en ese dicho. Lo conmovió profundamente, sobre todo de boca de su querida madre. De todas formas, se tomó solo su taza de Eco y salió al rato a dar una vuelta.

Recordó aquellos tiempos de Universidad en Valparaíso. Con unos compadres de la U, siempre iban a comprar café donde una tía que se ponía en Avenida Uruguay. La tía les vendía el café cargado a cien. Pensó en el Agente Cooper de Twin Peaks, sirviéndose uno "negro como la medianoche en una noche sin luna". Después de haber recorrido la avenida, repleta de vendedores y desechos del mercado, recordó haberse despedido de los compadres, cuando se dirigieron al cerro del único ascensor, en algún lugar clandestino, a buscar “algo para la mente”. Él nunca le hizo “a esas manos”. En eso se distinguía de estos quiltros. Nunca fue de volarse. Quería tomarse la vida como viniera, aunque fuera al seco. Por eso, siguió andando, café en mano, rumbo a la Plaza Victoria. Se lo tomó rápido, a sorbo caliente, procurando que la brisa del puerto no lo enfriara.

Llegó a la Plaza Victoria. El vaho del café oscuro se perdió y, en su lugar, una bruma comenzó a invadir el sector, una bruma que se confundía, a su vez, con el gas de las lacrimógenas a su alrededor. Botó el vaso vacío en un basurero roto de por ahí y corrió hacia un costado de la plaza, para evitar el aire denso. No alcanzó a distinguir a nadie conocido, en medio de la multitud que arrancaba de la fuerza pública. Apenas pudo ver nada, sus ojos comenzaron a picar. Solo atinó a seguir corriendo, de manera intuitiva, en dirección a la Plaza de los sueños. Fue allí a resguardarse del caos. Avanzó y avanzó, mientras se oía el griterío y las imprecaciones de la gente contra la fuerza pública, imbuido de una energía inusual. Quiso pensar que el café de la tía le había dado un impulso extra. Lo había vuelto a la vida, él, que se sentía morir por dentro.

Llegó a la plaza, como resucitado. Allí lo esperaba una antigua novia. -Tengo que contarte algo-, le dijo. -¿Qué cosa?-, preguntó él. –Será mejor que te lo diga en un café-, respondió, con misterio. Algo le ocultaba o algo había olvidado que ella intentaba recordarle. Era algo serio, de lo contrario, no lo habría citado. Fueron a un café de por allí cerca. Atardecía. Una aparente calma en el plan de la ciudad. Sin embargo, un frío espantoso. Entraron al Café Subterráneo. Se sentaron en la planta baja. Pidieron un americano doble. —Le he contado todo a tu madre—le dijo su novia, bastante indignada. Él frunció el ceño. —No entiendo ¿Qué le contaste?-, preguntó, nervioso. –No te hagas el leso, lo sabes perfectamente-, dijo ella, cortante. Él se levantó de su silla con un gesto brusco. Las palabras resonaron en el café como un eco discordante. Solo había un par de clientes más que ya estaban por irse. Ella se puso de pie. Su figura tembló bajo la presión. Luego de beberse lo último, él la acompañó a la salida.

La bruma volvió sobre el plan. Ella caminó rápido rumbo al paradero. Él la siguió, pero no quería nada. –No te lo volveré a repetir-, dijo ella, acelerada. –Tu madre lo sabe todo-, agregó, cada vez más agitada. ¿Qué era eso tan grave que ella y su madre sabían y él no? No comprendió qué era lo que trataba de decirle, hasta que la perdió de vista, definitivamente. A su mente regresaron escenas inconexas que apenas logró reproducir. Un estallido, una muerte, una mudanza fugaz. Volvió a conmoverse, de manera profunda. Necesitaba beber otro poco de aquel brebaje amargo, pero a esa hora no había nada abierto. Cerraron todos los negocios, sin explicación. Comenzó a llover, de manera estrepitosa. Frustrado por no entender nada, se dio la vuelta, rumiando aquellas tristes palabras. Luego, quiso regresar a la Plaza de los sueños, a pocos metros de su antiguo hogar, donde ya no había nadie.
Así como va la cosa, no quiero sonar agorero, pero todo va encaminado hacia una Tercera Guerra Mundial. Los distintos conflictos entre países y entre pueblos explotan cual olla a presión, sin una salida razonable. Creo que la expresión de la guerra externa - más allá de sus motivaciones y avatares geopolíticos- es un espejo oscuro de nuestra propia guerra interior. Hay quienes muestran conciencia, de cara a la galería, pero en otros planos no han sido plenamente concientes. Cargan con sombras no resueltas y no integradas. Ante el caos, cada quien trata de anclarse a sus certezas como pueda, aunque sus certezas sean difusas. La escalada bélica entre países "hermanos" por motivos de tierra y de religión, incomprensible desde la pura razón, es, sin embargo, entendible como expresión de una crisis mayor, una crisis civilizatoria, una crisis de época que resuena en todos nosotros, en nuestra división política, en nuestra sensación de incertidumbre, en nuestra fractura social. Cada conflicto con el otro y con el mundo, se resiente en uno mismo y en cada uno. Es el espíritu del siglo, zozobrando, vacilante. Que la guerra no tenga la última palabra y que nos sirva de espejo para purgar nuestras propias miserias. Meditaciones antes de dormir bajo el fuego.

viernes, 13 de junio de 2025

Aún espero el comunicado oficial de los poetas y escritores (veamos qué poetas y qué escritores) pronunciándose y tomando posición, con muy buena retórica, sobre la escalada del conflicto bélico entre Irán e Israel. ¿Será que todavía no se ponen de acuerdo? ¿Habrá mucha discordancia entre camaradas? Veremos cómo resuelven el entuerto esta vez. 

jueves, 12 de junio de 2025

El fuego negro de vacío

Unos delincuentes armados entraron a saquear la tienda Easy de Valpo. Para entorpecer la acción de Carabineros, habrían arrojado "miguelitos" (púas) en Avenida Brazil y quemado un par de vehículos en el cruce de Avenida Argentina con calle Yungay. Un video en el interior de la tienda registró el momento del ingreso de los saqueadores. Arriba de la entrada, un cartel que decía "Por un mundo mejor". Se alcanzó a ver a los sujetos con capuchas y con overoles, reduciendo a los guardias "a punta de fierro y de fuego".

Lucy Oporto lo dijo y nadie la escuchó en su momento: "En Valpo hay un lumpenconsumismo desatado". Fue tratada de fascista de inmediato, por los obtusos de siempre. Su texto del año 2019: "Lumpenconsumismo, saqueadores y escorias varias: tener, poseer, destruir", vuelve a resonar de manera inevitable, con mayor significado, a medida que aumenta la inseguridad en el puerto herido. Estos tipos no son "víctimas del sistema", son su excrecencia, productos de una metástasis materialista a ultranza, los parásitos de un modelo consumista que irrumpe con violencia para saciar su compulsión barbárica. "Tener, poseer y destruir" como hubiera mencionado Pasolini.

Al huir, los saqueadores procuraron que la llamarada bloqueara el paso. Los conductores, seguramente desviaron su camino. Los transeúntes, impotentes, de seguro tuvieron que huir, ante la arremetida. La llama aplacó el frío de la noche porteña, pero trajo consigo el peligro, la sombra humana. Sentencia Lucy Oporto, en su ensayo de crónica filosófica, con profunda amargura: "El lumpenconsumismo destella su fuego negro de vacío”.

Sobre Brian Wilson de los Beach Boys, que en paz descanse

“Cuando Brian Wilson terminó la canción “God only Knows” habló del impulso de desvanecerla en un bucle de coro, sugiriendo que eso crea una especie de espiral infinita. Un mundo donde la canción sigue sonando, tal como lo hacía en el momento en que la escuchabas. Un sueño sin salida”. En biografía “There’s always this year”.

“Últimamente había estado deprimido y obsesionado con la muerte… Al mirar hacia el océano, mi mente, como lo hacía casi cada hora de cada día, intentaba explicar las inconsistencias que dominaban mi vida: el dolor, el tormento, la confusión y la hermosa música que era capaz de crear. ¿Había una respuesta? ¿No tenía ningún control? ¿Alguna vez lo tuve? Sintiéndome náufrago en una isla existencial, me perdí en el equilibrio de la oscuridad que se extendía más allá de las olas rompientes hasta el otro lado del mundo. El océano era increíblemente vasto, el universo tan grande, y de pronto me vi en proporción a eso: una piedrita de arena, una medusa flotando sobre el agua; viajando con la corriente, me sentí diminuto, pasajero”. Brian Wilson, sobre su proceso al momento de escribir la canción “Till I die”.

El legado de Brian Wilson en la música nos confirma, una vez más, que no se puede alcanzar el genio sin una cuota de dolor y de tormento, aunque el dolor y el tormento por sí solos nunca serán suficientes para expresar lo que se quiere expresar. Tiene que haber algo más: un sentimiento profundo, una melodía atrapada en el interior, algo visceral revolviéndose en la zozobra del espíritu. En efecto, "solo Dios sabe" lo que sufrió.