martes, 7 de septiembre de 2021

Conversamos con los chicos en la mañana sobre el tema de la libertad, a raíz del capítulo ocho de Política para Amador de Fernando Savater. Se me ocurrió rescatar la noticia sobre la joven desaparecida hace una semana en Limache, quien luego fue encontrada sana y salva. De acuerdo a los antecedentes manejados hasta el momento por la PDI, no existen indicios de participación de terceros, y ella habría salido de la casa, según dicen, luego de una discusión familiar. A pesar de eso, se siguen barajando otras hipótesis, conforme avanza la investigación. Por lo pronto, la versión que se maneja es la de la fuga de la joven, todavía sin motivo evidente para el escrutinio público.

La pregunta que les hice a los chicos tenía que ver directamente con el caso ¿Cree que la adolescente que se perdió en Limache fue libre de hacer lo que hizo? ¿Cree que fue responsable de sus acciones? El tema de la responsabilidad iba asociado al de la libertad, de manera unívoca, específicamente en el párrafo en el que Savater menciona que: “las libertades públicas implican responsabilidad (…) Ser responsable es ser capaz de responder por lo que se ha hecho, asumiéndolo como acto propio”. La pregunta la introduje dentro de la sesión en formato encuesta. Tenían que responder siguiendo la estructura argumentativa. Increíblemente, algunos chicos comenzaron a contar sus lazos con la joven desaparecida. “Mi tío es trabajador de la empresa de donde salieron los videos de ella la última vez”, decía una de las alumnas. “Mi mamá era profesora del papá de la niña”, decía otra. La alumna sobrina del trabajador de la empresa agregó que iban a tratar de sacar número de patente del auto donde ella se subió. Un chico desde la casa había dicho que estaba viendo el Mega y justo, durante la clase, estaban transmitiendo primicias sobre el caso de la joven.

Era evidente que muchos de los cabros estaban al pendiente de lo que le había ocurrido. Mal que mal, eso repercutió en toda la comunidad limachina. De ahí se sigue la relación libertad/responsabilidad. Aquel chico que vio el Mega respondió que con la edad de la joven ya sabía lo que hacía. Otra compañera, en la encuesta, le apañó. Otros cinco respondieron que sí, que era libre de hacer lo que hizo y, sobre todo, responsable. Una de las alumnas justificó su respuesta diciendo que “sí, porque es harto grandecita para saber la embarrá que se mandó”. Y luego, agregó que a ella, si hubiera hecho lo mismo, su mamá no le hubiera aguantado y le hubiera sacado cresta y media, y bien merecido se lo tendría. La chica sobrina del trabajador de la empresa volvió a participar y respondió también que sí, que la joven perdida era responsable, que ella “sabía lo que estaba haciendo, porque cuando supo que la estaban buscando, se escondió en un cerro”. Se me olvidó preguntarle si ese antecedente lo leyó en alguna parte o lo supo de primera fuente, pero para el caso daba lo mismo. El punto es que la mayoría de los cabros encuestados había concluido, de manera unánime, que, en el caso de la joven perdida en Limache, la responsabilidad tras tomarse la libertad de “mandarse a cambiar” y no dar señales de vida, preocupando a su familia y a su entorno, recaía sobre ella misma, sin lugar a dudas. Al descartarse, por el momento, cualquier atisbo de secuestro o manipulación, la joven –según los cabros- fue libre de decidir y, por lo tanto, asumir las consecuencias de su “numerito”.

Conviene volver al texto del cual germinó la encuesta y la argumentación. En el cuarto párrafo del texto de Savater se seguía desarrollando la amalgama libertad/responsabilidad y se hacía especial hincapié en la capacidad para dar razones respecto a acciones que involucran a los demás. Así, para el autor, “la verdad de las acciones con repercusión pública no puede tenerla nunca exclusivamente el agente que las lleva a cabo, sino que se establece en debate más o menos polémico con el resto de los socios”. Entiéndase, en este caso, por socios, a la comunidad involucrada, la limachina. Particularmente, los alumnos que argumentaron en torno a esta cuestión. Para efectos prácticos de la investigación, ninguno tenía conocimiento acabado sobre lo que ocurrió realmente con la joven, pero estaban lo suficientemente informados –incluso por fuentes externas a los medios- como para fundamentar sus puntos de vista.

Nunca podremos saber las motivaciones intrínsecas que llevaron a la desaparición de la joven limachina durante días. A lo sumo, podemos sacar conjeturas o presunciones. Sin embargo, nada de eso quita el hecho de que no podamos pensar en aquella joven como alguien, a fin de cuentas, libre y, por consiguiente, consciente de haber decidido tomar tal o cual acción, con lo cual se sigue su responsabilidad en las consecuencias de dicha desaparición y la posibilidad, que nos concede la luz pública, para dilucidar el sentido de dichas acciones, bajo el reflejo de nuestra propia e íntima consciencia y escala de valores. Ahora, si fuéramos incluso más allá de la pregunta de la clase ¿La chica fue realmente libre al momento de decidir? ¿Habrá tenido ella –como todos nosotros- razones, pulsiones o motivaciones secretas que nunca saldrán a flote? ¿Es ella responsable de las opiniones ajenas que de sus acciones y sus consecuencias puedan tener los demás? Sobre esto último, podemos aseverar estoicamente que no. Pero la primera y la segunda pregunta seguirán abiertas, para no extraviarse en el camino ni oscurecer la reflexión.

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