martes, 1 de agosto de 2023

Recuerdo de hace diez años.

Me asalta la frase del profesor Misseroni respecto a la Ilíada: "La guerra de Troya fue un lío de faldas". Y de inmediato doy con el alcance en forma de metáfora: La relación épica entre la guerra, el amor y el Estado. He aquí que los límites entre ellos se tornan difusos, hasta el punto de la confusión.

"(...) los griegos aparecen ante nosotros, ya a priori, precisamente por la grandeza de su arte, como los hombres políticos por excelencia; y en verdad, la historia no nos presenta un segundo ejemplo de tan prodigioso desarrollo de los instintos políticos, de tal subordinación de todos los demás intereses al interés del Estado, si no es acaso, y por analogía de razones, el que dieron los hombres del Renacimiento en Italia. Tan excesivo era en los griegos dicho instinto, que continuamente se vuelve contra ellos mismos y clava sus dientes en su propia carne. Ese celo sangriento que vemos extenderse de ciudad en ciudad, de partido en partido; esta ansia homicida de aquellas pequeñas contiendas; la expresión triunfal de tigres que mostraban ante el cadáver del enemigo; en suma, la incesante renovación de aquellas escenas de la guerra de Troya, en cuya contemplación se embriagaba Homero como puro heleno, ¿qué significa toda esta barbarie del Estado griego, de dónde saca su disculpa ante el tribunal de la eterna justicia? Ante él aparece altivo y tranquilo el Estado y de su mano conduce a la mujer radiante de belleza, a la sociedad griega. Por esa Helena se hizo aquella guerra, ¿qué juez venerable y sensato la condenaría?" Nietzsche, Cinco prefacios para cinco libros no escritos.

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