No respondió más, al menos hasta
ese momento. Ella comenzaba a entender que ya no era el simple juego de un acosador.
Todo apuntaba a que formaría parte de algo realmente jodido. Tenía que tomar
acción, si su propósito era detener en el acto a ese usuario anónimo, e impedir
que la cosa avanzara hasta límites irreversibles.
El martes a las siete de la
mañana, se levantó temprano, esperando a que volviera a comunicarse con ella el
usuario, con el fin de atraparlo. Antes de que siquiera se animara a prepararse
para ir a trabajar, sonó aquel timbre de notificación de la mensajería
instantánea. Leyó entonces el mensaje del misterioso usuario. “Te voy a
escribir en una hora, pero tienes que responder. Es un secretito y te lo voy a
contar. Ahora voy a salir a tomar aire”, escribió el usuario anónimo,
implicándola directamente. ¿Cuál sería
ese secreto? se preguntó, para sus adentros. Él tenía un secreto que solo le
estaba reservado a ella. Y ese secreto -pensó, de pronto- olía a pólvora.
Quedó totalmente paralizada,
intentando procesar su próxima acción. ¿Llamar a la policía? ¿Contarles a sus
padres? ¿A sus amigos? ¿Una funa por redes sociales? ¿Sobre la base de qué? Se
volvió loca. Quiso creer que todo se trataba de una muy elaborada broma de
humor negro. Se negó a la peor posibilidad, hasta que, pasadas dos horas,
revisó sus redes sociales. La noticia del momento informaba sobre un chico de
dieciocho años que había iniciado un tiroteo en un recinto escolar. Según la
fuente que consultó, el gobernador de la ciudad confirmaba, en una conferencia
de prensa, que se trataba de un joven alumno de una escuela secundaria. Había ingresado
al establecimiento para acribillar a sangre fría a más de veintiún personas,
entre ellas, diecinueve alumnos y dos profesores.
Al leer esta sangrienta noticia, ella comenzó a llorar desconsolada. Recordó, por un instante, lo último que le dijo el tirador: “Te voy a escribir en una hora, pero tienes que responder. Es un secretito y te lo voy a contar". Nunca hubo necesidad de contárselo, porque, desde ese momento, ella supo que los viscerales hechos pesaban más que las palabras y las promesas.
Relato de ficción inspirado y basado en la reciente Masacre escolar de Texas. Que en paz descansen las víctimas: Masacre de Texas: los últimos chats del tirador antes de matar a 19 niños y dos adultos - LA NACION
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