Podrá parecer un chiste de mal gusto, pero advierto en las recientes declaraciones de Zelensky ante la prensa y en la respuesta de George Harris ante el Monstruo una semejanza que rima. Preguntado sobre su posible dimisión, Zelensky dijo: “si garantiza la paz para Ucrania, si realmente necesitan que dimita, estoy dispuesto. Puedo cambiarlo por la OTAN”. Por su parte, Harris, en medio de la pifiadera de su show, sostuvo, interpelando al público: “si ustedes no quieren que no haga este show, no pasa nada. Yo no vine a imponerme a nadie. Si ustedes quieren, yo no obligo a nadie a ver mi show. Me voy”. Ambos afirmaron, en el fondo, su renuncia, desde distintos frentes, con diferentes contextos. La política tiene mucho de humor negro, y el propio humor puede ser leído a la luz de la contingencia política local e internacional. Precisar que Zelensky, antes que político y mandatario, fue también comediante, rubro al que dedicó la mayor parte de su vida. Tal vez su actuación en este inminente conflicto global sea una de sus últimas rutinas y las críticas contra su figura y lo que representa en este conflicto sean equivalentes a la voracidad del Monstruo, el sentir de una masa popular que sabe oler bien el miedo y que espera, con ansias, la próxima cabeza para el sacrificio.
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