sábado, 22 de febrero de 2025

La ira del nóctulo (poema)

Poema inspirado en el chiste del nóctulo de Ricardo Meruane, quien supo hacer de su tragedia un objeto de admiración. 

(Escrito a mano, sin asistencia de la IA)


“Un nóctulo es un murciélago chico

Que vive en el desván de mi casa.

No nos vemos nunca, los dos trabajamos de noche”.

Ricardo Meruane



Aterrado, el hombre intenta burlar el destino

Sacarle una carcajada al Monstruo

Aplacar el apetito de la bestia

Ese Leviatán con forma de turba

Todo es inútil, todo es inútil

Un atajo de nervios envuelve su ser

Sus tripas rugen indigestas

Frente al espectáculo del patetismo

Ataviado de luces y de cámaras

Gran ojo hipnótico que propicia el morbo

Un mal augurio cae sobre el bufón

La corte del rey se retira del circo

La materia oscura se hace presente

Posee a los asistentes y los embriaga de cólera

Proyectan su sombra sobre el comediante

Crucificado sin resurrección

Acaso el humor no tiene cabida

En el país de las apariencias

En la tierra de los finales

Acaso la risa solo pertenece al verdugo

Sin gracia ni virtud

Pero un pequeño ser de la sombra ha sido invocado

Desde el imaginario nocturno

Uno que no puede ver a su dueño

Porque solo aguarda la noche

Ese terreno interior, escondido en el desván del espíritu

El pequeño ser alado, de extraño misticismo

Acude al plano material y se convierte en cábala

El último recurso del hombre frente al Monstruo

Vuela, surca, una y otra vez, el espacio abismante

Entre la impotencia y la voluntad

Pese a todo, el comediante es derrotado

Preso de su propia desgracia

Deja de ser el hombre que fue

Su imagen le es arrebatada de un zarpazo

Y ya no le pertenece

Solo un espectro sobre el escenario

Uno ridículo, demasiado hermético

Para una masa voraz y sin contemplaciones

El ser alado vuelve a su escondite, zaherido

El miasma del hombre le contamina

Reducido a su mínima expresión

Todo es inútil para él, todo es vacío

Una vela shakesperiana la vida

La historia convertida en una mala broma

Acometida por un Dios cruel

Pero con la misma intensidad del dolor

El nóctulo transmuta el espíritu de su dueño

Y lo abriga de un ropaje oscuro

Lo alienta una fuerza oculta, indómita

La lengua filosa, la lengua del sarcasmo de la vida

Vuela lejos de la escena, traspasa

El velo de la quimera

Abre los ojos a la ilusión del espejo negro

Y encuentra su lugar, su terruño

En el tiempo otro

En la visión tardía, en el chiste onírico

Más allá del entendimiento vulgar

La ira del ser alado se despliega

Sobre los enemigos del anti humorista

Porque ha encarnado el mito

Porque el desván resguardaba su secreto y su intención

Porque el misterio dibujará una mueca

En el rostro de los escépticos

El nóctulo, tan macabro como gallardo,

Aguarda en el interior, mascota del caos

Y hará de la vergüenza un motor para el orgullo

Hará del miserable una figura de culto

Y del rostro hipócrita un mártir para el sacrificio.


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