"El punk no está muerto, pero huele raro". Jello Biafra
Dicen que un punki de nombre Diego Soto, alias Madame Castel Nebrada, fue visto rayando el mausoleo de Salvador Allende y profanando el de Ernestina Pérez Barahona, en el Cementerio General de la comuna de Recoleta. También se le vio saliendo de una tumba, agarrando un cráneo –a lo Hamlet- y saltando en skate, en los alrededores del cementerio. Según consta, el punki habría asistido a un velorio con sus amistades, para luego hacer lo que hizo, con total libertinaje, acaso al límite de la locura y la estupidez.
¿Quién es realmente Diego Soto? ¿De quién se trata este personaje? No hay mucho que decir sobre él, pero sí sobre su presunta obra. Lo que se sabe es que realizó, hace años, una exposición artística organizada por la propia Municipalidad de Recoleta, llamada “El descenso enfermizo a la ruina”. Además, era el vocalista de una banda punk llamada “Sukeban”, activa en la escena under del punk en Santiago, cuya leyenda en su página de instagram reza: “nos gustan los problemas, grindnoise/powerviolence. Ruido de mierda”.
Tras un operativo policial, la PDI logró dar con la casa de Castel Nebrada. Allí encontraron restos de osamentas junto al cráneo sustraído. Diego Soto había sido llevado al psiquiátrico por una vecina, lugar en el que se concretó su detención. Mostró indicios de haberse cortado los brazos. El bizarro episodio impactó a medio Chile, y claro que tuvo una repercusión política. Desde el PS condenaron los hechos y reivindicaron la figura de Allende. Desde la oposición, aún no se pronuncian. Eso sí, hay constantes comentarios que aluden a la supuesta ideología derechista de Castel Nebrada, cuestión inviable, sencillamente por la falta de antecedentes que den cuenta de su ideario. Lo más probable es que se trate de un tipo desequilibrado que busca llamar la atención, un sujeto que se creyó el cuento de “cagarse en todo”, acaso sin una noción real de lo que significa la anarquía, en su sentido filosófico, o acaso sin una noción real siquiera de lo que significa realmente el punk, en términos vitales de rebelión y no de mero nihilismo autodestructivo.
Algunos se preguntarán si en el vasto mundo del punk realmente tienen, entre los suyos, sujetos capaces de hacer cuestiones reñidas con la ley, la moral y las buenas costumbres. Y la verdad es que sí. Basta con mencionar a los Misfits, la mítica banda yanqui de horror punk, liderada por Glenn Danzig, cuya leyenda cuenta que fueron detenidos por profanar tumbas en el cementerio de Crescent City de St. Louis, en Nueva Orleans. Fue en el año 82, pleno apogeo del punk y de sus variantes más extremas, como el hardcore y el noise, estilo ruidoso que el propio Castel Nebrada decía practicar con su banda.
Por otro lado, a Diego Soto se le vio con una polera de GG Allin, uno de los cantantes punks más salvajes de la historia, y puede que esa haya sido su inspiración real: desafiar directamente las normas y las leyes, cagarse hasta en sí mismo, luego de haberse cagado hasta en la muerte y en el descanso eterno del prójimo. La única gran diferencia es que GG Allin llevó su performance hasta las últimas consecuencias, muriendo en su ley y haciendo de su propia figura corrompida y corruptora una leyenda entre los fans del punk más visceral, cosa que Castel Nebrada difícilmente pueda lograr, considerando su falta de consistencia, en su visión y en su conducta, aun en medio de la parada caótica, y teniendo en cuenta, sobre todo, un contexto cultural y sociopolítico que no le favorece. Los efectos saltan a la vista: repudio transversal de todo el espectro político y carne de cañón para “tirarle el muerto” al adversario. Incluso en la propia comunidad punk se han mostrado reacios con el “show”. Hay quienes lo acusan de ser un perkin que distorsiona la causa y que le hace el juego a los enemigos del punk, ridiculizando el estilo y haciendo aparecer a sus seguidores como unos verdaderos energúmenos. Otros, mientras tanto, prefieren guardar silencio, un silencio de ultratumba, antes de meter más ruido y distorsión de la que ya existe en todos lados.
¿Qué más se sabe de Castel Nebrada? ¿Cuál será su destino final? Solo se sabe que sigue detenido a la espera del proceso en su contra; que su madre y su hermana acudieron ante la policía en calidad de testigos; que el propio Municipio que alguna vez presentó su obra ahora realizará acciones legales; que hasta una mentalista televisiva llamada Latife Soto ha salido en pantalla, y ha dicho que el punki profanador “perderá la cordura y sufrirá consecuencias terribles” y ojo, no solo de tipo judicial. ¿Será la ruina del miserable?
Hay una canción de la banda mexicana Garrobos que sirve de contrapunto sarcástico para este caso, digno de un Chile hardcore, rayano entre lo peligroso y lo delirante: “Deambulando en cementerios/¿Cuántos vivos mueren parados?/Deambulando en cementerios/¿Cuántos muertos viven hincados?/No estamos muertos/Somos las calaveras que esperan su momento/Que esperan su final, el final del sufrimiento”.
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