viernes, 1 de noviembre de 2024

El Trauco (versión 2024)

La luna llena vino a posarse lubricante

en los andares del polizón, con aliento y estaño.

Las cortesanas del burdel lo han contemplado

y su mente las conmueve en rígidos vellos.

Reciban al distinguido anfibio, galán nocturno

a través de la alfombra rojo sangre

ceremonioso y ermitaño.



Entre bosques repletos de maleza

se auxilia de las zorras y se esconde

de las linternas de los suegros

acecha como rapiña entre pinos verdes

hasta que encuentra su lugar

rasga la malva y savia del amor

y como aguardiente se la sirve.



Las dotes de la coronada para recreo de sus multiojos

tima incluso a la dama de hierro

con su sonsonete seductor.



Se hizo la noche.



Cuando llegan los suegros, hacia el llano profundo

la disfuncional criatura ya roba

el azahar de sus princesas como fetiche.



Con increíble mística, virtuoso de las aguas negras

con la exorbitante fuerza hercúlea, las hace suyas

y ellas reciben la nuez de Adán, a cambio de su cuerpo.



Su aliento lo dice todo, y no restan despojos

entre la yugular y el fruto final de los gritos

y la petulancia de los vientos peina

la exhibición de los que osan montarse agrios

por encima y masoquistas

¿hacia donde buscará llevar a esas ninfas?

Atormentado, lleva sus escasas prendas

con el rostro y su frío de plata.



El varón espectral con lujuria planea

la venganza del lago de los secretos

y esta vez no será un talón

el que será marginado

del prostíbulo del Creador.



Solo camina al bosque y entra

a su aposento romántico

galería de beldades, cientos de beldades

laberinto y museo en uno

beldades disecadas en júbilo

por recibirte con vientre llano

cosido y dispuesto con alfiler a mano

espectáculo de herencias

ya pasado el toque de queda nocturno.



El ogro te invita a concurrir al altar de mármol

prestigioso aquel que ve con sus ojos

una infante de carbón, en lugar de una res dorada

imágenes que si se aprecian en un cuadro grotesco

lucen tal como obras de la Tríada.



Mientras, en época de haciendas, era común

el tributo de las divas a los ricos cerdos

esta criatura solía viajar a la capital

cerca de la hora de las velas

aguardando el último viento.



En mansión del comendador,

como fino caballero, experto en clases

pide la mano de las señoras y señores

con la última espina de la rosa arrebata

lo escarlata de los labios de la doncella.



Festival orgásmico han de apreciar

dentro del organismo de dicha joven

y con el canto de los gallos

el comendador contempla la obra maestra

en lo más hondo de los bosques:

¡Su hija abierta de carnes

dibujando poéticamente

el símbolo de Venus!



Ultrajada la belleza final

en la mazmorra del macabro yerno

el motín de la gran isla ha revivido la leyenda

a través del círculo de fuego que él originó

se hizo la noche nuevamente.



Los burgueses suegros acuden temprano

hacia la húmeda morada del Trauco

con luces y cámaras, acuden con la prensa rosa

extrayendo las irreconocibles beldades

que bosquejan todas las piezas

de aquella galería estéticamente exótica.



Los cuerpos sin vida de las doncellas

como en una luna de miel maldita desechas

como en un festival de locura poseídas

como en una siniestra fábula ultrajadas

bajo la influencia del serafín resentido de los Sures

imbatible es su semblante

inmortal del embrujado Chiloé.



Un mito que progresa, desde la mirada viril

alumbrada durante los años de conquista

y muchos siglos y feudos hacia el futuro

mientras la criatura permanezca errante

ni las coplas venusianas saciarán su despecho.



El protector del concúbito imperfecto

con poder de Hércules, el oasis de las castas



a imagen y semejanza del Trauco saldrán los primogénitos.


2007

El Trauco, imagen de Feig, 2017

No hay comentarios.: